Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos
5-11 DE SEPTIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 9, 10
“Alabemos a Jehová por su sabiduría”
Una visita bien recompensada
Después de encontrarse con Salomón, la reina comenzó a probarle con “preguntas de las que causan perplejidad” (1 Reyes 10:1). El término hebreo correspondiente a esta expresión también puede traducirse por “acertijos”. Esto no quiere decir que la reina entretuviese a Salomón con juegos banales. Es interesante notar que en el Salmo 49:4 se utiliza la misma palabra hebrea para referirse a preguntas importantes relacionadas con el pecado, la muerte y la redención. Por lo tanto, lo más probable es que la reina de Seba conversara con él sobre temas profundos que pusiesen a prueba la grandeza de su sabiduría. La Biblia cuenta que ella “procedió a [...] hablarle todo lo que se hallaba junto a su corazón”. Salomón, a su vez, “fue declarándole todos los asuntos de ella. Resultó que no hubo asunto escondido al rey que él no le declarara” (1 Reyes 10:2b, 3).
Cuando la generosidad abunda
Sorprendida por todo lo que oyó y vio, la reina respondió humildemente: “¡Felices son estos siervos tuyos que están de pie ante ti constantemente, escuchando tu sabiduría!” (1 Reyes 10:4-8). No pronunció felices a los siervos de Salomón por vivir en la opulencia, aunque así era, sino porque podían escuchar constantemente la sabiduría que Salomón había recibido de Dios. La reina de Seba es un buen ejemplo para los siervos de Jehová de la actualidad, que se benefician de la sabiduría del Creador mismo y la de su Hijo, Jesucristo.
Una visita bien recompensada
A la reina de Seba le impresionaron tanto la sabiduría de Salomón y la prosperidad de su reino que “no hubo más espíritu en ella” (1 Reyes 10:4, 5). Algunos entendidos piensan que esta oración significa que la reina “se quedó sin aliento”. Un experto cree incluso que se desmayó. Sea como fuere, a ella le sorprendió mucho lo que vio y oyó. Pronunció felices a los siervos de Salomón porque podían oír la sabiduría del rey y bendijo a Jehová por haberle entronizado. Entonces le hizo regalos muy costosos; solo en oro le dio lo que equivaldría hoy a unos 40.000.000 de dólares. Salomón también le entregó obsequios, “todo lo que la deleitó que ella pidió” (1 Reyes 10:6-13).
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¿Lo sabía?
¿Cuánto oro poseía el rey Salomón?
Según las referencias bíblicas, Hiram —el rey de Tiro— envió a Salomón cuatro toneladas de oro, la reina de Seba le regaló una cantidad similar y la flota comercial del propio Salomón le llevó 14 toneladas de oro de Ofir. El relato explica que “el peso del oro que vino al rey Salomón en un año ascendió a seiscientos sesenta y seis talentos [unas 22 toneladas] de oro” (1 Reyes 9:14, 28; 10:10, 14). ¿Son exageradas estas cifras? Comparémoslas con las reservas de oro de otros reyes de la antigüedad.
Una inscripción muy antigua —que los expertos consideran fiable— indica que el faraón Tutmosis III (segundo milenio antes de nuestra era) donó 12 toneladas de oro al templo de Amón-Ra, en Karnak. En el siglo VIII antes de nuestra era, el rey asirio Tiglat-piléser III recibió cuatro toneladas de oro como tributo de Tiro, y Sargón II entregó esa misma cantidad como ofrenda a los dioses de Babilonia. Por otro lado, se dice que Filipo II de Macedonia (359-336 antes de nuestra era) extraía anualmente unas 25 toneladas de oro de las minas del monte Pangeo, en la región de Tracia.
También se dice que su hijo, Alejandro Magno (336-323 antes de nuestra era), reunió un botín de unas 1.000 toneladas de oro al ocupar la ciudad persa de Susa y más de 6.000 toneladas durante su conquista de toda Persia. En vista de estas cifras, es obvio que la Biblia no exagera al hablar de la cantidad de oro que poseía el rey Salomón.
12-18 DE SEPTIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 11, 12
“Elija bien con quién se casará”
“¿Quién está de parte de Jehová?”
7 Podemos aprender mucho del caso del rey Salomón. Cuando era joven, buscó la guía de Jehová, quien le concedió gran sabiduría y le encargó construir un imponente templo en Jerusalén. Pero Salomón arruinó su amistad con Jehová (1 Rey. 3:12; 11:1, 2). La Ley de Dios prohibía específicamente que los reyes hebreos se casaran con muchas mujeres, para que su corazón no se desviara (Deut. 17:17). Pero Salomón desobedeció y con el tiempo se casó con 700 mujeres y tomó 300 concubinas (1 Rey. 11:3). Muchas de ellas no eran israelitas y adoraban a dioses falsos. Así que Salomón también desobedeció la ley que decía que los israelitas no debían casarse con mujeres extranjeras (Deut. 7:3, 4).
Cómo proteger el corazón
6 Satanás es un rebelde egoísta que desobedece las normas de Jehová y quiere conseguir que pensemos y actuemos como él. Como no puede obligarnos a hacerlo, trata de lograrlo de otras formas. Por ejemplo, nos rodea de personas a las que ya ha logrado corromper (1 Juan 5:19). Quiere que decidamos pasar tiempo con ellas, aunque sabemos que las malas compañías “echan a perder” o corrompen nuestra manera de pensar y actuar (1 Cor. 15:33; nota). Este método le dio resultado con el rey Salomón, quien se casó con muchas mujeres que no adoraban a Dios. Ellas tuvieron una fuerte influencia en él y “poco a poco” hicieron que su “corazón” se alejara de Jehová (1 Rey. 11:3).
“¿Quién está de parte de Jehová?”
9 Pero Dios nunca pasa por alto el pecado. La Biblia dice: “Jehová llegó a estar enojado con Salomón, porque su corazón se había inclinado a alejarse de Jehová [...], el que se le había aparecido dos veces. Y respecto a esta cosa le mandó que no se fuera tras otros dioses; pero él no había guardado lo que Jehová había mandado”. Como consecuencia, Dios le retiró su apoyo y su aprobación. El reino de Israel se dividió en dos, de modo que los herederos de Salomón no reinaron sobre toda la nación y sufrieron muchas calamidades durante generaciones (1 Rey. 11:9-13).
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Pudo haber tenido la aprobación de Dios
A fin de sofocar la revuelta, Rehoboam reunió a su ejército, pero Jehová intervino y le ordenó mediante el profeta Semaya: “No deben subir y pelear contra sus hermanos, los hijos de Israel. Vuelva cada cual a su casa, porque es a instancia mía como esta cosa se ha efectuado” (1 Rey. 12:21-24).
¿Iba a quedarse Rehoboam de brazos cruzados? Imagínese cuánto tuvo que irritarle eso. ¿Qué pensaría la gente de un rey que amenazó con castigar al pueblo “con azotes de puntas agudas”, pero que permitía semejante rebelión? (Compare con 2 Crónicas 13:7). Aun así, el rey y su ejército “obedecieron la palabra de Jehová, y se volvieron a casa, conforme a la palabra de Jehová”.
¿Qué nos enseña esto? Que lo mejor es obedecer a Dios aunque otros se burlen de nosotros. Si lo hacemos, recibiremos la aprobación y la bendición de Jehová (Deut. 28:2).
Así fue en el caso de Rehoboam. Él fue obediente y no peleó contra la nueva nación. En vez de eso, reforzó algunas ciudades y construyó otras en los territorios sobre los que aún reinaba: Judá y Benjamín (2 Crón. 11:5-12). Y lo que es más importante, durante un tiempo obedeció las leyes de Jehová. Aunque el reino del norte, gobernado por Jeroboán, cayó en la idolatría, muchos de sus habitantes viajaban a Jerusalén para apoyar a Rehoboam y la adoración pura (2 Crón. 11:16, 17). De modo que la obediencia de Rehoboam fortaleció su reinado.
19-25 DE SEPTIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 13, 14
“Estemos contentos con lo que tenemos y seamos modestos”
Mantengámonos leales con un corazón unificado
4 A continuación, el rey Jeroboán le dice al hombre del Dios verdadero: “Ven conmigo a casa, sí, y toma sustento, y déjame darte un regalo” (1 Rey. 13:7). ¿Qué debe hacer el profeta? ¿Debe rechazar la invitación del rey, puesto que acaba de entregarle un mensaje condenatorio? (Sal. 119:113.) ¿O debe aceptarla, ya que el rey parece estar arrepentido? Jeroboán tiene los medios para ofrecer regalos costosos a sus amigos. Si el profeta de Dios abriga en su corazón el deseo de tener cosas materiales, la oferta del rey seguramente le resultará muy tentadora. No obstante, Jehová le ha ordenado al profeta: “No debes comer pan ni beber agua, y no debes regresar por el camino que fuiste”. Así pues, el profeta responde con firmeza: “Aunque me dieras la mitad de tu casa no iría contigo ni comería pan ni bebería agua en este lugar”. Acto seguido, el profeta se va de Betel por otro camino (1 Rey. 13:8-10). ¿Qué nos enseña acerca de la lealtad la decisión del profeta? (Rom. 15:4.)
Mantengámonos leales con un corazón unificado
15 ¿Qué más aprendemos del error que cometió el profeta de Judá? Proverbios 3:5 dice: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento”. En vez de confiar en Jehová como había hecho hasta ese momento, el profeta confió en su propio criterio. Como consecuencia de su error, perdió la vida y su buen nombre ante Dios. Este relato nos enseña lo importante que es servir a Jehová con modestia y lealtad.
Mantengámonos leales con un corazón unificado
10 El profeta de Judá debería haberse dado cuenta de que el anciano lo estaba engañando. Debería haberse preguntado: “Si Jehová quisiera darme nuevas instrucciones, ¿por qué habría de enviar un ángel a hablar con otra persona?”. Además, podría haberle pedido a Jehová que le aclarara el asunto, pero las Escrituras no dicen que lo hiciera. Lo que dicen es que “regresó con [el anciano] para comer pan en su casa y beber agua”. A Jehová le disgustó que lo hiciera. Cuando el profeta finalmente emprendió el regreso a Judá, se encontró con un león y este lo mató. ¡Qué forma tan trágica de terminar su carrera como profeta! (1 Rey. 13:19-25.)
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Jehová busca lo bueno de cada persona
Sin embargo, lo más importante de 1 Reyes 14:13 es lo que nos enseña sobre la fascinante personalidad de Jehová y sobre lo que él busca en nosotros. Este versículo dice que ‘se había hallado’ algo bueno en Abías. Al parecer, Jehová examinó a fondo su corazón hasta que encontró una buena cualidad. Comparado con su familia, Abías resultó ser, según cierto experto, “una perla entre un montón de piedras”. Jehová valoró lo bueno que había en este miembro de una familia infiel; por esa razón fue compasivo y le concedió un entierro digno.
26 DE SEPTIEMBRE A 2 DE OCTUBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 15, 16
“¿Es usted tan valiente como Asá?”
“Existe un galardón para su actividad”
Tan solo veinte años después de que Judá e Israel se dividieran en dos reinos, Judá ya se había corrompido por completo con la adoración falsa. Para el año 977 antes de nuestra era, cuando Asá llegó a ser rey, incluso la corte se había contaminado con el culto a las deidades cananeas de la fertilidad. Pero el relato inspirado indica que el rey Asá “procedió a hacer lo que era bueno y recto a los ojos de Jehová su Dios. De modo que quitó los altares extranjeros y los lugares altos y quebró las columnas sagradas y cortó los postes sagrados” (2 Crón. 14:2, 3). Además, echó de Judá “a los prostitutos de templo”, quienes mantenían relaciones sexuales con otros hombres como parte de sus ritos paganos. Pero no se limitó a eliminar la adoración falsa, sino que también le mandó al pueblo “que buscara a Jehová el Dios de sus antepasados y que pusiera por obra la ley y el mandamiento” de Dios (1 Rey. 15:12, 13; 2 Crón. 14:4).
Sirvamos a Jehová con corazón completo
7 Todos debemos examinar nuestro corazón para ver si está totalmente entregado a Dios. Preguntémonos: “¿Estoy decidido a agradar a Jehová, defender la adoración pura y proteger a su pueblo de todo lo que pueda corromperlo?”. Pensemos en cuánto valor necesitó Asá para enfrentarse a Maacá, la “dama” o reina madre del país. Seguramente no conocemos a nadie que actúe como ella, pero tal vez haya situaciones en las que podamos imitar la devoción de Asá. Por ejemplo, imaginémonos que alguien de nuestra familia o un buen amigo peca, no se arrepiente y es expulsado. ¿Actuaremos con decisión y dejaremos de relacionarnos con esa persona? ¿A qué nos impulsará el corazón?
Asá
A pesar de la insensatez y la falta de discernimiento espiritual que manifestó en algunas ocasiones, sus buenas cualidades y el no haber apostatado sin duda pesaron más que sus errores, y se le considera uno de los reyes fieles de la línea de Judá. (2Cr 15:17.) Los cuarenta y un años de su reinado coincidieron total o parcialmente con los reinados de ocho reyes de Israel: Jeroboán, Nadab, Baasá, Elah, Zimrí, Omrí, Tibní (que gobernó sobre una parte de Israel en oposición a Omrí) y Acab. (1Re 15:9, 25, 33; 16:8, 15, 16, 21, 23, 29.) Al morir Asá, su hijo Jehosafat le sucedió en el trono. (1Re 15:24.)
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¿Es Dios real para usted?
Por ejemplo, lea la profecía sobre el castigo por la reconstrucción de Jericó y luego analice su cumplimiento. Josué 6:26 dice: “Josué hizo que en aquel tiempo en particular se pronunciara un juramento, y dijo: ‘Maldito sea delante de Jehová el hombre que se levante y de veras edifique esta ciudad, aun a Jericó. Pagando con la pérdida de su primogénito eche los fundamentos de ella, y pagando con la pérdida del menor de los suyos ponga sus puertas’”. El cumplimiento llegó unos quinientos años más tarde, pues leemos en 1 Reyes 16:34: “En sus días [del rey Acab] Hiel el betelita edificó a Jericó. Pagando con la pérdida de Abiram, su primogénito, colocó el fundamento de ella, y pagando con la pérdida de Segub, el menor de los suyos, puso sus puertas, conforme a la palabra de Jehová que él había hablado por medio de Josué hijo de Nun”. Solo un Dios real pudo inspirar esas profecías y hacer que se cumplieran.
3-9 DE OCTUBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 17, 18
“¿Hasta cuándo estarán cojeando entre dos opiniones?”
Demostremos fe y tomemos buenas decisiones
6 Cuando los israelitas ya vivían en la Tierra Prometida, tuvieron que tomar una decisión sencilla, pero crucial: adorar a Jehová o servir a otros dioses (lea Josué 24:15). Aunque pudiera parecer muy fácil, se trataba de una decisión de vida o muerte. En la época de los jueces, eligieron mal en repetidas ocasiones. Dejaron a Jehová y adoraron a dioses falsos (Juec. 2:3, 11-23). Pensemos también en una ocasión posterior en la que el pueblo de Dios tuvo que escoger. El profeta Elías les explicó que solo tenían dos opciones —servir a Jehová o al dios falso Baal— y los regañó por su indecisión (1 Rey. 18:21). Podríamos pensar que era fácil tomar la decisión correcta, porque siempre es sensato y beneficioso servir a Jehová. Ninguna persona razonable sentiría apego por Baal o deseos de servirle. Pese a todo, aquellos israelitas estaban “cojeando sobre dos opiniones diferentes”. Elías les recomendó encarecidamente que escogieran la adoración a Jehová, muy superior a todas las demás.
Fiel defensor de la adoración pura
15 Al oír esto, los sacerdotes de Baal se ponen aún más histéricos y empiezan a “clamar a voz en cuello y a cortarse según su costumbre con dagas y con lancetas, hasta que hicieron chorrear la sangre sobre sí”. ¡Y todo para nada! “No hubo voz, y no hubo quien respondiera, y no se prestó ninguna atención.” (1 Rey. 18:28, 29.) Así es, Baal no existía; no era más que una invención de Satanás para apartar a la gente de Jehová. La lección es clara como el agua: no hay mejor amo que Jehová y todo el que siga a otro dios sufrirá decepción y vergüenza (lea Salmo 25:3 y 115:4-8).
Fiel defensor de la adoración pura
18 Cuando Elías comenzó a orar, es posible que muchos se preguntaran si Jehová resultaría ser un dios tan falso y decepcionante como Baal. Pero, al concluir la oración, toda duda se disipa, pues el relato dice que “el fuego de Jehová vino cayendo, y se puso a comer la ofrenda quemada y los pedazos de leña y las piedras y el polvo, y lamió el agua que estaba en la zanja” (1 Rey. 18:38). ¡Qué respuesta tan espectacular! ¿Cómo reacciona el pueblo?
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Se mantuvo vigilante y esperó con confianza
¿Cuánto duró la sequía?
Elías, el profeta de Jehová, le dijo al rey Acab que aquella larga sequía pronto iba a terminar. Esto ocurrió “al tercer año”, contando evidentemente desde el día que Elías había anunciado la sequía (1 Reyes 18:1). Y Jehová hizo que lloviera poco después de que Elías dijera que así ocurriría. Debido a ello, quizás algunos concluyan que la sequía terminó en el transcurso del tercer año y que, por tanto, debió durar menos de tres años. Sin embargo, tanto Jesús como Santiago afirmaron que la sequía se prolongó por “tres años y seis meses” (Lucas 4:25; Santiago 5:17). ¿Se trata de una contradicción?
No, en absoluto. Tengamos en cuenta que la temporada seca en el antiguo Israel era bastante larga, hasta de seis meses. De seguro Elías le anunció a Acab la sequía cuando la temporada seca ya era excepcionalmente larga e intensa. En realidad, había empezado casi medio año antes. Así que cuando Elías proclamó su fin “al tercer año” desde su anterior anuncio, llevaba sin llover casi tres años y medio. Cuando todo el pueblo se reunió para ser testigo de la gran prueba en el monte Carmelo, ya habían trascurrido los “tres años y seis meses”.
Piense en la ocasión en que Elías le anunció al rey Acab la sequía. La gente creía que Baal era “el jinete de las nubes”, el dios que traería la lluvia al final de la temporada seca. Como esta ya había durado más de lo normal, es probable que la gente se preguntara: “¿Dónde está Baal y cuándo traerá la lluvia?”. El anuncio de Elías de que ni caería lluvia ni rocío hasta que él dijera lo contrario debió ser un tremendo golpe para aquellos adoradores de Baal (1 Reyes 17:1).
10-16 DE OCTUBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 19, 20
“Jehová le dará todo su apoyo”
Confiemos en Jehová cuando estemos angustiados
5 (Lea 1 Reyes 19:1-4). Sin embargo, cuando la reina Jezabel amenazó con matarlo, Elías sintió miedo. Así que huyó a Beer-seba. Estaba tan desanimado que pidió morir. ¿Por qué se sintió así? Porque era un hombre imperfecto, “de sentimientos semejantes a los nuestros” (Sant. 5:17). Tal vez la tensión y el agotamiento físico lo agobiaron. Al parecer, pensaba que todo lo que había hecho a favor de la adoración pura había sido en vano, que en Israel no había mejorado nada y que él era el único que aún servía a Jehová (1 Rey. 18:3, 4, 13; 19:10, 14). Quizás nos sorprenda la reacción de este fiel profeta, pero Jehová lo comprendía.
Dios fue su refugio y su consuelo
13 ¿Cómo cree usted que se sintió Jehová al ver a su amado profeta implorando la muerte bajo aquel arbusto del desierto? No hace falta adivinarlo. Después de que Elías se duerme, Jehová le envía un ángel que, tocándolo suavemente para despertarlo, le dice: “Levántate, come”. Y así lo hace Elías, pues el ángel bondadosamente le ha servido una comida sencilla: pan recién hecho y agua. El relato sigue diciendo que el profeta entonces come y bebe, y luego se vuelve a dormir. Ni siquiera menciona que le dé las gracias al ángel. ¿Será que está tan descorazonado que es incapaz de hablar? En cualquier caso, el ángel lo despierta por segunda vez, quizás al alba, para decirle: “Levántate, come”. Y añade estas conmovedoras palabras: “Porque el viaje es demasiado para ti” (1 Rey. 19:5-7).
Dios fue su refugio y su consuelo
21 Como bien señala el relato, Jehová no se halla en ninguna de estas espectaculares fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adoradores aclaman como “el jinete de las nubes”, el dios que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Rey. 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recordemos que el miedo lo había paralizado. Ahora, sabiendo que tiene al Dios todopoderoso de su parte, ¡ya no hay razón para temer a Acab y a Jezabel! (Lea Salmo 118:6.)
Dios fue su refugio y su consuelo
22 Tras el fuego, todo queda en silencio. Entonces Elías oye “una voz calmada y baja” que lo insta a desahogarse de nuevo, así que expresa sus preocupaciones por segunda vez. Aunque quizás el profeta ya se sienta bastante reanimado, lo que la “voz calmada y baja” le dice a continuación es sin duda de mayor consuelo aún: Jehová le asegura que lo valora mucho. ¿Cómo lo hace? Le revela lo que se propone hacer en el futuro contra el culto de Baal en Israel. Y puesto que nada podrá impedir que ese propósito se cumpla, es obvio que la labor de Elías ha valido la pena. Además, Jehová todavía cuenta con él, pues le encomienda una nueva misión y le da instrucciones específicas para que pueda cumplir con ella (1 Rey. 19:12-17).
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Un ejemplo de abnegación y lealtad
En la actualidad, muchos siervos de Dios manifiestan un espíritu de abnegación semejante a aquel. Algunos han dejado sus “campos”, es decir, sus medios de vida, para predicar las buenas nuevas en territorios distantes o para ser miembros de una familia Betel. Otros han viajado a países extranjeros a fin de trabajar en proyectos de construcción de la Sociedad. Muchos han aceptado lo que podrían considerarse tareas humildes. Sin embargo, ningún esclavo de Jehová efectúa un servicio insignificante. Jehová aprecia a todos los que le sirven de buena gana, y bendecirá su espíritu de abnegación. (Marcos 10:29, 30.)
17-23 DE OCTUBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 1 REYES 21, 22
“Use su autoridad como lo hace Jehová”
Jehová de los ejércitos
Cuando Josué vio a un visitante angélico cerca de Jericó y le preguntó si estaba del lado de Israel o del enemigo, la respuesta fue: “No, sino que yo... como príncipe del ejército de Jehová he venido ahora”. (Jos 5:13-15.) El profeta Micaya les dijo a los reyes Acab y Jehosafat: “Ciertamente veo a Jehová sentado sobre su trono, y a todo el ejército de los cielos de pie junto a él, a su derecha y a su izquierda”, refiriéndose con claridad a los hijos celestiales de Jehová. (1Re 22:19-21.) El uso del plural en la expresión “Jehová de los ejércitos” es apropiado, puesto que a las fuerzas angélicas no solo se las representa divididas en querubines, serafines y ángeles (Isa 6:2, 3; Gé 3:24; Rev 5:11), sino también formando grupos organizados, de manera que Jesucristo pudo decir que a su llamada acudirían “más de doce legiones de ángeles”. (Mt 26:53.) En la súplica que Ezequías dirigió a Jehová por ayuda, le llamó “Jehová de los ejércitos, el Dios de Israel, sentado sobre los querubines”, lo que debía ser una alusión al arca del pacto y a las figuras de querubines que había sobre la cubierta, y que simbolizaban el trono celestial de Jehová. (Isa 37:16; compárese con 1Sa 4:4; 2Sa 6:2.) Se tranquilizó al temeroso siervo de Eliseo con una visión milagrosa en la que vio las montañas que rodeaban la ciudad sitiada, donde residía el profeta, ‘llenas de caballos y carros de guerra de fuego’, parte de las huestes angélicas de Jehová. (2Re 6:15-17.)
“La cabeza de todo hombre es el Cristo”
9 La humildad. Jehová es el ser más sabio que existe y, aun así, escucha la opinión de sus siervos (Gén. 18:23, 24, 32). Incluso ha permitido que quienes están bajo su autoridad le den sugerencias (1 Rey. 22:19-22). Aunque es perfecto, no espera que nosotros lo seamos. Más bien, ayuda a sus siervos, aunque sean imperfectos, a que les vaya bien (Sal. 113:6, 7). De hecho, en la Biblia, David le dijo: “Tú eres quien me ayuda” (Sal. 27:9; Heb. 13:6). Él sabía que todo lo que hizo lo logró solamente gracias a que Jehová es humilde y lo ayudó (2 Sam. 22:36).
Mentira
Jehová permite que se produzca una “operación de error” en aquellas personas que prefieren la falsedad, a fin de que “lleguen a creer la mentira” y no las buenas nuevas acerca de Jesucristo. (2Te 2:9-12.) Un ejemplo de este principio es lo que sucedió hace siglos en el caso del rey israelita Acab. Unos profetas mentirosos le aseguraron a Acab que vencería en la batalla contra Ramot-galaad, mientras que Micaya, el profeta de Jehová, predijo calamidad. Como se le reveló en visión a Micaya, Jehová permitió que una criatura celestial actuara como un ‘espíritu engañoso en la boca de los profetas’ de Acab, es decir: esta criatura celestial influyó sobre ellos para que no hablaran la verdad, sino lo que ellos mismos deseaban decir y Acab deseaba oír. Aunque recibió advertencia, Acab prefirió que le engañaran, y eso le costó la vida. (1Re 22:1-38; 2Cr 18.)
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¿Qué es el verdadero arrepentimiento?
4 Con el tiempo, la paciencia de Jehová se agotó. Envió a Elías para anunciarles a Acab y a Jezabel cuál sería su condena: toda su familia sería exterminada. Las palabras del profeta hicieron sentir muy mal a Acab. De forma inesperada, aquel hombre arrogante se humilló (1 Rey. 21:19-29)
5 Aunque en ese momento Acab reaccionó con humildad, lo que después hizo demostró que no estaba arrepentido de verdad. No intentó acabar con la adoración a Baal en Israel ni animó al pueblo a adorar a Jehová. Además, hizo otras cosas que mostraban que no estaba arrepentido.
6 Más tarde, cuando le pidió al buen rey Jehosafat de Judá que luchara junto a él contra los sirios, Jehosafat sugirió que primero consultaran a un profeta de Jehová. Al principio, Acab rechazó la idea diciendo: “Todavía queda un hombre por medio de quien podemos consultar a Jehová, pero yo lo odio, porque las cosas que profetiza sobre mí nunca son buenas, solo son malas”. Aun así, consultaron al profeta Micaya, y este le anunció a Acab que sufriría una calamidad. En lugar de arrepentirse y pedirle a Jehová que lo perdonara, el malvado rey Acab metió a Micaya en prisión (1 Rey. 22:7-9, 23, 27). Aunque el rey encarceló al profeta de Jehová, no logró impedir que la profecía se cumpliera. Cuando fue a la batalla, lo mataron (1 Rey. 22:34-38).
24-30 DE OCTUBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 2 REYES 1, 2
“Un buen ejemplo de capacitación”
Cómo capacitar a otros
15 Hay algo más que nos enseña el relato de Eliseo: que los hermanos que están recibiendo capacitación deben respetar la experiencia de los ancianos. Elías y Eliseo fueron a Jericó a visitar a unos profetas y después se dirigieron a pie al río Jordán. Allí, “Elías tomó su prenda de vestir oficial y la [enrolló] y golpeó las aguas, y estas se dividieron”. Entonces ambos cruzaron el río y continuaron su camino, “hablando al andar”. Como vemos, Eliseo no creía que ya lo sabía todo. Siguió escuchando y tomándose muy en serio cada palabra de su amo hasta que este fue arrebatado en medio de una tormenta de viento. Al regresar al río Jordán, Eliseo golpeó las aguas con la misma prenda de Elías y dijo: “¿Dónde está Jehová el Dios de Elías[?]”. Como resultado, las aguas volvieron a dividirse (2 Rey. 2:8-14).
Cómo capacitar a otros
16 Cabe notar que el primer milagro de Eliseo fue exactamente igual al último de Elías. ¿Por qué es interesante este detalle? Al parecer Eliseo no pensó que, como ahora ocupaba el lugar de su amo, tenía que comenzar a cambiar las cosas. Decidió continuar su trabajo de profeta del mismo modo como lo había estado haciendo Elías. Demostró respeto por su maestro y gracias a ello se ganó la confianza de sus compañeros profetas (2 Rey. 2:15). Finalmente, Eliseo llegó a realizar muchos milagros durante los sesenta años que fue profeta, muchos más que Elías. ¿Cuál es la lección para los hermanos que reciben capacitación hoy?
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Puntos sobresalientes del libro de Segundo de los Reyes
2:11. ¿A qué “cielos” “fue ascendiendo [Elías] en la tempestad de viento”? No fue ni a alguna parte lejana del universo físico ni al lugar espiritual en que habitan Dios y sus hijos angélicos (Deuteronomio 4:19; Salmo 11:4; Mateo 6:9; 18:10). En realidad, Elías ascendió a los cielos atmosféricos (Salmo 78:26; Mateo 6:26). Parece ser que el carro de fuego lo transportó a través de la atmósfera a otro lugar de la Tierra, donde vivió algún tiempo. De hecho, años después, Elías escribió una carta a Jehoram, el rey de Judá (2 Crónicas 21:1, 12-15).
31 DE OCTUBRE A 6 DE NOVIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | 2 REYES 3, 4
“Levanta a tu hijo”
“Yo sé que se levantará”
7 El profeta Eliseo, sucesor de Elías, efectuó la segunda resurrección que aparece en la Biblia. En la ciudad de Sunem, vivían una importante israelita sin hijos y su esposo, que era de edad avanzada. Como ella fue muy hospitalaria con Eliseo, Dios los recompensó con un hijo. Algunos años después, el niño murió. Sin duda, ella estaba muy afligida. Con el permiso de su esposo, fue a ver al profeta, que estaba en el monte Carmelo, a unos 30 kilómetros (19 millas). Eliseo envió por delante a su servidor, Guehazí, hasta Sunem. Pero este no fue capaz de resucitarlo. Entonces llegaron la madre del niño y Eliseo (2 Rey. 4:8-31).
“Yo sé que se levantará”
8 El profeta entró en la casa y oró junto al cuerpo del niño. Entonces, Jehová le devolvió la vida. Al verlo, su madre sintió una inmensa alegría (lea 2 Reyes 4:32-37). Y quizá recordó la oración de Ana, que había sido estéril. Cuando llevó a su hijo Samuel al tabernáculo, dijo que Jehová “hace bajar al Seol” y “hace subir” (1 Sam. 2:6). Sin duda, al hacer subir o levantar al hijo de la mujer de Sunem, Dios demostró que puede resucitar a los muertos.
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Profeta
“Hijos de los profetas.” Como explica la obra Gesenius’ Hebrew Grammar (Oxford, 1952, pág. 418), el término hebreo ben (hijo de), o benéh (hijos de), puede indicar “pertenencia a un gremio o sociedad (o a una tribu o clase definida)”. (Compárese con Ne 3:8, donde “miembro de los mezcladores de ungüentos” es literalmente “hijo de los mezcladores de ungüentos”.) Por consiguiente, la expresión “hijos de los profetas” puede que designe una escuela de instrucción para los que habían sido llamados a esta vocación o simplemente un grupo de profetas que se ayudaban entre sí. Se menciona que había dichos grupos en Betel, Jericó y Guilgal. (2Re 2:3, 5; 4:38; compárese con 1Sa 10:5, 10.) Samuel presidía un grupo en Ramá (1Sa 19:19, 20), y parece que Eliseo ocupaba una posición similar en su día. (2Re 4:38; 6:1-3; compárese con 1Re 18:13.) El registro menciona que edificaban su propio lugar donde morar y que utilizaban herramientas prestadas, lo que parece indicar que vivían modestamente. Aunque a menudo compartían el alojamiento y la comida, es posible que también recibiesen asignaciones individuales para salir en misiones proféticas. (1Re 20:35-42; 2Re 4:1, 2, 39; 6:1-7; 9:1, 2.)