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Ayuda para entender la Biblia
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PERRO

Para los israelitas este animal era ceremonialmente inmundo, por lo tanto es improbable que pensaran en adiestrar perros. (Lev. 11:27; Isa. 66:3.) Aunque en la Biblia se mencionan a menudo las ovejas y los pastores, solo Job —que no era israelita— habla de “los perros de mi rebaño”. (Job 30:1.)

Los perros, al igual que las aves carroñeras, se alimentaban de despojos, particularmente en las ciudades. La Ley mandaba que se arrojase a los perros la carne que había sido despedazada por una bestia salvaje. (Éxo. 22:31.) A veces el juicio de Jehová contra sus enemigos consistía en que los perros comiesen sus cadáveres o lamiesen su sangre. Debido al proceder de gran infidelidad que siguieron los reyes Jeroboán, Baasá y Acab, cualquiera que perteneciese a sus respectivas casas y que muriese en la ciudad tenía que ser devorado por los perros. (1 Rey. 14:11; 16:4; 21:24.) En cumplimiento de la palabra de Jehová, los perros lamieron la sangre de Acab y devoraron la carne de Jezabel. (1 Rey. 21:19; 22:38; 21:23; 2 Rey. 9:10, 35, 36.) Indicando que los perros lamerían la sangre de los enemigos del pueblo de Jehová, el salmista escribió: “Que de los enemigos tenga su porción la lengua de tus perros”. (Sal. 68:23.) También se predijo que los perros participarían en la ruina que vendría sobre las infieles Jerusalén y Judá, por medio de arrastrar los cadáveres, mutilándolos, devorándolos y lamiendo su sangre. (Jer. 15:3.)

USO ILUSTRATIVO

Poco después de la Pascua de 32 E.C., una mujer sirofenicia se acercó a Jesucristo, solicitándole repetidas veces que expulsase de su hija un demonio. En un principio, Jesús rehusó diciendo: “No es correcto tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos”. Al asemejar a aquellos que no eran judíos con “perritos”, como los que se tendrían en una casa y no los perros callejeros, Jesús suavizó la comparación. Sin embargo, lo que Jesús dijo aparentemente sirvió para poner a prueba a la mujer. Ella reconoció humildemente: “Sí, Señor; pero en realidad los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos”. Sus palabras reflejaron gran fe y, por lo tanto, su hija fue sanada. (Mat. 15:21-28; Mar. 7:24-30.)

El sucio hábito que tiene el perro de volver a comer el alimento que ha vomitado, sirve para ilustrar el proceder de aquellos que abandonan el camino de la justicia y vuelven a su condición anterior de corrupción. (2 Ped. 2:20-22; Pro. 26:11.) A las personas moralmente inmundas se les llama perros. La ley que Dios dio a Israel decía: “No debes introducir el alquiler de una ramera ni el precio de un perro [“prostituto”, NBE, vss. 19; “probablemente ‘pederasta’”, NM, nota al pie de la página] en la casa de Jehová tu Dios por voto alguno, porque son cosa detestable a Jehová tu Dios, aun ambas cosas”. (Deu. 23:18.) A todos aquellos que, como los perros callejeros que se alimentan de despojos, practican cosas repugnantes, tales como la sodomía, el lesbianismo, la depravación y la crueldad, se les prohíbe entrar en la Nueva Jerusalén. (Rev. 22:15; véase también Filipenses 3:2.)

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