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¡Despertad! 1975
g75 8/2 págs. 14-16

¿Qué sabe usted acerca de la lana?

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Chile

OVEJAS —miles de ovejas— se extienden como una manta de lana enfrente de nosotros a través del camino. Nuestro automóvil disminuye su marcha hasta detenerse, y esperamos anhelantes mientras que los ovejeros montados entran en acción. Desde el borde del rebaño con silbidos dan órdenes a los perros, los cuales reaccionan ansiosamente, instando expertamente a sus protegidos a apartarse a un lado del camino.

El rebaño se convierte en una enorme alfombra móvil, los cuerpos acuñados compactamente, algunas con sus patas delanteras pateando encima de los lomos de las que van delante en un esfuerzo frenético por alejarse de los inquietantes perros. Avanzamos poco a poco, y detrás de nosotros los cuerpos volvieron a fluir al camino. Finalmente estábamos libres, y, con un saludo de la mano a los jinetes, continuamos nuestro viaje.

Aunque este espectáculo es común en cualquier camino en Magallanes, la provincia más austral de Chile, sin embargo, al igual que muchos otros, sabíamos muy poco acerca de estas criaturas lanudas. ¿Qué hay de usted? ¿Qué sabe el lector acerca de la lana? Recientemente aprendimos algunas cosas interesantes en visitas a una estancia o hacienda de ovejas.

La Corriedale... una raza “nueva”

Descubrimos, que las ovejas han cambiado con el transcurso de los años. Las que vimos en el camino son de una raza que solo tiene poco más de cien años... la Corriedale. Se le nombró así en honor de la hacienda de ovejas, en Nueva Zelanda, donde fue producida por primera vez por medio de cruzar un carnero de lana larga con una oveja merino, dejando que la prole se multiplicara sin mezcla de razas. Por esa razón se dice que la Corriedale es un mestizo híbrido.

El deseo de los criadores era producir un animal con la lana casi tan fina como la de los merinos, pero con mejor carne, y con la capacidad de soportar un clima riguroso, como lo puede la variedad de lana larga. Esas cualidades hacen de la Corriedale una raza ideal para esta parte del mundo. Está en su elemento aquí en el frío y viento.

Se toman grandes precauciones para mantener las buenas cualidades en la raza. Se compran excelentes moruecos para la cría, se usan por tres años, y entonces se venden a otros ganaderos para evitar la degeneración en el rebaño. Se usan buenas ovejas para tener cría por cuatro años y luego al quinto se carnean. Aun antes de eso, cualquier hembra que muestre defectos es enviada al matadero.

Hicimos arreglos con el capataz de una estancia para que nos mostrara el lugar. Ahí está él, en la puerta. Estamos ansiosos de ver cómo se les corta la lana a las ovejas.

Nos reciben una mezcla de olores y ruidos mientras nos apresuramos por las escaleras de madera hacia la barraca. En su interior, tenemos que observar por un momento para poder distinguir toda la actividad. Un hombre está parado ante una mesa alta, con un montón de lana apilada. Toma un trozo, le hace algo con sus dedos, y entonces la pone a un lado. Una enorme máquina prensa la lana enrollada en grandes fardos cuadrados. Más allá, al otro extremo de la barraca, están los esquiladores. Jovencitos corren desde los esquiladores hasta la mesa llevando la lana esquilada.

Al acercarnos al grupo de esquiladores, se intensifica el ruido de las tijeras de esquilar. Un niño que lleva la lana, trata de ver si puede operar una tijera de esquilar dejada ociosa momentáneamente, pero la máquina es demasiado poderosa para él, y se sacude en su mano como si estuviera viva. A través de una hilera de puertas pequeñas las ovejas son empujadas del redil en el exterior, una a la vez, a cada uno de los esquiladores.

Con asombrosa rapidez los hombres tumban a la oveja sobre su lomo, pasan las tijeras de arriba a abajo sobre el vientre, de ahí hasta el fin de las patas por su interior, en dirección contraria por el exterior, y la lana de las patas cuelga libremente. A continuación se suelta la lana del pescuezo, desde la cabeza hasta el lomo. Entonces el lomo... varios cortes rápidos y ¡zas! sale todo el vellocino en un solo pedazo.

“Tal como quitarse un poncho” dice riendo el capataz, mientras la oveja, desnuda y un poco aturdida, corre a otro redil. “¿Sabe usted,” continúa él, “que un buen esquilador puede esquilar hasta 250 ovejas al día?”

“Eso es asombroso,” reconocemos nosotros. “Pero, díganos ¿qué está haciendo ese hombre junto a la mesa alta?”

“Oh, él está clasificando la lana. Entren a mi oficina, y les mostraré cómo se hace.”

En camino, nuestra atención se dirige a los grandes fardos envueltos en harpillera que salen de una prensa gigantesca. “Cada uno de esos fardos pesa aproximadamente 300 kilos,” nos dice. “Desde aquí se les lleva a la ciudad para ser procesados.”

Una mirada más de cerca a la lana

“Aquí,” explica nuestro anfitrión, “hay algunas muestras de la esquila de este año. Separamos la lana en cuatro clases para enfardar... vientres, vellocinos, trozos (pedazos grandes desprendidos de los vellocinos), y vellones.” Un vellón, se nos explica, es un grupo de fibras que se adhieren naturalmente en el vellocino.

La apariencia del vellón nos sorprende. Solo en el extremo presenta el color gris sucio al que estamos acostumbrados a ver en la oveja. El resto es un amarillo cremoso, tenuemente brillante, con una onda pronunciada.

“Este vellón es de muy buena calidad,” dice el capataz. Observamos que la onda es muy corta y está muy unida. En comparación, se nos muestra un vellón de calidad inferior. Su onda es más larga y la fibra individual, que se llama mechón, no es tan firme.

“El clasificador prueba la fuerza del mechón por medio de darle un duro tirón con el dedo índice,” explica el capataz. “Con su experto sentido del tacto también puede determinar la finura del mechón y clasificar la lana respecto a cuántas madejas harán un kilo. Una madeja tiene 510 metros de fibra, y es tal la finura de la lana Corriedale que se necesitan de 100 a 110 madejas para hacer un kilo.”

“¿Qué hace que los mechones, o las fibras individuales, se adhieran en el vellón?” queremos saber.

“Las ondulaciones de las fibras, junto con una sustancia producida por las glándulas de los animales para la lubricación y la protección, son las causas. Esta sustancia, comúnmente llamada ‘grasa de lana,’ es muy útil. Cuando es purificada se convierte en lanolina, la cual se usa como excipiente para jabones especiales, ungüentos y cremas.”

“¿Se han preguntado a qué se debe que los artículos de lana sean más calientes y más duraderos que muchos otros materiales?” se nos pregunta. Sin esperar por la respuesta el capataz abre un libro y continúa: “Esta fotografía ampliada muestra que las fibras de lana tienen una capa exterior de células planas que se traslapan, como las escamas de un pez. Esta superficie escamosa hace que las fibras se adhieran unas a otras firmemente, produciendo una hebra muy resistente a las roturas. El cierre de las escamas y las ondulaciones también atrapan aire dentro de la hebra, lo cual le confiere una calidad termal.”

Suena una campana para la comida, y se nos invita a comer con el personal en el comedor.

Actividad todo el año

“¿Hay siempre tanta gente aquí?” preguntamos.

“No, la mayoría solo ha venido para la esquila. Sin embargo, unos pocos de nosotros estamos ocupados aquí durante todo el año. En el otoño tenemos que recoger a las ovejas para la inmersión. Esto se lleva a cabo haciendo que las ovejas naden a través de un tanque largo que contiene desinfectante que mata a las garrapatas de las ovejas. También en esta época del año se pone a los moruecos junto con las ovejas durante veinte días para que tengan cría. Entonces se les separa y se les lleva a los pastos de invierno.

“En la primavera el nacimiento de los corderos nos mantiene ocupados. A menudo tenemos que hacer el papel de partero, ayudando en los nacimientos difíciles. A veces hallamos a una oveja muerta con su cordero balando cerca. Entonces tenemos que inducir a otra oveja a que se encargue del huérfano. Un modo de hacer esto es buscar a una oveja que haya acabado de dar a luz, tomar su placenta y romperla sobre el pequeño huérfano. De esta manera el pequeño es aceptado por su nueva madre.

“La esquila se hace en el verano para que así a las ovejas les pueda crecer nueva lana antes que llegue el tiempo frío. También, nos mantienen ocupados en la hacienda las reparaciones y la manutención.”

La conversación ahora cambia de tema, y hablamos acerca de transformar la lana en hebra. “¿Les gustaría ver un método primitivo de hilar?” nos pregunta el capataz.

Hilando la lana

Le hace señas a su esposa, quien ha estado escuchando. Mientras ella deja la habitación, él explica: “Mi esposa hila como un pasatiempo, usando la lana que se recoge de los arbustos donde la dejan las ovejas al pasar. Se arrancan los extremos sucios, y está lista para usarse.”

La esposa del capataz vuelve a entrar con un montón de lana esponjosa. En una mano sostiene el huso —una varilla de aproximadamente 30 centímetros de largo, levemente más gruesa en el centro que en los extremos— con una patata clavada en la misma. “Eso es para darle peso,” dice riendo. “Cuando hay suficiente hilo en el huso para darle peso, le quito la patata.”

Toma un poco de lana y comienza a tirar de ésta, extrayendo las fibras al espesor que ella desea. Retuerce el trozo y lo ata al huso. Entonces, con el huso en su falda, continúa tirando y extrayendo. Cuando ha extraído unos 30 centímetros, deja caer el huso, dándole un golpecito con sus dedos, el cual entonces gira como un trompo, retorciendo firmemente las hebras extraídas. Ata esto al huso, haciendo un nudo en el extremo para que lo sostenga, y repite el procedimiento. “Eso es todo lo que hay que hacer,” dice ella sonriendo. “Y así es como luce después que lavo la hebra para quitarle la grasa.”

El capataz toma el ovillo de hebras suaves, blanco cremosas de las manos de su esposa. “Observen que esta hebra no es exactamente regular,” dice él. “Tiene pequeñas protuberancias a lo largo. Es excelente para hacer un chal o una manta o cualquier artículo en el cual se desea un efecto de hilado casero. Sin embargo, si lo que se necesita es una hebra suave y pareja, la lana tiene que ser cardada y peinada en una central procesadora.”

Pero nos enteramos de que eso en sí mismo es otra historia que envuelve varias máquinas ingeniosas. El capataz ahora debe volver a la barraca. De modo que, mientras se despide, estrechamos su mano extendida, y le decimos: “Muchas gracias. Ciertamente sabemos mucho más acerca de la lana que cuando llegamos.”

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