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  • Los mayores son un tesoro para la congregación
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2025
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  • QUÉ ESPERA JEHOVÁ DE USTED
  • USTED PUEDE APORTAR MUCHO PARA AYUDAR A LOS DEMÁS
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2025
w25 diciembre págs. 26-30
Imágenes de hermanos mayores que sirven a Jehová con alegría. 1. Un hermano medita sonriente en su esperanza para el futuro. 2. Una hermana que va en silla de ruedas le ofrece un tratado a una enfermera. 3. Una hermana comenta en una reunión. 4. Una hermana se agarra del brazo de un hermano más joven mientras predican juntos. 5. Un hermano hablando con dos niñitos y su mamá en el Salón del Reino.

Los mayores son un tesoro para la congregación

“Cuando pienso en todas las cosas que podía hacer cuando era joven, me parece increíble. Ahora la edad me ha hecho bajar el ritmo” (Connie, 83 años).

Quizás a usted le pase lo mismo que a esta hermana, que debido a los achaques de la vejez ya no puede hacer tanto como antes. Y, aunque sabe que ha servido fielmente a Jehová durante muchos años, tal vez compare lo que hace ahora con todo lo que hizo en el pasado, y eso lo desanime. ¿Qué lo puede ayudar?

QUÉ ESPERA JEHOVÁ DE USTED

Pregúntese: “¿Qué es lo que Jehová me pide que haga?”. Deuteronomio 6:5 dice: “Ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Esas palabras son muy tranquilizadoras. ¿Por qué?

Porque este texto muestra que Jehová espera que le sirva lo mejor que usted pueda. Tener esto presente lo ayudará a no compararse con los demás y a no comparar lo que puede hacer ahora con lo que podía hacer antes.

Piense en esto: cuando era más joven, ¿qué le daba a Jehová? Seguro que lo mejor, todo lo que podía en las circunstancias que tenía entonces. ¿Y ahora? ¿Qué le está dando a Jehová? Seguro que le sigue dando lo mejor, es decir, todo lo que puede en las circunstancias que tiene ahora. Como ve, en realidad lo que le está dando hoy es lo mismo que le daba en el pasado: lo mejor.

Imágenes de una hermana que lleva muchos años sirviendo fielmente a Jehová. 1. La hermana, cuando era joven, hablando con una mujer en la predicación de casa en casa. 2. La misma hermana, que ahora es mayor, predicando por teléfono con una hermana más joven.

Lo que usted le daba a Jehová cuando era joven es lo mismo que le da ahora que es mayor: lo mejor de usted.

USTED PUEDE APORTAR MUCHO PARA AYUDAR A LOS DEMÁS

Piense en este enfoque: en lugar de ver la edad como una limitación, trate de verla como una oportunidad. Y es que siendo mayor puede hacer algunas cosas que no podía hacer cuando era joven. Centrémonos en una de ellas.

Comparta su experiencia con los demás. Fíjese en lo que dijeron estos personajes de la Biblia:

El rey David: “Fui joven y ahora soy viejo, pero nunca he visto a un justo abandonado ni a sus hijos buscando pan” (Sal. 37:25).

Josué: “Ahora miren, yo estoy a punto de morir, y ustedes saben muy bien con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas promesas que Jehová su Dios les hizo ha fallado. Todas se han cumplido a favor de ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado” (Jos. 23:14).

Tanto David como Josué sabían de lo que hablaban, porque habían servido fielmente a Jehová durante muchos años y habían visto muchas cosas. Así que sus palabras tenían mucho peso. Y lo mismo puede decirse de usted: sus años de experiencia les añaden peso a sus palabras.

Si lleva décadas sirviendo a Jehová, puede hablarles a otros de los beneficios y las recompensas de hacerlo. ¿Recuerda alguna ocasión especial en la que vio cómo Jehová bendecía a su pueblo? No se la guarde; compártala con los demás. Quienes lo escuchen recibirán una inyección de ánimo, y usted también se sentirá feliz (Rom. 1:11, 12).

Otra manera de animar a los demás es asistiendo a las reuniones en persona, tanto como le permitan sus circunstancias. Así no solo se beneficiarán los hermanos; usted también saldrá ganando. Connie, mencionada al principio, cuenta: “Ir a las reuniones me ayuda a no desanimarme. Con todo el cariño que me dan los hermanos en el Salón del Reino, ¿cómo me voy a sentir triste? Intento demostrarles que yo también los quiero haciéndoles regalitos. Y procuro seguir participando junto con ellos en las actividades espirituales”.

JEHOVÁ VALORA SU SERVICIO FIEL

La Biblia habla de muchas personas que, a pesar de no poder hacer mucho debido a sus circunstancias, contaban con el amor de Jehová. Una de ellas fue Simeón, un israelita que era muy mayor cuando Jesús nació. Cada vez que iba al templo, probablemente veía a los hombres jóvenes atendiendo tareas muy importantes. ¿Y qué pensaría él? Tal vez creía que debido a su edad Jehová ya no lo consideraba tan valioso. Pero nada más lejos de la realidad. Jehová lo describió como “un hombre justo y devoto” y le concedió el gran honor de ver a Jesús recién nacido. Es más, lo usó para profetizar que Jesús sería el Mesías (Luc. 2:25-35). Este relato muestra que Jehová no se centraba en los achaques y las limitaciones de Simeón, sino en su inquebrantable fe. De hecho, “el espíritu santo estaba sobre él”.

José y María hablan sonrientes con Simeón y le muestran a Jesús recién nacido.

Jehová le concedió a Simeón el honor de ver a Jesús recién nacido y de profetizar que sería el Mesías.

Usted también puede tener la certeza de que Jehová valora su servicio fiel a pesar de las limitaciones que tenga. Él se siente muy feliz por los sacrificios de cada uno de sus siervos “cuando da en función de lo que tiene y no de lo que no tiene” (2 Cor. 8:12).

Teniendo eso presente, céntrese en las cosas que sí puede hacer. Por ejemplo, piense en las diferentes facetas de la predicación en las que puede participar, aunque sea por periodos de tiempo cortitos. También puede animar a los hermanos llamándolos por teléfono o escribiéndoles una notita. Las pequeñas muestras de amor pueden tener un profundo efecto en ellos, sobre todo cuando vienen de alguien como usted, que ha servido a Jehová durante muchos años.

Incluso si tiene limitaciones físicas, puede hacer mucho por Jehová. Por ejemplo, en el recuadro “Había una vida en juego” encontrará una experiencia de una hermana mayor de África oriental.

Recuerde que la fe y la lealtad que ha demostrado a lo largo de los años pueden animar a los demás. Usted es un ejemplo vivo de aguante. Y tenga presentes las palabras de Hebreos 6:10: “Dios no es injusto y no se olvida de las obras de ustedes ni del amor que demostraron por su nombre al haber servido a los santos y al continuar sirviéndoles”.

MANTÉNGASE ACTIVO AYUDANDO A LOS DEMÁS

Hay estudios que indican que muchas personas mayores que se mantienen activas ayudando a los demás disfrutan de mejor salud, tienen la mente más ágil y viven más.

Claro está, hacer cosas por otros no hará desaparecer todos los efectos de la edad. Lo único que logrará eso es el Reino de Dios, pues eliminará el pecado, que es la verdadera causa de la vejez y la muerte (Rom. 5:12).

Aun así, todo lo que usted hace en su servicio a Jehová —lo que incluye ayudar a otros a conocerlo— fortalece su esperanza e incluso tal vez le permita tener una mejor salud. Querido hermano mayor, jamás olvide que Jehová valora todos sus sacrificios y que la congregación aprecia muchísimo su ejemplo de fe.

Una hermana mayor predicando en el carrito. Le está leyendo un texto a una mujer joven que está llorando.

Había una vida en juego

Una mujer joven pasó por delante de uno de nuestros carritos. La hermana mayor que estaba predicando allí la saludó y le preguntó si podía mostrarle un texto bíblico muy bonito. Entonces le leyó Jeremías 29:11, que dice que Jehová quiere que tengamos paz, no calamidad. Y después le preguntó: “¿Has visto el futuro que Dios quiere para ti?”.

La mujer se emocionó y con lágrimas en los ojos le respondió: “Quiere que tenga un futuro de paz y esperanza. Muchísimas gracias por leerme esas palabras. Son justo la respuesta a mi oración. Últimamente he tenido muchos problemas, uno tras otro. Estaba tan mal que había pensado en quitarme la vida. Esta mañana le pedí a Dios que me diera una señal que me demostrara que yo le sigo importando. Y entonces usted, que no me conoce de nada, me saluda y me lee unas palabras de la Biblia que muestran lo que Dios quiere para mí. No ha sido ninguna casualidad”.

La hermana le mostró varios artículos de jw.org que hablan de cómo la Biblia podía ayudarla a combatir los pensamientos suicidas. Luego le explicó cómo son nuestras clases de la Biblia y la invitó a las reuniones. La semana siguiente la mujer asistió a la reunión del fin de semana y ha empezado a estudiar con el folleto Disfrute de la vida.

Seamos jóvenes o mayores, podemos participar en este tipo de predicación.

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