“Tu palabra es la verdad”
Por qué sirve a Jehová
¿FUE usted uno de los más de 164.000 individuos que, el año pasado, dedicaron su vida a Jehová Dios? Si así es, usted sin duda está deseoso y feliz de decir a otros por qué usted le sirve.
Usted le sirve a Jehová Dios porque lo ama. Usted le sirve por aprecio y gratitud por lo que él es y por todo lo que ha hecho por usted como el Dador de toda dádiva buena y de todo don perfecto. (Sant. 1:17) Usted le sirve porque sabe que su Palabra es la verdad. Usted le sirve porque depende de él para todo. Sí, usted le sirve a Dios porque esto trae consigo bendiciones verdaderas y duraderas.—Pro. 10:22; Hech. 17:28.
Sin embargo, a veces cuando se enfrente a ciertas pruebas quizás se olvide de estas todopoderosas razones y tienda a permitir que lo que otros hagan lo haga aflojar el paso en su servicio a Jehová. Esto fácilmente podría resultar en que se apartara completamente de servir a Dios.
Si tales pruebas vienen sobre usted, entonces considere a Jesucristo y el ejemplo excelente que éste puso. Él siguió sirviendo a su Padre celestial a pesar de lo que el Diablo o cualquier otra persona hiciera. Hubo uno de sus doce apóstoles, Judas, que lo traicionó por treinta monedas de plata. (Mat. 26:14, 15) ¡Qué hecho tan inicuo! Sin embargo, ¿hizo esto que Jesús se apartara y dejara de servir a Dios? ¡De ninguna manera! Como le dijo a Pedro en esa misma ocasión: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”—Juan 18:11.
Poco después el resto de sus once apóstoles huyó, dejándolo solo, cumpliendo así la profecía: “Hiere al pastor, y que las ovejas del rebaño sean esparcidas.” (Zac. 13:7) Todavía más tarde, durante la misma noche, Pedro, el más vigoroso de sus apóstoles, negó tres veces a su Amo, pero aun eso no hizo que Jesús dejara de servir a Dios. Sí, Jesús siguió sirviendo a Jehová Dios sin importar lo que hiciera amigo o enemigo.—Mat. 26:69-75.
Es verdad que Jesús era perfecto, pero eso no quiere decir que usted no puede seguirlo e imitarlo al sumo grado de su habilidad. Dios sabe que aun en la imperfección física usted puede retener lealtad perfecta. En esto usted puede imitar a Jesús, tal como escribió el apóstol Pablo: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.” (1 Cor. 11:1) El apóstol Pablo, aunque era imperfecto, siguió imitando a Jesús al servir a Dios a pesar de lo que otros hacían. Lo hizo aunque en una ocasión ‘todos los hombres del distrito de Asia se apartaron de él.’ Y cuando su causa fue vista en el tribunal permaneció firme, aunque en esa ocasión, de nuevo, como él mismo dice: “Nadie vino a mi lado, sino que todos procedieron a abandonarme . . . mas el Señor estuvo cerca de mí y me infundió poder, para que por medio de mí la predicación se efectuara plenamente y todas las naciones la oyeran; y fui librado de la boca del león.”—2 Tim. 1:15; 4:16, 17.
Quizás usted no sea probado tan severamente como Jesús y Pablo lo fueron, pero seguramente tendrá pruebas menores, pruebas que algunos cristianos han permitido que los aparten de servir a Jehová, haciéndoles olvidar por qué le servían. Sin embargo, al continuar fiel a pesar de estas pruebas menores usted podrá aguantar aun cuando más tarde vengan pruebas más severas.—Luc. 16:10.
Por ejemplo, algunos de los cristianos primitivos despreciaban a Pablo porque no era un orador elocuente. Pero eso no lo hizo tropezar. En una ocasión tuvo una disputa grande con Bernabé acerca de llevar a Juan Marcos, tanto así que Pablo y Bernabé se separaron por un tiempo. Pablo llevó a Silas como compañero suyo mientras que Bernabé llevó a Juan Marcos. Pero, ¿hizo esto que alguno de ellos renunciara al servicio de Dios? De ningún modo. Y años después Pablo hasta le escribió a Timoteo, diciendo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil.”—2 Tim. 4:11.
De hecho, aun en tiempos más antiguos los siervos de Jehová siempre tuvieron que tener presente a quién estaban sirviendo y no permitir que lo que otros hacían los hiciera tropezar. Considere a Moisés, cómo fue probado desde el principio hasta el fin de su carrera profética. Cuando llegó el debido tiempo de Dios para que Moisés sacara a su pueblo de la esclavitud egipcia, ¡cuánta dificultad le causaron los israelitas a Moisés! Lo injuriaron porque Faraón temporalmente empeoró la situación para ellos. Se quejaron cuando parecía que estaban arrinconados junto al mar Rojo. Cuando Moisés estuvo en el monte durante cuarenta días su pueblo comenzó a adorar un becerro de oro en lugar de a Jehová. Refunfuñaron en cuanto al alimento, el maná, y se quejaron en cuanto a una escasez de agua. Estaban dispuestos a apedrear a Moisés y Aarón al enterarse del informe malo de los diez espías infieles, optando por pasar por alto el buen informe de Josué y Caleb. ¿Hicieron todas estas pruebas, y muchas otras como ellas, que Moisés olvidara por qué estaba sirviendo a Jehová y que renunciara? ¡Absolutamente no! Permaneció fiel a su Dios hasta el fin de sus días, hasta la edad de 120 años.—Deu. 34:7.
Y así sucede con los cristianos en la actualidad. Al grado que usted tome en serio el servir a Jehová, a ese grado usted se hallará enfrentándose a pruebas, tal como Jesús lo hizo, y tal como lo hicieron el apóstol Pablo y el profeta Moisés. Han de esperarse las pruebas que provienen de los de afuera, aunque posiblemente usted jamás afloje el paso o tropiece por ellas.—Juan 16:33.
En otras ocasiones vendrán pruebas de sus propios hermanos cristianos, en su propia congregación cristiana. Sus hermanos, siendo imperfectos, quizás critiquen indebidamente las faltas de usted. O quizás pasen por alto oportunidades de darle a usted su muy necesitada cooperación. Algunos quizás se enfríen o se desalienten, se amarguen o se hagan materialistas y dejen de servir a Jehová del todo. Todo esto puede ser una prueba grande para usted, especialmente si en el pasado usted los consideraba como ejemplos excelentes.
Por otra parte, pueden venir pruebas de su propia casa, de miembros de su propia familia, tal como advirtió Jesús. (Mat. 10:34-36) Jehová Dios requiere que usted sea fiel a su voto de dedicación a él y a su voto matrimonial, aunque su cónyuge llegue a ser indiferente, desamorado u opositor empedernido. No importa el proceder incorrecto que emprenda su cónyuge, esto no justifica el que usted emprenda un proceder anticristiano o renuncie al servicio de Jehová Dios. ¡De ningún modo! Como a menudo se ha dicho, dos males no hacen un bien. Lo que otras personas hagan o dejen de hacer no justifica el que usted afloje el paso o deje de servir a Jehová Dios.
Como cristiano dedicado y bautizado usted sabe que Jehová es el único Dios verdadero. Usted sabe que él exige devoción exclusiva de usted. Usted sabe que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios y es la verdad. Usted sabe que Jesucristo es su Salvador y Redentor y es su Modelo y Dechado. Usted sabe que se ha dedicado a hacer la voluntad de Jehová Dios y a seguir en los pasos de Jesucristo. Y usted sabe que el servir a Jehová Dios es la cosa amorosa, sabia y la CORRECTA que hacer. Por eso continúe sirviendo a Jehová Dios debido a estas razones y ¡jamás se desvíe de ello debido a lo que otros hagan o dejen de hacer! Sea como David, que dijo: “En cuanto a mí, andaré en mi integridad.”—Sal. 26:11.