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  • Respetemos el lugar de adoración de Jehová
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Nuestro Ministerio del Reino 1998
km 1/98 pág. 1

Respetemos el lugar de adoración de Jehová

1 Cuando somos huéspedes de alguien respetamos su propiedad, no causándole ningún daño, y no alteramos la actividad normal de la familia. ¡Cuánto más respeto hemos de guardar cuando somos huéspedes de Jehová! Deberíamos saber cómo conducirnos en su casa (Sal. 15:1; 1 Tim. 3:15). Sea que la reunión cristiana se celebre en el Salón del Reino, en una casa particular o en un edificio público, la inmensa mayoría de nosotros siempre respetamos nuestro lugar de adoración como si fuera la casa de Jehová, cuya “dignidad está por encima de tierra y cielo” (Sal. 148:13).

2 Algunos hermanos demuestran falta de respeto en las reuniones haciendo ruido o comportándose como si la información que se presentara fuera de poca importancia. En el curso de la reunión, algunos adultos conversan innecesariamente en el vestíbulo, en el baño o fuera del Salón del Reino. Cuando se deja a un niño mayor cuidando de uno menor, a veces los dos empiezan a jugar y sacan poco provecho del programa. Se ha visto a jóvenes fuera del Salón del Reino jugar, hacer ruido exagerado e, incluso, amagar golpes de karate después de las reuniones. En algunos casos han perturbado la paz del vecindario o han entorpecido el tráfico en el estacionamiento o en la calle.

3 Cómo evitar la falta de respeto: Si apreciamos lo digno y sagrado de nuestra adoración a Dios, de ningún modo querremos distraer a otros cuchicheando, comiendo, mascando chicle, haciendo crujir papeles, yendo repetidamente al baño sin necesidad o llegando tarde a las reuniones por costumbre. Los padres respetuosos y agradecidos no dejan que sus hijos ensucien la alfombra, la tapicería de los asientos o las paredes del Salón del Reino o de la casa donde se celebra el estudio de libro. Y, sin duda, todos concordamos en que en nuestras reuniones no debe haber ningún tipo de conducta vergonzosa, habla necia ni bromear obsceno (Efe. 5:4).

4 Si recordamos siempre qué propósito tienen nuestras reuniones cristianas, velaremos porque tanto nosotros como nuestros hijos demostremos el debido respeto a la adoración de Jehová en el lugar donde hemos “escogido estar de pie” (Sal. 84:10).

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