Sección de preguntas
◼ ¿Estamos preparados para una situación de urgencia?
En este mundo moderno, “el tiempo y el suceso imprevisto” suelen combinarse para ocasionar urgencias médicas, entre ellas la presión para aceptar una transfusión de sangre (Ecl. 9:11). A fin de que estemos preparados para tal eventualidad, Jehová ha suministrado ayuda de múltiples maneras mediante su organización, pero espera que hagamos la parte que nos corresponde. A continuación aparece una útil lista de control.
• Lleve en todo momento la tarjeta Directriz-Exoneración médica más reciente.
• Cerciórese de que sus hijos lleven la Tarjeta de identidad más reciente.
• Repase el suplemento de Nuestro Ministerio del Reino de septiembre de 1992, y ensaye cómo razonar con los médicos y los jueces sobre el tratamiento para sus hijos.
• Repase los artículos sobre componentes sanguíneos y las alternativas a la sangre (recomendaciones: La Atalaya del 1 de octubre de 1994, pág. 31; 1 de junio de 1990, págs. 30, 31; 1 de marzo de 1989, págs. 30, 31; ¡Despertad! del 8 de diciembre de 1994, págs. 23-27; 8 de agosto de 1993, págs. 22-25; 22 de noviembre de 1991, pág. 10, y suplementos de Nuestro Ministerio del Reino de septiembre de 1992 y noviembre de 1990. Guárdelos en una carpeta para tenerlos rápidamente a mano).
• Decida en conformidad con su conciencia si permitirá el uso de máquinas que hacen circular la sangre fuera del cuerpo y si aceptará productos que contengan componentes sanguíneos (si llena un formulario health-care durable power of attorney [carta poder (o poder) sobre cuestiones de atención médica], una medida aconsejable, verá que en él puede manifestar su elección informada de tratamiento).
• Si es posible, antes de ir al hospital comuníquelo a los ancianos para que ellos puedan ayudarle y ponerse en contacto con el Comité de Enlace con los Hospitales en caso necesario. Si se trata de niños pequeños, pida que los ancianos lo notifiquen al comité enseguida.
Deje claro su rechazo de la sangre. Llegan noticias de que algunos hermanos esperan hasta el último momento para decir a sus médicos que no desean sangre. Obrar así es injusto con el personal médico y supone arriesgarse a que les pongan una transfusión. El que los médicos conozcan sus convicciones, y sus deseos estén respaldados por documentos firmados que dan instrucciones específicas, les ayudará a ellos a proceder sin demora y por lo general les permitirá tener más opciones para administrar un tratamiento sin sangre.
Puesto que en cualquier momento puede presentarse una urgencia médica, por lo general cuando menos se espera, tomemos medidas ahora para protegernos a nosotros y proteger a nuestros hijos de una transfusión sanguínea (Pro. 16:20; 22:3).