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¡Despertad! 1970
g70 8/5 págs. 3-4

Las maravillas del invierno

SE PODRÍA decir mucho acerca de las incomodidades del invierno en las latitudes septentrionales, del frío y el hielo, de la escarcha y la nieve que amenazan con hambre y penalidad al hombre y a otras criaturas. El invierno a menudo trae recuerdos de ruedas de autos que gimen atrapadas en surcos resbalosos, de rechinantes motores que no quieren responder a temperaturas bajo cero, del paso apresurado a través de nieve a medio derretir y cellisca, y de dedos, oídos y pies congelados. Por eso, se pudiera decir: “¿Qué tiene de maravilloso el invierno?”

Pero no todo el invierno es malo, ¿verdad? Pregúntele a casi todo niño que se revuelca en la nieve qué cree acerca del invierno. Pregunte a los niños que están formando un muñeco de nieve, o a los jóvenes que patinan en estanques congelados, o a los adultos que esquían, o al abuelo que lee un libro junto al hogar llameante. Quizás le digan que el invierno es “divertido,” “un tiempo maravilloso del año,” a pesar de sus penalidades.

Pero las maravillas del invierno no terminan con el juego y el esparcimiento. Las ardillas y marmotas que tanto ruido hacían antes, ahora yacen tranquilamente enroscadas en sus abrigadas madrigueras, durmiendo hasta que llegue un tiempo más caluroso. Los gansos, patos y pájaros cantores se han ido al sur a buscar sol y calor. El frío aquieta los insectos.

Pero encima y debajo de la cubierta de nieve hay vida. Cuando uno se queda de pie silenciosamente en el bosque o en el patio de atrás de la casa, puede oír chirriar a los diminutos paros mientras buscan semillas e insectos. Los pájaros carpinteros van apresuradamente de árbol en árbol buscando huevos y larvas que yazgan latentes en las hendeduras de la corteza de los árboles o sellados en sus capullos plateados. Los intrépidos cuervos se reúnen sobre las copas de los árboles. Las huellas que se ven en la nieve revelan que hay comadrejas, conejos, zorras y venados buscando alimento. Se puede oír el crujir de estanques congelados. Aquí también hay la luz trémula de un mundo especial de centelleantes cristales de agua que empujan, crecen, se hacen astillas, disminuyen y fluyen con asombrosa precisión.

Debajo de la cubierta de nieve, las hojas caídas y el suelo duro, y también debajo de la corteza de los árboles, debajo de los escalones de los pórticos, en graneros y edificios abandonados, hay vida en forma de semillas, huevos, capullos, botones, animales que duermen y raíces latentes, cada una de estas cosas encerrando dentro de sí la promesa de vida en la primavera.

En realidad hay otro mundo vivo y activo en el bosque invernal. A una profundidad de ocho centímetros en cualquier pie cuadrado del piso del bosque se pueden hallar organismos cuyo número llega a un total de más de 100.000.000.000... ¡aproximadamente treinta veces la población humana de toda la Tierra! ¡De este total, los animales que son lo bastante grandes para verse a simple vista solo constituyen el 0,000004 por ciento! Estos miles de millones de organismos están ocupados activamente en transformar hojas caídas y otros desechos en los gases y alimentos nutritivos que pueden ser utilizados una vez más por las plantas verdes para producir alimento y oxígeno. Al llegar la primavera, habrá alimento para los árboles y otros tipos de vida vegetal.

Otra maravilla es el mismísimo símbolo del invierno... el copo de nieve. Estos cristales sumamente frágiles conservan su forma hexagonal al caer por centenares de metros a través de los cielos grises. Los copos de nieve son acumulaciones de vapor de agua parecidas a encaje que se forman en torno de diminutas partículas de polvo en el aire. Aunque no notamos normalmente este polvo, lo podemos ver cuando queda dentro del ámbito de un haz de luz solar. A la temperatura correcta, cuando una molécula de vapor de agua se adhiere a un núcleo de polvo, nace un copo de nieve. Adquiere formas asombrosas al lanzarse hacia la Tierra. Algunas formas son deleitablemente sencillas y otras son fantásticamente complejas, pero no hay dos exactamente iguales. Algunos cristales de nieve forman los diseños más hermosos del mundo. A menudo los exquisitos modelos semejantes a encaje han sido copiados en engastes de joyas y en diseños para telas. “Es una maravilla de maravillas el que la danza de las moléculas produzca estos diseños geométricos,” dijo una autoridad acerca del copo de nieve.

Por lo general los copos de nieve caen individualmente, pero si la temperatura apenas está sobre el punto de congelación es posible que se junten al caer, y a veces pueden formar un copo de diez centímetros de diámetro. Cuando cae suficiente nieve, dentro de los cristales de la nieve queda atrapada una cantidad extraordinaria de aire. Se ha sabido de hombres que han sobrevivido sin sofocarse después de dos días de estar enterrados en la nieve. Debido al mucho aire que puede retener, la nieve constituye un aislador excelente; mantiene el calor en los niveles inferiores del suelo e impide que las semillas se congelen y las siembras de invierno se pierdan.

Otra maravilla del invierno es el hielo. La simple congelación del agua es un milagro de asombrosa importancia. Según todas las reglas de la conducta física el hielo no debe flotar. Casi toda sustancia, sea un sólido, líquido o gas, se encoge en volumen al descender su temperatura. El agua sigue exactamente esta regla como gas y, como líquido, durante el 96 por ciento del descenso de la temperatura hacia su punto de congelación. Pero a 4 grados centígrados sucede algo. Al continuar el enfriamiento, en vez de encogerse, el agua se expande. Parece que las moléculas heladas atrapan moléculas de aire en sus estructuras frías, congelándose en forma sólida a 0 grados centígrados, formando trozos de hielo que flotan con aproximadamente nueve décimas partes del volumen sumergido bajo el agua circunstante.

Si no fuese por este fenómeno —esta maravilla del hielo flotante— los mares, lagos y ríos del mundo lentamente se congelarían hasta quedar sólidos, y la Tierra quedaría privada de su muy necesario abastecimiento de agua. Pero la realidad es que, cuando llega el invierno, el hielo se forma y flota en la superficie de los cuerpos de agua, formando una piel aisladora que protege de seguir congelándose el agua que hay debajo, y así salvaguarda las cosas vivas que hay allí.

¿Con quién estamos endeudados por estas maravillas del invierno? El salmista de la Biblia escribió: “Tú [Jehová Dios] fuiste el que estableciste todos los límites de la tierra; verano e invierno... tú mismo los formaste.” (Sal. 74:17) Déle gracias a Dios, entonces, por estas maravillas.

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