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  • La maravilla de un eclipse solar

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  • La maravilla de un eclipse solar
  • ¡Despertad! 1970
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¡Despertad! 1970
g70 22/8 págs. 17-19

La maravilla de un eclipse solar

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en México

EL 7 de marzo de 1970 amaneció claro y brillante aquí en México. Comenzó como cualquier día normal en esta época del año. Sin embargo, había algo en el ambiente que indicaba que iba a ser muy diferente. El tráfico en las ciudades había disminuido considerablemente. Muchos, especialmente estudiantes y maestros, tenían el día libre. Había calma y silencio excepcionales.

A medida que la mañana de este sábado avanzó, esta calma fue disminuyendo. El nerviosismo que proviene de la expectativa de algo extraordinario comenzó a manifestarse. La gente se apresuraba en busca de cámaras fotográficas, lentes, filtros especiales, anteojos ahumados, caretas de soldador, visores improvisados con cajas de cartón, películas veladas, recipientes con agua o cualquier cosa que le pudiera ayudar a contemplar sin peligro el acontecimiento sumamente extraordinario. Sí, querían ver el Sol por medio de aquellos artículos para evitar el peligro de daño a los ojos. Por diversos medios de comunicación se le había advertido a la gente que no mirara directamente al Sol, y por eso muchos tomaron estas precauciones.

¡Venga, apresurémonos al cerro del Metate! Son las diez de la mañana. Oh, los minutos antes del gran acontecimiento parecen estar pasando muy lentamente para algunos, y para otros están transcurriendo muy aprisa. Tensión, impaciencia, curiosidad y expectación avivada se apoderan de la gente. ¡Al fin llega el momento tan esperado!

Con toda puntualidad da principio la función en los cielos. El cielo, pocos momentos antes límpidamente azul, se torna grisáseo. El paisaje verde cobra un extraño matiz anaranjado que se acerca al púrpura. La temperatura ha empezado a descender. Aun los animales perciben el extraño fenómeno que está aconteciendo en el cielo. Se inquietan. Los perros ladran y aúllan, los toros mugen, las aves se refugian en sus nidos, las gallinas recogen sus polluelos y los gallos cantan.

Hasta hace unos instantes el Sol parecía un círculo perfecto. Ahora, ¡mire! ¡Allí en el lado del Sol que da al este! Una mancha pequeña. Sí, la Luna ha comenzado a pasar enfrente de él. Lentamente la Luna continúa avanzando, y ahora el Sol da la impresión de haber sufrido un mordisco o un pellizco que le ha hecho perder un pedazo. A medida que la Luna adelanta enfrente del Sol, el “pedazo mordido” parece hacerse cada vez mayor. Y el resultado es oscuridad acentuada en la Tierra.

Ahora el Sol parece una media luna. Inexorablemente la Luna continúa adelantando hasta que solo se puede ver un borde de luz brillante. La luz sigue disminuyendo. Ahora parece estar atardeciendo a medida que las sombras avanzan, cubriendo el paisaje. Ráfagas de viento mecen los árboles que se asemejan a siluetas en el paisaje oscurecido. La intranquilidad entre los animales aumenta. El Sol está desapareciendo rápidamente. Ahora solo es visible una cinta muy fina mientras los protagonistas de este drama cósmico siguen aproximándose al punto culminante de este pasmoso espectáculo.

¡Finalmente, la función llega a su culminación con grandiosidad! Estando el Sol exactamente detrás de la Luna, el eclipse ha alcanzado su fase final. ¡Con temor reverente hemos presenciado una puesta de Sol y un anochecer al mediodía! Durante el apogeo del eclipse notamos que se acentúa el frío. Oscuridad casi completa cubre la tierra y solo un círculo intensamente luminoso rodea la Luna. Es la corona solar.

¡Todo parece paralizarse súbitamente! Solo se escuchan breves interjecciones de asombro de los espectadores. El paisaje parece irreal, pues las siluetas de la gente se asemejan a estatuas. En el ambiente hay contraste de emociones. La poca luz que se puede ver es semejante a la que refleja la Luna por la noche, aunque es más intensa. Ahora las estrellas se pueden ver fácilmente. Llamas colosales parecen salir del Sol, el cual está totalmente cubierto por el contorno negro del satélite de la Tierra, la Luna. Lejos en el horizonte, en cualquier dirección que nos volvemos, vemos luz, mucha luz. Es como cuando el Sol está a punto de salir por la mañana, con la diferencia de que esto está sucediendo todo alrededor de nosotros.

¡Espere, el espectáculo no ha terminado! Un primoroso “anillo de brillantes,” conocido como “collar de Baily,” atrae nuestra atención. Esto lo forman una serie de luces brillantes que se producen al pasar los rayos solares por entre las irregularidades de la superficie lunar. Completa esta visión la aparición de un fuerte resplandor en el lado del oeste del disco solar. Este resplandor se asemeja a una gema montada en un anillo y es una pequeña parte del círculo solar que ahora de nuevo se hace visible.

Conforme el Sol es liberado de la sombra lunar, de nuevo arroja sus rayos sobre la Tierra. La brevísima noche ha pasado. Está haciendo más calor y todo empieza a cobrar vida una vez más. El fenómeno que hemos visto es realmente extraordinario. Es difícil describir con palabras su belleza y magnitud.

Por qué un acontecimiento esperado

El eclipse total duró unos tres minutos y medio. Sin embargo fue un acontecimiento que se anunció con bastante anticipación y que muchos aquí esperaban ansiosamente. La razón es que el último eclipse solar, visible en forma total en México, fue el 10 de septiembre de 1923. De modo que se puede comprender por qué aparentemente nadie se quería perder este drama en los cielos.

Científicos, investigadores y aficionados a la astronomía, la astrofísica y otros campos relacionados calcularon cuál sería el mejor lugar desde donde observar el eclipse. El punto específico que sería el lugar ideal de observación era el pueblito de Miahuatlán, en el estado de Oaxaca, en México, en especial el cerro del Metate a unos cuantos kilómetros del pueblo.

¿Qué hacía de éste un sitio ideal? Bueno, tiene una elevación de 1.607 metros sobre el nivel del mar y su atmósfera está relativamente libre de nubes, polvo, resplandores, vapores y corrientes térmicas aéreas. De modo que meses antes del acontecimiento, grupos de científicos comenzaron a examinar los lugares de observación. Se presentaron delegaciones científicas de diversos países.

Entre las cosas que deseaban estudiar estaban la deflexión de la luz de las estrellas, la alteración de los campos magnéticos, los efectos en las radiaciones cósmicas, el efecto en las comunicaciones por radio y la acción de los rayos ultravioleta. También se quería investigar los fenómenos meteorológicos y las perturbaciones en los mares. También había la intención de someter a prueba algunos aspectos de la teoría de la relatividad de Einstein y se iban a tomar fotografías de la corona y protuberancias solares. Los científicos mexicanos estudiaron en particular la medida de la ionosfera durante el eclipse, la diseminación de las diferentes ondas de radio y el registro de la electricidad estática.

La respuesta de la gente

Fue interesante notar la manera en que personas de diferentes lugares y de diferentes niveles de educación respondieron al eclipse. Ha habido gran progreso en la educación debido a una campaña permanente de libertar a la gente de la ignorancia y de las creencias supersticiosas. Sin embargo, algunos creen que estos acontecimientos naturales presagian aflicción o dificultad o que de alguna manera afectan adversamente a la humanidad. Todavía hay poblaciones en donde se hacen repicar las campanas de las iglesias durante un eclipse, en donde la gente se santigua y se arrodilla, pidiendo clemencia al cielo. Ancianas con rosarios en las manos repiten oraciones frente a las iglesias. Mujeres encintas se cuelgan alrededor del cuello tijeras y otros amuletos por temor de que a causa del eclipse sus hijos nazcan deformes.

En algunas comunidades se cree que un eclipse es una pelea entre el Sol y la Luna. La gente hace sonar tambores, latas, sartenes y otros utensilios con la idea de ayudar al Sol a ganar la batalla. Otros, temiendo lo desconocido y lo misterioso, permanecen inmóviles.

Los astrólogos siempre están presentes para aprovecharse de los crédulos. Rodean el acontecimiento de misticismo para embaucar a los incautos. Magos, hechiceros y otros proclaman lo que supuestamente predice el eclipse y lo que sucederá después según la posición de las estrellas. Se han hecho predicciones, se han interpretado horóscopos y se han usado otros medios sutiles para explotar a los crédulos. Oh sí, en Miahuatlán se vio a unos “hippies” que celebraron ciertos ritos y ceremonias en honor del Sol.

¿Qué es un eclipse?

Un eclipse sencillamente es la ocultación de un cuerpo celeste por la interposición de otro. Puede ser total o parcial. Es total cuando el cuerpo ocultado queda cubierto completamente como lo vimos el 7 de marzo. Cuando solo se cubre una parte de él, es anular o parcial. El eclipse solar se produce cuando la Luna, en su órbita, se interpone entre el Sol y la Tierra, proyectando su sombra sobre la Tierra. El eclipse anular acontece cuando la Luna está exactamente enfrente del Sol pero no es suficientemente grande, debido a su distancia y posición, para cubrir completamente el Sol. Deja ver un anillo de Sol. Nunca hay eclipses anulares de la Luna, debido a que el cono de la sombra de la Tierra siempre es lo suficientemente grande para cubrir la Luna cuando está exactamente en línea recta con el Sol y la Tierra.

Los eclipses son acontecimientos naturales que ocurren con periodicidad exacta. No representan ninguna amenaza ni son portadores de ningún aviso de calamidad. Son evidencia de las leyes inmutables que rigen al universo. Dan testimonio de la infinita sabiduría divina que estableció cada cuerpo celeste en el universo y que los controla. Sí, subrayan lo pequeños que somos cuando nos comparamos con el gigantesco universo que nos rodea. Como declaró el periódico El Universal de México, Distrito Federal: “Bien podría decirse que ni con todo el ingenio y las posibilidades creativas del hombre podría de ninguna manera producir un espectáculo que en mínima parte pudiese parecerse al que se produjo este día.”

Sí, los eclipses son maravillas de la creación de Jehová, una evidencia más que nos asegura que el universo continúa funcionando según las leyes perfectas que él ha estipulado.

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