¿Quiénes pueden ayudar?
◆ Cuando el corazón de una persona se conmueve verdaderamente por las buenas nuevas que se hallan en la Biblia, la persona quiere ayudar a otros a tener la maravillosa esperanza de vivir en un paraíso restaurado a la Tierra. No es preciso que sepa todo lo que hay en la Biblia a fin de ayudar a otros. Tampoco tiene que estar equipada de modo excelente como maestro. Se puede vencer toda clase de limitaciones y problemas si uno verdaderamente quiere ayudar.
Esto se ilustra con la experiencia de una mujer de habla hispana asociada con una congregación de los testigos de Jehová en la ciudad de Nueva York. Note quiénes estuvieron dispuestos y pudieron ayudarla:
“Yo era miembro de la Iglesia Espiritista Cristiana. Mi esposo es el ‘reverendo’ de esta iglesia. Muchas veces los testigos de Jehová venían a mi puerta a considerar la Biblia conmigo. A menudo rehusaba categóricamente hablar con ellos. O no abría la puerta.
“Un día un anciano vino a mi puerta a darme testimonio de la Biblia. Obviamente no tenía una educación seglar y apenas podía leer. Al verlo bregar con su Biblia, me conmoví por su sinceridad y lo invité a entrar. Explicó que estaba aprendiendo a leer; había comenzado a asociarse con los testigos de Jehová y ellos le estaban enseñando a leer y escribir. Humildemente pidió disculpas por no poder leer mejor. Sin embargo, explicó que sabía lo urgente que era predicar el mensaje que están llevando por toda la Tierra los testigos de Jehová y por eso decidió predicar de la mejor manera que pudiera. Puesto que estaba tan limitado en su habilidad para leer, le ayudé a buscar los textos y yo los leí en voz alta. Entonces él comentó sobre ellos de la mejor manera que podía.
“Me invitó a estudiar la Biblia con él. Conmovida por la sinceridad que desplegaba en su predicación, concordé. No obstante, después de una o dos visitas era obvio que todavía no había aprendido a leer lo suficiente como para poder conducir un estudio regular de la Biblia conmigo. Hizo arreglos para que su esposa se encargara del estudio.
“En la primera de sus visitas se hizo patente que aquí también había un problema. Ella era de avanzada edad y apenas podía oír. El estudio progresó lentamente y yo aprendí algunos puntos acerca del reino de Dios. Pero existía una barrera considerable pues ella casi estaba sorda. Finalmente se hicieron arreglos para que otro Testigo me visitara y estudiara conmigo.
“En poco tiempo vi la futilidad y la falta de apoyo bíblico para las prácticas espiritistas. Decidí que, para agradar a Dios, tenía que abandonar la iglesia a la que había estado asistiendo. Mi esposo protestó, pero sosegadamente le pregunté por qué era que siendo él el ‘reverendo’ no había podido darme un fundamento sólido en la verdad. Sin embargo un anciano, que apenas estaba aprendiendo a leer, y su esposa anciana, casi sorda, habían podido transmitir lo que mi esposo por tan largo tiempo no había hecho.
“Ahora he dedicado mi vida a Dios y estoy ayudando a otros a aprender el camino de la verdad de su Palabra inspirada.”
Si usted también ha estado estudiando la Biblia con los testigos de Jehová o está aprendiendo de los propósitos de Dios por medio de sus publicaciones, ¿siente usted la urgencia de ayudar a otros a aprender lo que usted ha aprendido? La vejez, el no poder leer de corrido, la sordera, la juventud, las responsabilidades de familia... ninguna de éstas es una barrera insuperable. ¿Contestará usted la pregunta “¿Quiénes pueden ayudar?” con un firme “Yo puedo”?