Un viaje por las montañas Rif de Marruecos
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Marruecos
LA COSTA septentrional de Marruecos, desde Tánger al occidente hasta el lugar de recreo a la orilla del mar de Saïdia-du-Kiss en el este, está al frente del antiguo mar Grande, el Mediterráneo. Aquí el paisaje en este país de África del Norte es verdaderamente hermoso y variado... desde desiertos hasta altiplanicies, desde valles verdes hasta descollantes montañas coronadas de nieve.
Justamente al sur de la costa del Mediterráneo, a una distancia que varía hasta treinta kilómetros, está la carretera de Al Hoceima hasta Tetuán. Esta carretera describe un arco largo que abarca unos 270 kilómetros, aunque estas dos poblaciones solo están a aproximadamente 190 kilómetros en línea recta. La diferencia se debe a los centenares de curvas que hay que transitar al pasar por esta región montañosa.
A lo largo de la ruta hay picos que se cuentan entre los más altos de Marruecos. En sus faldas hay bosques de cedros. Y alrededor de todas estas montañas abunda la riqueza mineral. Tres de nosotros, la última vez que hicimos este viaje que dura todo un día, encontramos alguna nieve en la carretera, pero nuestro auto pequeño subió las colinas y pasó las curvas sin dificultad. ¿Le gustaría venir con nosotros esta vez? Le prometo que verá muchas cosas interesantes.
Vistas interesantes
Por ejemplo, es interesante notar esta arboleda de olivos que se extiende aquí a la izquierda y a la derecha. Produce muchas toneladas de fruta deliciosa y aceite saludable. Con poca ayuda, si acaso alguna, de parte del hombre, estos árboles siguen llevando fruto cada dos años para nuestro provecho. Luego hay estas viñas que usted puede ver a lo largo de nuestra ruta sinuosa. Uno de los vinos de este distrito lleva el nombre de una tribu que se estableció aquí en otro tiempo... Beni Snassen. Y las hojas de estas vides se usan en muchos países para preparar un platillo sabroso. Una combinación de arroz y cordero se envuelve en estas hojas.
Mire a la derecha ahora. Esta cordillera nos lleva a una altura que es suficiente para obtener un vistazo del Mediterráneo y una de las mejores playas de Marruecos. Esta playa se extiende por kilómetros hacia el oeste. Y usted apenas puede ver a Saïdia-du-Kiss allá abajo.
¿Ve los canales de riego que pasan bajo nuestra ruta en este punto? Los nativos los llaman seguia. La mayor parte de esa agua probablemente se evaporó del Mediterráneo al principio, entonces se condensó como lluvia en las montañas. Antes de regresar al mar Grande trae vida y crecimiento a zonas abrasadas, haciéndolas florecer y producir.
Al dar vuelta aquí dirigiéndonos al norte en camino a Al Hoceima pasaremos por muchas curvas a lo largo de esta ruta que baja y sube pronunciadamente casi como una montaña rusa. Pero pronto usted querrá estar bien afianzado cada segundo, pues el número de curvas aumentará. Contamos 1.025 curvas entre Targuist y Chaouen, y eso solo es aproximadamente una cuarta parte del viaje.
La última vez nos detuvimos en esta curva del camino para fotografiar aquella casita de adobe. Esas ventanas con la franja ancha de color azul alrededor de ellas nos atrajeron. Se supone que esa franja protege de los malos espíritus a los inquilinos. También tratamos de fotografiar a algunas jóvenes que llevaban sus hermosos vestidos de colores brillantes y velos, pero rehusaron posar. Esto no quiere decir que sean renuentes a que las fotografíen. Simplemente no quieren ser fotografiadas por extraños. Una vez que llegan a conocerlo a uno la entera familia gustosamente posa para uno y luego lo invitan a disfrutar de algunos de sus deliciosos pasteles y té de menta. La barrera del lenguaje se vence fácilmente. Hemos disfrutado de muchas tazas de té mientras nos comunicábamos con ademanes y sonrisas.
Las montañas Rif
Desde la parte superior de esta siguiente curva ‘vertical’ podemos ver Al Hoceima posada en las rocas que dominan el mar. Aquí damos vuelta al oeste y luego al sudoeste para describir el arco enorme que se extiende casi hasta Tánger. Nuestra ruta va esparrancada en la cúspide aquí, siguiendo las alturas por muchos kilómetros antes de descender hasta el nivel del mar en Tetuán. A uno le parece que monta la columna dorsal de algún superdinosaurio que hubiera recibido el “golpe de gracia” y hubiera caído, torcido en su última agonía, con la cabeza en el Atlántico y la cola en el Mediterráneo.
Note cómo ganamos altura ahora. Eso significa que hará más frío. El Sol calienta, pero en la sombra de esas largas laderas hace bastante frío. ¿Ve los indicios de nieve allí en el monte Tidiguin? Ese pico está a 2.452 metros sobre el nivel del mar. En Ketama, que está justamente adelante, pasamos por un bosque de cedros. La nieve todavía cubre gran parte de esta zona, y los árboles se yerguen como gigantescos muñecos de nieve. El esquiar es la gran atracción en estos lugares.
Ahora al movernos por las curvas hasta niveles más bajos, después de ver unos cincuenta centímetros de nieve en algunos lugares, parece raro ver árboles frutales en floración y pastores jóvenes acostados en el suelo, cómodos con sus abrigos o djellabas. ¡Qué calmante es ver esos rebaños pacer pacíficamente!
Pero, ¡mire allí en esa colina! ¿Puede usted ver esos objetos que se mueven lentamente por la loma? Parecen árboles, pero realmente son hombres que llevan enormes bultos de ramas sobre sus hombros.
Allí al pie del monte Tisuka está la pequeña ciudad de Chaouen. Si usted está tan cansado y con tanta hambre como yo debe estar listo para detenerse y estirarse y buscar algo de comer en el souk o mercado. Esta parte de la ciudad es la ‘nueva ciudad,’ mientras que la parte antigua, la medina, está ladera arriba. Mientras ascendemos a pie, note los angostos callejones de guijarros, con las paredes revestidas de lechada con un matiz de azul pálido y con arcadas a unos pasos unas de otras. ¡Cuidado! Parece que viene un burro por la curva, porque se puede oír a su jinete gritando “Balek, balek” (“A un lado, a un lado”). Sus alforjas o chouari estarán cargadas y no sería agradable ser golpeado por una de ellas.
Pero ahora se está haciendo tarde. Debemos ponernos en marcha. Y al dejar las montañas parece que el camino se va cansando de serpentear tanto. Al acabarse la luz del día queda poco que ver salvo la forma oscura de un burro; o un árbol frutal, que resalta en la oscuridad por sus muchas flores blancas, parece voltearse y despedirse de nosotros a señas cuando pasamos y luego desvanecerse en la noche. Ya termina el viaje.