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  • Cómo los animales entrenan a su cría
  • ¡Despertad! 1973
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¡Despertad! 1973
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Cómo los animales entrenan a su cría

¿LOS animales entrenan a su cría? ¿Usan disciplina? ¿Requieren obediencia? ¡Sí, por cierto! Esas cosas desempeñan un papel importante en sus vidas. Tienen que ver con la supervivencia.

El instinto dado por Dios es la fuerza impulsora. Una limitada cantidad de inteligencia también entra en juego. Si han de sobrevivir, la cría necesita que se le enseñe cómo obtener comida; también deben aprender a reconocer el peligro y saber cómo contender con él. Los animales padres y madres no dan razones a sus crías o explican por qué y cómo hacer las cosas. Pero sí enseñan mediante el ejemplo, y puede ser que inflijan dolor para ayudar a sus crías a portarse bien.

Dedicando tiempo a entrenar a su cría

Los animales padres dedican mucho tiempo a entrenar a sus crías. Una osa quizás dedique hasta dos años a enseñar a sus cachorros. Les enseña dónde pueden encontrar comida, instruyéndolos a cavar por sabrosos tubérculos. Y es ella la que los presenta por primera vez al sabor de la dulzura de la miel silvestre, una golosina que paladean por el resto de sus vidas.

Las crías de mapache reciben muy buen entrenamiento en el arte de autoabastecerse. Su madre dedica tiempo a arrojarles ranas y cangrejos del río, usando el juego para enseñarles. También los instruye en la autodefensa, la caza y la pesca. Con el tiempo sus crías aprenden a seguir el rastro de un ratón, capturar ranas y desenterrar larvas de insectos. Y les indica dónde pueden encontrar uvas silvestres y el mejor maíz.

Ciertos animales son entrenados para hacer las cosas que nosotros creemos que son instintivas. Considere a la nutria con su amor por el agua. ¿Sabe usted que mamá nutria tiene que enseñar su cría a nadar? De hecho, tiene que enseñarles a que les guste el agua, porque no entran en ella por su propia voluntad. ¿Cómo lo hace? Puede ser que los arrastre hasta el agua, halándolos por la piel de su cuello. O puede ser que los induzca a subir sobre su espalda. Entonces, ¡al agua va! Por un tiempo ella nada alrededor con sus pequeños prendidos a ella para salvar la vida. ¡Repentinamente, ella se sumerge! Ahora las pequeñas nutrias se ven obligadas a hundirse o a nadar. ¡Y tratan de nadar! Al principio lo hacen torpemente, pero poco a poco aprenden.

La mamá foca, también, tiene que tomar tiempo para enseñar a sus pequeños a nadar. Cuando está en el agua ella rogará, animará, y persuadirá a su pequeño a que trate de nadar. Por lo general, termina simplemente empujándolo a la deriva. Pero su trabajo no termina ahí. Continúa ayudando a su pequeño nadando a veces debajo de él. De encontrarse en dificultad, ella pone su cabeza debajo de su cuarto delantero y empuja la cabeza de él fuera del agua. Después de un tiempo, el cachorro de foca puede nadar por sí solo.

¿Cómo aprende una joven ardilla voladora a planear? Su madre simplemente la empuja desde la rama de un árbol. Y ella parece saber instintivamente qué es lo que tiene que hacer para suavizar su caída. Extiende sus pequeñas extremidades, y la delgada membrana a cada lado que conecta sus patas delanteras y traseras, forman una especie de paracaídas que le permite planear a salvo hasta el suelo. El instinto le indica a la ardilla voladora mamá cuándo su pequeño está listo para aprender esta acción. Si ella lo empujara del árbol a una edad demasiado temprana, eso podría ser fatal.

A medida que se aproxima el tiempo para que los pequeños pájaros alados aprendan a volar, éstos comienzan a ejercitarse para desarrollar sus músculos para volar. Estiran sus cuellos, mueven convulsivamente sus alas, se contuercen y se retuercen. Pero es mamá pájara la que los insta a dejar el nido y tratar de volar. Ella se queda parada a poca distancia, y les ofrece tentadores trozos de comida para estimularlos a salir y probar sus alas. En casos donde el nido está en un lugar muy alto, es de vital importancia el hacer que su primer intento tenga éxito. Es notable que muchos de estos jóvenes volantones pueden cubrir noventa metros en su vuelo inicial.

Enseñándoles a sobrevivir

Para poder comer, las criaturas jóvenes que viven cerca del mar necesitan aprender a pescar. Las focas, los leones marinos y los osos polares se zambullen dentro del agua y salen con un pescado. Entonces lo sueltan enfrente de sus hambrientos críos. Esto los estimula a agarrar la presa antes que se escape. No requiere demasiado tiempo para que estos animales lleguen a ser expertos en la pesca.

¡Qué importante es que estas criaturas jóvenes aprendan todo lo que pueden acerca de conseguir alimento! Una vez que son lo suficientemente grandes como para ganarse la vida, el interés de sus padres por alimentarlos cesará instintivamente. Y entonces tendrán que arreglárselas solos.

El sobrevivir también incluye evitar los peligros. ¿Cómo advierten los animales padres a sus pequeños acerca de éstos? Una cierva le enseña a su cervatillo a temer al hombre por medio de mostrar ella tal temor ante la vista o el olor del hombre.

Cuando una loba con sus cachorros se acerca por primera vez a una trampa, ella muestra gran temor. Su cría ve la reacción de ella y esto les ayuda a aprender que las trampas deben evitarse.

Tal parece que la reacción defensiva de los animales en contra del peligro se adquiere principalmente por medio del aprendizaje. Las ratas gigantes que nacieron en cautiverio en París, Francia, no reaccionaron ante un pitón grande. Hasta se le aproximaron calmadamente y olfatearon su hocico. Pero sus padres violentamente atacaron a la serpiente, evidentemente debido a haberse familiarizado con ella en su nativa África. Lo mismo fue cierto de cachorros de chimpancé. Hablando relativamente, ellos, también, fueron indiferentes a una víbora, aunque los adultos de su clase mostraron gran temor de ella.

Haciéndolos obedecer

A veces el travesear impide que los animales jóvenes tomen sus lecciones seriamente. Pero sus padres no parecen soportar tales tonterías. Una mamá gato, al enseñar a sus gatitos cómo cazar ratones, los golpeará en sus orejas si son lentos o desatentos.

Las cabras en las montañas de Escocia envían a sus chivitos delante de ellas a través de las rocas. De dar el chivito un paso en la dirección equivocada, un topetazo de los cuernos de su madre se lo hará saber.

Un joven cervatillo debe aprender a quedarse quieto a veces para evitar el ser visto. Si insiste en seguir siendo inquieto, mamá cierva le dará un fuerte golpe con su pata. Y eso a menudo resuelve el asunto.

Los leones, los osos, las ardillas y otros animales, tampoco retienen la “vara” de sus crías desobedientes. Refrenan la tontedad mediante una fuerte bofetada, un sacudón, o una manotada. Es para el beneficio de los jóvenes. La disciplina paternal les ayuda a permanecer vivos.

¿Hay en esto una lección para los padres humanos? Tal vez. Los jóvenes humanos, también, necesitan que se les enseñe la obediencia, necesitan aprender qué clase de alimento comer y cómo evitar situaciones peligrosas.

Pero, ¿han de conformarse los padres humanos con eso, satisfechos de que están haciendo tanto por sus hijos como lo que hacen los animales? Nuestra vida como humanos puede ser mucho más rica que eso; puede tener muchísimo más significado. Dios nos ha provisto la Biblia para mostrarnos cómo lograrlo.

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