Lo que los archivos del Canadá revelan ahora
SE CONSIDERA al Canadá como uno de los países más libres del mundo. Sus libertades civiles están protegidas por la ley, y su forma de gobierno es democrática.
Desde hace mucho tiempo el Canadá ha tenido esa reputación entre las naciones del mundo. Pero lo que no es tan bien conocido es que a veces tanto los funcionarios gubernamentales como los ciudadanos corrientes han tenido que luchar para conservarlo de ese modo.
En dos ocasiones en el pasado, hubo controversias que surgieron acerca de la cuestión de la libertad religiosa. Estas tenían que ver con el derecho de los testigos de Jehová a llevar a cabo su obra pacífica como ministros cristianos. El resolver esta cuestión ha resultado en algunas excelentes decisiones constitucionales de parte del Tribunal Supremo del Canadá. Estas han hecho una contribución importante para proteger las libertades que actualmente disfrutan los canadienses.
Pero, ¿quién fue responsable de desafiar los derechos que hoy día se atesoran como parte de las libertades del Canadá? ¿De qué fuente vinieron las presiones que trataron de hacer que se negaran a estos cristianos sus libertades?
Las dos ocasiones fueron en 1918 y 1940, durante tiempos de guerra. Pero, puesto que eso es historia pasada, ¿por qué surge el asunto ahora, en 1973? Porque recientemente los archivos oficiales del gobierno canadiense han sido expuestos a la inspección del público en la Biblioteca de Archivos Pública en la ciudad capital de Ottawa. Ahora, ¡por primera vez se puede obtener de los archivos gubernamentales la verdadera historia de por qué fue desafiada la libertad religiosa!
Clero exige supresión
El primer acto de supresión en contra de los testigos de Jehová (que entonces se llamaban Estudiantes Internacionales de la Biblia) ocurrió para fines de la I Guerra Mundial, en 1918.
En aquel tiempo, el Canada Gazette, una publicación oficial del gobierno, publicó una orden que declaraba ilegal ciertas publicaciones de los testigos de Jehová. Estas eran el libro The Finished Mystery, y ciertos números de The Bible Students Monthly. ¡La sola posesión de esta literatura podía ocasionar una multa de 5.000 dólares y encarcelamiento por cinco años!
Cuando se sugirió que el clero había dado comienzo a esta orden de censura, eso fue negado. Sin embargo, la reciente apertura de los archivos oficiales revela que en ese mismo tiempo, el Censor Jefe Col. Ernest Chambers tenía en sus archivos una carta de la Primera Iglesia Congregacional en Vancouver, Colombia Británica. El autor de la carta era el ministro de la iglesia, “Rev.” A. E. Cooke. El clérigo Cooke había escrito lo siguiente al censor:
“La Asociación Ministerial General de Vancouver me ha dado instrucciones de traer a su atención un asunto que nos parece de considerable importancia pública en este tiempo. Como usted sabe los seguidores del fallecido ‘Pastor’ Russell . . . se llaman a sí mismos ‘Estudiantes Internacionales de la Biblia’ . . .
“¿No sería también bueno prohibir la literatura propagandista de este grupo que se imprime en los Estados Unidos y se envía al Canadá para que esta gente la distribuya?”
El censor jefe, Col. Chambers, contestó por carta. En su carta, que fue marcada “Confidencial,” le dijo al clérigo Cooke:
“Reverendo y estimado Señor: . . . su comunicación expresando las opiniones de un cuerpo tan influencial como La Asociación Ministerial General de Vancouver, resultó muy útil para lograr acción en este muy importante asunto. . . .
“Considero que los ataques enconados hechos en estas publicaciones en contra de las Iglesias de todas las confesiones, sin distinción, son dignos de notarse, aun si las declaraciones incluidas en estos ataques no pueden describirse como ‘militarmente censurables.’”
Así es que estos documentos confidenciales del pasado, ahora finalmente expuestos al examen público, revelan que el clero ciertamente dio comienzo en 1918 a la acción en contra de esta minoría de verdaderamente serios cristianos. A los testigos de Jehová se les negaron libertades porque se atrevieron, como lo hizo Jesucristo, a hablar la Palabra de Dios sin temor, exponiendo la hipocresía del clero.
Pero, ¿por qué estaban tan temerosas las Iglesias de lo que los testigos de Jehová decían acerca de ellas?
Iglesias abandonan a Cristo
Habían abandonado su deber de predicar la Palabra de Dios y de seguir al Príncipe de Paz, Jesucristo. En cambio, el clero en todos los países se dedicó con todos sus recursos al servicio del dios de la guerra. Trataron de pintar la I Guerra Mundial como una guerra “santa” en vez de lo que fue, una lucha brutal por la dominación política del mundo.
La actitud de atizador bélico que el clero adoptó contristó a muchas personas pensadoras. Se dieron cuenta de que promover la guerra no era la ocupación apropiada de los que afirmaban ser representantes del Príncipe de Paz. En octubre de 1914, después del estallido de la guerra, el rabí Wise de Nueva York hizo este comentario acerca del proceder que las Iglesias habían adoptado:
“El que las Iglesias y sinagogas no hayan mantenido su liderazgo sobre la gente fue la causa de la actual guerra. Han entronizado un diablo de guerra en el lugar de Dios. Se contentan meramente con ser un instrumento de la organización social y con defender a sus países y gobernantes, justos o injustos.”
Un bien conocido canadiense que objetó a lo que las Iglesias estaban haciendo fue J. S. Woodsworth. Él era un ministro metodista ordenado, y más tarde llegó a ser miembro del Parlamento. En una carta a su esposa, Lucy, publicada más tarde en su biografía relató acerca de su asistencia a un servicio religioso un domingo por la noche en Montreal en octubre de 1915:
“Por la noche fui a la iglesia metodista St. James a una reunión de reclutamiento. Verdaderamente, Lucy, si por principio no estuviera opuesto a los métodos espectaculares, me hubiera levantado y denunciado toda la reunión como una perversión —una condenable perversión, si te parece— de las enseñanzas de Jesús, y una profanación del día y de la casa santificados para la Adoración Divina. . . .
“El colmo llegó cuando el pastor con un apasionado llamado declaró que cualquier joven que podía ir [a la guerra] y no iba no era ni cristiano ni patriota. ¡No! El colmo fue el anuncio de que los sargentos de reclutamiento se encontraban a las puertas de la iglesia y que cualquier hombre de espíritu —cualquier amador de su país— cualquier seguidor de Jesús... ¡debería hacer su decisión en aquel mismo instante!”
Woodsworth para concluir le dijo a su esposa: “Sentí que quería hacer algo desesperado —renunciar a concurrir a la iglesia— repudiar mi relación con la Iglesia.” Más tarde, en 1918, ¡hizo precisamente eso! Renunció a la Iglesia, declarando:
“Para mí, las enseñanzas y el espíritu de Jesús son absolutamente irreconciliables con el defender la guerra. . . . Las iglesias han sido convertidas en agencias muy eficaces de reclutamiento. Parece que el buen éxito de un ministro se juzga según el número de reclutados en su iglesia en vez de por el número de conversos.”
Cuando concluyó la I Guerra Mundial, ¡la misma Iglesia Metodista (para entonces conocida como la Iglesia Unida) confesó públicamente que su proceder durante la guerra no había sido cristiano! En febrero de 1924, su periódico oficial, The Christian Guardian, declaró:
“Seguramente en todo el mundo no queda un hombre inteligente y civilizado que piense que hay alguna virtud o bondad o gracia salvadora en la guerra. Y la mayoría de nosotros hemos sido arrastrados mucho más allá de esa posición negativa a la muy positiva e ineludible creencia de que la guerra es, para nuestro día y tiempo, un crimen horrendo, totalmente anticristiano e imperdonable.
“Y puesto que no pensábamos completamente de esa manera hace solo unos pocos años, algunos de nosotros —muchos de nosotros— estamos dispuestos a reconocer nuestra culpa con verdadera humildad, y buscar el perdón por nuestra ignorancia y falta del Espíritu de nuestro Maestro.”
La posición de los Testigos de Jehová
Sin embargo, ¿qué posición habían adoptado los testigos de Jehová en esta cuestión? No después del fin de la guerra, cuando sería fácil hacer una profesión de paz, sino en un tiempo cuando requería valor hablar claro, los testigos de Jehová hicieron conocer públicamente la verdad acerca del asunto.
Por ejemplo, note lo que The Bible Students Monthly, publicado por los testigos de Jehová, dijo en septiembre de 1917:
“El clero se ha puesto de parte de los reyes y ha dicho, en sustancia: ‘Adelante con su obra de destrucción; Dios está con ustedes, y nosotros rogaremos por Sus bendiciones sobre sus ejércitos.’ En Alemania el clero ora a Dios para que Él bendiga a sus ejércitos y les permita destruir a los ingleses; en la Gran Bretaña el clero ora a Dios por una bendición sobre los ejércitos ingleses, para que puedan exterminar a los alemanes de la superficie de la Tierra. ¿A cuál clase de clero escucha Él? . . .
“Las Escrituras señalan que tanto los reyes como el clero son responsables de esta guerra, pero que el clero es todavía más censurable, porque era el deber de éstos conocer el Plan de Dios y decírselo a la gente. Pero han rehusado aprenderlo y no se lo han dicho a otros.”
Fue este derrotero de los testigos de Jehová, que francamente dieron a conocer la verdad, lo que era intolerable para el clero. Así es que el clero trató de extirpar la verdad. Pero, ¿tuvieron buen éxito?
EL CLERO DEL CANADÁ NO PUEDE DETENER ESPARCIMIENTO DE VERDAD
El esfuerzo del clero del Canadá para detener la corriente de la verdad fue tan fútil como tratar de detener las olas del mar. Es verdad, hallaron fácil el lograr que se declarara ilegal cierta literatura de los testigos de Jehová. Pero el tratar de impedir el esparcimiento de la verdad fue otro asunto.
Entre otras cosas, la publicidad que se dio en la prensa canadiense a esta controversia ayudó a esparcir el mensaje, en vez de detenerlo. El censor de la prensa de la parte occidental del Canadá, J. F. B. Livesay, escribió con respecto a la proscripción:
“Actualmente esta propaganda está obteniendo más publicidad gratis en los diarios canadienses de lo que podría lograrse por la más despilfarrante efusión de dinero en las secciones de publicidad.”
Además, un periódico occidental, The Chinook, recalcó en un artículo de fondo acerca de la proscripción del libro The Finished Mystery:
“Cuando el gobierno canadiense proscribió este libro, le dio una gran publicidad, y despertó la curiosidad de la gente en cuanto a su contenido. Como resultado de las acciones del gobierno, es muy probable que la tirada del libro aumente en miles de ejemplares extras y que se hagan cientos de nuevos conversos a los Estudiantes Internacionales de la Biblia. . . .
“Los ministros regulares invocaron condenaciones de toda clase sobre la cabeza de Russell [primer presidente de la Sociedad Watch Tower] y el resultado fue que miembros inquisitivos de la Iglesia obtuvieron alguna de la literatura de Russell, les gustó, y se unieron al movimiento. Ahora que el gobierno canadiense está persiguiendo a los russelistas, uno puede esperar el rápido esparcimiento del movimiento.”
Se producen otras publicaciones
Además, aunque algunas publicaciones de los Testigos habían sido declaradas ilegales, esto no les impidió producir otras. Una publicación que se presentó, intitulada The Morning Messenger (El Mensajero de la Mañana) fue sometida para aprobación al censor de la prensa del gobierno occidental en Winnipeg, J. F. B. Livesay. Él la aprobó, puesto que solamente trataba con tópicos religiosos.
Esta publicación entonces fue impresa y enviada a diferentes centros por todo el Canadá. El 10 de junio de 1918, los testigos de Jehová le dieron una rápida y extensa distribución en cada ciudad, todo durante el mismo día.
Aunque esta publicación no discutió asuntos pertenecientes al gobierno, criticó a las Iglesias. Como era de esperarse, el clero reaccionó violentamente.
Pero, ¿por qué había aprobado The Morning Messenger el Sr. Livesay? Él lo explicó en una carta que le escribió al censor jefe:
“Leí toda la publicación muy cuidadosamente . . . y como no tenía nada que ver . . . con la prosecución de la guerra, no pude ver que se le pudiera prohibir sobre la base de que era un ataque a la religión, pues, a mi parecer, eso no es asunto de la Censura de la Prensa.”
El censor jefe, el mismo Col. Chambers, dijo: “En cuanto al asunto mismo, es cierto, no hay nada en él antibritánico, antialiados o pacifista.”
Por lo tanto, los archivos gubernamentales ahora expuestos al público en Ottawa hacen abundamente claro que las publicaciones religiosas en cuestión no eran “asunto de la Censura de la Prensa.” También está claro que el censor jefe se apartó de la actividad específica de su cargo debido a la interferencia del clero en el gobierno.
Fracasan los procesos
El tratar de detener la corriente de la verdad resultó ser muy frustrante para el clero. Cuando se hicieron esfuerzos para procesar a los Testigos por tener en su posesión literatura proscrita, ¡el censor jefe frecuentemente no conseguía que los tribunales lo tomaran en serio! Él informó sus problemas al secretario de estado del Canadá:
“Muchos de estos individuos son personas pacíficas que viven vidas limpias y por lo general con buena reputación por honradez, etc., en las comunidades en las que viven....
“La acción de algunos magistrados en Manitoba de desechar tan livianamente casos claros en contra de estas personas ha hecho, según las declaraciones que me han hecho oficiales militares, un hazmerreír de la censura bélica.”
¡Imagínese el tratar de encarcelar “personas pacíficas que viven vidas limpias . . . con buena reputación por honradez”! ¡Qué culpa tiene el clero por presionar a un funcionario para marcar a cristianos decentes y honorables como criminales y por tratar de enviarlos a la cárcel! El rey Salomón de tiempos antiguos, un administrador de gran habilidad, tiene unas palabras para el clero. Dijo:
“Cualquiera que pronuncia justo al inicuo y cualquiera que pronuncia inicuo al justo... aun ambos son cosa detestable a Jehová.”—Pro. 17:15.
Los archivos oficiales del Canadá también revelan que la conspiración del clero en contra de los Testigos no se detuvo con la censura y los procesos. También se envió una espía a sus servicios religiosos. Su nombre era Sra. Jeckel. ¿Qué halló ella? ¿Alguna grave conspiración para derrocar el gobierno? El informe de su espionaje de los servicios cristianos de estos verdaderos adoradores declara lo siguiente:
“Oí que han planeado algo que sucederá en la Pascua, hablan de esto en sus reuniones, pero no he podido averiguar lo que es, porque, en sus reuniones hablan en lenguaje simbólico.”
Hasta los niños saben que en las iglesias de la cristiandad ‘se planea algo para la Pascua.’ Aunque los testigos de Jehová no conmemoran una celebración pascual, sí conmemoran la muerte de Jesucristo, usando los emblemas de pan y vino, que en “lenguaje simbólico” representan el cuerpo y la sangre de Cristo. ¿Qué clase de mentalidad trataría de ver una conspiración siniestra en una práctica bíblica universalmente reconocida?
La respuesta cristiana
Mientras se estaban ejerciendo todas las presiones en contra de los testigos de Jehová, ellos hicieron protestas desde su central mundial ubicada en Brooklyn, Nueva York. Se envió una carta abierta al secretario de estado del Canadá. Esta carta, que también se encuentra en los archivos oficiales, decía en parte:
“Actualmente usted está muy ocupado con sus asuntos oficiales para dar una lectura cuidadosa a estas publicaciones y ha dependido de otra persona para que le informe de su contenido. Sea que lo sepa o no, cierta clase de clérigos del Canadá son los hombres que están conduciendo esta campaña de calumnia y libelo en contra de las susodichas publicaciones. . . .
“Cuando Jesús fue injustamente acusado ante Pilato, ese gobernante no creyó que Jesús era culpable, pero fue influenciado en su acción de condenarlo por el clero de su día. Hasta cierto grado la historia se está repitiendo. . . .
“La gran mayoría del clero, imbuido con el deseo de popularidad y la aprobación de los hombres, aparentemente han descuidado completamente los deberes de la elevada función que han asumido. En vez de ayudar en el trabajo de esclarecer apropiadamente a la gente con respecto a las enseñanzas de la Biblia le están colocando más grilletes a la humanidad y continúan manteniéndola en ignorancia.”
Unas pocas semanas más tarde se escribió otra carta de la central mundial de los testigos de Jehová. Esta fue enviada al censor jefe. Le señaló la injusticia de condenar publicaciones sin observar el elemental derecho de conceder una audiencia al acusado. La carta declaraba:
“En justicia, antes de poner bajo proscripción una publicación dedicada enteramente a la discusión de cuestiones de la Biblia debería notificarse a las personas responsables de su publicación y tener una audiencia, y permitirles traer a la atención de los funcionarios gubernamentales el verdadero motivo que las respalda.”
Esta carta demostró la verdadera actitud cristiana de total confianza en el Gran Juez, Jehová Dios, porque también dijo:
“Humildemente traemos el mensaje que el Señor ha provisto en Su Palabra, y llamamos la atención de la gente a él; y si a los que están en el poder les parece apropiado excluirlo de la gente, deben cargar con la responsabilidad, y esta responsabilidad es a Dios, no al hombre. Y Dios, en Su perfecta sabiduría, tratará con ellos según Su propia buena manera.”
Los cristianos victoriosos
La historia muestra cómo la cuestión se resolvió finalmente. Después que la guerra terminó en noviembre de 1918, se levantó la proscripción en contra de estos cristianos, para desmayo del clero. Oficiales del gobierno canadiense que valoraron la libertad y conscientemente trabajaron para preservarla para todos los canadienses, incluso las minorías religiosas, revocaron la intromisión de los del clero en los asuntos religiosos.
La opinión de los testigos de Jehová de que “Dios, en Su perfecta sabiduría, tratará con ellos según Su propia buena manera” fue ampliamente justificada. Con renovada libertad para predicar, la obra de los testigos de Jehová se esparció rápidamente en el Canadá después de ese tiempo. Su firme posición a favor de los principios bíblicos llegó a ser proverbial en el país, ganando el respeto de muchos ciudadanos pensadores, entre éstos, funcionarios gubernamentales. Su ministerio público que anuncia el reino de Dios como la única esperanza del hombre trajo grandes bendiciones y resultó en que muchos otros canadienses se unieran a ellos en su obra.
Esta prosperidad y actividad espiritual comenzó a ser notada en contraste con la condición del clero y las Iglesias. Las Iglesias otra vez buscaron medios para hacer suprimir a los Testigos. Los archivos en Ottawa ponen al descubierto su papel. Exactamente, ¿qué pasó entonces?
LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ PROSCRITOS
El verano de 1940 fue un tiempo sombrío para las naciones occidentales que apoyaban la causa de los Aliados en la II Guerra Mundial. Los ejércitos de Hitler habían invadido la mayor parte de Europa. Francia cayó en cuestión de semanas.
El colapso del poder de los Aliados en Europa envió oleadas de sobresalto por todo el Canadá. La excitación, el temor y la sospecha se apoderaron de la gente.
En esta atmósfera de tensión el Ministro de Justicia canadiense Ernest Lapointe, un católico romano de la ciudad de Quebec, se levantó en la Cámara de los Comunes el 4 de julio de 1940, para anunciar:
“Deseo presentar ante la cámara una ordenanza del consejo declarando ilegal a la organización conocida como Testigos de Jehová.”
Comienza ola de persecución
La proscripción inmediatamente inició una ola de persecución en contra de estos cristianos inocentes. Al mismísimo día siguiente la policía montada comenzó a allanar sus hogares privados y sus salones. ¡Los testigos de Jehová fueron arrestados y encarcelados por meramente tener en su poder literatura bíblica que había sido parte de sus bibliotecas personales por muchos años!
En algunas zonas la persecución se convirtió en una verdadera cacería de brujas. Una reunión para celebrar la Cena del Señor (lo que las Iglesias llaman “santa comunión”) fue interrumpida en la ciudad de Quebec. Los niños fueron expulsados de las escuelas y arrebatados de sus padres temerosos de Dios. Muchos Testigos fueron procesados y encarcelados.
Pero en toda esta persecución, estos cristianos no fueron acusados de ninguna maldad. ¡Fueron castigados simplemente por ser testigos de Jehová!
John Diefenbaker, un miembro del parlamento de Saskatchewan, trajo esto a la atención de la Cámara de los Comunes, diciendo lo siguiente:
“Creo que ha habido unos quinientos procesos de Testigos de Jehová, ninguno de los cuales tuvo que ver con actividades subversivas, siendo toda su ofensa el pertenecer, a una organización proscrita bajo las ordenanzas de defensa del Canadá.”
La proscripción hizo surgir mucha crítica amarga de parte del público. Era obvio para muchos ciudadanos canadienses, incluso encumbrados funcionarios gubernamentales, que la maligna campaña en contra de estos humildes cristianos era totalmente injusta. Angus MacInnis, miembro del Parlamento de Vancouver, le dijo a la Cámara:
“Deseo decir con toda la sinceridad que poseo que los procesos y la persecución de los Testigos de Jehová bajo las ordenanzas de defensa del Canadá son una vergüenza permanente para este país, para el Departamento de Justicia y el pueblo canadiense.
“Tengo entre mis archivos una carta que informa un incidente ocurrido en Montreal en una reunión religiosa donde esta gente se había reunido con el propósito de realizar el rito de la santa comunión. El lugar fue allanado por diez miembros de la policía montada. . . .
“Supónganse que tal cosa hubiera ocurrido cuando la Iglesia Católica Romana estaba efectuando una celebración en las calles de Ottawa no hace mucho. ¡Cómo hubiéramos hecho resonar [los cielos] con nuestras protestas!
“Cualquier derecho que se concede a cualquier organización religiosa en el país, debe concederse a todas; de otra manera no tenemos libertad religiosa en el Canadá. No sé; no puedo entender, por qué debe existir esta continua persecución de los Testigos de Jehová.”
Otro miembro del Parlamento, el Sr. A. W. Neill de la Colombia Británica, también habló de su propio conocimiento de los testigos de Jehová:
“Conozco a muchas de estas personas, no vivo lejos de ellos, y no he sabido de ninguna deslealtad entre ellos, ni sé de nadie que haya tenido alguna acusación de esa clase en contra de los Testigos de Jehová. El caso es que tienen peculiares creencias religiosas con las que no estoy de acuerdo, pero eso no los hace perjudiciales o subversivos. . . .
“Hasta donde va mi considerable conocimiento de esta gente, puedo decir que hay varios de ellos en el distrito que represento y que son personas decentes y respetables. Lo que sus creencias religiosas puedan ser, es algo que no viene al caso.”
A pesar de los esfuerzos de aplastar a los testigos de Jehová, ellos continuaron desempeñando el ministerio que Dios les ha dado. Privados de la literatura bíblica, predicaron de casa en casa usando la Biblia, leyendo textos para consolar a la gente con la grandiosa esperanza del nuevo orden de Dios. Continuaron celebrando reuniones, pero en hogares particulares en vez de en salones públicos.
Además, a pesar de la opresión, los arrestos y los abusos, muchas personas pensadoras por todo el Canadá pudieron darse cuenta de la falsedad de la oposición. Vieron que éstos eran fieles cristianos que se mantenían firmes a favor de las leyes de Dios. Como resultado, ¡la cantidad de testigos de Jehová en el Canadá aumentó más rápidamente que antes!
El Comité del gobierno habla francamente
La proscripción había sido impuesta por el Ministro de Justicia católico romano, Lapointe, de la manera más arbitraria. A los Testigos no se les dio ningún aviso, audiencia u oportunidad de defenderse.
Lapointe actuó como fiscal acusador, juez y jurado. Aunque se había asignado a un comité de Miembros del Parlamento para recomendar cambios en las Ordenanzas de Defensa del Canadá, Lapointe pasó por alto al comité e hizo que la proscripción se impusiera el 4 de julio de 1940.
Pero en 1942 un Comité Selecto de la Cámara de los Comunes celebró audiencias para revisar lo que se estaba haciendo bajo las Ordenanzas de Defensa del Canadá. El 23 de julio de 1942, después de una audiencia imparcial, el Comité recomendó unánimemente quitar la proscripción. A continuación incluimos algunos comentarios del Comité tomados directamente de los debates oficiales en la Cámara de los Comunes del Canadá:
“El Departamento de Justicia no presentó ante el comité ninguna evidencia que indicara que en algún tiempo los Testigos de Jehová debían haber sido declarados una organización ilegal.”
“Es una vergüenza para el Dominio del Canadá que la gente sea procesada por sus convicciones religiosas en la manera en que esta pobre gente ha sido procesada.”
La demora aumenta el enojo
La recomendación unánime se hizo al gobierno canadiense en julio de 1942. ¡Pero el ministro de justicia la pasó por alto!
Es cierto que para entonces el departamento tenía un nuevo ministro de justicia, Louis S. St. Laurent. Él había ingresado al departamento con anterioridad, en diciembre de 1941. Pero St. Laurent también era un católico romano, de la ciudad de Quebec. ¡Y él inflexiblemente rehusó quitar la proscripción!
Los miembros del Comité Selecto cuyas recomendaciones estaban siendo pasadas por alto se irritaron. Protestaron fuertemente cuando el asunto volvió a presentarse para debate en la Cámara. El registro tiene la siguiente declaración del miembro del Parlamento Angus MacInnis:
“Este hecho todavía permanece; es decir, que no se ha puesto ninguna evidencia delante de este comité que justifique el que los Testigos de Jehová sean declarados una organización ilegal. En mi opinión está claro, que lo que mantiene la proscripción es mero prejuicio religioso.”
El Sr. Victor Quelch, un miembro del Parlamento de Acadia, agregó sus observaciones:
“Esto hace que uno se pregunte si la acción en contra de los Testigos de Jehová se deba mayormente a la actitud de éstos para con los católicos romanos, en vez de que su actitud sea de una naturaleza subversiva....
“Esa pregunta se está haciendo por todo este país. Me lo preguntan desde un extremo al otro del Canadá.”
Estos comentarios se estaban acercando a la verdad. Y pronto se formó una base para una oleada de acusaciones. Estas acusaciones fueron al efecto de que los testigos de Jehová estaban siendo perseguidos por demanda de la Iglesia Católica Romana.
La máscara se estaba desgastando. Pero la Iglesia no podía permitir que su intromisión política saliera al descubierto. Así es que el Ministro de Justicia St. Laurent sintió que tenía que hacer algo para encubrir el asunto. Por lo tanto, el 14 de octubre de 1943, ¡en lo más fuerte de la II Guerra Mundial, se quitó la proscripción!
Semejante cambio de posición en ese crucial período de la historia fue verdaderamente asombroso. Fue realmente una admisión de que no había ninguna base para todas las medidas que se habían tomado contra los Testigos.
Pero, ¿ocultaría el quitar la proscripción la verdad de lo que realmente pasó detrás del escenario? No, no la ocultaría.
Ahora, la apertura de los archivos oficiales del Canadá revela lo que realmente sucedió. ¿Y cuál fue la verdadera razón para toda la persecución?
SALE A LUZ LA VERDADERA RAZÓN
¿Cuál fue la verdadera razón para la persecución de los testigos de Jehová en el Canadá durante la II Guerra Mundial? ¿Qué estaba sucediendo en realidad en el fondo? ¿Por qué pusieron al gobierno en una condición tan embarazosa los dos ministros de justicia?
Se recordará que ambos ministros de justicia, Ernest Lapointe y Louis St. Laurent, eran católicos romanos procedentes de la ciudad de Quebec. Un bien conocido autor canadiense, Hugh MacLennan, declaró acerca del poder en Quebec:
“El verdadero poder no estaba en la asamblea legislativa sino en la Iglesia Católica.”
El hombre que verdaderamente podía dictar la política era el cardenal católico romano Rodrigue Villeneuve. Cuando Ernest Lapointe llegó a ser el ministro de justicia del Canadá, la gente que estaba al tanto de las cosas reconoció que ante todo él era un representante de la Iglesia Católica.
Archivos del gobierno revelan la verdad
Los archivos del gobierno, que ahora se han hecho públicos, revelan la verdad. Muestran que aun antes que empezara la guerra, las organizaciones católicas estaban acribillando a Lapointe con demandas para que detuviera a los testigos de Jehová. La guerra proveyó un camuflaje conveniente detrás del cual el ministro de justicia esperó esconder las intrigas de la Iglesia Católica Romana.
Se alcanzó el punto clave cuando la siguiente carta, en francés, fue enviada del palacio del cardenal al secretario particular de Lapointe. Se escribió el 27 de junio de 1940, por Paul Bernier canciller de la archidiócesis de Quebec:
“Estimado Señor:
“Su Eminencia el Cardenal se complacería si usted llamara a la atención del Muy Honorable Sr. Ernest Lapointe, Ministro de Justicia, el adjunto principal editorial de Quebec, con respecto a las publicaciones de la Watch Tower o Testigos de Jehová.
“Ciertos libros y panfletos que otra vez han sido dirigidos por correo recientemente, y en particular la revista Consolation, están entre las cosas más desmoralizadoras y destructivas de la fortaleza espiritual del país.
“Agradeciéndole por adelantado, estimado Señor, por su bondadosa atención a esta carta, quedo,
Muy sinceramente suyo,
Paul Bernier, Canciller”
El “principal editorial” que la oficina del cardenal adjuntó con su carta era del periódico L’Action Catholique. Este periódico era la voz oficial de la jerarquía de Quebec. El editorial declaraba:
“Mucho se dice acerca del sabotaje.
“Con buena razón se mantiene una cuidadosa vigilancia sobre los que pudieran hacer volar barcos en construcción, trabajos explosivos, etc., etc. Pero hay agentes de sabotaje aun más peligrosos; son las personas que preparan la mente y el corazón para la actividad subversiva por medio de sembrar ideas revolucionarias y enardecer sentimientos de revueltas.
“Entre estos enemigos públicos, no hay ninguno que sea más hipócrita y más dañino que los Testigos de Jehová y sus agentes.
“En cualquier momento del día, en una parroquia u otra, en el campo o en la ciudad, esta peligrosa secta reparte sus folletos venenosos . . .
“Cualquiera que sea el caso, declaramos sin vacilación que las autoridades deberían hacer más para proteger al público en este dominio.”
Este editorial, y la carta que lo acompañaba enviados al secretario particular de Lapointe, en realidad eran una demanda del cardenal para que Lapointe hiciera que los testigos de Jehová fueran declarados ilegales. Lapointe sabía que su poder dependía del cardenal. Por lo tanto fue pronto en responder.
Respuesta pronta
El próximo elemento en este drama de secreto e intriga es la siguiente carta enviada al palacio del cardenal una semana más tarde, el 4 de julio de 1940. Era del secretario particular del ministro de justicia, Lapointe. Dirigida al canciller, Paul Bernier, decía:
“Sr. Canciller:
“Al recibir su carta del 27 de junio, me ocupé de cumplir el deseo de su Eminencia el Cardenal de dirigir la atención del Ministro a su pedido y al editorial publicado por L’Action Catholique con referencia a la Watch Tower, los Testigos de Jehová y Consolation.
“El Sr. Lapointe me ha dado permiso para hacerle saber por teléfono la información confidencial de que la mencionada organización de los Testigos de Jehová será declarada ilegal a partir de hoy día, con el pedido de que Su Eminencia, el Cardenal, sea informado de esto.
“Esta carta es para confirmar lo que acabo de decirle por teléfono.
“Entiendo que Su Eminencia el Cardenal será debidamente informado de la orden del departamento con respecto a los Testigos de Jehová.
“Sírvase aceptar, Sr. Canciller, mis expresiones de gracias y mis más cálidos saludos.”
Esta carta estaba firmada por el secretario particular de Lapointe. ¡Así es que desde la demanda del cardenal, se requirió solamente siete días para hacer imponer la proscripción sobre los testigos de Jehová!
Así es que, de los propios archivos oficiales del gobierno, se revela ahora la verdad. La proscripción en contra de los testigos de Jehová fue maniobrada directamente desde el palacio del cardenal católico romano en la ciudad de Quebec.
¡Qué vergonzoso registro se hizo el clero en este asunto! Hubo acusaciones falsas de enemigos religiosos, archivos secretos, influencias ocultas, ninguna oportunidad de contestar, y decretos arbitrarios designados para destruir la libertad de adoración a Dios. ¡Esas fueron todas las odiosas e inicuas prácticas de la infame Inquisición que usó en tiempos modernos la Jerarquía Católica Romana en el Canadá para perjudicar a la gente inocente que se atrevió a proclamar las verdades de la Palabra de Dios!
¿Qué puede aprenderse?
Toda la susodicha información, revelada ahora de los propios archivos del Canadá, muestra cómo puede ocurrir la persecución de gente completamente inocente. Ningún gobierno que está consciente de su obligación básica de hacer justicia querrá ser responsable por obrar de ese modo injusto bajo el manto de la ley. La injusticia para con una minoría desacredita tanto a la ley como al gobierno.
Es para el crédito de los hombres patrióticos en el Parlamento que se percataron del error y terminaron el abuso del poder oficial. La firmeza de los que hablaron francamente a favor de la justicia se debe encomiar. Lamentablemente, llegó demasiado tarde para evitar muchas de las vergonzosas injusticias que resultaron de la proscripción.
Estos acontecimientos señalan al hecho de que no es la función del gobierno humano elegir entre las religiones. La fe no puede ser legislada o decretada. Por lo tanto, cuando los funcionarios públicos se sienten presionados para interferir con la libertad de adoración, deben ejercer reserva. Deben adoptar el espíritu del filósofo Juez Holmes, quien dijo: “La mejor prueba de la verdad es el poder de la idea de conseguir su aceptación en la competencia del mercado.”
Eso es parecido a la sabiduría que contiene el consejo de un juez muy anterior, Gamaliel, que escuchó las acusaciones en contra de los apóstoles de Jesucristo. Gamaliel le dijo a los miembros asociados del tribunal:
“No se metan con estos hombres, sino déjenlos; (porque si este proyecto o esta obra proviene de hombres, será derribada; pero si proviene de Dios, no podrán derribarlos;) de otro modo, quizás sean ustedes hallados luchadores realmente contra Dios.”—Hech. 5:38, 39.
Y eso es precisamente lo que ha pasado en el Canadá... los guías eclesiásticos ciertamente lucharon en contra de una obra que Dios ha comisionado, y, por lo tanto, contra Dios. Cualquiera que lucha contra Dios tiene que perder. Se puede ver prueba de esto en el hecho de que en la actualidad las Iglesias en el Canadá, especialmente la Iglesia Católica Romana, están en una condición de rápida mengua. Los sacerdotes, las monjas, los ministros, los estudiantes de seminario y la gente corriente por igual están abandonando las Iglesias en grandes cantidades. Vez tras vez los guías eclesiásticos se lamentan y gimen debido a la deterioración que se está efectuando. Expresan profunda preocupación acerca de que las Iglesias y el clero, quizás antes de mucho lleguen a desaparecer.
La pregunta que ahora confrontan muchos canadienses es ésta: ¿Continuarán apoyando a estas religiones y así sancionando sus crímenes en contra de la libertad, sí, en contra de la gente que está tratando de hacer la voluntad de Dios? Una gran cantidad de gente quiere estar libre de esa culpa.
¡En la actualidad la obra de los testigos de Jehová en el Canadá prospera como nunca antes! Nunca antes habían tenido tanta gente reunida con ellos en sus reuniones. ¿Por qué? Porque han llegado a ser bien conocidos como gente que verdaderamente estudia y enseña lo que está en la Biblia y sinceramente aplican los principios de ésta en sus vidas.