El invierno en el mundo animal
EL INVIERNO presenta un problema para muchísimas criaturas silvestres de la Tierra en los climas septentrionales. Resuelven el problema de muchas maneras diferentes. Por ejemplo, la nieve parece ser más amiga que enemiga de muchos de los que componen el mundo animal, puesto que es un excelente aislador. ‘Que venga la nieve’ es su lema.
Por eso cuando una ventisca molesta al zorro blanco, sencillamente cava muy adentro de un montón de nieve. Enroscado con su cola poblada tapándole la nariz, el zorro blanco se pone a dormir hasta que pasa la ventisca. Cuando los vientos fuertes estorban al conejo común, puede que haga un nicho como cueva en la nieve, y deje que el viento amontone la nieve alrededor de él. El calor del propio cuerpo del conejo calienta la cueva, y la nieve lo protege del viento.
Condiciones agradables, cómodas... esto es lo que muchos pequeños roedores hallan debajo de la nieve. Las temperaturas de invierno al nivel del suelo rara vez descienden debajo de 7° C. aun en Alaska o Siberia, donde la temperatura del aire puede descender a 45° C. bajo cero. Haciendo nidos y túneles debajo de la nieve, alegremente siguen con sus asuntos, hallando que la nieve no solo los protege de las frías temperaturas de arriba sino también de muchos de sus enemigos usuales.
También hay aves que se aprovechan de la nieve. El lagópedo, un pájaro ártico, frecuentemente se zambulle en un banco de nieve para pasar la noche.
Sueño invernal
Para muchas criaturas, la mejor manera de tratar con el invierno es dormir hasta que pase todo o por lo menos gran parte de él. Por eso cuando llega el invierno y las criaturas humanas se entretienen patinando sobre el hielo en un estanque, no ven a su alrededor ninguna rana. Esto se debe a que las ranas, lo mismo que muchas otras criaturas de sangre fría, se han ido a dormir durante el invierno. Las ranas hallan una cama grata de barro sin congelar en el fondo de su estanque favorito. Pero antes de hacer esto, comen suficiente comida, así, una vez que las vence el sueño, no necesitan preocuparse acerca de las comidas.
Las víboras en los climas septentrionales también hallan un buen lugar donde descabezar el sueño cuando llega el invierno. Buscan troncos huecos o una cama debajo de un tocón. Una cueva o un cubil en la roca también hace un buen lugar donde dormir. Algunas cuevas casi se convierten en hotel para el mundo de las víboras. En las montañas de Pensilvania, se halló un cubil que albergaba casi 200 víboras venenosas, todas dormidas, algunas de ellas culebras de cascabel.
Al comer bien antes que llegue el invierno, las víboras viven de su gordura durante su sueñito del invierno. A medida que transcurre el invierno, por supuesto, consumen su gordura. Así es que, a fines del invierno un naturalista una vez vio a los leñadores despertar una gran víbora de cascabel de sus cuarteles de invierno debajo de un gran tronco. Durante su sueño, la víbora había usado tanto de su gordura que, como dijo el naturalista, la piel de la víbora “colgaba de ella casi tan suelta como parece colgar de los costados de un elefante.”
También hay varios animales de sangre caliente que duermen durante el invierno. Por ejemplo, la marmota cava una madriguera y asegura su aislamiento por medio de sellar su aposento para dormir con tierra que escarba del extremo alejado de la habitación. Entonces se enrosca como una pelota y se duerme, ¡a veces hasta por seis meses! Los naturalistas han desenterrado marmotas dormidas y han hallado que durante su hibernación respiran solo unas doce veces por hora. Los latidos del pulso pueden disminuir de un promedio normal de alrededor de ochenta o noventa por minuto a cinco o menos. Y la temperatura del animal quizás descienda a alrededor de 4° C. Una vez dormido, el Sr. Marmota es insensible al ruido o al tacto. Por ejemplo, se le puede hacer rodar por el suelo sin despertarlo. ¡No hay insomnio para las marmotas!
Parece que este sueño profundo hace a los practicantes de la hibernación inmunes a muchos peligros. Por ejemplo, un erizo adormecido fue puesto debajo de la superficie del agua más de veinte veces sin que se ahogara. Y los científicos pusieron una marmota dormida en una jarra herméticamente cerrada que habían llenado de anhídrido carbónico. Notablemente, hallaron que este durmiente invernal no había sufrido ningún daño después de cuatro horas. Es tan profundo el sueño invernal de estas criaturas que el despertarse es un proceso lento que requiere una exposición prolongada al calor. ¡Quizás la marca más alta de todos los tiempos en hibernación fue la que estableció una joven ardilla hembra que durmió treinta y tres semanas de un año! ¡Solo diecinueve semanas de actividad y a dormir de nuevo!
Las siestas del oso
En comparación con las marmotas, ardillas, víboras, ranas y algunos otros animales, el sueño invernal de muchos osos solo es una serie de siestas. Esto se debe a que el sueño de los osos puede ser interrumpido, puesto que la temperatura de su cuerpo permanece alta y su respiración queda en un promedio normal. No se considera el sopor de los osos una verdadera hibernación, pues es fácil despertarlos de sus siestas. Algunos hasta se despiertan por su propia voluntad en el invierno y pasan unas cuantas horas o hasta varios días andando de una parte a otra.
Por supuesto, cuando los osos dormitan prefieren que nadie los moleste, ni siquiera las temporadas de calor fuera de estación. Los científicos que estudiaron a los osos pardos en el parque nacional de Yellowstone hallaron que escogían cubiles donde no era probable que fueran molestados; algunos de los cubiles estaban en las paredes de profundas gargantas. Todos los cubiles estaban en las laderas que daban al norte, para que las breves temporadas de calor no calentaran los cubiles y despertaran a sus ocupantes. El interior de los cubiles estaba cubierto cómodamente con el excelente aislamiento de ramas de pino y abeto. Pero, ¿exactamente cuándo entran los osos pardos en sus cubiles para su sueño invernal?
A través de un período de años, los científicos han descubierto que los osos pardos no entran en sus cubiles que tienen preparados para dormir hasta que se presenta una ventisca, una que prontamente cubrirá sus rastros al entrar en sus cubiles. En unas cuantas horas, la nieve aventada por el viento cubre sus pisadas, y ahora, ¿quién podría saber que hay un oso durmiendo en cama?
Viajando al sur
Tal como algunos seres humanos se dirigen hacia climas meridionales al acercarse el invierno, hacen lo mismo muchas criaturas silvestres, especialmente los pájaros. De hecho, cerca de dos tercios de todas las especies de pájaros del norte de los Estados Unidos y el Canadá (como de doce a quince mil millones de pájaros) vuelan hacia el sur, a los estados del sur de los Estados Unidos y a México o a América Central o del Sur, para el invierno. Por supuesto, el viaje de los pájaros hacia el sur no es solo para alejarse del frío; necesitan viajar a un clima más cálido en busca de buen sustento. Durante el verano allá en el norte viven de semillas, bayas e insectos. Pero en el invierno no solo se hacen escasos esos sabrosos bocadillos, sino que también hay menos horas de luz diurna en las cuales buscar cualquier alimento disponible.
Para muchos pájaros, el viaje hacia el sur es largo. Por ejemplo, al acercarse el invierno, las cigüeñas blancas de Europa viajan hasta África del Sur. Y, lo extraño es que las cigüeñas jóvenes, que nunca antes se han alejado del hogar, viajan primero, sin un pájaro más viejo que les indique el camino. ¡El viaje anual de ida y vuelta del Sr. y la Sra. Cigüeña Blanca y familia puede abarcar unos 22.500 kilómetros! ¡Qué cierto es lo que dice la Santa Biblia acerca del instinto que Dios le dio a la cigüeña: “Hasta la cigüeña, en el cielo, conoce su estación . . . la época de su emigración.” (Jer. 8:7, Nieto) Las maravillosas costumbres invernales de las diferentes criaturas del mundo animal ciertamente son un crédito a su Creador.
Otros modos de tratar con el invierno
Sin duda el irse al sur, si uno puede hacerlo, es el modo ideal de combatir el frío, pero para las criaturas que no pueden volar, eso es casi imposible. Así es que un modo común de hacer frente a los problemas del invierno es almacenar provisiones alimenticias. A la ardilla roja le encantan comidas de hongos, de modo que almacena cantidades de estos durante el verano. Sin embargo, los seca primero, extendiéndolos en las ramas más altas de los árboles. Entonces los almacena en un lugar seco, listos para usarlos en el invierno.
El ponerse un abrigo especial de invierno es un modo que les es común a muchas criaturas para sobrevivir al frío. Les crecen pelajes espesos especialmente equipados con una capa de pelo fino y suave que cubre el pellejo.
Mucho antes que el hombre comenzara a fabricar abrigos con acolchados esponjosos, el ciervo se aprovechaba del espacio de aire inerte... el calor viaja muy lentamente a través del aire quieto. Por eso, al acercarse el otoño, el ciervo muda su pelaje fresco de verano y le empieza a crecer su pelaje de invierno, del cual cada pelo es hueco. Cubierto con este pelaje aislado con aire, aun en los peores días, el ciervo no necesita nada más que hallar protección en los bosques profundos entre los pinos y los abetos.
Pero mientras que un ciervo pudiera quedarse atascado en la nieve profunda, a la liebre snowshoe no le importa cuánto se acumula la nieve. ¿Por qué? Bueno, al acercarse el invierno, en las patas de la liebre le crece una abundancia de nueva piel blanca. Para el tiempo en que la nieve está sobre el suelo, las patas de la liebre se han transformado en almohadillas anchas, suaves y livianas que la llevan sobre los montones más altos sin que se hunda.
Ahora mismo en el hemisferio septentrional innumerables clases de animales están haciendo frente al invierno con su frío y sus vientos. Puede que estén dormidos en un cubil o debajo de la nieve o anden saltando por el campo. ¡Ciertamente es asombroso cómo se pasa el invierno en el mundo animal!