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¡Despertad! 1971
g71 8/3 págs. 16-19

Llegando a la hulla en el paisaje de las praderas

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Canadá

EL AUTO dio vuelta en la carretera principal hacia las grises “montañas” esbozadas adelante en el paisaje de las praderas. Parecía que en casi toda dirección se elevaban “cordilleras” desoladas desde las llanuras. Íbamos a visitar una mina extraña, no en esas “montañas,” sino junto a ellas.

La carretera cruzaba una presa rellena de tierra que contenía un depósito de unos quince kilómetros para la enorme fábrica generadora de electricidad que está más adelante. Un letrero decía: “Estación de Energía Eléctrica de la Presa Fronteriza—Corporación de Energía Eléctrica de Saskatchewan,” un recordatorio de que estábamos a solo once kilómetros al norte de la frontera entre el Canadá y los Estados Unidos. El auto pasó entre la estación generadora y un enorme montón de hulla, y entonces dio vuelta para seguir por la orilla de una “cordillera” que no era de roca y piedra, sino montículos de tierra uno al lado de otro. Al dar la vuelta alrededor de uno de los montículos la carretera se convirtió en una senda angosta que llevaba a la orilla de una zanja profunda.

Los dos niñitos salieron apresurada y excitadamente del auto. Se les advirtió que no se extraviaran, porque, aunque era día festivo, todavía era peligroso vagar solos por la mina. Pero nuestro anfitrión estaba bien preparado para conducir nuestra gira de esta extraordinaria operación minera sin peligro alguno. ¿Desearía acompañarnos ahora?

Máquinas que destapan una mina

¡Recibimos nuestra primera sorpresa cuando atisbamos en la mina, no mirando por un tiro oscuro, sino encontrándonos ante un hoyo grande de unos quince metros de profundidad! Fue hace unos cien años que la minería a cielo abierto llevó a cabo por primera vez excavaciones de ese tipo para llegar a la hulla en el paisaje de las praderas.

Pero es la máquina descollante que está junto a la zanja abierta la que atrae nuestra atención. ¡Es una enorme excavadora ambulante de cable de arrastre... apodada “Mr. Klimax”! Se nos ha dicho que es la más grande de su clase en el Canadá y que máquinas de esa clase son un factor principal en la minería a cielo abierto de buen éxito. ¡Ah!, aquí está el sobrestante encargado hoy que bondadosamente ha tomado algún tiempo para proporcionarnos una inesperada experiencia descollante en nuestra gira.

“Tiene la altura de un edificio de diez pisos y pesa 1.700 toneladas,” nos dice el sobrestante acerca de “Mr. Klimax.” ¡La máquina es casi mil veces más pesada que nuestro auto!

“Puede llegar a veintisiete metros de profundidad al excavar, y sacar unos veintinueve metros cúbicos de una sola vez,” continúa él. “Pero puesto que hoy no estamos usando la máquina, ¿les gustaría echar un vistazo a su interior?”

¡Claro que sí! Subimos a la enorme base, y el capataz abre la puerta como si fuésemos a entrar en un edificio grande. Adentro fijamos la vista con asombro en los gigantescos engranajes, cables y motores.

“Todos los motores y engranajes están alojados dentro de este recinto principal,” explica el sobrestante. “Estos controlan los cables que hacen funcionar el aguilón y cucharón del frente de la máquina. Cuando desciende el aguilón, un cable deja caer el cucharón y otro lo hala o lo arrastra por el suelo, llenándolo de tierra. El aguilón sube, la máquina entera oscila sobre su base y el cucharón se ladea, dejando caer la tierra sobre el montón de tierra ya sacada junto a la zanja.”

Ahora subimos por otro tramo de escaleras de metal, esta vez a la pequeña cabina del operador, que se sienta en una esquina superior al extremo anterior de la máquina. Desde este punto ventajoso un hombre usa tres palancas y dos pedales para controlar toda la operación de excavar.

“Es tan fácil como manejar un auto,” dice sonriendo el sobrestante. “El operador se puede comunicar con la oficina de la mina en cualquier momento por medio de la radio en ambos sentidos que hay en su cabina.”

La vista de la pradera que se extiende abajo es emocionante, aun para una niñita para quien la aventura ha incluido el peligro de que el polvo de la hulla o la grasa manche su lindo vestido. Y para un muchachito el sentarse en la silla acojinada del operador y coger las poderosas palancas con sus manitas le inspira la imaginación deleitable de la niñez.

Al dirigirnos hacia la salida nos maravillamos de que una máquina tan monstruosa se pueda mover por el paisaje.

“Cuando anda hace descender los enormes pontones que tiene a sus costados, se eleva sobre ellos y salta hacia atrás. Es por eso que se le llama una excavadora ‘ambulante,’” explica el sobrestante. “Sin embargo ésta es una operación delicada, puesto que el aguilón de 73 metros y el cucharón de 20 toneladas tienen que estar equilibrados con exactitud para evitar que la entera unidad se venga abajo.”

“Mr. Klimax” recientemente recorrió un largo trecho por aquella región. ¡Qué vista debe haber presentado eso!

“Sí, la gran excavadora anduvo unos trece kilómetros desde otra mina hasta este sitio actual a razón de unos dos metros por minuto. Puesto que funciona por electricidad, tuvimos que tender cables y chocitas —o ‘perreras’ como las llamamos— por todo el camino. Las ‘perreras’ contienen transformadores que reducen el voltaje de la línea de 72.000 voltios a 4.160 voltios, lo cual es exactamente apropiado para ‘Mr. Klimax.’”

Por el camino “Mr. Klimax” atravesó una vía de ferrocarril, dos carreteras, un río y un arroyo. Pero el trecho más difícil del viaje fue a través del valle que queda corriente abajo desde la presa.

“La caída vertical a través de ese lugar es de veintisiete metros y tuvimos que abrir un camino especial en una pendiente de diez por ciento a través de los muros del valle,” nos dice el sobrestante. Sin embargo, dieciséis días después de iniciar su caminata, “Mr. Klimax” llegó a salvo al nuevo trabajo.

Uno pudiera pensar que esta excavadora debe ser la más grande del mundo, pero no lo es. De hecho, parecería enana al lado de la que efectúa un trabajo semejante en el sur de Ohio, EE. UU. El cucharón excavador de ésta tiene una capacidad de 168 metros cúbicos.

¿Cómo puede ser económica la minería a cielo abierto cuando envuelve el uso de excavadoras que cuestan muchos millones de dólares? La eficacia con que estas máquinas quitan la sobrecapa para llegar a la hulla hace práctica la minería a cielo abierto. Por lo general funcionan veinticuatro horas al día. De esa manera la mina de este lugar, por ejemplo, puede producir hulla a aproximadamente una sexta parte del costo de las minas de pozo en otras partes del Canadá.

Una caminata por la “hullera”

Ahora bien, puesto que usted se ha unido a nosotros en nuestra gira, ¡acompáñenos para que tenga una experiencia insólita! Habiendo regresado al auto, nos abrimos paso junto a áridos montones de terreno removido que se asemejan a desoladas tierras estériles. Descendiendo por una pendiente empinada, nos detenemos en un campo negro... ¡estamos estacionados en una mina de hulla!

“La veta de hulla sobre la cual estamos parados podría extenderse por tres kilómetros,” comenta nuestro anfitrión. “La hulla es de una clase que se llama lignito. En otro tiempo se le consideraba inferior, pero mejores métodos de quema la han hecho ahora un combustible selecto para las estaciones generadoras de electricidad.”

“Es como si estuviéramos en un cañón.”

“Las paredes son de aproximadamente dieciocho metros de altura aquí donde estamos.”

“¿Y qué profundidad tiene la veta de hulla?”

“Tiene un promedio de unos dos metros de profundidad. A lo largo las vetas suben y bajan como las olas del océano. En algunos lugares terminan en un ‘deslave,’ donde la hulla de repente cesa y luego comienza de nuevo varios metros después.”

Por lo menos dos años antes de que se lleve a cabo minería a cielo abierto se hace un plano de las vetas y se planea un programa que reduzca el movimiento del equipo pesado y suministre una distancia mínima para el transporte.

“Cuando se llega a la hulla, las máquinas empujadoras remueven los pocos centímetros de la parte superior y barredoras especiales pueden limpiar la hulla si se necesita,” continúa diciendo nuestro anfitrión. “Entonces palas mecánicas montadas en rodados de tipo oruga entran y cargan los camiones de transporte, algunos de los cuales pueden contener ochenta toneladas.”

Al inspeccionar la escena y examinar los trozos toscos de hulla quedamos intrigados acerca de cómo se formaron depósitos tan vastos. Nuestro anfitrión está versado técnicamente en el tema y también es un maduro ministro cristiano que aprecia la actividad creativa del Hacedor de la Tierra, Jehová Dios.

“A menudo se pueden reconocer porciones de árboles en las vetas de la hulla de lignito,” explica él. “Evidentemente la hulla fue el resultado de la putrefacción de esa vegetación.”

Nuestra conversación se dirige a cuánto tiempo se requirió para la transformación de aquella materia orgánica en hulla, puesto que las teorías que se aceptan comúnmente, que envuelven millones de años, están en pugna con la cronología exacta de la Biblia. Nuestro anfitrión nos recuerda que antes del diluvio global del día de Noé todo el clima de la Tierra era el de un invernadero húmedo. Esta condición existió por miles de años después de la creación de las plantas en el tercer “día” de la creación. Era muy adecuada para que crecieran enormes bosques y vegetación densa y también para la descomposición preliminar de los árboles y de las plantas al morir.

Es digno de notarse que los cambios químicos y físicos para formar hulla son el resultado de tremendas presiones y el calor producido por tal presión. El tiempo no es lo de mayor importancia. Durante el año que las aguas del Diluvio cubrieron la Tierra, se deben haber ejercido presiones tremendas sobre estas materias orgánicas descompuestas. Bien puede ser que estas condiciones anormales hayan desempeñado un papel principal en una formación más rápida de la hulla.

Los estudios científicos no solo confirman las condiciones climáticas que existieron en otro tiempo, sino también que la hulla se puede formar en tiempo mucho más corto de lo que se cree comúnmente. En 1963 el Times de Nueva York informó que en solo seis semanas un grupo de científicos australianos pudo producir hulla que químicamente no se distinguía de la hulla parda que se extrae en el estado de Victoria.

Un recurso valioso

Al regresar a la estación generadora nuestro anfitrión nos hace señas para que veamos el enorme montón de hulla.

“Los transportadores entran por esa pendiente hasta una báscula, la cual pesa la hulla que entregan. Luego se deposita en una tolva, y unas trituradoras reducen el tamaño de los trozos, para almacenarlos. Más tarde la hulla se transporta por la banda transportadora encerrada que atraviesa por encima de nosotros a carboneras allá arriba en la estación generadora. De allí se echa en grandes molinos de bolas, que pulverizan la hulla hasta que queda tan fina como el polvo para la cara que usan las damas.”

Entonces la hulla pulverizada se introduce a la fuerza con chorros de aire en las calderas, donde la combinación explosiva arde casi como gas. El vapor procedente de las calderas impele turbinas, las cuales hacen girar generadores que producirán 432.000 kilovatios de electricidad cuando la estación generadora esté completa.

Pero la contribución de la hulla sacada de debajo del paisaje de las praderas no termina en el calor intenso del horno. Todavía suministra otro servicio en la forma de ceniza muy fina. Este polvo fino se extrae como producto secundario de la quema del lignito. Es un aditivo útil para preparar concreto. Enormes silos adyacentes a la estación generadora pueden almacenar 3.870 toneladas métricas de ceniza muy fina para cargar gigantescos camiones tanques, que transportan el polvo a las industrias de construcción.

Miles de toneladas de ceniza indican la quema de grandes cantidades de hulla. De hecho, cuando se termine el nuevo anexo a la estación generadora, se espera que el consumo anual pase de dos millones de toneladas de hulla. Esta demanda hará que Saskatchewan pase al segundo lugar en el Canadá como provincia productora de hulla.

Se espera que continúe por algún tiempo un elevado nivel de producción, pues se calculan en 410 millones de toneladas métricas las reservas conocidas tan solo en esta zona, alrededor de Estevan. ¡Y esto es solo parte del total de los campos de hulla de Saskatchewan, que abarcan aproximadamente 26.000 kilómetros cuadrados, o aproximadamente la superficie de Bélgica!

La demanda de hulla aumenta. La industria química necesita hulla para elaborar una variedad de productos, incluso perfumes, medicinas, plásticos y abonos. Y la hulla sigue siendo prominente como fuente barata de calor y fuerza, el uso principal del lignito que se extrae de las praderas canadienses. Sin embargo parece haber poco peligro de agotar el abastecimiento en el futuro cercano, pues algunas autoridades creen que las reservas mundiales conocidas podrían durar otros 5.000 años a la proporción de uso actual. Realmente la hulla sigue siendo un recurso natural importante y valioso.

Apreciando las riquezas de la Tierra

Saliendo de la estación generadora, a medida que las “montañas” se empequeñecen en la distancia, pensamos en los montones desolados de terreno removido que quedan como recordatorios estériles de las riquezas ocultas de la pradera. Bajo el sistema de cosas actual los recursos de la Tierra se extraen principalmente para ganancia comercial, y por eso donde la ley no exige que los montones de terreno sean allanados y cubiertos de tierra fértil por lo general se evita ese gasto.

¡Qué triste es que no se demuestre más aprecio por los tesoros que se proveen en nuestra hermosa Tierra! Agradecemos el que pronto el justo nuevo orden de Jehová conservará la belleza de nuestro planeta. Entonces los recursos de la Tierra se usarán de tal modo que, en vez de añadir desolación, haya una extensión del paraíso hasta que el mismísimo desierto florezca como la rosa.—Isa. 35:1.

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