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¡Despertad! 1970
g70 8/9 págs. 21-24

Insecticidas... ¿bendición o maldición?

CADA año el terreno y las siembras de muchas naciones son empapados de millones de kilos de sustancias químicas venenosas. Se utilizan insecticidas químicos para matar insectos, roedores y hongos indeseables. También se usan venenos químicos para matar mala hierba y deshojar plantas.

El Times de Nueva York del 26 de diciembre de 1969 hizo notar el grado al cual se utilizan los venenos químicos en algunas zonas. Hablando de granjas algodoneras del estado de Misisipí, dijo:

“De marzo a noviembre, el aire está lleno de sustancias químicas que se usan para impedir que brote mala hierba y de otras para matarla si brota; de sustancias químicas para matar gorgojos, gusanos y otros insectos que afectan el algodón; y finalmente, al tiempo de la cosecha, de un deshojador de olor detestable para quitar las hojas de las plantas de algodón. . . . En conjunto, las sustancias químicas se esparcen de 10 a 20 veces por temporada.”

Aumenta la evidencia

Sin embargo, hay personas que por muchos años advirtieron contra la tendencia de usar cada vez más sustancias químicas en las siembras y en las tierras. Alegaban que se estaba causando daño que podría tener consecuencias graves de larga duración.

Hoy, está aumentando la evidencia de que los insecticidas y otros venenos están efectuando lo que estas personas decían. En años recientes las consecuencias severas del uso extenso de insecticidas ha llegado a ser evidente. Estos venenos han resultado ser asesinos de grandes cantidades de pájaros y peces, casi causando la extinción de algunas especies.

También se ha descubierto que algunos de los insecticidas de larga duración como el DDT están penetrando en el hombre. El Newsweek del 26 de enero de 1970 declaró: “Mujeres estadounidenses llevan en sus pechos leche que contiene de tres a diez veces más del insecticida DDT de lo que el gobierno federal permite en la leche de las lecherías destinada a consumo humano.”

En consecuencia, ahora hasta funcionarios gubernamentales y científicos están preocupados. El Dr. Charles F. Wurster, biólogo de la Universidad del Estado de Nueva York, dijo: “Ya no se disputa el peligro; es hecho establecido, científico.” Otro científico que examinó la evidencia dijo: “Me asusta.”

Vida animal afectada

El aire transporta los venenos químicos cuando se fumiga con ellos, o el agua se los lleva de la tierra a ríos y lagos, afectando a los peces. En el río Misisipí se encontró que los peces mosquito contenían tanto veneno que el Dr. Denzel B. Ferguson, del departamento de zoología de la Universidad Estatal de Misisipí, declaró: “Estos peces son bombas vivientes. Cualquier cosa que venga y se los coma, sencillamente está sentenciada a muerte.”

El año pasado el gobierno estadounidense decomisó 12.700 kilos de salmón del lago Michigan. Estaba contaminado con demasiado DDT y “dieldrina.” El salmón contenía casi cuatro veces la cantidad de insecticida que se permite como límite.

Aves norteamericanas como el águila calva, el halcón peregrino y el pelícano pardo están en peligro de ser exterminados. En el océano cerca de California, menudas plantas y animales marinos conocidos como plancton absorben insecticidas que han sido llevados de la tierra por el agua o han sido llevados al océano por el aire. Los peces se comen el plancton y acumulan insecticidas en su organismo. Entonces, cuando los pelícanos se comen los peces, los insecticidas se acumulan en ellos. Esto ha trastornado su intrincado sistema reproductivo. Ahora las hembras de los pelícanos ponen huevos con cascarones tan delgados que los huevos se agrietan y se rompen casi inmediatamente. Los huevos que pueden durar unos cuantos días son tan frágiles que, cuando la hembra se sienta sobre ellos, se rompen bajo su peso.

Por consiguiente, aunque quizás los pelícanos no sean muertos directamente por los insecticidas, están siendo exterminados porque sus huevos no empollan. Como dijo el Chronicle de San Francisco: “Parece que los enormes pájaros pardos no empollarán un solo hijuelo en California este año, y la senda de la muerte está arrollando inexorablemente hacia el sur hasta las islas mexicanas cerca de Baja California.”

En una granja de pavos de Arkansas, se utilizó el poderoso insecticida “heptacloro” en pavos vivos para controlar las niguas. De un total de 300.000 pavos examinados, se descubrió que 124.000 estaban contaminados con el insecticida.

A veces, grandes cantidades de animales son muertos directamente por los insecticidas. Por ejemplo, en Hanover, New Hampshire, los insecticidas que se usaron en unos olmos exterminaron centenares de pájaros. Aproximadamente el 70 por ciento de los petirrojos fueron muertos.

El Medical World News del 27 de febrero de 1970 informa en cuanto a un experimento en que a veinticinco huevos fecundados les fueron inyectadas cantidades pequeñas de un deshojador químico que se usa extensamente en los Estados Unidos (y en Vietnam). Solo quince pollitos sobrevivieron. Once de los quince estaban tullidos y tenían otros defectos. En los pollitos que no empollaron se encontraron graves desórdenes y deformidades.

Tan poderosos y de tan larga duración son algunos insecticidas que se han encontrado vestigios de ellos en pingüinos de las tierras antárticas. ¡Esto fue a miles de kilómetros del punto donde se usaron!

Lo que agrava el problema es que algunos insecticidas, como el DDT, no son solubles en el agua. De modo que se acumulan en los organismos que están expuestos a ellos. Con el tiempo el animal puede contener muchos más residuos de insecticidas en su sistema que los que hay en el ambiente. ¡De hecho, se dice que algunos animales pueden contener residuos por más de un millón de veces lo que contiene su ambiente!

Cuando un animal se come a otro, como las aves que comen peces que contienen insecticidas, los venenos se acumulan rápidamente en el que come. Por consiguiente, mientras más ascendemos en la cadena de animales, más concentradas llegan a ser las acumulaciones de venenos.

El uso de insecticidas, particularmente de DDT, ha sido tan extenso que el Dr. Lorenzo Tomatis, de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer en Francia, declaró: “No hay animal, agua ni terreno en esta Tierra que en la actualidad no esté contaminado con DDT.” También, el senador Gaylord Nelson, de Wisconsin, dijo acerca del DDT: “En solo una generación, ha contaminado la atmósfera, el mar, los lagos y las corrientes y se ha infiltrado en el tejido grasoso de la mayoría de las criaturas del mundo.”

Debido a que el DDT ha aparecido en la leche, la carne, las legumbres, la fruta y la gente, funcionarios gubernamentales de los Estados Unidos han impuesto límites estrictos a su uso después del 1 de enero de 1970. Pero Robert H. Finch, Secretario del Departamento de Salud, Educación y Beneficencia, dijo que los residuos de DDT aparecerían en los alimentos durante “diez años o más” después de entrar en vigor una prohibición. Aunque varios otros países han limitado también el uso del DDT, continúan usándose centenares de otros insecticidas.

¿Qué efecto en el hombre?

Los estudios demuestran que los estadounidenses tienen un promedio de 12 partes por millón de DDT en los tejidos grasosos de sus cuerpos. Esto es más del doble de la cantidad que se permite en los pescados que se venden comercialmente. El Guardian Weekly de Inglaterra del 15 de noviembre de 1969 informó: “También se ha descubierto que la sangre del estadounidense de término medio contiene más del DDT que se permite en la carne . . . los insecticidas tratados con cloro pueden causar envenenamiento crónico en la gente que está más expuesta a ellos y se sabe que uno de los peligros es el daño al hígado y a los riñones.”

Se descubrió que los nenes amamantados estaban obteniendo de la leche de su madre el doble de la cantidad de insecticidas que recomienda como límite la Organización Mundial de la Salud. El toxicólogo sueco Dr. Goran Lofroth hizo notar que cuando esas cantidades están presentes en los animales, éstos comienzan a mostrar cambios bioquímicos.

Se han encontrado residuos de insecticidas en los tejidos de nenes no nacidos y nacidos muertos. En algunos casos las concentraciones de los venenos eran tan elevadas como las que existían en la madre. Los insecticidas estaban en el hígado, el cerebro y los riñones de los bebés, más concentrados en el tejido grasoso.

En un caso que informó la televisión nacional de los Estados Unidos, un padre equivocadamente alimentó a su cerdo con grano que había sido tratado con mercurio, grano que había de plantarse pero no comerse. Más tarde, mató al cerdo y su familia comió de él. El resultado fue una enfermedad grave para su esposa encinta y varios niños. Hubo ceguera, defectos del habla, daño cerebral y otras complicaciones. Se dijo de una niña que si vivía sería una “vegetal” debido a tan grave daño cerebral.

En experimentos con ratas, fuertes dosis de insecticida produjeron cáncer, anormalidades en el nacimiento y defectos hereditarios de larga duración. Es verdad que la mayor parte de las personas no obtienen una dosis concentrada de venenos químicos a la vez. Pero, ¿qué les sucede a los humanos que están adquiriendo cantidades pequeñas diariamente en el alimento que comen, el aire que inhalan y el agua que beben? ¿Deberíamos pensar que insectos, pájaros y peces pueden ser muertos y algunas especies quedar casi extintas y sin embargo no venirle ningún daño al hombre a causa de estos mismos venenos?

Trastornando el equilibrio

Los insecticidas han perturbado lo que se llama “el equilibrio de la naturaleza.” El Dr. Lamont C. Cole, de la Universidad de Cornell, informó un ejemplo de esto, según informó el U.S. News & World Report del 24 de noviembre de 1969:

“La Organización Mundial de la Salud envió DDT a Borneo para matar mosquitos. Surtió efecto, pero no mató a las cucarachas, las cuales acumularon DDT en sus cuerpos. Las lagartijas que vivían en las chozas de techos de paja se comieron a las cucarachas. El DDT retardó a las lagartijas. Entonces los gatos fácilmente atraparon a las lagartijas. Pero los gatos se murieron . . . Habiendo desaparecido los gatos, vinieron las ratas, trayendo una amenaza de plaga. Y, habiendo desaparecido las lagartijas, las orugas se multiplicaron en las chozas, donde se alimentaron de los techos de paja. Entonces comenzó a hundirse el techo.”

Lo irónico de esto es que aunque los insecticidas han matado muchos insectos, estas mismas clases de insectos han producido especies que resisten estos insecticidas. En consecuencia, se necesitan venenos más poderosos para matarlos. Pero se dice que no hay insecticida que los insectos no puedan resistir con el tiempo.

¿Cuáles son estos insectos? El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos efectuó un censo de todos los insectos que el hombre considera perjudiciales. De más de 800.000 clases conocidas el número clasificado como “perjudicial” llegó a solo 235, ¡menos de 1⁄25⁠avo de uno por ciento de los que conoce la ciencia!

El trabajo de los insectos que polinizan las plantas por mucho neutraliza el daño efectuado por otros insectos. Si se eliminaran los insectos que llevan el polen, se extinguiría la mayor parte de las plantas fanerógamas y las flores. Si desaparecieran las abejas, desaparecerían gradualmente 100.000 clases de plantas que florecen.

También, considere este comentario de la World Book Encyclopedia: “Los agricultores han contribuido a la diseminación y aumento de los insectos nocivos al trastornar el equilibrio de la naturaleza, y reemplazar la variada vida vegetal de los campos silvestres con hectáreas de una sola clase de planta.” Parece que ciertos insectos medran cuando en zonas grandes se planta una sola siembra.

¿Qué alternativas?

¿Hay alternativas para el uso de insecticidas? Sí. Una es el uso de insectos que se coman a otros insectos considerados perjudiciales. Son muchos los insectos que controlan a los insectos nocivos, como las mariquitas, las mantis religiosas, las moscas de alas membranosas y las avispas “trichogrammas.”

En Kansas, ciertas siembras estaban siendo destruidas por insectos verdes, de modo que los agricultores importaron cantidades grandes de mariquitas de los criadores. Después de seis semanas, las mariquitas habían controlado a los insectos verdes. Un consumidor en grande escala de mariquitas informó que los insectos verdes casi fueron controlados completamente en dos días. Y las mariquitas no son amenaza a las siembras.

Otras alternativas incluyen el cultivar especies de plantas más resistentes a los insectos; técnicas de esterilización contra insectos; controles mecánicos; interplantar siembras; el uso de aerosoles hechos de materias orgánicas como cebollas, ajo, hierbabuena y otras.

Tocante a la función y el control de los insectos, es interesante la siguiente observación de Organic Gardening and Farming de agosto de 1969. Dice: “Mientras más observamos sus métodos, más llegamos a entender que el insecto es el censor de la Naturaleza al destruir la vegetación indeseable. . . . en general, los insectos prefieren alimentarse de plantas cultivadas con abonos químicos a alimentarse de las que se cultivan por el método orgánico. El control de los insectos nocivos es posible de varias maneras, sin recurrir a usar aerosoles ni sustancias químicas venenosos. Las plantas que son atacadas fuertemente por los insectos a menudo están desequilibradas en cuanto a nutrición.”

Se está haciendo patente que muchos de los problemas a que se enfrenta el hombre al usar venenos químicos se deben a su falta de conocimiento y prevención, así como a su avaricia económica. Esto da énfasis al hecho de que se necesita dirección de parte del Creador de todas las plantas, animales, insectos y el hombre. En el nuevo orden de Dios podemos esperar esta dirección para que el hombre sea puesto en armonía con el resto de la creación terrestre de Dios.

[Ilustración de la página 21]

La leche de las madres humanas quizás contenga mucho más DDT del que se permite en la de la lechería

[Ilustración de la página 22]

Un científico dice: ‘No hay animal, agua ni terreno en la Tierra que no esté contaminado con DDT’

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