Un punto de vista equilibrado del placer
¿Es incorrecto buscar placer? ¿Puede dar verdadera satisfacción la búsqueda de placer?
HAY un interés mundial en la diversión y el placer. Se informa que los estadounidenses gastan cerca de 150.000.000.000 de dólares anualmente en la búsqueda de placer. Sin embargo, se ha predicho confiadamente que para 1975 esta cifra llegará a 250.000.000.000 de dólares, y superará a todo el resto de la economía.
Tan solo en licor, los estadounidenses gastaron 14.500.000.000 de dólares en un año reciente. También, unos 3.500.000 esquiadores gastaron 1.100.000.000 de dólares en relación con el deporte de esquiar. Otros millones de buscadores de placer compraron boletos para entrar al cine, pagando el valor de 1.000.000.000 de dólares. Y un inmenso número de estadounidenses gastó unos 3.000.000.000 de dólares para disfrutar de los placeres de navegar en bote. Otros países, también, están pasando por una explosión de búsqueda de placer.
¿Disfruta usted de ciertas formas de diversión? Por ejemplo, ¿le gusta esquiar o navegar en bote? ¿Disfruta de nadar, de jugar tenis o participar en otros deportes? ¿O se complace quizás en ver una película sana? ¿Son incorrectos esos placeres?
Algunas personas religiosas dirían que sí. Se ha enseñado que el abstenerse del placer es meritorio, y algunos líderes religiosos han desaprobado y hasta condenado el placer.
¿Condena la Biblia el placer?
La impresión que dan algunas personas religiosas ha sido que la Biblia desaprueba el placer. Pero esas personas han representado falsamente a la Biblia y a su autor Jehová Dios. Esto es obvio por el hecho de que el Creador hizo agradables las mismísimas funciones que son necesarias para la continuación de la vida, incluso el comer y el beber. Sin duda usted se deleita cuando tiene una comida excelente, y quizás se complace en tomar una bebida junto con ella. Con la Biblia se demuestra claramente que Dios se propuso que sus criaturas obtuvieran placer de esas cosas.
Por ejemplo, la Biblia insta: “Ve, come tu alimento con regocijo y bebe tu vino con buen corazón.” (Ecl. 9:7) También, Jehová dirigió de este modo a su antiguo pueblo de Israel en cuanto al uso de dinero que había sido apartado con cierto propósito: “También tendrás que dar el dinero por lo que sea que tu alma desee con vehemencia en lo que respecta a reses vacunas y ovejas y cabras y vino y licor embriagante y cualquier cosa que te pida tu alma; y tendrás que comer allí delante de Jehová tu Dios y regocijarte.” (Deu. 14:26) ¡Qué obvio que Dios se propuso que se derivara placer del comer y el beber!
Y el hecho de que debía haber placer y satisfacción vivos en relación con el arreglo de matrimonio lo indica claramente la Biblia, al decir: “Regocíjate con la esposa de tu juventud . . . Con su amor estés en un éxtasis constantemente.”—Pro. 5:18, 19.
Realmente, Jehová Dios ha hecho muchas provisiones para deleitar los sentidos del hombre. Sin duda usted se ha complacido en observar una suntuosa puesta de Sol o un arco iris lleno de colorido. Quizás le haya maravillado la belleza de un cielo estrellado en una noche oscura. O posiblemente se haya quedado pasmado ante la grandeza de los magníficos picos de las montañas. Aun la fragancia de las flores y la frescura de una nueva mañana pueden ser alborozadoras. Es correcto que uno se complazca en estas muchas cosas buenas que Dios ha provisto. Claramente no hay nada malo en el placer sano.
Cuando se pierde la satisfacción
Para ayudar a la humanidad a obtener satisfacción genuina de las cosas que traen placer, Jehová Dios ha provisto amorosamente guía y dirección. Por ejemplo, como usted bien sabe, una comida sabrosa puede ser un vivo deleite. Pero si uno come demasiado, ¿qué sucede? Pues, uno pierde su satisfacción genuina, ¿no es verdad? Con frecuencia la indigestión y la incomodidad son los resultados inmediatos, y si el comer en demasía llega a ser un hábito, uno puede llegar a estar obeso, enfermizo y morir prematuramente. Es muy apropiado, por lo tanto, este consejo de Dios: “No llegues a estar entre los . . . comedores glotones de carne.”—Pro. 23:20.
¿Qué hay, entonces, si usted está terminando una comida deliciosa y la anfitriona insiste en que usted ingiera otra porción? ¿Qué hará? Usted ha disfrutado del alimento. Pero usted se da cuenta de que si come más su satisfacción disminuirá. Por eso, ¿por qué no encomiar a la anfitriona en cuanto a su comida excelente, y luego explicar que usted tendrá mayor placer si no come más?
O, puede ser que usted haya disfrutado de un poco de vino o de otra bebida embriagante. Esto puede alegrar el corazón, y Dios se propuso que trajera este placer al hombre. (Sal. 104:15) Pero, ¿qué hay si usted pasara por alto el consejo de Dios y bebiera demasiado y se emborrachara? Entonces usted puede enfermarse, y puede decir y hacer cosas vergonzosas. Por lo tanto, se pierde la satisfacción genuina. Pero lo peor de todo es que el seguir esa conducta trae sobre usted la desaprobación de Dios. Realmente, ¡qué importante es observar las sabias instrucciones de Dios!—Pro. 23:29-32; 1 Cor. 6:9, 10.
El seguir el consejo amoroso de Jehová también ayuda a los matrimonios a obtener verdadera satisfacción del matrimonio. A los esposos les es necesario seguir la instrucción de Dios de amar a sus esposas, y a las esposas les es necesario obedecer la instrucción bíblica de tenerles respeto profundo a sus esposos. (Efe. 5:25, 33) Cuando cada cónyuge hace esto, y considera altruistamente el bienestar del otro, se realiza la satisfacción genuina del matrimonio, incluso el aspecto íntimo de compartir el débito conyugal.—1 Cor. 7:3-5.
Si es usted casado, es vital, también, que preste atención al mandamiento bíblico de limitar sus intereses sexuales a su propio cónyuge. (Pro. 5:15-23) El no hacer esto igualmente disminuye la satisfacción del matrimonio. De hecho, el resultado para usted puede ser un matrimonio roto, enfermedad venérea, un hijo ilegítimo, una conciencia plagada y otras consecuencias malas.
En consecuencia, se graba vigorosamente esta verdad: No hay felicidad verdadera ni duradera cuando se busca placer en actividades que Dios condena. Es verdad, la Biblia dice que ciertos individuos “se han dado al placer sensual.” (Sant. 5:5; 2 Ped. 2:13, 14) Pero el seguir tras esos placeres ilícitos sencillamente no satisface. Frustra, no remunera, y es sabio evitarlo. Uno sencillamente no puede pasar por alto las instrucciones de Dios y llegar a sentir satisfacción genuina.
Sin embargo, aun las actividades agradables que están en armonía con los principios justos quizás no produzcan satisfacción genuina si se participa en ellas hasta el exceso. Los placeres que satisfacen los sentidos son semejantes a los condimentos del alimento. En pequeñas cantidades son deliciosos, en dosis grandes pueden hacerse repugnantes. En consecuencia, si usted quiere la mayor satisfacción de alguna forma de diversión, sería prudente el limitar su frecuencia de participación en esa diversión.
Sin embargo, hoy las personas acostumbran, imprudentemente, entregarse por completo a la búsqueda de placeres. La Biblia, de hecho, señaló a nuestro día y predijo: “En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, . . . amadores de placeres más bien que amadores de Dios.” (2 Tim. 3:1-5) Pero las personas que son esos “amadores de placeres” jamás pueden obtener felicidad genuina de esos “placeres.” Algo falta en su vida. ¿Qué es?
La importancia de la espiritualidad
Falta la espiritualidad. No son amadores de Dios. No estudian su Palabra, la Biblia, ni se esfuerzan por servirle. Y sin la satisfacción de estar en armonía con su Creador, sencillamente no pueden obtener satisfacción completa de los otros placeres de que Dios ha hecho posible que disfruten.
¡Qué vital es, por lo tanto, que uno no desatienda su espiritualidad! Jesucristo señaló el peligro de permitir que “los placeres de esta vida” desempeñaran un papel demasiado importante en la vida de uno. Habló de personas que ‘son arrebatadas por las inquietudes y las riquezas y los placeres de esta vida.’ Esas personas, dijo él, como plantas en tierra en que hay espinos, ‘son completamente ahogadas y no llevan nada a perfección.’ El ir tras “placeres,” también, puede ahogar la espiritualidad de la vida de uno, y puede robarle la satisfacción de vivir.—Luc. 8:14.
Pero puede robarle a uno aun más... la vida misma. Jesucristo mismo mostró este peligro. Comparó la situación que existe ahora con la del día de Noé antes del diluvio global. En aquel tiempo, dijo él, la gente estaba absorta en los placeres del comer, el beber y el matrimonio. A tal grado fue cierto esto que “no hicieron caso” del juicio de Dios de destruir aquel sistema inicuo. Jesús explicó que este sistema de cosas se enfrenta a un juicio como aquél. (Mat. 24:37-39) ¡Qué vital es, por lo tanto, que uno no llegue a estar tan envuelto en los “placeres de esta vida” que desatienda los asuntos espirituales!
Por eso, cuando usted aparte tiempo para estudiar la Biblia, no permita que el deseo de ver un programa de televisión estorbe sus planes. Si usted lo hace, solo estará haciendo más fácil el que la siguiente vez otras cosas interfieran con los intereses espirituales, y lenta pero seguramente la espiritualidad será ahogada. Especialmente los cabezas de familia deben ayudar a sus familias a adherirse a un programa de estudio bíblico y a participar en el servicio de Dios con regularidad.
Esa actividad espiritual no es gravosa ni insípida. Más bien, el aprender acerca de los propósitos de Dios puede ser una experiencia deleitable. El obtener discernimiento de los asuntos que tienen que ver con Dios y sus propósitos realmente es agradable. Es un placer que produce satisfacción verdadera. ¡Qué contentamiento hay cuando uno pone su vida en armonía con la voluntad de su amoroso Creador! El hacer esto resultará en que uno disfrute de satisfacción en todo lo que haga, incluso disfrutar de las muchas cosas buenas que Dios ha provisto para sus criaturas.