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Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos 2020
mwbr20 abril págs. 1-4

Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos

13-19 DE ABRIL

TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 31

“Jacob y Labán hacen un pacto de paz”

it-1 986

Galeed

1 Después que Jacob y Labán zanjaron de manera pacífica sus discrepancias, celebraron un pacto entre sí. Con este motivo, Jacob erigió una columna de piedra y mandó a sus “hermanos” que hiciesen un majano de piedras, quizás en forma de mesa, sobre el que se comió la comida del pacto. Por consiguiente, Labán designó aquel lugar con el nombre arameo (sirio) para majano, “Jegar-sahadutá”, pero Jacob lo llamó por su equivalente hebreo, “Galeed”. Labán dijo: “Este majano [heb. gal] es testigo [heb. ʽedh], entre yo y tú hoy”. (Gé 31:44-48.) El majano de piedras (y la columna de piedra) sirvió de testimonio a todos los que pasaban. Como dice el versículo 49, fue “La Atalaya” (heb. mits·páh), y dio testimonio de que Jacob y Labán se habían avenido para conservar la paz entre sus respectivas familias, así como dentro de ellas. (Gé 31:50-53.) En ocasiones posteriores se usaron piedras de manera similar como testigos silenciosos. (Jos 4:4-7; 24:25-27.)

it-1 246 párr. 9

Atalaya

Jacob erigió un montón de piedras y lo llamó “Galeed” (que significa “Majano de Testimonio”) y “La Atalaya”, porque como dijo después Labán: “Atalaye Jehová entre yo y tú cuando estemos situados sin vernos el uno al otro”. (Gé 31:45-49.) Este montón de piedras daría testimonio de que Jehová estaba atalayando para asegurarse de que Jacob y Labán cumpliesen su pacto de paz.

Busquemos perlas escondidas

it-2 1105 párr. 1

Terafim

Los hallazgos arqueológicos realizados en Mesopotamia y zonas cercanas indican que la posesión de las imágenes de terafim era un factor importante para decidir quién recibiría la herencia de la familia. Según una tablilla hallada en Nuzi, en determinadas circunstancias, si un yerno poseía los dioses de la familia, tenía derecho a reclamar legalmente la herencia de su suegro fallecido. (La Sabiduría del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, págs. 196, 197, y nota.) Quizás fue esto lo que pensó Raquel al razonar que estaba justificada para llevarse los terafim debido a que su padre había engañado a su marido, Jacob. (Compárese con Gé 31:14-16.) La importancia de los terafim en relación con los derechos de herencia explicaría el desmesurado interés de Labán por recuperarlos, hasta el punto de reunir a sus hermanos y perseguir a Jacob por una distancia de siete días de viaje. (Gé 31:19-30.) Por supuesto, Jacob era totalmente ajeno a la acción de Raquel (Gé 31:32), y no existe indicio alguno de que intentase arrebatar la herencia a los hijos de Labán. Jacob no tenía ningún interés en la idolatría, y se deshizo de los terafim a más tardar cuando escondió todos los dioses extranjeros que le entregaron los miembros de su casa bajo el árbol grande que se hallaba cerca de Siquem. (Gé 35:1-4.)

w13 15/3 21 párr. 8

Jehová es nuestra morada

8 Cuando Jacob llegó a Harán, su tío Labán le extendió una cálida bienvenida, y más tarde le dio a Lea y Raquel por esposas. Sin embargo, con el tiempo trató de aprovecharse de él, tanto que le cambió su salario 10 veces (Gén. 31: 41, 42). Jacob aguantó aquellas injusticias, confiando en que Jehová lo seguiría cuidando. Y, de hecho, así fue, pues cuando regresó a Canaán poseía “grandes rebaños, y siervas y siervos, y camellos y asnos” (Gén. 30:43). Profundamente agradecido, le dijo a Jehová: “Indigno soy de todas las bondades amorosas y de toda la fidelidad que has ejercido para con tu siervo, porque con solo mi bastón crucé este Jordán y ahora he llegado a ser dos campamentos” (Gén. 32:10).

20-26 DE ABRIL

TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 32, 33

“¿Está luchando usted por la bendición de Jehová?”

w03 15/8 25 párr. 3

¿Busca usted solícitamente a Jehová?

Las Escrituras contienen numerosos ejemplos de personas que se esmeraron por buscar a Jehová. Una de ellas fue Jacob, que forcejeó tenazmente con un ángel materializado de Dios hasta que amaneció. De ahí que recibiera el nombre Israel (“Contendiente con Dios”) porque había “contendido” con Dios, es decir, había “persistido” y “perseverado”, se había “esforzado”. El ángel lo bendijo por tal esfuerzo solícito (Génesis 32:24-30, nota).

it-1 501

Cojo, cojera

La cojera de Jacob. Contaba Jacob con unos noventa y siete años de edad cuando tuvo la insólita experiencia de forcejear toda una noche con un ángel de Dios materializado. Consiguió prevalecer y retener al ángel hasta que este le bendijo. Durante la lucha, el ángel tocó el hueco de la coyuntura del muslo de Jacob y lo sacó de sitio, de modo que Jacob quedó cojo. (Gé 32:24-32; Os 12:2-4.) Esto le haría recordar que aunque, según las palabras del ángel, había “contendido con Dios [el ángel de Dios] y con hombres de modo que por fin [había prevalecido]”, en realidad no había derrotado a un poderoso ángel de Dios. Fue solo porque Dios se lo propuso y lo permitió por lo que Jacob pudo contender con el ángel, y así demostró que tenía en gran estima y anhelaba la bendición de Dios.

it-1 1263

Israel

1. Nombre que Dios le dio a Jacob cuando este tenía unos noventa y siete años. La noche en que cruzó el valle torrencial de Jaboq para ir a encontrarse con su hermano Esaú luchó con alguien que resultó ser un ángel. Debido a la perseverancia de Jacob en la lucha, se le cambió el nombre a Israel, como muestra de la bendición de Dios. En conmemoración de esos acontecimientos, Jacob llamó al lugar Peniel o Penuel. (Gé 32:22-31; véase JACOB núm. 1.) Posteriormente, Dios le confirmó este cambio de nombre en Betel, y desde entonces hasta el final de su vida se le llamó con frecuencia Israel. (Gé 35:10, 15; 50:2; 1Cr 1:34.) Sin embargo, el nombre de Israel, que aparece más de 2.500 veces en las Escrituras, hace referencia muy a menudo a la nación compuesta por los descendientes de Jacob. (Éx 5:1, 2.)

Busquemos perlas escondidas

w10 15/6 22 párrs. 10, 11

Hablemos “con gracia” y nos llevaremos mejor con los demás

10 Si somos amables y procuramos comunicarnos abiertamente con los demás, nos costará menos vivir en paz con ellos. Pero también sucede a la inversa: si procuramos vivir en paz con los demás, nos costará menos comunicarnos abiertamente con ellos. Cuando nos comportamos con bondad —dando ayuda, haciendo regalos de corazón o siendo hospitalarios—, favorecemos la comunicación franca. Además, si actuamos así cuando tenemos un problema con alguien, “amontonar[emos] brasas ardientes sobre su cabeza”, lo que seguramente sacará a la luz sus mejores cualidades y nos facilitará hablar las cosas y arreglarlas (Rom. 12:20, 21).

11 Alguien que tenía muy claro el efecto de la bondad era el patriarca Jacob. Temiendo que Esaú, su hermano gemelo, se dejara llevar por la furia y lo matara, salió huyendo. Pero al cabo de muchos años regresó. Esaú salió a su encuentro acompañado de 400 hombres. En ese momento, el patriarca pidió ayuda a Jehová. Pero además le envió a su hermano muchos animales de sus manadas. Aquel regalo logró ablandar su corazón, de modo que Esaú corrió enseguida a abrazar a Jacob (Gén. 27:41-44; 32:6, 11, 13-15; 33:4, 10).

it-1 700

Dios el Dios de Israel

A Jacob se le había cambiado el nombre a Israel como resultado de su lucha en Peniel con el ángel de Jehová, después de lo cual tuvo un encuentro pacífico con su hermano Esaú. Posteriormente se estableció en Sucot y más tarde, en Siquem. En este último lugar compró una porción de terreno a los hijos de Hamor y asentó allí su tienda. (Gé 32:24-30; 33:1-4, 17-19.) “Después de eso erigió allí un altar y lo llamó Dios el Dios de Israel”, es decir: “Dios es el Dios de Israel”. (Gé 33:20.) Al relacionar su nuevo nombre, Israel, con el nombre del altar, Jacob daba a entender que aceptaba y apreciaba tanto el nombre como la guía de Dios, quien lo había conducido a salvo de vuelta a la Tierra Prometida. Esta expresión solo aparece una vez en las Escrituras.

27 DE ABRIL A 3 DE MAYO

TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 34, 35

“Los terribles resultados de las malas compañías”

w97 1/2 30 párr. 4

Siquem, la ciudad del valle

¿Cómo mirarían los jóvenes de Siquem a esta joven virgen que visitaba con frecuencia la ciudad, al parecer sin compañía? El hijo de un principal “llegó a verla [...] y entonces la tomó y se acostó con ella y la violó”. ¿Por qué se expuso Dina al peligro buscando la amistad de las inmorales cananeas? ¿Se debió a que sentía la necesidad de tener compañía con muchachas de su edad? ¿Era tan testaruda e independiente como algunos de sus hermanos? Lea el relato de Génesis e intente comprender la angustia y la vergüenza que debieron sentir Jacob y Lea, debido a las trágicas consecuencias de que su hija fuera con frecuencia a Siquem. (Génesis 34:1-31; 49:5-7; véase también La Atalaya, 15 de junio de 1985, página 31.)

lvs 124 párr. 14

“¡Huyan de la inmoralidad sexual!”

14 Siquem hizo algo que le pareció normal y aceptable. Como se sentía atraído por Dina, “se la llevó” y “la violó” (lea Génesis 34:1-4). Este terrible acto fue el inicio de una serie de trágicos sucesos para Dina y toda su familia (Génesis 34:7, 25-31; Gálatas 6:7, 8).

w09 1/9 21 párrs. 1, 2

¿Es realmente dulce la venganza?

Algunas personas piensan que vengándose aliviarán su dolor. Pero ¿es eso así? Veamos el caso de los hijos de Jacob, un patriarca del antiguo pueblo hebreo. La Biblia dice que cuando se enteraron de que su hermana Dina había sido violada por un cananeo llamado Siquem, “quedaron [...] heridos en su sensibilidad, y se encolerizaron mucho” (Génesis 34:1-7). Para vengar esta ofensa, dos de ellos —Simeón y Leví— tramaron un plan contra Siquem y su familia. Valiéndose de un engaño, terminaron asesinando a Siquem y a todos los varones de la ciudad (Génesis 34:13-27).

¿Consiguieron algo con aquella masacre? La respuesta la encontramos en lo que Jacob les dijo a sus hijos cuando supo lo ocurrido: “Ustedes me han traído dificultades, haciéndome odioso entre los habitantes del país [...], ellos se juntarán contra mí y me atacarán, y seré destruido yo y mi casa” (Génesis 34:30, Nueva Biblia de los Hispanos). Así es, lo único que lograron Simeón y Leví fue empeorar el problema. A partir de entonces, la familia de Jacob tuvo que cuidarse de los posibles ataques de sus indignados vecinos. Quizás para impedir que eso sucediera, Dios le ordenó a Jacob que se mudaran a Betel (Génesis 35:1, 5).

Busquemos perlas escondidas

it-1 642 párr. 5

Débora

1. Nodriza de Rebeca. Cuando Rebeca dejó la casa de su padre Betuel para ir a Palestina y casarse con Isaac, Débora la acompañó. (Gé 24:59.) Después de haber servido por años en la casa de Isaac, Débora se instaló en casa de Jacob, tal vez después de la muerte de Rebeca. Unos ciento veinticinco años después de casarse Rebeca e Isaac, murió Débora y la sepultaron bajo un gran árbol en Betel. El nombre que se le dio al árbol (Alón-bacut, que significa “Árbol Macizo del Llanto”) indica cuánto la querían Jacob y su familia. (Gé 35:8.)

w17.12 14 párrs. 1-3

Preguntas de los lectores

En tiempos bíblicos, ¿era necesario tener los derechos de primogénito para ser un antepasado en la línea genealógica del Mesías?

En ocasiones, hemos hecho comentarios en esa dirección. Esto parecía concordar con Hebreos 12:16, donde leemos que Esaú no apreció las “cosas sagradas” y “a cambio de una sola comida vendió regalados sus derechos de primogénito” a Jacob. Estas palabras parecían indicar que, cuando Jacob consiguió los “derechos de primogénito”, también recibió la posibilidad de ser antepasado del Mesías (Mat. 1:2, 16; Luc. 3:23, 34).

Ahora bien, al repasar ciertos relatos bíblicos, vemos que no era necesario ser primogénito para ser antepasado del Mesías. Veamos algunas pruebas.

El primogénito de Jacob (Israel) fue Rubén, a quien tuvo con Lea. Más tarde, el primer hijo que Jacob tuvo con su esposa favorita, Raquel, fue José. Cuando Rubén cometió un pecado, el derecho de primogénito pasó a José (Gén. 29:31-35; 30:22-25; 35:22-26; 49:22-26; 1 Crón. 5:1, 2). Aun así, el Mesías no vino mediante la línea de Rubén ni la de José, sino mediante la línea de Judá, el cuarto hijo que Jacob tuvo con Lea (Gén. 49:10).

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