Cuando uno es un huésped en el Japón
POR EL CORRESPONSAL DE “¡DESPERTAD!” EN EL JAPÓN
COMO un honorable visitante que se despierta en su primera mañana en el Japón, usted tiene la oportunidad de echar una mirada a un país que probablemente lo ha fascinado por años. ¿Qué descubrirá?
En el salón de entrada de su hotel habrá alguien que hable un poco de inglés, pero asegúrese de hablar lentamente y explicar claramente lo que quiere. Se cuenta que cuando un extranjero en Tokio dijo que quería un autobús para ir a cierta parte, el gerente del hotel le encargó un coche grande.
Debido a las colosales diferencias entre el japonés y el inglés, muchos japoneses hallan muy difícil el conversar en inglés aun después de años de diligente estudio. Así es que después de experimentar unos cuantos problemas con el idioma, usted decide que un libro de frases japonesas sería una excelente inversión.
¿Está usted listo para aventurarse fuera? Es posible que su día transcurra así.
¡Eh, taxi!
Para llegar a la famosa zona comercial Ginza de Tokio usted decide ir en taxi. Pero encuentra que los taxis no paran a pesar de sus frenéticos ademanes y de que finalmente recurra a pararse en el camino de los taxis que vienen, los cuales sencillamente se desvían de usted. Sin embargo los taxis se detienen para los japoneses. ¿Por qué? ¿Es acaso por prejuicio en contra de los extranjeros? No, los taxis tienen zonas establecidas para recoger pasajeros, así es que sería aconsejable que calladamente fuera y se parara en fila con la gente local.
Los conductores de taxi de Tokio están en todo a la altura de las normas establecidas por los conductores de París, Londres y Nueva York. Si le gusta vivir peligrosamente hallará mucho que admirar en sus constantes cambios de faja a faja de la carretera sin hacer señales, aparentemente pasando completamente por alto el resto del tráfico. Sin embargo, como parece que todos conducen de la misma manera, tendrá que admitir que los conductores japoneses evidentemente saben qué esperar. Su estima de los conductores de taxi japoneses aumentará al darse cuenta de que lo llevan directamente a su destino por la ruta más rápida y, ¡alegría de alegrías, no esperan una propina! El conductor cuida bien de cualquier visitante a su país.
¿Occidente u Oriente?
Aunque usted llega a los negocios a las 9 de la mañana los encuentra a todos cerrados. Quizás suponga apresuradamente que los japoneses no trabajan tanto como creía. Así es que mientras espera que abran los negocios se fija en sus alrededores.
En vez de ver pinos y jardines ornamentales, observa rascacielos, manzanas de oficinas y grandes tiendas de departamentos. Usted esperaba ver atractivas jóvenes en los muy femeninos kimonos, pero esto también, muy para su desilusión, ha dado lugar a las midis, minis y los minishorts. Si no fuera por la escritura japonesa en los letreros de la calle y el oír un idioma extranjero, uno pensaría que hay poca diferencia entre Occidente y Oriente.
Sus pies lo han llevado a alguna calle lateral y ahora está asombrado. Los japoneses que usted hacía durmiendo están trabajando duro, lavando las entradas posteriores de sus negocios y fregando los recipientes para la basura.
Para comprar un libro de frases, va a la librería extranjera. Aquí encontrará libros en muchos idiomas sobre cualquier tema imaginable. Los japoneses muestran su aprecio por éstos, no tanto por medio de comprar un libro de vez en cuando, sino por las horas que pasan en la tienda leyendo. Al japonés le gusta leer y aprender, ¿y dónde puede uno satisfacer este deseo mejor que en una librería? Ahora, equipado con su libro de frases, se siente más capacitado de enfrentarse al mundo y visitar a sus amistades japonesas.
¡Un viaje inolvidable!
Se dispone a visitar al verdadero Japón antiguo. En realidad esto es más fácil de decir que de hacer. El llegar a la estación principal implica un viaje en un tren local. Se encuentra esperando en la plataforma junto con cientos de otras personas. Precisamente antes de llegar el tren, operarios ferroviarios con guantes blancos se ubican en ciertos lugares a lo largo de la plataforma. En pocos segundos sabe por qué.
Se abren las puertas del tren y usted es arrastrado en tropel junto con otros cientos dentro del tren. ¿Quiénes son los ferroviarios de guantes blancos? Son empujadores asalariados. Su trabajo consiste en empujar dentro del tren a tanta gente como pueden. Al llegar a la estación principal usted siente gratitud hacia el hombre de guantes blancos que lo empujó tan fuerte, porque ahora tiene suficiente tiempo para hacer el transbordo a su destino rural.
Desde el tren lo emociona ver el monte Fuji, cubierto de nieve contra un claro cielo azul. Pronto llega a su destino. Desde el minuto que pone pie en la plataforma tiene la clara sensación de que la gente lo está observando, ¡y lo está! Ahora está en un lugar donde rara vez van los extranjeros.
Su próximo desafío es encontrar la casa de su amigo. Esto es muy difícil. El sistema de direcciones es diferente a cualquier cosa que haya conocido. Muchos extranjeros se preguntan por qué es tan difícil encontrar una dirección en el Japón fuera de las ciudades grandes. Pero en realidad le es igualmente de difícil a muchos japoneses.
Las calles no tienen nombres, ni los lotes tienen numeración consecutiva. Los números de los lotes fueron dados en orden de solicitud o registro. Revistiéndose de valor, haciendo ademanes y usando su libro de frases, usted le pregunta a alguien cómo llegar a la casa. Después de averiguar su país, cuánto tiempo va a permanecer en el Japón, su edad, si es casado o soltero, la persona empezará a ocuparse de su problema. Es más que probable que comenzará por telefonear a sus propios amigos, contarles todo acerca de usted, y entonces decidir con ellos cuál sería la mejor manera de ayudarlo. Esta persona japonesa no está siendo latosa; su interés es una muestra de su deseo de ayudar y de favorecerlo.
Aprendiendo a hacer a la manera de ellos
Llega a la casa de su amigo y es saludado por rostros familiares, pero los problemas del idioma permanecen agudos. Antes de entrar en el hogar tiene que quitarse los zapatos, y todos se ríen porque sus pies son demasiado grandes para las zapatillas que proveen. Lo fascinará la costumbre japonesa de inclinarse, pero pronto estará haciendo lo mismo casi inconscientemente, y sus anfitriones observarán esto con aprobación.
Una habitación que le muestran es de tatami (estera de cáñamo). El tatami es caro, y para prolongar su duración los japoneses no usan zapatillas en esta habitación. Se sienta en un cojín, el cual mueve alrededor de una mesita de treinta centímetros de alto para hacer lugar para otros. La señora de la casa se apresura a devolver el cojín a su posición original. Usted aprende algo más del Japón antiguo cuando le dicen que el tener el cojín en el lugar donde se cruzan las esteras de tatami puede traerle la muerte. Le cuentan como, en los días de antaño, los guerreros Samurai hundían sus espadas entre las esteras y mataban a cualquiera que estuviera sentado allí. Sea esto hecho o ficción, usted recuerda que solo es una visita, y el respeto por su anfitriona requiere que usted se siente donde ella lo desee.
Mientras se encuentra acá probará toda clase de alimentos y tal vez lo que quedará mejor grabado en su memoria serán sus primeros intentos de comer pescado crudo. ¿Ha tratado alguna vez de mojar una rebanada de pescado crudo en una salsa usando palillos para comer? Si no, entonces hay una interesante experiencia reservada para usted. Después de dejarlo caer algunas veces y después de ensuciar la mesa al fin consigue metérselo en la boca. Sigue masticando y tratando de tragarlo, pero no bajará. Si deja de pensar sobre el hecho de que el pescado está crudo hallará muy delicioso su nuevo alimento. Una cosa es cierta, cuando regrese a su hogar, se sentirá encantado de contar a todos sus amigos lo que comió y cómo lo hizo.
La comida verdaderamente divertida son los fideos. Los largos fideos delgados se sirven en la sopa. Su anfitrión le enseña cómo tener su boca muy cerca del borde de la escudilla, y mientras saca un montón de fideos con los palillos le recomienda chupar fuerte. De esta manera puede tomar un poco de la sopa al mismo tiempo. Le dicen que el absorber fuertemente realza el sabor, y uno demuestra que está disfrutando el sabor de los fideos si los come de esta manera. Al cumplir con esta costumbre observará que sus amigos se relajan un poco, pero sin duda también se reirán a medida que usted continúa haciendo muchas equivocaciones en el uso de los palillos.
Cuando es tiempo de dormir, lo conducen a una espaciosa habitación donde se han extendido colchones enrollables sobre el tatami. En este hogar rural toda la familia comparte la misma habitación, y aquí también hallarán un lugar para su honorable visitante. La risa final del día ocurre cuando sus anfitriones observan que sus largas piernas y grandes pies sobresalen del extremo del colchón. Pero esto no impide dormir, y pronto la casa queda en silencio.
No hay necesidad de asustarse
En el tren que lo lleva de regreso a Tokio lo invade una ola de miedo al abordar el tren gente enmascarada. Dos de éstos vienen y se sientan enfrente de usted. Se siente confuso ante el orden y la calma de ellos, pero al quitarse las máscaras y sonarse las narices se da cuenta de que los “bandidos” son simplemente víctimas del resfriado común. ¿La máscara? Se dice que impide que empeore el resfriado, y uno aprecia su consideración al no contagiar con sus resfriados a otras personas.
Al descender del tren, gritos llenan el aire. ¿Estará a punto de verse enredado en una manifestación? El violento latido de su corazón merma al caer su vista sobre un grupo de personas que se están entrenando para el judo corriendo descalzos. A medida que corren, uno del grupo grita algo y el grupo grita en respuesta. Esto les ayuda a mantener el ritmo de la carrera. Todo el tiempo que corren gritan y parece que lo disfrutan cabalmente. Es probable que uno o dos le dirijan un saludo en inglés, ante la gran consternación del guía del grupo.
El hacer compras puede ser bastante difícil para los que no conocen el idioma, especialmente si uno quiere algo que no está a la vista. En japonés hay varios modos de decir la misma cosa, así es que cuando uno le pide algo a un dependiente por lo general éste se asegurará de que ha entendido preguntando de otra manera. Muchos extranjeros se aterran en esta etapa, pero el dependiente solo desea ayudar, así es que lo mejor que puede hacer es repetir lentamente lo que desea, y todo irá bien. El comprar recuerdos es relativamente fácil, pues todo está a la vista.
Una noche entretenida
En su última noche puede ser que usted decida ir a ver Kabuki, los antiguos dramas tradicionales del Japón. El programa entero realmente dura unas ocho horas. La manera en que los actores de Kabuki hablan es totalmente diferente del habla corriente, además del hecho de que no hablan el japonés del libro de frases. No se desanime si no entiende. Tampoco lo entienden los japoneses. Su programa le dará todo el argumento en inglés y usted lo podrá seguir.
Los tramoyistas vestidos de negro proveen una interesante diversión. También llevan un velo negro sobre sus caras. Durante la obra entran y salen del escenario como una flecha para cambiar los decorados y entregar accesorios a los actores cuando éstos se necesitan. Los japoneses le dirán que se entiende que el auditorio no debe verlos y por lo tanto no los ven. Se espera que uno tampoco los vea.
Otra diversión más son las preguntas intencionadas que el auditorio hace para interrumpir a los actores. De hecho, esto es un estímulo para los actores. Sin embargo, sería mejor que usted no tratara de intervenir. Es posible que sus esfuerzos no sean entendidos y le pidan que se marche por alborotador. Aunque usted solo haya visto cuatro horas del programa, no olvidará la noche que pasó en el pasado del Japón.
¡Sayonara, Japón!
¿Cómo se sintió cuando llegó a ser el honorable visitante? No podrá negar que todo el mundo fue tanto bondadoso como hospitalario. Ciertamente el Japón es un país de extraños contrastes; lo viejo y lo nuevo están lado a lado, ambos con mucho que ofrecer de interés. Esa visita ensancha su mente. Uno llega a darse cuenta de que sus maneras no son las únicas maneras de hacer las cosas, y se divertió al aprender.