No todas las “gangas” son verdaderas gangas
“CÓMPRENOS una casa nueva y obtenga un automóvil gratis.” Así decía el anuncio del corredor de fincas. Pero cuando lo visitó un agente del “Better Business Bureau” y dijo que no estaba interesado en el automóvil, el vendedor le ofreció la casa con una rebaja de 2.100 dólares. Así es que, ¿era gratis el automóvil? No, su costo estaba agregado al precio de la nueva casa. El que compraba una casa nueva pensando que obtenía una ganga debido al automóvil “gratis” solo estaba siendo engañado.
Para el comprador una “ganga” es algo cuyo valor excede considerablemente su costo. Las amas de casa son excelentes buscadoras de gangas y esto es muy correcto, puesto que tienen la obligación de hacer que los ingresos de sus esposos rindan tanto como sea posible. Pero al buscar gangas aplica el antiguo adagio: “Cuídese, comprador.” Y eso por dos razones. No solo se corre el riesgo de que se aprovechen de uno, sino que a menos que uno se cuide del propio deseo de obtener una ganga o “algo por nada” es posible que uno haga compras imprudentes.
Típicas prácticas engañosas
El atraer a los compradores ofreciéndoles algo “gratis” mientras que en realidad inflan el precio es una práctica muy esparcida. Frecuentemente lo hacen los negocios de muebles. Así es que un negocio ofrecía una máquina de coser gratis con un “moderno sofá-cama de espuma de nilón” por 130 dólares, pero algunos meses más tarde anunciaba el sofá-cama solo, por 38 dólares.
Otra trampa de la que tienen que cuidarse los buscadores de gangas es la oferta de artículos a precios de “al por mayor.” Naturalmente, eso debería significar un ahorro considerable, porque elimina la ganancia del minorista. Pero el anunciar precios “al por mayor” frecuentemente es solo un ardid, una treta o un atractivo para atraer a los compradores al negocio. Así es que sería prudente ir de tiendas y llegar a familiarizarse con los precios y los valores, no sea que el pretendido precio “al por mayor” sea en realidad mayor que el acostumbrado precio de venta al por menor.
“La etiqueta ficticia” es otro artificio que se usa para engañar a los clientes, haciéndoles pensar que están obteniendo gangas cuando en realidad no lo están. Ciertos fabricantes de buena reputación estampan en sus envolturas el precio de venta al por menor que ellos sugieren. Pero otros estampan precios muy por encima del verdadero valor para que el vendedor tenga un buen argumento: ‘Ve, el precio corriente de este reloj es de 50 dólares, pero se lo dejamos en 25.’ De hecho quizás solamente valga 20 dólares.
Además, la descripción puede ser engañosa. Una vez un joyero anunció un solitario “perfecto” de un quilate por 500 dólares. Esto verdaderamente hubiera sido una ganga. Pero la investigación mostró que el diamante, lejos de ser perfecto, estaba lleno de imperfecciones. Se notificó a una agencia gubernamental y se le ordenó al joyero que dejara de anunciar esos diamantes como perfectos. La prudencia indicaría que al comprar cosas como un diamante o un reloj uno debería tener alguna base para confiar en el vendedor.
Uno también debería ejercer gran cuidado al firmar por el pago de un artículo. Asegúrese de que el contrato declara todos los términos del acuerdo. Frecuentemente el vendedor hace promesas o establece condiciones que no se incluyen en el contrato. Todas esas declaraciones tienen valor dudoso, y cuando un hombre compra sobre la base de esas declaraciones quizás resulte que la ganga que creía que iba a obtener no era ninguna ganga. Lea cuidadosamente toda la escritura en letras pequeñas para que entienda completamente a lo que se está comprometiendo. Recuerde, una firma es una obligación legal, ¡la promesa de un vendedor no lo es!
Es comprensible que, siendo la naturaleza humana lo que es, el vendedor siempre tenga la tentación de alabar su artículo más de lo que éste merece. O puede que deliberadamente esté tratando de aprovecharse del comprador, especialmente si el comprador no parece tener mucho mundo. Por lo tanto, según lo expresó un periódico para compradores, el comprador prudente “separa los hechos de la charlatanería del vendedor.” En los números del Consumer Reports aparecen con regularidad ejemplos de comerciantes que ceden a la tentación de exagerar su caso o de falsear su producto, y de las medidas gubernamentales en contra de ellos.
Esto no significa que todas las industrias y los comercios están llenos de prácticas fraudulentas. Muchos comerciantes se suscriben al principio de que “la honradez es la mejor norma.” ¡Pero a menudo tal parece que no es la mejor norma! Es por eso que los “Better Business Bureaus” tienen tanto trabajo, que las revistas para consumidores tienen una tirada tan grande y es por eso que ‘los consejeros de los consumidores’ han llegado a ser instituciones populares.
Pero podría ser su culpa
Un policía de Nueva York en una ocasión comentó que las personas que han sido defraudadas por algún vendedor poco escrupuloso rara vez denuncian el asunto a la policía porque la transacción los expondría como incautos o hasta como personas dispuestas a ser cómplices de un trato dudoso. Así es que si uno quiere obtener una verdadera ganga no solo tiene que vigilar al otro individuo, el vendedor, sino también a uno mismo, el comprador. Es fácil de ceder a la emoción cuando lo adula un vendedor, o cuando parece que le ofrece una ganga inaudita. El propio interés puede fácilmente cegar el discernimiento de uno o torcer su juicio. Es natural que uno se enorgullezca de obtener una ganga, lo cual nos recuerda de un antiguo proverbio inspirado: “‘¡Una mala ganga!’ dice el comprador al vendedor, pero al marcharse se jacta de ella.”—Pro. 20:14, New English Bible.
Obviamente una “ganga” no es una verdadera ganga si el precio más bajo representa un sacrificio de la calidad. En Nueva York una persona puede comprar medio galón (2 litros) de helado con la garantía de que contiene solamente productos naturales tales como fruta, azúcar, leche y crema, por 1,59 dólares. Pero también puede comprar medio galón de helado que no está garantizado sino que reconoce contener sabor artificial, colorante y quién sabe qué más por 79 centavos de dólar el medio galón. El cuidado de la salud de uno indicaría cuál es, quizás, la ganga.
El mismo principio aplica a compras más costosas. Al comprar ropa uno debe observar tanto el material como la hechura de la prenda. Normalmente uno espera pagar más por pura lana que por una mezcla de lana y polyester, y más por esta última que por rayón o acetato. Observe también la costura, la manera en que combinan los diseños, cómo están terminados los ojales, la clase de cremallera que tiene, así como la calidad de los botones. La ropa de baja calidad no es una ganga.
Al comprar muebles uno debe ser especialmente cuidadoso en cuanto a la calidad. Cuídese de las ofertas sensacionales. Superficialmente un juego de muebles para tres habitaciones por unos pocos cientos de dólares es una ganga, pero, ¿qué pasa si comienza a desarmarse en seis meses? Puede que una ganga mejor sería pagar más para amueblar solo una habitación. Tome tiempo para examinar el mueble y vea cómo está hecho.
Cuando las “gangas” son verdaderas gangas
Las gangas verdaderamente existen. Pero el obtener una ganga requiere más que solo desearla. No deje que sus emociones lo hagan incauto, ingenuo o crédulo. Tome tiempo para aprender un poco acerca de la mercadería que necesita. Es muy posible que una ganga que se anuncia sea una verdadera ganga si se ofrece al final de una temporada o por ser un ejemplar de muestra o por haber sido usado en el negocio o porque se ha descontinuado cierta variedad. Cuando una tienda de buena reputación anuncia una venta especial, muy probablemente ofrecerá gangas. Pero en esos casos uno tiene que llegar al negocio temprano para obtener la mejor selección, y asegurarse de que lo que compra es algo que le agrada y que necesita.
Puede que cuando se trata de alimentos frecuentemente halle que la reducción de precios no significa una disminución demasiado grande en la calidad. Quizás también halle que, al considerar el ahorro de tiempo, así como de desperdicios, los alimentos congelados sean gangas en comparación con las hortalizas frescas, excepto quizás en plena temporada. Puede que uno favorezca una marca de atún o salmón muy anunciada debido a su alta calidad, pero también puede ser de precio más alto. Algunos supermercados tienen sus propias marcas que es posible que se comparen favorablemente con aquellas y sin embargo cuestan mucho menos. Si uno puede conseguir huevos marrones más baratos que los blancos, éstos también serían una ganga, siempre que sean del mismo tamaño.
Otro asunto que hay que considerar es el del gozo o placer que uno deriva de lo que compra, sea esto alimento, ropa o enseres para el hogar. Uno debería obtener placer de usar un traje, un vestido, una bufanda, una camisa o una corbata. Si uno obtiene un gran placer de usar cierto artículo de ropa, o de usar cierto mueble, entonces habrá sido una ganga aun si cuando lo compró no fue especialmente barato. Recuerde, el precio se olvida pronto pero la satisfacción y el placer perduran. Había un joven que compraba trajes solo cuando estaban en venta especial y se la pasaba admirando los trajes de sus amigos más que los suyos propios. ¿Por qué? Porque él estaba más preocupado con el costo, mientras que ellos se preocupaban del tejido, los diseños, el color y la calidad. Así es que sus “gangas” no eran verdaderas gangas después de todo.
Verdaderamente al comprar hay que considerar muchos factores si uno quiere obtener “gangas” que ciertamente sean gangas. Uno no solo debe ser cauteloso en cuanto a las declaraciones y tácticas del vendedor sino también en cuanto a sus propias debilidades y con su deseo de obtener “algo por nada,” a fin de no hacer una compra imprudente. Considere el asunto de la calidad, así como el placer que derivará de su compra.
La mayoría de las personas necesitan habilidad y trabajo duro para ganar su dinero. Si también ejercen habilidad en gastarlo, entonces, será como dice el refrán: “Un centavo ahorrado es un centavo ganado.”