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¡Despertad! 1971
g71 8/10 págs. 18-19

Descubriendo la fuente básica

EL AUMENTO del desperdicio en masa y de la contaminación en masa ha continuado hasta el día actual. Pero, ¿cuál es la fuente básica?

¿Es la inventiva humana? No en sí, porque los hombres han inventado cosas durante toda la historia humana. De hecho, el libro bíblico de Génesis habla de hombres de antes del diluvio global como Jubal, que “resultó fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo” y “Tubal-caín, forjador de toda clase de herramienta de cobre y de hierro.” (Gén. 4:21, 22) No es la capacidad inventiva del hombre, sino el uso incorrecto de ella, lo que crea problemas.

Igualmente, no todo el problema está en la industria, porque puede haber industria de todo tamaño. Es la concentración de la industria y los métodos de la industria lo que ha causado daño. Pero la industria produce para la gente. Por eso, básicamente, la contaminación proviene de la gente y de sus deseos. ¿Vive usted y trabaja en una ciudad industrial, o maneja automóvil, o calienta su casa con hulla o con petróleo, o utiliza abonos e insecticidas químicos, o utiliza productos con recipientes “desechables”... tarros, latas, botellas? Entonces usted contribuye al problema de la contaminación.

La fuente verdadera

La fuente verdadera de la contaminación en masa realmente está en el conjunto de valores que los hombres en general han aceptado, en el modo de vivir y en el sistema que se ha desarrollado. La contaminación mental ha resultado en contaminación física.

Lo grande ha sido considerado como virtuoso. La velocidad, la producción en masa y la ganancia rápida han llegado a ser el modelo del éxito, han sido glorificadas como benefactoras de la humanidad. Como dijo un comité del Senado australiano que informó sobre la contaminación: “El crecimiento es todavía la religión nacional y el desarrollo es su profeta.”

La luz solar, el aire fresco, el agua pura, la hierba, los árboles, la vida silvestre... bueno, quizás todo esto tenga que sacrificarse. ¡Pero el “progreso” tiene que continuar!

Se ha buscado la felicidad en la posesión de productos fabricados, y esto ha traído una constante degeneración en las relaciones humanas y los valores espirituales.

Es verdad que hoy muchas personas están, por decirlo así, “atadas.” Se encuentran encerradas en un sistema que no fue de su hechura. Se sienten impotentes en cuanto a cambiar los asuntos en la breve duración de su vida.

Pero, ¿qué hay si se abriese el camino para efectuar ese cambio? ¿Cuántos lo harían? ¿Deplora usted personalmente el materialismo egoísta que ha fomentado el uso incorrecto de los elementos naturales de la Tierra? Hoy la mayoría de las personas interiormente prefieren un modo de vivir materialista, pero deseando que de alguna manera se pudieran evitar las consecuencias desagradables. Estas personas quizás no hayan originado el modelo o patrón de la contaminación, pero prefieren su perpetuación debido a los llamados “beneficios” que produce ese modelo.

Peligro de las naciones “en desarrollo”

Vemos que una sociedad bastante diferente de la de antes de 1750 se ha desarrollado en muchos países. Y los países que no se han desarrollado de ese modo se han encontrado con una desventaja económica siempre mayor en sus relaciones con las naciones “progresivas.” Su moneda nacional vale poco, comparativamente, en el mercado internacional.

Ahora las naciones “subdesarrolladas” se están esforzando ansiosamente por unirse a las filas de las naciones “progresivas.” La gente de esas naciones anhela los productos que tienen otros. Esto solo puede complicar el problema para la Tierra. ¿Por qué?

Porque la persona de término medio de una sociedad industrial crea muchas veces más contaminación que las personas de una sociedad agrícola. Según el Dr. Paul Ehrlich: “Cada niño estadounidense es 50 veces más carga en el ambiente que cada niño indio.”

¿Por qué tan poca preocupación hasta ahora?

¿Por qué se ha permitido que la situación alcance proporciones de crisis? El Comité Selecto del Senado Australiano sobre la Contaminación del Agua aisló dos factores básicos, diciendo: “Detrás de la mayoría de los problemas de contaminación están los factores gemelos de la ignorancia y la inercia.” O pudiéramos decir, ignorancia y apatía.

Los primeros científicos tecnológicos no previeron el efecto grande que tendrían sus inventos de producción en masa, de ahorro de mano de obra, en las condiciones de vida de los hombres. Quizás los primeros industriales no se hayan dado cuenta del grado del envenenamiento que resultaría de usar en gran escala los combustibles fósiles ni la capacidad limitada de ríos, lagos y hasta océanos en cuanto a absorber el desperdicio que se arroja en ellos. La gente que codició los primeros aparatos que ahorraban mano de obra y el equipo útil originalmente trataba de aligerar algo la carga que llevaba. No se proponían deliberadamente destruir su ambiente. Pero tampoco estuvieron particularmente preocupados cuando el daño se hizo más patente.

El autor Lewis Mumford dice lo siguiente sobre el punto de vista insensible que desarrolló la sociedad industrial: “El prestar atención a asuntos como suciedad, ruido, vibración, se consideraba una delicadeza afeminada.” Relata que cuando el inventor escocés James Watt quizo mejorar su diseño del motor de vapor para reducir su ruido fuerte, los fabricantes de Inglaterra impidieron que Watt lo hiciera. ¿Por qué? ¡Les gustaba la evidencia audible de potencia que daba el ruido! Un industrial moderno de Alemania mostró que la actitud ha cambiado poco. Como se informó en Der Spiegel del 14 de septiembre de 1970, cuando se le entrevistó acerca de la contaminación del Rin, expresó alguna preocupación por la muerte de los peces, pero dijo: “El bañarse, el pescar y el romance... ¡un montón de tonterías!” El sacrificar estas cosas era simplemente el “precio que hay que pagar por el progreso.”

Llegando a la raíz del problema, el ecólogo Barry Commoner declara: “Las primeras depredaciones a nuestros recursos por lo general se hicieron con buen conocimiento de las consecuencias perjudiciales, porque es difícil evadir el hecho de que tras la tala de una falda de montaña viene rápidamente la erosión. [Y solo se necesita sentido común para darse cuenta de que el cargar un río con basura afecta a la gente río abajo.] La dificultad no estaba en la ignorancia científica, sino en la codicia voluntariosa.”

Por supuesto, todavía hay ignorancia. Los científicos reconocen que todavía no conocen completamente qué efectos tienen muchas de las combinaciones químicas que se están esparciendo en el aire, la tierra y el agua. Esta ignorancia es peligrosa. Pero la apatía a ese peligro, una apatía arraigada en el egoísmo humano, “codicia voluntariosa,” ha impedido todo alto verdadero o hasta un retardo en el desarrollo tecnológico de nuevos aparatos y productos químicos.

¿Qué esperanza o remedio hay, entonces? ¿Qué hay del éxito que se ha tenido en algunas zonas en cuanto a disminuir el envenenamiento del ambiente? ¿Puede eso resultar en alivio completo?

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