BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g72 22/2 págs. 21-23
  • Por qué seleccionar al ver televisión

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Por qué seleccionar al ver televisión
  • ¡Despertad! 1972
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Muchas quejas acerca de los programas de TV
  • ¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué?
  • Otro “por qué”
  • La necesidad de seleccionar
  • El daño que la televisión puede causar
    ¡Despertad! 1978
  • ¡Controle su televisor!
    ¡Despertad! 1978
  • ¿Qué efecto tiene en los niños la televisión?
    ¡Despertad! 1978
  • ¿Hay algo que yo pueda ver en la TV?
    ¡Despertad! 1984
Ver más
¡Despertad! 1972
g72 22/2 págs. 21-23

Por qué seleccionar al ver televisión

“LA MÁS imponente arma de comunicaciones que jamás se ha inventado.” ¡Qué bien describen esas palabras, dichas por un famoso autor de documentales de televisión, lo maravillosa que es la televisión! ¡Y ciertamente lo es!

Tal como nuestro ojo viaja de ida y vuelta unas cuarenta y seis veces al leer una columna de tipo de esta revista así el haz de la cámara de TV que se usa en los Estados Unidos explora cada fotografía o imagen en 525 líneas. Puesto que toma treinta fotografías completas por segundo, esto significa que el haz emplea menos de un quincemilésimo de segundo para explorar una línea. ¡Eso sí que es lectura veloz! No solo eso, sino que la cámara primero explora todas las líneas nones: 1, 3, 5, 7, etc., y luego regresa a la esquina superior izquierda de la fotografía y explora todas las líneas pares: 2, 4, 6. El proceso por medio del cual las cámaras de TV fotografían el color y el aparato de TV lo reproduce (aunque en el proceso actual no se transmite ningún color) es aun mayor causa para maravillarse.

Los Estados Unidos cuentan con 930 estaciones de TV y más de 93 millones de aparatos de TV, más del 30 por ciento de los cuales son aparatos de color. En los pasados cinco años se han vendido anualmente diez millones de aparatos. Se dice que allí la familia típica usa su aparato de TV unas seis horas al día como término medio.

El hombre de veras ha conquistado el espacio en lo que respecta a la transmisión de información, tanto por fotografías como por sonido. Pero, ¿cómo se está usando este medio? ¿Está el hombre usándolo de la mejor manera posible?

Muchas quejas acerca de los programas de TV

Las quejas más comunes acerca de los programas de TV son con respecto a los anuncios comerciales. Casi todos los televidentes opinan que éstos deberían ser menos, más cortos y, en particular, no interrumpir tanto. Funcionarios gubernamentales tienen otras quejas. Un funcionario critica mordazmente a las estaciones de TV por tener un presunto punto de vista político predispuesto. Otro funcionario las acusa de producir un “desierto” cultural. Otro más declaró: “Hemos tomado el más poderoso medio jamás diseñado por el hombre para la instrucción y la inspiración, y —como el templo en el tiempo de Jesús— se lo hemos entregado a los mercaderes y a los prestamistas.”

Reseñadores de la prensa hablan de los “argumentos pueriles e insípidos de la TV comercial,” y se refieren desdeñosamente al material repetido como “desperdicio recirculado.” Se quejan: “Con razón las redes de televisión pueden declarar que a nadie le importan sus ofertas serias. No han empezado, ni con mucho, a tratar de hacerlas interesantes.” Uno de los principales comentaristas de TV de los Estados Unidos, el difunto Edward Murrow, describió en una ocasión los programas de TV como que daban “evidencia de decadencia, escapatoria y aislamiento de las realidades del mundo en el que vivimos.” Mucha de esta crítica se dirige contra los programas que se preparan para los niños o que ven los niños.

¿Por qué? ¿por qué? ¿por qué?

¿Por qué hay tantas quejas acerca de lo que se exhibe en la pantalla de la TV, especialmente en los Estados Unidos? (En la mayoría de los otros países el gobierno tiene el monopolio o controla gran parte de la televisión; éste decide lo que ve la gente.) Un poseedor de informes de primera mano, un administrador de una de las más activas agencias publicitarias de los Estados Unidos, suministró uno de los “porqués” en un artículo intitulado “Los verdaderos amos de la televisión.” En él dijo que en 1959 las dos redes principales de TV presentaban ‘programas de calidad.’ Luego una tercera red, que escasamente ocupaba el tercer lugar, “lanzó un grupo de nuevos programas que se distinguían por violencia estilizada y sangre no estilizada.” Inmediatamente llegó a estar casi empatada con la que ocupaba el segundo lugar, de modo que las otras dos redes transigieron en sus normas de programar a fin de retener sus auditorios, por causa de autopreservación.a

¿Qué determina la “calidad” de los programas? La respuesta del público. Según este ejecutivo publicitario, “en el negocio de presentación al auditorio, uno no se da el lujo de establecer sus normas o las de su auditorio. En cambio, es el éxito relativo de los competidores el que establece las normas.”

Lo susodicho no es la opinión de un solo hombre. Un reseñador reciente de los cinco programas de TV que ocuparon los primeros lugares en el invierno de 1970-1971 describió a éstos como ‘de mal gusto, repugnantes, insulsos, aburridos y desprovistos de inteligencia.’ Sin duda la preferencia del auditorio es una razón por la cual los programas de TV a veces dejan mucho que desear.

Otro “porqué” se debe a las repercusiones que pueden surgir como resultado de que una red presente un documental desafiante acerca de los problemas actuales. El documental, “La venta del Pentágono,” trató la norma del Departamento de la Defensa de los Estados Unidos para crear una imagen favorable de sus actividades y normas. Aunque algunas fuentes de información lo clasificaron como uno de los más excelentes documentales del año, despertó la ira de los políticos. También, las estaciones miembros demostraron poco entusiasmo, debido al temor de perder su licencia.

Por otra parte, un documental que habló acerca de la discriminación de los bancos contra los negros y los pobres resultó en una considerable pérdida de ingresos de parte de por lo menos una estación que lo exhibió. Un programa que expuso a los que causaban contaminación en la localidad resultó en relaciones tan tirantes entre algunos de los oficiales de la estación transmisora de TV y algunos de la comunidad comercial local que se consideró aconsejable despedir al reportero que había desarrollado este programa. De modo que el temor de la represalia económica o política es otra razón por la que a menudo no se presentan programas mejores.

Otro “por qué”

Los susodichos “porqués” no lo explican todo; hay algo más. Las redes de TV y las emisoras no pueden echar toda la culpa a otros. Esto es evidente por el hecho de que de vez en cuando se presentan algunos programas muy excelentes, especialmente en las estaciones educativas o “públicas” como se llaman ahora. Un ejemplo sobresaliente es el sumamente popular y muy altamente encomiado programa “Calle Sésamo.” Concerniente a éste el UNESCO Courier se sintió impulsado a escribir que era “una serie de ingenio y humor, desprovista de toda violencia, que contiene el mensaje positivo de que no hay problema que pueda resolverse sin cooperación. En segundo lugar, trata de enseñar a los jovencitos letras, números y sencillas habilidades de contar, para estimular su vocabulario y facultades de raciocinio y abrirles los ojos al mundo en general.” Por lo tanto en un programa que se vio en mayo de 1971 se dio prominencia al número 12, la letra E mayúscula y minúscula, a gorilas jugando y una secuencia de baile que ilustraba la diferencia entre un triángulo y un cuadrado. Fue un programa divertido para los adultos y educativo para los niños.

¿Qué indican estos hechos? Que los programas edificantes y educativos pueden tener éxito si se pone en ellos suficiente habilidad y calidad; si los que los producen realmente se dedican a su tarea y no escatiman los dólares o son mezquinos en su esfuerzo. Es por eso que a veces los dramas cortos publicitarios de solo un minuto quizás sean los rasgos más divertidos de un programa vespertino de TV.

La necesidad de seleccionar

Los programas de TV reflejan el deterioro general de las normas. Pero, ¿por qué ha de esperarse más? ¿Por qué debería ser más idealista la industria de la TV que otras en estos días? El interés principal de todas es el lucro.

Por supuesto, como lector de término medio de esta revista usted puede hacer poco o nada acerca de mejorar la calidad de los programas de TV. Pero quizás usted pueda mejorar sus propios hábitos de verla. Usted puede seleccionar qué programas de TV ver. Si usted es padre o madre de familia, también debe estar muy interesado en cuanto a la clase de programas que ven sus hijos. Asegúrese de que lo que vean sea edificante y no basura. Y especialmente impida que vean películas de violencia, pues el ver TV hace que los niños se hagan insensibles a la violencia. El problema es grande, pues hay un episodio de violencia cada 14 minutos y un asesinato cada 45 minutos. Según el Dr. V. B. Cline, “Estamos creando adictos a la violencia.” Los episodios de violencia llegan a ser modelos que más tarde los niños representan en la vida real.

Ha habido alguna discusión en cuanto a disminuir la cantidad de violencia en la pantalla de la TV pero poco en cuanto a disminuir la inmoralidad sexual que se ve en ella. Uno no puede seguir viendo a personas que llevan a cabo conducta relajada sin llegar a hacerse insensible moralmente. Y por eso, así como sucede con la violencia, esos ejemplos de conducta relajada llegan a ser modelos para la conducta de los televidentes en la vida real. Dice la Biblia: “No se extravíen. Las males asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” (1 Cor. 15:33) Uno no escogería la compañía de personas que se sabe que son de moralidad relajada, ¿verdad? Entonces, ¿por qué asociarse con ellas en la TV? Seleccionar significa ejercer cuidado en cuanto a la clase de programas de TV que uno ve.

Y seleccionar también significa controlar el tiempo que uno emplea viendo televisión. Como muestra el Dr. G. A. Steiner en su libro The People Look at Television, muchas personas tienen una actitud ambivalente para con la televisión, es decir, tienen actitudes antagónicas con respecto a ella. Mientras dicen que disfrutan de ver la TV, al mismo tiempo expresan preocupación en cuanto a verla demasiado.

Uno puede obtener provecho y placer de ver la TV, pero hay tal cosa como el ser adicto a ella. Cuando uno permite que los programas de TV lo hagan desatender sus deberes, desatender el dormir lo necesario, desatender el hacer ejercicio sano y obtener aire fresco, no está seleccionando, sino más bien haciéndose adicto. Tampoco es seleccionar, si uno es ministro cristiano, el desatender alguna de sus obligaciones ministeriales por causa de ver la TV.

En realidad la TV es una imponente arma de comunicación, verdaderamente es una maravilla. Pero aprenda a controlarla; no deje que ella lo controle a usted.

[Nota]

a Es interesante saber que esta red exageró su papel en 1969. Presentó un programa que hizo surgir protestas tan fuertes a causa de su vulgaridad que fue cancelado después de su primera presentación, mientras que su más costosa serie fue abandonada después de unas cuantas semanas como un “desastre total.”—The Americana, 1970 Annual, págs. 671, 672.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir