La prudencia de la moderación
Cuando una persona siempre es moderada en comer y beber, frecuentemente puede prevenir ciertas dolencias. Pero una vez que esas dolencias se desarrollan debido a los excesos, ¿qué puede hacerse? Consideremos la cirrosis del hígado. El beber demasiadas bebidas alcohólicas puede producir esta enfermedad del hígado. Pero cuando un alcohólico con cirrosis del hígado deja de beber, frecuentemente su estado mejora.
Ahora parece que lo mismo sucede con los que beben demasiadas bebidas alcohólicas y desarrollan lo que se conoce como várices esofágicas. Éstas son venas varicosas en la pared del esófago. Pueden romperse, produciendo hemorragias graves. En experimentos se halló que en los que dejaron de beber, las venas varicosas disminuyeron significativamente de tamaño. Ninguna se rompió. Pero en los que continuaron bebiendo, las venas agrandadas permanecieron o aumentaron de tamaño, y casi la mitad de esas personas sufrieron roturas y hemorragias, y murieron. ¡Qué prudente es ser moderado en los hábitos todo el tiempo! Si no lo ha hecho antes, comience ahora.