¿Deberíamos volver al carbón?
HASTA 1940, el carbón fue la principal fuente comercial de energía del mundo. Desde entonces la cantidad del carbón extraído de las minas ha cambiado poco, pero el uso del petróleo y del gas natural ha incrementado tan rápidamente que el carbón ahora suministra solo el 30 por ciento de la energía mundial. Esto no se ha debido a ningún problema en cuanto a suministrar carbón, sino esencialmente a lo menos costoso del petróleo. Si el petróleo se hace demasiado costoso y finalmente se agota, ¿podremos volver al carbón?
Ciertamente hay bastante carbón. Hay suficiente en los depósitos conocidos como para proporcionar toda la energía que se necesite para por lo menos 150 años. Habría que abrir muchas minas nuevas, y los medios de transporte por ferrocarril y vapor tendrían que ser ampliados correspondientemente, pero el carbón está allí.
El carbón es un sustituto práctico para el petróleo en lo que tiene que ver con generar electricidad y la manufactura de artículos. Pero para la calefacción del hogar tiene inconveniencias obvias.
Calentando nuestros hogares
Muchos de nuestros lectores entrados en años pueden recordar la tarea invernal de traspalar el carbón diariamente de una polvorienta carbonera negra a un horno, y poco después traspalar las aún más polvorientas cenizas a barriles para después llevarlas a un vertedero. Se necesitaba además alguna destreza y paciencia para volver a encender el carbón después que el fuego se hubiera apagado. Cuando se comparan estas molestas tareas con la conveniencia de simplemente ajustar un termostato que automáticamente pone en acción al gas o al dispositivo que inyecta el petróleo y lo enciende desde la lámpara indicadora, pocos son los que se deleitarían en volver a la “era del carbón.”
Recuerde, también, que en los pueblos o ciudades donde todo el mundo se calentaba con carbón, una capa de nieve recién caída quedaba rápidamente oscurecida por el tizne que caía de cientos de chimeneas. Una generación acostumbrada a la limpieza y conveniencia de los combustibles de petróleo estará poco dispuesta a volver a hacer espacio en su casa para una carbonera.
¿Qué hay de los automóviles?
Cuando se trata de cómo hacer funcionar nuestros automóviles sin gasolina, es imposible pensar en el carbón. Solo combustibles líquidos o gaseosos dan resultados en motores de combustión interna. Pero, como ya se ha mencionado, el carbón difiere grandemente del petróleo en su contenido de hidrógeno. El carbón puede combinarse con hidrógeno para convertirlo en un combustible líquido o gaseoso. Esto se hizo en gran escala durante la II Guerra Mundial para proveer la gasolina que Alemania necesitaba, y el proceso se está usando actualmente en África del Sur. Sin embargo, se exigirá una movilización mayor de las industrias química y petrolera, probablemente con subsidios gubernamentales, para producir combustibles sintéticos en la escala necesaria para reemplazar el petróleo. En el futuro cercano, combustibles de esa índole estarán disponibles solo en cantidades pequeñas y a precios muy altos.
Una posibilidad más inmediata es la de accionar los automóviles con acumuladores eléctricos. El automóvil eléctrico ya es bastante común en algunas ciudades, y provee transportación local a individuos o familias. Las pilas se mantienen cargadas por medio de enchufarlas a una toma en el garaje. Sin embargo, la velocidad, el alcance y la capacidad de los automóviles eléctricos es mucho menos de lo que exige el automovilista medio de hoy.
Los automóviles o trenes eléctricos más grandes son muy apropiados para la transportación en masa. Los tranvías eléctricos, que toman su energía de un alambrado elevado, eran comunes en viajes por la ciudad y viajes interurbanos antes de que los automóviles y autobuses los reemplazaran. Los trenes eléctricos de alta velocidad todavía son comunes en Europa y el Japón, así como en los metros o ferrocarriles subterráneos de sectores metropolitanos. Todo esto es compatible con la energía generada por medio de carbón en plantas centrales, pero implica un cambio retrógrado del automóvil individual a la transportación en masa.
Continúan los problemas de la contaminación
Un cambio del petróleo al carbón sería acompañado de un cambio en la contaminación del aire, pero no de su eliminación. Uno de los principales contribuyentes al “smog” o niebla mezclada con humo, los hidrocarburos parcialmente quemados que salen de los escapes de los automóviles, dejaría de ser un problema, pero, si se usara carbón, los óxidos de nitrógeno y de azufre podrían ser tan malos como aquéllos, o peores. Se tendrá que lograr una combustión más eficaz para no regresar a la atmósfera cargada de humo de las ciudades industriales de 50 años atrás.
Otra clase de contaminación es inevitable e irreversible mientras se queme combustible fósil de cualquier clase. Esta es la acumulación de anhídrido carbónico en la atmósfera. Desde el comienzo de la Revolución Industrial, hemos sacado tanto carbón de la tierra para ponerlo después en la atmósfera como anhídrido carbónico que la concentración mundial de este anhídrido ha aumentado en un 5 por ciento. Algunos científicos creen que el clima quizás esté delicadamente equilibrado cuando el anhídrido carbónico está en la concentración normal, y que si esta concentración se altera demasiado la Tierra entera podría calentarse lo suficiente como para que se derritieran los casquetes glaciares árticos y antárticos. Hasta se teme que el clima pudiera hacerse demasiado caliente para sostener la vida.
Aunque otras fuentes de energía podrían al fin suplir al hombre gran parte de lo que necesita, no parece que ninguna de ellas pueda ser desarrollada con suficiente rapidez como para compensar por las reservas de petróleo que rápidamente van desapareciendo. La única fuente de energía que puede ser explotada con la rapidez necesaria para cerrar esta brecha es el carbón.
Pero ¿pudiera realmente ser la “solución” al problema de la energía el uso del carbón? La Biblia muestra que el propósito de Dios es que toda la Tierra sea convertida en un paraíso. El depender de una fuente de energía que contaminara el ambiente no estaría en armonía con eso. Además, la Biblia nos dice que Dios hizo la Tierra para ser habitada para siempre, y que habrá personas temerosas de Dios que disfrutarán de vida eterna en ella. (Isa. 45:18; Sal. 96:10-13; Juan 17:3) De seguro, pues, él tiene que haber hecho disponible una abundancia de energía apropiada que dure hasta más allá de los años ochenta... sí, hasta más allá de los próximos 150 años.
¿Qué fuentes de energía satisfacen tal descripción? ¿Cómo se les puede utilizar? Estas preguntas se considerarán en números próximos de ¡Despertad!, así como lo que el hombre está haciendo en su esfuerzo por resolver su problema presente.