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¡Despertad! 1970
g70 22/9 págs. 12-15

Mi vida como polígamo

Según relatada al corresponsal de “¡Despertad!” en Dahomey

DE MUCHACHO crecí en el recinto cercado de mi padre en Dahomey. Era un recinto bien poblado, pues mi padre tenía doce esposas y, por supuesto, muchos hijos además de mí. Era una vida feliz, libre de cuidados para nosotros los muchachos, porque teníamos muchos compañeros de juego dentro de la familia cercana. Mi padre era el jefe del recinto y exigía el respeto de todos.

Pero, ¿no contribuye la práctica de la poligamia a muchos problemas en la casa?, quizás se pregunte usted. Como respuesta yo diría que sí, realmente sí. Y me gustaría contarle algo acerca de ellos. Pues verá, yo también llegué a ser polígamo.

Le ayudará a entender nuestra vida el que usted sepa exactamente lo que es uno de estos recintos. Realmente es una parcela rodeada de un muro alto hecho de lodo rojo que se ha endurecido bajo el Sol. Dentro están las muchas moradas pequeñas construidas de bloques le cemento o del mismo lodo rojo. Hay una cocina, por lo general un cobertizo con dos o tres paredes. Cuando el clima es bueno, lo cual sucede la mayor parte del tiempo, se cocina al aire libre.

A medida que el dueño de un recinto aumenta el número de sus esposas, edifica una morada por separado, que da directamente al recinto, para cada nueva esposa. La vida en el recinto es como el vivir en una aldehuela. El tener una sola cocina no presenta demasiada dificultad, puesto que las comidas no se preparan a ninguna hora señalada. Simplemente comíamos cuando teníamos hambre, y no todos teníamos hambre al mismo tiempo.

Buenas intenciones

Para cuando llegué a ser un joven casadero yo había decidido casarme con una sola esposa. ¿Por qué? Porque dentro de nuestro propio recinto cercado había tenido mucha oportunidad de considerar las ventajas y las desventajas. Parecía que había algunas ventajas en la poligamia. Las muchas esposas y una familia grande eran señal de opulencia e influencia. El cabeza de familia recibía honra de una familia grande que le estaba sujeta y también se le respetaba altamente en la comunidad. El punto de vista común era que los dioses-fetiches habían hecho fructífero a tal hombre.

Sin embargo, el recinto a veces estaba lejos de ser pacífico. Recuerdo muchas ocasiones en que surgían disputas enconadas entre las esposas de mi padre. A veces parecía que mi padre favorecía a una esposa más que a las otras. Eso podía significar grave dificultad para la que recibía favor especial. Los celos de parte de las otras esposas podían ser peligrosos. De hecho, yo había oído de casos en que algunas esposas habían envenenado a su competidora o a su esposo debido a grandes celos.

De modo que fue con las mejores intenciones que me propuse tener una sola esposa. Fuimos muy felices juntos, pero, triste me es decirlo, no me dio hijos. Yo tenía muchos deseos de tener hijos. En consecuencia, sucedió que después de unos dos años sin hijos me pareció que tenía que buscar una segunda esposa que me pudiera dar hijos.

Agregando más esposas

En ocasiones especiales se celebraban bailes en los cuales todos los aldeanos se reunían para banquetear y beber. Uno de esos acontecimientos podía durar varias noches, y en aquellas ocasiones se hacían ofrendas a los dioses-fetiches para obtener su bendición para un año fructífero. En una de estas fiestas tuve la oportunidad de hacer arreglos para tomar dos esposas más, en vez de una.

Primero decidí a quiénes escoger. Luego, según nuestra costumbre, envié un amigo para hacer los arreglos con los padres de las que quería hacer mis esposas. Esto incluía determinar la dote que habrían de pagar los padres de las muchachas. Él también tenía que convencerlos de las buenas cualidades del que quería ser el esposo. Mis nuevos suegros, como jefes de sus propias familias, considerarían al yerno sujeto a ellos. Además de recibirse la dote de parte de ellos, ellos pueden exigir que el novio efectúe trabajo para ellos y más tarde hasta que los sostenga si se lo pidieran.

Habiéndose hecho todos los arreglos, se señala un día para la ceremonia final y entonces los padres pueden revelarles a sus hijas todo el asunto. Quizás las hijas no sepan nada del asunto hasta unos cuantos días antes del casamiento. Sin embargo, no presentan objeciones, porque ellas quieren un esposo y una familia, y por eso se contentan con que sus padres se encarguen de todo por ellas. En las ciudades más grandes está cambiando esta costumbre, pero en las aldeas todavía rige. El cortejo y los compromisos no se acostumbran.

Pronto mi casa y mi recinto llegaron a ser muy semejantes a los de mi padre. A medida que fui obteniendo influencia y respeto en la comunidad ya no quedé satisfecho ni siquiera con tres esposas. Compré dos más. Y empecé a ver una repetición de las circunstancias. Ahora pude descubrir por mí mismo lo difícil que es tratar imparcialmente a todas las esposas. Surgían celos, y había muchas peleas por asuntos pequeños en mi recinto.

Por ejemplo, cuando murió un pariente de una de mis esposas, tuve que comprar una cabra para ofrecerla como sacrificio, de acuerdo con la costumbre. Pero no podía ser mejor cabra que la que había comprado para el pariente de otra de mis esposas. Si mostraba aunque fuera un poco de favor a una esposa, las otras le hacían la vida insoportable. Las riñas y las disputas a menudo me exasperaban. Debido a la falta de paz en casa, empecé a buscar asociación con otras mujeres que no llegaron a ser mis esposas. Después, este derrotero habría de llegar a ser un verdadero problema para mí.

Nadie en nuestra aldea pensaba jamás que la poligamia fuera inmoral. Aun el tener relaciones con otras muchachas, no casadas, no se consideraba malo. Muchas muchachas tenían uno o dos hijos antes de casarse. En vez de que eso les fuera estorbo en cuanto a obtener esposo, a menudo les era una ayuda, porque los hombres podían ver que ellas podían darles hijos.

¿Se pregunta usted qué llegaba a ser de todos esos hijos? Bueno, cuando uno entiende que lo que se desea es una familia grande, es fácil ver por qué los padres de una muchacha soltera recibirían con regocijo ese aumento para su propia familia. Sin embargo, después que la muchacha se casa la situación cambia. El esposo no tolera que sus esposas anden con otros hombres.

La religión y la poligamia

Había varias religiones en nuestra comunidad. Además de nuestra antigua religión de fetiches había una iglesia católica grande y varias sectas protestantes, aunque éstas eran bastante pequeñas. Estas iglesias jamás mencionaban nada en cuanto a la poligamia. La mayoría de los que asistían a ellas todavía practicaban el fetichismo y la poligamia y no obstante continuaban siendo bien aceptados en la iglesia.

Al principio yo nunca asistía a las iglesias, aunque siempre reverenciaba la Biblia. Pero cierto día el sacerdote me dijo que yo jamás iría al cielo, puesto que no estaba bautizado. Esto me preocupó, de modo que me bauticé como católico. Por muchos años continué como buen miembro de la iglesia, aunque todavía era polígamo y practicaba la religión de fetiches.

Entonces, en 1947, vi por primera vez una de las publicaciones de la Sociedad Watch Tower. Uno de mis amigos había conseguido el libro “La verdad os hará libres.” Puesto que ya no lo quería, hice un trueque con él para quedarme con el libro, porque deseaba aprender más acerca de la Biblia. Bueno, después de leer ese libro quedé convencido de que estaba en armonía con lo que la Biblia enseñaba. Pude discernir que ninguna de las iglesias de nuestra comunidad era diferente de la religión de fetiches, en lo que tocaba a hacer lo que la Biblia mandaba.

Dejé de asistir a la iglesia y me interesé cada vez menos en la religión de fetiches. Pero no pasé de allí, porque pude discernir que las cosas que estaba aprendiendo de la Biblia exigirían que yo hiciera algunos cambios importantes en mi vida. No quería separarme de todas las muchachas que tenía. De modo que pasaron varios años.

Viene la verdadera libertad

Entonces un día algunos testigos cristianos de Jehová que trabajaban de casa en casa en nuestra población fueron arrestados y encarcelados. Esto verdaderamente me impresionó. ¡Aquí ciertamente estaban los cristianos verdaderos, dispuestos a aguantar persecución por predicar el mensaje de la Biblia! Decidí que era hora de que yo hiciera algo, aunque eso quisiera decir efectuar cambios grandes en mi vida.

Se inició un estudio bíblico con toda mi familia y poco después, en 1960, despedí a todas mis esposas salvo una y decidí dedicar mi vida a Jehová. Anteriormente, cuando yo había ingresado en la Iglesia Católica, no surgieron preguntas en cuanto a la antigua religión de fetiches. Pero pronto descubrí que el llegar a ser testigo de Jehová era un asunto enteramente diferente. Tenía que amoldar mi vida a los requisitos de la Biblia. No obstante, el gozo de saber que realmente estaba sirviendo al Dios verdadero fue fortalecedor.

¿Qué llegó a ser de mis otras cuatro esposas? ¿Y qué hubo acerca de todos mis hijos? Me alegra informar que dos de mis esposas anteriores también llegaron a ser Testigos y dedicaron su vida a Jehová Dios. Todos los hijos se quedaron conmigo, y ahora dos de ellos son ministros de tiempo cabal, mientras que seis también están dedicados y sirviendo a favor del reino de Dios en la congregación local de testigos de Jehová. También tuve el placer de hacer arreglos para que la más joven de mis esposas anteriores se casara con un ministro de tiempo cabal. Hoy sirven de representantes viajantes de la Sociedad Watch Tower.

Verdaderamente, he sido libertado. Ya no estoy sujeto a supersticiones ni a enseñanzas religiosas que desvirtúan los requisitos de la Biblia. Mi conciencia está limpia porque estoy siguiendo el consejo de Jesús de tener una sola esposa. (Mar. 10:6-9) Sé que estoy amoldándome al arreglo del Señor para los cristianos responsables.—1 Tim. 3:2.

Aun más, en mi caso la promesa del Señor Jesús registrada en Marcos 10:29, 30 realmente se ha cumplido. Mi familia es mucho más grande de lo que jamás pude haber esperado. En todas partes tengo hermanos y hermanas, padres y madres y también muchos hijos. ¿De qué manera? Pues Jehová Dios me ha mostrado misericordia y me ha hecho parte de esta magnífica familia terrestre que está morando junta en verdadera paz.

Hoy vivo en mi hogar con una sola esposa. Ahora es un verdadero gozo regresar a mi hogar, donde hay paz... paz que proviene de seguir la Palabra de Dios. Es cierto que ya no soy un hombre “importante” con gran influencia en la comunidad. No obstante, me alegra usar la influencia que tengo para ayudar a otros a llegar a conocer y servir al Dios verdadero y obtener libertad espiritual.

Disfruto de gran gozo y tranquilidad de ánimo al compartir mi felicidad con otras personas de la comunidad. Algunos ya han comenzado a participar de esta felicidad al formar parte de la magnífica familia de Jehová en la cual no hay celos y no hay actitudes de moralidad relajada. Mi esperanza más fervorosa es que todavía pueda ayudar a muchos más a alcanzar la libertad genuina en la congregación de Dios antes de que Jehová les ponga fin a todos los que se adhieren a costumbres que no están en armonía con su perfecta voluntad.

[Ilustración de la página 13]

El polígamo pronto descubre que es difícil tratar imparcialmente a todas las esposas; surgen celos

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