Las bacterias... algunas nocivas, muchas provechosas
MÁS de un médico ha declarado que las reglas para la limpieza que se encuentran en la ley de Moisés presuponen conocimiento de los efectos perjudiciales de las bacterias. Pero no fue sino hasta 1676 que el naturalista holandés Leeuwenhoek estableció la prueba de la existencia de éstas. Con el uso de un microscopio primitivo, fue el primero en ver estos diminutos “animálculos,” como él los llamó. Hasta su día los hombres solo podían especular acerca de la existencia de estos organismos microscópicos.
Que las bacterias no fueran visibles hasta la invención del microscopio se puede apreciar cuando notamos que las bacterias son tan pequeñas que es necesario ampliarlas mil veces antes de poder verlas claramente. ¡De hecho, son tan pequeñas que en una pizca de tierra que uno puede sostener entre los dedos pulgar y anular puede haber hasta 200.000.000 de bacterias!
Las bacterias se hallan en todas partes, en el aire, en el suelo y en el agua. Sin duda esta es una razón por la cual se requirió tanto tiempo para probar la ley de la biogénesis, a saber, que los seres vivos proceden de seres vivos. Antes de los experimentos de Pasteur sobre este tema, se pensaba que las bacterias se generaban espontáneamente.
En la actualidad se considera que las bacterias son plantas. Crecen y se dividen a diversas velocidades. Según la velocidad de división por hora, ¡una bacteria puede convertirse en 16.000.000 en 24 horas! Afortunadamente las condiciones frecuentemente limitan su crecimiento. La mayoría de ellas pueden sobrevivir en temperaturas poco inferiores a la de la ebullición o congelamiento, pero necesitan tener temperaturas más moderadas para continuar creciendo y dividiéndose. Es por eso que el alimento que se guarda en un refrigerador dura más, y se conserva indefinidamente si se mantiene en el congelador.
Diferentes clasificaciones
Las bacterias pueden ser catalogadas según el modo en que el aire las afecta: la aerobia depende del aire, la anaerobia depende de la falta de aire u oxígeno. Por lo general, las bacterias prefieren la oscuridad a la luz.
A las bacterias también se les clasifica según sus formas básicas. Está la clase esférica conocida como “micrococo,” que crece en pares, grupos, o en cadenas. También están las bacterias en forma de bastoncillo, y por lo tanto denominada “bacilo,” un ejemplo del cual es el bacilo del tifus. Todavía otra clase es el “espirilo,” la bacteria de forma de espiral, un ejemplo de la cual es el germen del cólera asiático. Y luego hay una subdivisión de este último, conocida como la “espiroqueta.” El germen que esparce la sífilis es uno de éstos.
Más pequeñas que las bacterias son las rickettsia, llamadas así por su descubridor, H. T. Ricketts. Y mucho más pequeños que hasta las rickettsia son los virus, cuyo nombre proviene de una raíz que significa “veneno.”
Potencial para perjudicar
Desde el tiempo de Pasteur ha habido acalorado debate acerca de cuánto daño pueden hacer las bacterias si el cuerpo está verdaderamente sano, si su salud es óptima. Aunque Pasteur siguió culpando a las bacterias, se informa que en su lecho de muerte dijo: “Bernard [uno de sus principales oponentes] tenía razón. El microbio no es nada, el terreno [el ambiente, el ‘anfitrión,’ el cuerpo] lo es todo.”
Sin embargo lo cierto es que las posibilidades de usar las bacterias en la guerra son tan terribles que más de setenta naciones recientemente renunciaron a su uso y se comprometieron a “‘destruir o desviar a propósitos pacíficos, tan pronto como sea posible pero no más tarde de nueve meses’ . . . todos los agentes biológicos.” Sí, algunos consideran que las armas bacteriológicas son aun más peligrosas que las armas nucleares.—Times de Nueva York del 11 de abril de 1972.
Y de vez en cuando uno lee en los diarios acerca de personas que han muerto por haber comido alimentos enlatados descompuestos por las bacterias, como la botulina y la salmonella. Ese alimento descompuesto es tan tóxico o venenoso que uno ni siquiera debe probarlo para ver si está echado a perder. Por lo general delata su presencia haciendo que el envase de metal se hinche, si es que no lo hace también por el color y el olor del alimento.
Sin embargo, la mayoría de las bacterias son provechosas. De hecho, un científico norteamericano hizo un cálculo y halló que, entre algunos miles de millones de bacterias, hay una proporción de 30.000 bacterias provechosas o inofensivas contra una nociva.
La clase provechosa... en el suelo
Una de las principales maneras en que las bacterias benefician al hombre es por medio de su actividad en el suelo. Apropiadamente se ha dicho que si no fuera por las bacterias toda la vida en la Tierra pronto se detendría. ¿Cómo es eso?
Bueno, tarde o temprano todas las cosas vivientes de la Tierra mueren... por lo menos así ha sucedido hasta ahora. Sin las bacterias que descomponen los cuerpos muertos de los insectos, de los animales y de la humanidad, así como de las plantas muertas, los restos muertos pronto obstruirían la Tierra a tal grado que harían la vida imposible tanto para las plantas como para los animales.
Ciertas bacterias también enriquecen el suelo por medio de tomar el nitrógeno del aire y cambiarlo en compuestos de nitrógeno que las plantas pueden usar... pues las plantas no pueden utilizar el nitrógeno directamente del aire. Estas valiosas bacterias se hallan en pequeños cultivos, o nódulos, en las raíces de las leguminosas, una gran familia de plantas entre las que están el trébol, la alfalfa y el guisante.
Entonces está el hierro, indispensable para el hombre, la bestia y la vida vegetal. Ciertas bacterias del suelo pueden recoger este hierro y hacerlo disponible a las plantas. Las bacterias también desempeñan un papel vital en la utilización del fósforo, otro elemento indispensable para todas las cosas vivas. Las bacterias hacen disponible este elemento no metálico a las plantas.
Apropiadamente se ha declarado que las bacterias son “responsables por la fertilidad de nuestros campos.”
Ayuda de las bacterias en el tratamiento de desperdicios
Las bacterias también desempeñan un importante papel en hacer inofensivas las aguas de albañal de la ciudad. En el llamado tratamiento secundario o de filtro las aguas de albañal son rociadas sobre un lecho compuesto de piedras partidas o grava. Esto provee superficies donde una película de bacterias oxidantes pueden vivir y trabajar en las aguas de albañal. En los estanques que pueden permanecer helados por seis meses al año, las bacterias anaerobias, que no necesitan el oxígeno, hacen el trabajo.
Los restos espesos de las aguas de albañal se conocen como cieno. Las bacterias también sirven para convertir este espeso cieno a un estado relativamente estable que no tiene olor y puede ser usado como fertilizante. En aún otro método, el cieno biológicamente activo, esto es, el cieno que contiene muchas bacterias, junto con oxígeno, es añadido a las aguas de albañal para hacerlas inofensivas.
Bacterias en el cuerpo
Las bacterias abundan en el cuerpo, en la boca y particularmente en los intestinos. De hecho, se dice que en volumen las bacterias en los intestinos exceden al volumen del alimento y los desperdicios a razón de dos a uno. Aunque pueden haber muchas bacterias perjudiciales en los intestinos, siempre que las bacterias provechosas las excedan en número, el cuerpo permanece sano.
De particular provecho al cuerpo son los Lactobacillus, o las bacterias acidophilus. En la actualidad se usan para remediar dolencias menores de los intestinos. Además, se obtienen dos clases de antibióticos de las bacterias que sirven para valiosos propósitos médicos.
De importancia, también, es el papel que las bacterias desempeñan en la digestión de las celulosas en la panza, o el primer estómago de las vacas. El hombre no puede digerir la celulosa, pero las bacterias en la panza de la vaca descomponen el heno y el pasto que come la vaca y de estas celulosas producen ácidos grasos, proteínas y casi todas las vitaminas.
El papel de las bacterias en la fermentación
Hay aún otra manera en la que las bacterias son de provecho al hombre y esto es en el proceso de fermentación. ¿Le gusta el yogur, o la leche cortada, o la cuajada de leche agria? Tiene que agradecérselo a las bacterias. ¿O le gustan los quesos sabrosos y mantecosos, como el limburgués, el azul o el roquefort? ¡Entonces sepa que no solo las bacterias son responsables por estas aromáticas golosinas, sino que al comérselas está devorando bacterias por millones!
¿O le gusta la col fermentada con sus salchichas o cocido con jarretes de cerdo, o de alguna otra manera sabrosa? Bueno, aquí otra vez son las bacterias y, por supuesto, un poco de sal lo que da cuenta del cambio de la col cortada en col fermentada.
¿Y quién hay que no aprecie que un poco de vino es bueno para la digestión, así como para el corazón y los nervios? (1 Tim. 5:23) Bueno, aunque la fermentación del vino se debe principalmente a las levaduras, las bacterias también desempeñan su papel en la confección del vino.
Cada vez más usos
Ahora los investigadores están experimentando para entrenar a las bacterias para que digieran el aceite, a fin de limpiar derrames de aceite. También se usan las bacterias para producir proteínas sintéticas del petróleo. Se habla, también, de desarrollar una célula biológica que suministre luz y energía económica, por medio de alimentar a las bacterias con las aguas de albañal.
Ciertamente parece muy probable que con el transcurso del tiempo las bacterias resultarán ser cada vez menos nocivas y más provechosas.