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¡Despertad! 1976
g76 22/2 págs. 24-26

“Vellocino de oro” del lejano norte

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Canadá

DESDE la desnuda tundra ártica y los nevados campos viene lo que algunos consideran ser la lana más fina del mundo, superando la de la cabra de Cachemira. ¿De qué animal se obtiene dicho “vellocino de oro”? Pues, del buey almizclado, también llamado el buey polar. Los esquimales lo llaman por otro nombre, umingmaq, que significa el “barbudo,” porque el pelo achocolatado del buey almizclado le cuelga sobre todo el cuerpo, dándole una apariencia velluda.

Pero este pelo exterior no es la fuente de ese excelente vellón. El buey almizclado tiene oculta debajo de su abrigo de pelo largo una gruesa prenda de vestir interior de finísima lana sedosa, que se muda en el verano.

Es este abrigo interior de lana el que hace al buey almizclado impenetrable a los extremos fríos invernales de su lugar de habitación norteño. Así es que, aunque la temperatura de su cuerpo siempre permanece alrededor de los 37,8 grados centígrados nada de este calor se escapa para derretir la nieve cuando se acuesta.

Características físicas

El Sr. Buey Almizclado tiene un cuello corto y una cabeza grande, y puede pesar unos 360 kilos. Tiene cuernos macizos, de punta aguda que se curvan hacia abajo y entonces se encorvan hacia arriba en la punta. Las hembras y los jóvenes también tienen cuernos, pero son de tamaño más pequeño. Debido a estos formidables cuernos un explorador del Ártico llamó al buey almizclado “el animal de caza más peligroso del mundo.”

Aunque el buey almizclado tiene patas cortas y gruesas, es ágil y viaja más rápidamente de lo que un hombre puede correr. Sus patas blancas terminan en pezuñas anchas hendidas especialmente diseñadas para hacerlos seguros al escalar prominencias rocosas. En la orilla de la pezuña tiene un borde filoso útil para escarbar la cubierta de nieve helada en las laderas castigadas por el viento para llegar a la hierba escasa y a las plantas de crecimiento bajo de las cuales se alimenta.

El buey almizclado no es realmente un buey sino un pariente de la gamuza europea, y por lo tanto es una especie de cabra antílope. A diferencia del almizclero, el buey almizclado realmente no tiene glándulas que segregan almizcle. Pero durante la época de apareamiento, los machos despiden un olor de almizcle.

El Creador de todas las cosas vivas ha provisto ampliamente para el buey almizclado en el clima riguroso en que medra. En la isla Ellesmere bien adentrada en el Ártico donde viven aproximadamente 4000 de ellos, la luz solar se ausenta desde noviembre hasta fines de febrero. Un hecho interesante es que los ojos del buey almizclado están equipados con una abundancia de largos bastoncillos sensorios para la visión nocturna. Por otra parte, ¡para los largos días del verano ártico tiene anteojos para el sol intraconstruidos! Las pupilas de sus ojos, de forma rectangular, se pueden cerrar hasta la más minúscula rendija, recordándole a uno los anteojos de madera para el sol con rendijas muy angostas en el centro que el pueblo esquimal hacía en un tiempo para proteger sus ojos de la ceguera causada por el reflejo de la nieve.

Durante una tormenta, un rebaño de bueyes almizclados se agrupa con sus cuartos traseros hacia el viento, protegiendo a los terneros dentro de una empalizada de pelos. Algunas veces se quedan así parados juntos por días, en tanto que sople la tormenta, dejando que sus cuerpos macizos protejan a los terneros.

Escapan la extinción

En años pasados el peor enemigo del buey almizclado ha sido el hombre. Con el advenimiento de las armas de fuego, se hizo tan fácil matar estos plácidos animales como lo sería disparar a vacas en un prado. ¿Por qué?

Bueno, al ser amenazados por un ataque sea por hombres o por los lobos del Ártico, los animales maduros adoptan una posición defensiva similar a cuando combaten los elementos. Los machos y hembras más viejos miran hacia afuera en una formación como de “erizos,” con sus cuernos largos y curvos, en posición baja, listos para la acción, mientras que los terneros y los animales más jóvenes están protegidos en el centro.

Esta postura defensiva presenta un formidable flanco de cuernos y es altamente activa contra los lobos. Pero su defensa los convierte en un blanco muy fácil para los hombres con rifles de alta potencia. En la última mitad del siglo diecinueve el pellejo lanudo del buey almizclado estuvo muy en demanda para mantas en los carruajes. En un período de cinco años, 14.000 bueyes fueron muertos a tiros por cazadores que recibieron 50 dólares por pellejo de una compañía traficante en pieles.

En un tiempo cientos de miles de estos animales robustos deambulaban por las tierras árticas desde Alaska a través de la parte norte del Canadá y sus islas, así como de Groenlandia, el norte de Europa y Siberia. Para el principio de este siglo sus rebaños se habían reducido tanto que parecía que iban a reunirse con el pájaro dodo en la extinción. Por un tiempo solo pastaron unos quinientos en la tundra ártica.

En 1917 el gobierno canadiense proscribió la matanza del buey almizclado. Los pequeños rebaños que quedaron en las islas árticas han aumentado a 8500 y, según los últimos datos, unos 1500 vagan por la tierra firme.

El “vellocino de oro del Ártico”

Cada primavera el buey almizclado comienza a mudar su prenda interior de lana en tan grandes cantidades que los primeros exploradores quedaron asombrados al ver los arbustos bajos y las malezas de la tundra afestonados de montones de lo que parecía telarañas finísimas. Esta lana se ha llamado el “vellocino de oro del Ártico.” ¡Un kilo de este, hilado en un hilo de cuarenta hebras, llegará a 88 kilómetros!

Algunas autoridades opinan que el vellón del buey almizclado hasta excede en calidad a la lana de casimir. Solo se requieren 110 gramos de este “vellocino de oro” para hacer un suéter liviano como una pluma, sin embargo mantendrá confortable a un hombre aun en el tiempo más frío. Este “vellocino de oro del Ártico” vale desde 75 a 110 dólares el kilo.

Domesticación

Tan remotamente como en 1880 se hizo la sugerencia de que tal vez sería posible domesticar al buey almizclado. Así serían una fuente de grandes cantidades de leche y carne. Sin embargo, en recientes décadas se ha comprendido que el usar los animales así sería como ‘matar la gallina de los huevos de oro,’ debido a las grandes posibilidades que se vislumbraban en el uso de la lana abrigadora de la prenda interior.

La necesidad de proveer al pueblo esquimal con alguna clase de empleo, combinada con la posibilidad de un mercado para la lana del buey almizclado, inició un programa de domesticación. En 1954 un pequeño rebaño de prueba de animales jóvenes fue transportado a una granja del estado de Vermont para propósitos experimentales. El objetivo era determinar si el buey almizclado se sometería al manejo humano del rebaño.

Los terneros capturados pronto aprendieron que no era muy difícil llevarse bien con sus apresadores humanos. Reconocieron pronto que las punzadas de hambre podían mitigarse por medio de cooperar con sus cuidadores. No les llevó mucho tiempo el comprender lo que eran las empalizadas, aunque un joven macho se puso a probar su fortaleza juvenil en contra de los postes de la empalizada rompiéndolos con regularidad. Finalmente se instaló un poste de hormigón, y solo se necesitó un episodio de acornear para curar su manía.

En el cautiverio las hembras tienen cría anualmente en vez de solo un ternero cada dos años como lo hacen en su estado salvaje. El buey almizclado domesticado tiene una apariencia más alisada debido a la atención que le prestan los cuidadores a su pelaje velludo.

En la debida estación la lana es levantada de ellos, no esquilada, y así se elimina la apariencia desgreñada del buey almizclado salvaje durante la época de la muda. Se cree que un buey almizclado sano rendirá lana durante por lo menos veinte años, algunos produciendo tres kilos o más por año. Los aldeanos esquimales están aprendiendo el nuevo arte de tejer esta lana fina. Muchas mujeres esquimales tejen una bufanda de 40 centímetros de ancho por 120 de largo, ¡que pesa menos de treinta gramos!

El programa de domesticación ha tenido tan buen éxito que se ha establecido una granja de bueyes almizclados en Old Fort Chimo en el norte de Quebec. Se han instituido estaciones de bueyes almizclados en Alaska y en el norte de Noruega. Ya tienen planes para establecer arreglos similares en Islandia, Groenlandia y en el lago Baker en los territorios del noroeste del Canadá.

Juguetones y amistosos

Con el tiempo el buey almizclado domesticado comenzó a mostrar sus tendencias juguetonas. A veces sus cuidadores les daban manzanas, y esto ha hecho que los animales husmeen las manos de sus cuidadores con sus suaves narices para ver si hay disponible uno de estos manjares especiales. Cuando aparecían los perros, instintivamente los tomaban por lobos de modo que rápidamente formaban su defensa como “de erizo.” Algunas veces el cuidador se hallaba en el centro, siendo “protegido” por los que estaban bajo su cuidado.

Cuando se utilizó un trineo arrastrado por un tractor para acarrearles el alimento, algunos de los jóvenes se turnaban subiendo por encima del trineo y paseándose hasta que otro animal los sacaba de un topetazo. En un juego, un animal robusto tomaba posesión de la cima de una loma, desafiando a sus compañeros de juego a que lo echaran de allí. ¡El que lograra hacerlo, sería el “monarca” de la loma hasta que, a su vez, fuera destronado!

Hasta los niños pueden cabalgar este amigable extranjero naturalizado de la tundra ártica; el animal ha aprendido a confiar completamente en los hombres. Los que tienen experiencia con estas criaturas dicen que tienen “la personalidad encantadora del reino animal,” pues relatan que por travesura trabajan para abrir portones, forzar cerraduras y hasta se llevan el contenido de los bolsillos de los hombres. ¡Semejante a ovejas, responden a la voz de su cuidador cuando los llama por su propio nombre personal! En vez de ser los “animales de caza más peligrosos del mundo,” estos portadores de vellón han demostrado ser afectuosos animales del Ártico.

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