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¡Despertad! 1972
g72 8/2 págs. 20-22

Un perro amigable... ¿es seguro?

LOS perros han aventajado por mucho a los humanos en su proporción de aumento. Tan solo en el período de los años 1930 a 1960 su número en los Estados Unidos se cuadruplicó, mientras que la población humana ni siquiera se duplicó.

En la ciudad de Nueva York hay medio millón de perros; sin embargo esta cantidad palidece ante los 700.000 de Londres y los 1.000.000 de la Ciudad de México. Aunque pocos son malignos —se informó que hubo unas 25.000 mordeduras de perros en la ciudad de Nueva York en 1969— la gran mayoría de ellos son amigables. ¿Significa eso que todos los perros amigables son seguros?

Por la manera en que los tratan algunas personas, parece que lo piensan así. No vacilan en acariciar prácticamente a todo perro amigable que ven, o hasta permiten que éstos les laman las manos o la cara. ¿Es ésta una práctica prudente?

No todos los perros son seguros

A veces los perros se ponen en contacto con hiedra venenosa, y se les pega al pelo los aceites irritantes de esa planta. ¿Ha acariciado de esa manera alguna vez a un perro y más tarde padecido de envenenamiento con hiedra? Se ha podido rastrear casos de este padecimiento a un perro amigable. También, algunas personas que sufren de alergias han descubierto que los perros les producen incomodidad. Cuando se remueve el perro, obtienen alivio.

Los perros también pueden contraer tiña, y pueden esparcir la fungosidad responsable por esta enfermedad de la piel al ponerse en contacto con los humanos. Como hace notar The Complete Dog Book, una publicación oficial del Club Norteamericano Kennel: “Los niños que se asocian con perros afectados con frecuencia reciben la infección.” Por eso los perros, aunque pueden ser amigables, pueden ser portadores de esta enfermedad que aunque no es grave, sí es sumamente contagiosa.

La rabia, por otra parte, es la más temida de las enfermedades. Por lo general se trasmite a los humanos por la mordedura de perro, aunque la mordedura de otros animales también puede ocasionar la infección. En las primeras etapas el perro rabioso quizás parezca aun más amigable que de costumbre. Pero el perro se irrita fácilmente y, si se le carga, puede morder y trasmitir una enfermedad que casi siempre es mortífera.

Por otra parte hay perros que quizás sean amigables pero que tienen pulgas que no lo son. Estas pulgas también atacan a los humanos, y pueden ser portadoras de enfermedades. Por lo tanto, el Dr. Deane P. Furman, un experto en parasitología, insta concerniente a las pulgas: “Toda ama de casa debe librarse de estos insectos nocivos tan aprisa como sea posible.”

Es claro que no todos los perros son seguros. Al considerar las infecciones producidas por bacterias y fungosidades a las que éstos están sujetos, The New Dog Encyclopedia (1970) dijo: “Muchas de estas enfermedades son de importancia para la salud pública pues afectan a otros animales y al hombre. Uno debe ser especialmente cuidadoso con los animales infectados en los lugares en que hay niños, ancianos o personas que debido a otras enfermedades tienen debilitadas las defensas naturales del cuerpo.”

Desperdicios de los perros... ¿fuente de enfermedad?

Al aumentar el número de los perros, aumentan sus desperdicios. Un perro grande elimina unos 600 gramos de excremento al día, pero el promedio diario de todos los perros es de unos 350 gramos. Eso equivale a más de 60.000 toneladas de desperdicios sólidos al año tan solo de los perros de la ciudad de Nueva York, ¡y esa cifra no incluye millones de litros de orina! ¿Pueden estos desperdicios causar enfermedades?

Sí, lo pueden. Por ejemplo, pueden esparcir la leptospirosis, que en los humanos por lo general se conoce como la enfermedad de Weil o “fiebre de rata.” Se calcula que el 50 por ciento de todos los perros del mundo han sido atacados de leptospirosis en una ocasión u otra. Los humanos pueden recibir la infección por contacto con las excreciones de los perros, especialmente con la orina. Al comentar sobre esta enfermedad, Preventive Medicine and Public Health, editado por Philip E. Sartwell, declara:

“La leptospirosis es de distribución mundial. A medida que ha aumentado el conocimiento clínico y a medida que se ha hecho más frecuente el uso de los métodos de diagnóstico de laboratorio, ha llegado a hacerse patente que la leptospirosis humana es mucho más común que lo que anteriormente se creía. Debido a la diversidad de las manifestaciones clínicas en las formas más benignas de la enfermedad sin ictericia, ésta no será detectada a menos que se emplee la ayuda del laboratorio. Los hallazgos clínicos quizás se circunscriban a un abrupto ataque de fiebre con escalofrío, dolor de cabeza, vómitos y dolores en las extremidades, coyunturas y músculos. El recobro de la salud acontece en el transcurso de una semana a diez días.”

En algunos lugares los perros también llegan a estar infectados de tenias que pertenecen al género de los equinococos. Los huevos de estos gusanos son desechados en el excremento de los perros. Las personas que acarician a los perros contaminados, o aquellas a las que los perros lamen, se les pueden pegar estos huevos microscópicos en las manos, y si los ingieren pueden causar la enfermedad hidatídica, o hidatidosis. En el Uruguay el ganado y los cerdos son asolados por esta enfermedad, y allí se diagnostican unos 500 casos humanos de hidatidosis al año, y debido a esto mueren unas cincuenta personas.

La hidatidosis se extiende a través de la región meridional de la América del Sur, Australia del Sur, Tasmania, Nueva Zelanda, África y el Oriente Medio, donde con más o menos frecuencia acontece en el hombre. Hay un predominio sorprendentemente elevado de la enfermedad en la población esquimal e india del Canadá, pero raras veces se presenta más al sur en la América del Norte.

Los perros contraen estas tenias al comer los órganos internos del ganado o cerdos infectados, que tienen las diminutas cabezas de los gusanitos. Estas cabezas se adhieren a las paredes de los intestinos del perro y crecen hasta llegar a la edad adulta, en la que no sobrepasan de 6 milímetros de longitud. Un perro puede hacerla de anfitrión para muchos millares de estos gusanos adultos, ¡y eliminar un millón de sus huevos semanalmente!

Si un anfitrión intermedio ingiere estos huevos —como los humanos, el ganado o los cerdos— nacen en los intestinos, penetran las paredes de los intestinos y viajan a diversos órganos y tejidos, en particular al hígado. Allí se forma un quiste hidatídico, donde el embrión se desarrolla hasta formar la cabeza de la tenia. Aunque un gusano adulto no se forma en un anfitrión intermedio, la formación de quistes puede enfermar o hasta matar al anfitrión, sea hombre o animal.

De modo que los perros que tienen estas tenias son en potencia una fuente de infección para otras criaturas. Pueden ser un verdadero peligro para la salud. Pero, ¿son peligrosos también los perros que tienen otros gusanos de clase más común?

Aunque por lo general no se cree que lo sean, es interesante observar lo que dijo el Scientific American de septiembre de 1966: “Se cree que los perros y los gatos pueden constituir ‘un peligro considerable para la salud pública,’ fue la conclusión a la que llegaron tres investigadores en Inglaterra después de estudiar la infección de los humanos con gusanos intestinales que son bastante comunes en los animales domésticos. Los huevos de estos gusanos: Toxocara canis y T. cati, pueden transmitirse a los humanos. . . .

“Estudios en Inglaterra y los EE. UU. muestran que uno de cada cinco canes y gatos domésticos hospeda al gusano intestinal en cuestión, y evidentemente la proporción es muy elevada en las regiones tropicales. Los investigadores llegaron a la conclusión de que la ‘toxocariasis’ afecta a números considerablemente grandes de personas, que probablemente puede esparcir la poliomielitis y causar epilepsia y que bien puede estar conectada con muchas otras enfermedades, en particular en las regiones tropicales.”

No debe sorprender que el excremento de los perros pueda contener organismos patógenos, y que éstos puedan infectar a los humanos. Pues, ¿no es bien conocido el hecho de que los humanos mismos frecuentemente son portadores de enfermedad? Sí, y por esa razón se considera como cosa vital las instalaciones adecuadas para las aguas de albañal a fin de deshacerse de estos desperdicios que en potencia son peligrosos.

Qué hacer

Puesto que los perros pueden transmitir enfermedades a los humanos, ¿significa eso que somos prudentes al evitar todo contacto con ellos? No, tal como no sería prudente el evitar toda asociación con los humanos debido a que éstos también pueden transmitir enfermedades. El punto es éste: debemos estar conscientes de que los perros pueden ser una fuente de infección. Y aunque los perros sean amigables, eso no hace que necesariamente sean seguros. Con buena razón la Biblia se refiere a los perros como animales inmundos.—Pro. 26:11.

De modo que lo apropiado es ejercer precaución razonable al estar cerca de un perro. No sería prudente acariciar a cualquier perro que pase o dejar que éste lo lama a uno, aun si es amigable. Es posible que el perro tenga una enfermedad contagiosa. O quizás haya estado oliendo o lamiendo el trasero de un perro contaminado. Quizás acaba de revolcarse en tierra que contiene organismos patógenos. Y aun en los casos que uno sí conoce bien al perro, el permitir que le lama la cara, que coma de su plato o elimine desperdicios donde sea probable que la gente se ponga en contacto con ellos, no es una práctica limpia.

Especialmente debe ejercerse precaución si se sabe que los perros de su comunidad esparcen infección o enfermedad. Si, por ejemplo, acontecen casos de hidatidosis donde vive usted, no dé de comer órganos internos crudos de animales muertos a los perros ni permita que los perros tengan acceso a ellos. En el Uruguay, donde esta enfermedad es común, está en contra de la ley hacer esto. No descuide el obedecer esas leyes.

También, proteja su abastecimiento de agua potable de posible contaminación de los perros o de los desperdicios de éstos. Ejerza precaución similar en conexión con los abastecimientos de alimento. Por ejemplo, no deje que los perros retocen o jueguen en su huerta de hortalizas. Y asegúrese de que todos los alimentos estén bien cocidos, para matar cualesquier huevos de tenia con los que puedan estar contaminados.

Nuestro amoroso Creador se propuso que disfrutáramos de los animales que ha provisto. Pero, al mismo tiempo, es importante usar buen juicio. Pues recuerde: Un perro amigable no necesariamente es seguro.

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