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  • ¿Cómo está afectando su vida la ciencia?
  • ¡Despertad! 1971
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¡Despertad! 1971
g71 22/3 págs. 3-6

¿Cómo está afectando su vida la ciencia?

ALGUNAS personas están convencidas de que en la ciencia está la clave que llevará a libertar a la humanidad de muchos de sus grandes enemigos. Les parece que el hambre, la pobreza, la enfermedad y quizás hasta la muerte misma podrán algún día ser vencidas por medio de la ciencia. El viaje del hombre a la Luna ha reforzado esta convicción en su mente.

Sin embargo, muchas otras están cambiando de opinión en cuanto a lo que la ciencia está efectuando. Se preguntan si a la larga está efectuando más daño que bien. Como señaló el Herald de Melbourne, Australia: “El vicealmirante Hyman Rickover, cuyo trabajo de investigación y perfeccionamiento hizo que fuera conocido como el padre del submarino nuclear de los EE. UU., le advirtió al hombre . . . que el uso desenfrenado de la tecnología ‘puede convertirse en un Frankenstein que destruya a su creador.’”

No puede haber duda alguna de que la ciencia ha producido muchas cosas que son provechosas para el hombre. En el mundo occidental la ciencia ha afectado la vida de casi todo el mundo con la producción de cosas útiles. Si usted echa una ojeada en su casa es probable que encuentre algo por lo cual la ciencia ha sido responsable, por lo menos en parte... el aparato de radio, la televisión, la lavadora, la plancha eléctrica, diversas telas, luces eléctricas y muchas otras cosas.

Controlados apropiadamente, los productos de la ciencia pueden ayudar al hombre. Pero lo que muchos se están preguntando ahora es si la ciencia estará fuera de control. Ven que la ciencia ha producido cosas que están plagando a la humanidad. Se preguntan si los malos efectos con el tiempo sobrepasarán a los beneficios.

Efectos de las sustancias químicas

Debido al efecto que están teniendo en la salud pública, ahora muchas sustancias químicas están bajo el escrutinio cuidadoso de los gobiernos y otras agencias. Esto es cierto en particular de las sustancias que se utilizan en las industrias que tienen que ver con la agricultura y los alimentos.

Uno tras otro de los aditivos químicos han tenido que ser retirados del uso. Ejemplos de algunos son los tintes de ‘amarillez de mantequilla’ y los ciclamatos utilizados para endulzar alimentos. Hasta el glutamato monosódico, realzador del sabor, se encuentra bajo sospecha. Algunas sustancias químicas han causado grave daño a animales usados para experimentos.

El DDT y otros insecticidas fueron aclamados al principio como ‘salvadores’ que libraban al hombre de enfermedades temidas como el paludismo y la fiebre amarilla. Estos insecticidas también tendieron inicialmente a aumentar la producción de las cosechas al destruir los insectos. Pero ahora muchos gobiernos han decidido descartar el uso de algunas de estas sustancias.

¿Por qué? Porque se ha descubierto que están destruyendo mucha vida animal, y algunas especies están siendo empujadas a la extinción. La contaminación con el DDT se ha esparcido por toda la Tierra. Hasta se han encontrado rastros en animales de la Antártida. De hecho, se ha dicho que no hay agua, ni tierra, ni vida de clase alguna que no haya sido afectada por el DDT. Esto incluye al hombre. Y en experimentos, dosis fuertes de insecticidas causaron grave daño a los animales.

Estos efectos malos de lo que se pensaba que era para provecho del hombre ha alarmado a las autoridades. ¿Qué se puede decir, pues, de los inventos científicos del hombre que se diseñan deliberadamente para exterminar la vida humana? Se han desarrollado sustancias químicas para la guerra que son tan letales que solo una gotita en la piel causaría la muerte. Y algunas bacterias que la ciencia ha cultivado pueden aniquilar poblaciones enteras.

Efectos perjudiciales de la era de las máquinas

Esta era científica de las máquinas, aunque ha producido cosas que le han resultado en bien al hombre, también ha producido efectos que perjudican al hombre. Ante todo, para fabricar los productos que se habían ideado para ayudar al hombre, se necesitaron fábricas grandes. Esto resultó en que la gente se apiñara en ciudades grandes. Las consecuencias tristes de la vida urbana, su congestión y frustración, se están haciendo más patentes con cada año que pasa.

Además, muchos de los productos que se han fabricado para provecho del hombre se han convertido en asesinos. ¡Tan solo en los Estados Unidos, los automóviles matan más de 50.000 personas y lesionan a millones cada año!

Además, los grandes complejos industriales perjudican el ambiente del hombre. Consumen enormes cantidades de aire limpio y agua limpia. Entonces con frecuencia se contamina este aire con gases y sustancias sólidas venenosas que se arrojan a la atmósfera. Se contamina mucha agua limpia y entonces se derrama en los ríos y los lagos, lo cual a menudo resulta en que éstos se hagan inadecuados para uso por el hombre o por los animales.

El problema empeora además porque muchas de las máquinas que se producen en las fábricas se convierten en contaminadoras ellas mismas. El automóvil es un delincuente prominente. En Tokio, los miembros de la policía del tránsito regresan con regularidad a la jefatura para inhalar oxígeno. Para los peatones, máquinas vendedoras de oxígeno en tiendas y arcadas ofrecen bocanadas de oxígeno por aproximadamente 25 centavos de dólar. Y según William Steif, un escritor de Scripps-Howard, “unos 25 millones de toneladas de monóxido de carbono de los vehículos entran en el aire de las 10 zonas más pobladas de los Estados Unidos anualmente.” ¡Tan solo en la ciudad de Nueva York los vehículos arrojan más de cinco millones de toneladas al aire cada año!

Se dice que si una persona inhala por más de ocho horas aire que contenga solo 80 partes por millón de monóxido de carbono la hemoglobina de su cuerpo resulta afectada. La hemoglobina conduce oxígeno a los tejidos del cuerpo y se lleva los desperdicios. Se informa que las 80 partes de monóxido de carbono inutilizan temporalmente cerca de una sexta parte de la hemoglobina del cuerpo. Esto equivale a la pérdida de aproximadamente medio litro de sangre.

Sin embargo, el monóxido de carbono es solo una de las muchas sustancias contaminadoras que los inventos científicos del hombre arrojan a la atmósfera. La revista Time del 12 de enero de 1970 dijo: “El hombre está llenando el aire con más de 800 millones de toneladas de sustancias contaminadoras al año.” Como resultado, los científicos del Centro de Investigación de las Ciencias Atmosféricas de Nueva York dijeron que para aproximadamente 1980 unas 10.000 personas morirán en una zona metropolitana debido a la contaminación. El Register de New Haven, EE. UU., del 21 de diciembre de 1969 informa que estos científicos pronostican lo siguiente: “De 10 a 15 años a partir de ahora todo hombre, mujer y niño de este hemisferio tendrá que llevar un yelmo de respiración para sobrevivir fuera de casa. Las calles, en su mayor parte, estarán desiertas. La mayoría de los animales y gran parte de la vegetación habrán muerto.”

También hay otro efecto perjudicial de la era de las máquinas... la contaminación por ruido. Ruidos que despedazan los nervios provienen de todo desde podadoras de césped mecánicas hasta motores de reacción. Se dice que este nivel de sonido se está duplicando aproximadamente cada diez años. Ahora está alcanzando proporciones tan alarmantes que se considera un peligro para el bienestar de todo el que a él queda expuesto. Según el Dr. Lester Sontag, del Instituto de Investigación Fes de Ohio, EE. UU., hasta las criaturas no nacidas aún están siendo perjudicadas por la contaminación por ruido.

Si estos efectos involuntarios de la era de las máquinas son tan perjudiciales y alarmantes, ¿qué habremos de decir acerca de los instrumentos que la ciencia ha forjado para aniquilar la vida? ¿Qué hay de las bombas atómicas y de hidrógeno, los proyectiles, los tanques, los bombarderos, los submarinos y una hueste de otras armas que ya se han usado para segar la vida de millones de personas? ¿Ha salvado la ciencia ese mismo número de vidas?

Desilusiones médicas

La desilusión está apareciendo ahora aun en la ciencia médica. La esperanza que ofrecieron cosas como los trasplantes de corazón no se está realizando.

Con el progreso en los instrumentos complicados, se ha desarrollado otro efecto secundario perjudicial... el de electrocuciones en los hospitales. En una reunión de la Asociación Americana de Hospitales en Chicago, el Dr. Carl W. Walter declaró que 1.200 personas mueren electrocutadas anualmente en los hospitales. Hizo notar la ironía de la situación al señalar que el personal del hospital está “tan interesado en salvarle la vida al paciente individual que nunca desenreda el laberinto de alambres que llena los receptáculos (eléctricos) de la sala de cuidado intensivo.”

Se ha descubierto ahora que las transfusiones de sangre, que en otro tiempo se tenían en alta estima, son portadoras de enfermedades y también causa de muerte. Como declaró el Dr. M. Simon, de Poughkeepsie, Nueva York: “La proporción anual de defunciones que se calcula que se deben a transfusiones de sangre ahora excede la que según informes tienen muchas enfermedades quirúrgicas comunes [condiciones que exigen intervención quirúrgica] como el cáncer del recto, la apendicitis u la obstrucción intestinal.”

Desencanto que aumenta

Aumenta el número de científicos mismos que están comenzando a dudar que el hombre pueda resolver sus enormes problemas por medio de la ciencia. En meses recientes se han publicado en publicaciones científicas muchos artículos que consideran este problema.

El público está poniendo en tela de juicio el papel de la ciencia todavía más. Aumenta el número de las personas que están considerando a la ciencia una amenaza a la salud y la vida. Notan los inventos espantosos como las armas atómicas, los insecticidas que amenazan extinguir la vida silvestre y ponen en peligro la salud del hombre, las sustancias químicas como la talidomida, que se suponía que ayudara, pero que terminó lisiando, los aditivos químicos de los alimentos que resultaron perjudiciales y la contaminación industrial que está envenenando el aire que inhalamos, el agua que bebemos y el alimento que comemos.

El Dr. Harvey Brooks, decano de ingeniería y física aplicada de la Universidad de Harvard, hizo notar el grado a que va aumentando el desencanto del público con la ciencia. Declaró: “Esta hostilidad se ha esparcido en nuestro tiempo desde una pequeña flor y nata literaria hasta una sección extensa del público educado, especialmente algunos de nuestros jóvenes con más alta educación.”

En consecuencia, con todo el bien que ha hecho la ciencia, ahora está ante la dura realidad de que muchos de sus inventos están perjudicando el ambiente y amenazando la vida humana y animal. ¡Qué patente se hace que el hombre, por bien intencionado e inteligente que sea, no puede resolver sus problemas por sí mismo!

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