El bazo... un órgano asombroso
LOS constructores de estructuras como puentes reconocen que es necesario suministrar un margen de seguridad. La estructura tiene que hacerse lo suficientemente fuerte, no solo para sostener las cargas máximas que se esperan, sino para tener un margen de seguridad adicional para las tensiones inesperadas que tuviera que soportar. Sin embargo, los constructores de puentes no son los primeros en considerar un margen de seguridad. Dios suministró esto a nuestro cuerpo.
Se pudiera decir que en muchos respectos el bazo es un órgano de margen de seguridad. Hasta la edad de dos años un niño puede sucumbir a una infección si se le ha extirpado el bazo. Pero después de eso, si mediante intervención quirúrgica se le extirpa el bazo, evidentemente otras partes del cuerpo absorben muchas de sus funciones.
Hace unos 1.800 años Galeno, un médico principal de aquellos tiempos, dijo que “el bazo es un órgano lleno de misterio.” Se cuenta el relato de que Rudolf Virchow, famoso patólogo del siglo diecinueve, en una ocasión le preguntó a un estudiante de medicina en su clase cuál era la función del bazo. El estudiante tartamudeó y dijo que sabía su función pero que se le había olvidado. “¡Qué lástima!” exclamó Virchow. “¡Al fin tenemos aquí a alguien que sabía por qué tenemos bazo y ahora se le ha olvidado!” Y todavía en cuanto al bazo hay muchas cosas que no están claras, como puede verse, por ejemplo, por la diferencia de opinión médica en cuanto a cómo la sangre del bazo pasa de las arterias a las venas.
Bien pudiera decirse que no hay ningún otro órgano en el cuerpo semejante al bazo. El órgano mismo es insensible al dolor, de modo que en ese sentido es como el cerebro. Parece una glándula, pero no pertenece ni a las glándulas que tienen conductos, puesto que no tiene ninguno, ni a las que no tienen conductos, porque no produce hormonas. Tiene contracciones rítmicas de dos a cinco veces por minuto.
¿Dónde está situado nuestro bazo? En la parte superior del abdomen, precisamente debajo del diafragma que separa los órganos del pecho de los del abdomen. Se pudiera decir que se asemeja a una pequeña mano curva. En los adultos mide unos quince centímetros de largo, unos ocho centímetros de ancho y de dos centímetros y medio a cuatro centímetros de grueso; en promedio pesa unos 200 gramos. Es de un color púrpura o rojo encendido y tiene una resistente cubierta o ‘cápsula’ exterior elástica. El bazo es muy adaptable; puede alterar su tamaño para ajustarse a su carga de trabajo, las circunstancias y aun a la temperatura.
Lo mucho que hace el bazo se puede ver a cierto grado de esta descripción muy apta de él: “Es una combinación de taller fabril, unidad de filtración, arreglo para eliminar desperdicios y planta de salvamento y depósito.”—Today’s Health, noviembre de 1969.
Taller fabril
Para principiar, el bazo es un taller fabril. Aun antes del tercer mes del desarrollo del feto el bazo comienza a trabajar, produciendo glóbulos blancos y rojos. Sin embargo, después de nacer el nene el bazo se limita a la producción de glóbulos blancos que se llaman linfocitos. ¡Qué productor es! Se dice que la sangre es sesenta veces más rica de glóbulos blancos cuando sale del bazo que cuando entra en él.
Como taller fabril el bazo también produce anticuerpos, menudas partículas de la sangre que sirven para formar la inmunidad del cuerpo. Y el bazo produce una sustancia que ayuda al cuerpo a combatir los efectos de la irradiación. Valiosos de veras son los productos ‘fabricados’ en este ‘taller.’
Una unidad de filtración
El bazo también es una unidad de filtración. Participa con el hígado en filtrar productos de desperdicio de la sangre, como organismos perjudiciales, glóbulos rojos y plaquetas caducos. Tiene una arteria grande que da la apariencia de estar completamente desproporcionada con el tamaño del bazo. Pero que se necesita mucho es patente cuando se entiende que el entero abastecimiento de la sangre del cuerpo, unos cinco a seis litros, pasa por el bazo cada noventa minutos.
Esta filtración la efectúan en gran parte las células que forran sus canales sanguíneos. El que pueda efectuar esto desconcierta a los científicos. Ellos nos dicen: “Todavía no sabemos cuál es esa facultad inherente en estas células que las hace tan sensibles... es casi como un observador humano, un inspector . . . que vigila el producto para que no tenga defectos.”
Arreglo para eliminar desperdicios y efectuar salvamento
Una vez que han sido filtrados de la sangre todos esos elementos inútiles, perjudiciales o por lo menos imperfectos, hay el problema de librarse de ellos, así como de salvar lo que se pueda salvar. También desempeña el bazo estas tareas por medio de ciertas células suyas. Los glóbulos rojos tienen un promedio de vida de 127 días. Para mantener abastecido apropiadamente al cuerpo, la médula ósea roja o tuétano rojo de los huesos tiene que producir dos millones y medio de estas células cada segundo de cada hora tanto del día como de la noche. Se desprende que para impedir una obstrucción del caudal sanguíneo es necesario que un número semejante, unos dos millones y medio de células caducas, sea eliminado cada segundo. Bien se ha indicado que el bazo (junto con el hígado) nos suministra “un ejemplo excelente de equilibrio dinámico.” Por esta razón también se le ha llamado al bazo “el cementerio de los glóbulos rojos.” Las células que destruyen a los glóbulos rojos caducos, y que en el bazo son estacionarias, se llaman macrófagos, que significa “grandes devoradores.” Las células que atacan a los organismos perjudiciales se llaman fagocitos, que significa “devoradores de células.” Hacia el fin de un ataque de una enfermedad infecciosa se observa que estas células están llenas de los organismos que causaron la enfermedad.
Al disponerse de los glóbulos rojos caducos se salva el hierro. Cuando las células que destruyen a las células caducas se han llenado de hierro, viajan a la médula ósea roja y depositan allí el hierro que han salvado para que se use vez tras vez. Es verdad que el bazo no desperdicia ni una sola cosa. Se dice que sus células son más eficaces que las del hígado, pero el hígado efectúa más de este trabajo debido a que tiene muchas más de estas células.
Depósito
El bazo también es un depósito. Pequeño como es cuando está sano, el bazo puede ensancharse para contener hasta un litro de sangre. Cuando participamos en ejercicio estrenuo nuestro bazo se contrae para suministrar a los músculos sangre adicional. Igualmente cuando hay una pérdida súbita de sangre, como cuando hay una hemorragia o una herida, inmediatamente el bazo compensa la pérdida al grado que puede, exprimiendo casi toda su propia sangre en la circulación. De modo semejante, cuando alguien que suele vivir en una altitud baja viaja a una altitud elevada, inmediatamente el bazo envía abastecimiento adicional de corpúsculos rojos al caudal sanguíneo, pues se necesitan más debido a la escasez de oxígeno en el aire. Pero después de un tiempo la médula roja y el corazón se ajustan para encargarse de este aumento en la carga.
En tiempos pasados se ha asociado a menudo el bazo con las emociones, especialmente de cólera. Parece que esto tiene buena base, porque cuando un hombre o un animal está asido de temor o fuerte cólera, el bazo inmediatamente se contrae, enviando sangre adicional a la circulación para fortalecer al cuerpo para la emergencia. Así, experimentos que se han hecho han demostrado que el bazo de un perro que está acostumbrado a perseguir a los gatos se contrae y vacía su contenido al caudal sanguíneo del perro al oler éste un sacudidor que haya estado en contacto con gatos o al oír maullidos.
Cuando las cosas salen mal
No hace ni cuarenta años que por primera vez un cirujano extirpó el bazo de una paciente que padecía de anemia hemolítica, evidentemente con resultados beneficiosos. Esta operación resultó en un gran aumento en la investigación del bazo. También, aparentemente puso de moda temporalmente el extirpar bazos. Sin embargo, hoy hay mucho menos extirpación de bazos. Entre otras cosas, se ha descubierto que en esos casos la falta consistía en que el cuerpo producía glóbulos rojos defectuosos.
Sin embargo, en ciertas condiciones de enfermedad es probable que los médicos recomienden la extirpación del bazo, especialmente si llega a estar muy ensanchado. Se registró un caso en que el bazo aumentó de 170 gramos a 9 kilos, ¡a cincuenta veces lo original! ¡Era como si aquella mujer llevara un nene grande en el abdomen! Pero esto es raro. De hecho, los tumores afectan tan rara vez al bazo que se le ha descrito como anticanceroso.
Hoy la mayoría de las operaciones para extraer el bazo se deben a accidentes graves, como los que producen los choques de automóviles o los accidentes del esquiar. Si se rompe la cápsula del bazo, la sangre se derrama en el abdomen, y quizás se necesite una operación para impedir que el paciente se desangre hasta morir. O puede ocurrir daño dentro de la cápsula, de modo que ésta se llena de sangre hasta romperse, lo cual también puede llevar a resultados fatales similares. Por otra parte, cuando se sufre de choque, cuando parece que la sangre desaparece de la circulación sin que haya razón patente y el paciente se torna pálido como si estuviera muerto y pierde el conocimiento, se ha descubierto que el bazo se dilata con sangre.
Verdaderamente el bazo cumple propósitos valiosos. Aunque el cuerpo se puede ajustar a su extirpación, desempeña servicios valiosos. Realmente es ‘un taller fabril, una unidad de filtración, un arreglo para eliminar desperdicios y efectuar salvamento, y un depósito.’ ¡Cómo testifica todo esto de la sabiduría del Creador y subraya las palabras del salmista David de que nuestros cuerpos ciertamente están hechos ‘de manera maravillosa e inspiradora de temor’!—Sal. 139:14.