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  • Una sociedad tolerante... ¿a qué conduce?
  • ¡Despertad! 1975
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¡Despertad! 1975
g75 8/4 págs. 3-6

Una sociedad tolerante... ¿a qué conduce?

LA ACTUAL sociedad moderna se está haciendo cada vez más tolerante. En más y más países las actividades que en un tiempo se consideraban criminales ahora son o legales o no se enjuician.

El juego por dinero (con o sin licencia), la prostitución, actos homosexuales, venta de literatura pornográfica, beber hasta el punto de embriaguez, uso de drogas que causan afición, desnudez en el escenario, en la pantalla, y en las playas públicas, el que hombres se vistan como mujeres y viceversa... se participa en todas estas cosas con cada vez menos posibilidades de arresto o juicio.

Algunas personas piensan que en realidad esta tendencia es para el bien de la sociedad humana. De hecho, creen que todas las actividades mencionadas deberían considerarse como ‘algo en que no deben meterse’ las entidades que se encargan de hacer cumplir las leyes. ¿Cómo es eso?

Los argumentos en pro de la tolerancia

Estas presentan varios argumentos. Pero el tema central es que estos son “crímenes sin víctimas.” “¿Quién,” preguntan, “es la víctima en la prostitución? El hombre obtuvo la relación sexual que buscaba y la mujer consiguió el dinero que quería. Así es que, ¿quién es la víctima?”

Algo parecido sucede con el juego por dinero, el cual muchos clasificarían meramente como un “entretenimiento.” Aunque la ley no lo permita, si ambos lados juegan el juego según las reglas, ¿quién es la víctima? Es cierto, puede que una persona pierda dinero, pero antes de tomar parte en el juego sabía que eso podía suceder y sin embargo decidió jugar. Así es que, ¿dónde está el crimen?

En todos esos casos, por lo tanto, se hace la alegación básica de que siempre que los que participan lo hagan de su propio albedrío, las entidades para hacer cumplir la ley no deberían intervenir.

Dicho más directamente, dicen que ‘una entidad para hacer cumplir la ley no debería ser “un entremetido moral,” que mete su nariz en los asuntos privados de la gente.’ Si se hace surgir el punto del daño posible que pueden acarrear ciertas actividades a la salud personal o a la condición económica de una persona, los que favorecen una sociedad más tolerante quizás respondan por medio de citar a John Stuart Mill, un filósofo y economista inglés, quien escribió:

“El único propósito por el cual se puede ejercer el poder correctamente sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada en contra de su voluntad es para impedir que perjudique a otros. Su propio bien, sea físico o moral, no es una suficiente justificación.”

No solo esto, sino que también argumentan que las leyes que tratan de imponer buena moral en zonas como el sexo, beber, uso de drogas, o jugar, básicamente no se pueden poner en vigor y se deberían abrogar. De hecho, se alega que esas leyes hasta contribuyen al aumento de los crímenes “más graves.” ¿Cómo es eso?

Debido a que éstas ocupan tan extensamente la atención de las fuerzas policiales que no les permiten concentrarse en crímenes como los asaltos violentos y los robos. Se informa que casi la mitad de los arrestos que se hacen en los Estados Unidos están relacionados con los llamados “crímenes sin víctimas.” De la policía éstos pasan a los tribunales. En una conferencia nacional acerca de los tribunales criminales, el presidente estadounidense dijo:

“Tenemos que hallar maneras de eliminar de los tribunales la interminable corriente de ‘crímenes sin víctimas’ que se interponen a la seria consideración de los crímenes graves.”

En resumen, pues, muchos están diciendo actualmente que la lucha contra el juego, la marihuana, los excesos sexuales y las obscenidades, y la borrachera es fútil y contraproducente. Estos instan, ‘liberen a la policía y a los tribunales para que puedan detener la marea de ataques contra la vida, persona y la propiedad privada.’

¿Qué dicen los líderes religiosos acerca de todo esto? Muchos adoptan una posición algo parecida, particularmente en lo que concierne a las normas sexuales. Cada vez son más los líderes religiosos que dicen que no ven un peligro o mal serio en la homosexualidad, o en las relaciones sexuales premaritales o extramaritales. El punto de vista de muchos líderes religiosos se parece mucho al de una actriz de épocas anteriores que dijo: “No importa lo que uno haga en el dormitorio con tal que uno no lo haga en la calle y asuste a los caballos.” En una época en la que aun entre las personas casadas las perversiones sexuales (como la relación sexual oral y anal) están llegando a ser cada vez más comunes, el clero tiene poco o nada que ofrecer en son de consuelo o precaución.

¿A qué conduce la tendencia?

¿Es buena para la gente esta tendencia tolerante? ¿Ayudará verdaderamente a hacer más segura la vida, la persona y la propiedad? ¿Es razonable pensar que, con tal que las acciones de uno no perjudiquen físicamente a otra persona o afecten su propiedad, lo que uno hace realmente no importa?

Nadie puede negar que hoy en día los gobiernos y sus entidades para hacer cumplir las leyes están fuertemente apremiados por una creciente ola de crimen violento y robo. Y, a la larga, estos mismos deben decidir exactamente qué es lo que pueden o no pueden hacer en cuanto a hacer cumplir ciertas normas de conducta y las cosas que piensan que necesitan prioridad para el interés público. Es un hecho que se enfrentan a problemas muy espinosos, y la historia pasada de la humanidad les da poco estímulo en cuanto al buen éxito de los gobiernos políticos en promover una moral elevada.

Pero aparte de lo que los gobiernos políticos se vean obligados a hacer debido a las circunstancias, ¿puede la tolerancia alguna vez traer un mejoramiento duradero de condiciones? ¿O es solamente un recurso temporal, uno al que se recurre ante la derrota inminente o aun el desastre?

Prescindiendo de cuáles sean, los beneficios aparentes que produce la tolerancia son de corta vida. El pasar por alto las malas condiciones no las hará desaparecer. Ni tampoco el no hacer caso a los muchos llamados “crímenes sin víctimas,” da ninguna seguridad verdadera de que por ello los crímenes violentos o los crímenes en contra de la propiedad privada serán refrenados más fácilmente.

Cuando un hombre juega y se endeuda seriamente, ¿adónde se dirigirá para compensar la pérdida? Es bien sabido que muchas organizaciones de gángsters que operan negocios de “préstamos usureros” hallan una gran cantidad de sus clientes entre la gente que juega hasta endeudarse. Muchos actos de desfalco en los bancos y en el comercio resultan de la misma fuente.

El hacer disponibles las drogas a precios bajos a los aficionados quizás libere a algunos de ellos de recurrir al robo para pagar una afición costosa a las drogas. Pero no asegura que, mientras estén bajo la influencia de esas drogas, no cometerán actos irracionales y perjudiciales.

Es un hecho probado que la mayoría de los asaltos violentos y los asesinatos ocurren —no entre personas totalmente ajenas— sino entre personas que se conocen una a la otra. Muchas de las violencias brotan de los celos y las disputas pasionales. ¿Mejoraría o empeoraría el ambiente en que esos ‘crímenes pasionales’ violentos se engendran el quitar más y más las restricciones sobre la inmoralidad sexual? En realidad —los llamados “crímenes sin víctimas”— frecuentemente están emparentados con los otros... los ‘crímenes con víctimas.’

Sí, el enfocar la atención tan fuertemente en los crímenes que obviamente tienen “víctimas” pasa por alto el origen de esos crímenes. Por ejemplo, tal como la pereza engendra pobreza, y el orgullo produce fricción y desunión, así también sucede con el juego, la borrachera, la inmoralidad sexual, la pornografía y la obscenidad; estas cosas no son cosas “autocontenidas” o “estáticas.” (Pro. 24:30-34) Casi siempre son las semillas de otras clases de males. Sigue en pie el principio bíblico: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que está sembrando teniendo en mira su carne, segará de su carne la corrupción.” (Gál. 6:7, 8) El pasar por alto esto es pasar por alto las realidades de la vida.

Algunos males, como el asesinato, producen resultados visibles inmediatamente. Otros son como el cáncer, que puede tener un desarrollo lento, insidioso, y, por un tiempo indoloro. Pero los resultados finales de esos males pueden ser exactamente tan devastadores como un ataque homicida. Esto puede ser verdad no solo de individuos sino de toda una sociedad. Como lo declaró brevemente el apóstol Pablo: “Un poco de levadura hace fermentar toda la masa.” (1 Cor. 5:6) Cuando se debilita la fibra moral, la enfermedad moral no está muy lejos.

¿Qué selección puede hacer uno?

Los cristianos que genuinamente se guían por la Biblia aprecian el grado en el cual los gobiernos humanos sirven como un “vengador para expresar ira sobre el que practica lo que es malo.” (Rom. 13:4, 5) Pero no esperan que los gobiernos políticos de este mundo traigan un clima de salud espiritual y moral. No pueden hacerlo; carecen de conocimiento y comprensión de la Palabra de Dios y de sus propósitos, y también carecen del poder para limpiar la corrupción. Además de esto, los intereses de los gobiernos políticos obviamente yacen en otras direcciones. Solo el reemplazo del gobierno político de la Tierra por el gobierno del reino mesiánico de Dios traerá un clima moralmente limpio y saludable.—Dan. 2:44.

“Donde no hay visión el pueblo anda desenfrenado, pero felices son los que están guardando la ley,” dice Proverbios 29:18. Solo la esperanza de vida en el nuevo orden de justicia de Dios puede dar una visión clara y segura del futuro. Si tenemos fe en las promesas de Dios, esto nos protegerá de deslizarnos al derrotero de desenfreno que ahora florece entre la gente del mundo que no tiene una visión o esperanza segura concerniente al futuro. Nosotros apreciaremos y aplicaremos el consejo en Proverbios 4:25-27:

“En cuanto a tus ojos, directamente adelante deben mirar, sí, tus propios ojos radiantes deben mirar con fijeza directamente enfrente de ti. Allana el derrotero de tu pie, y establézcanse firmemente todos tus propios caminos. No te inclines a la derecha ni a la izquierda. Quita tu pie de lo que es malo.”

No seremos ‘embaucados’ por el sutil argumento de que “todo se tolera con tal que uno no lastime a alguien,” o con tal que ambos lados de una acción participen voluntariamente “no hay una víctima.” Una lesión corporal directa no es el mayor daño que se puede sufrir, ni tampoco el que le roben cosas materiales es la mayor pérdida. La lesión al corazón y la mente y la pérdida de la reputación, honor, integridad y una buena posición ante Dios tienen consecuencias más graves, y producen los mayores daños.

Cristo Jesús mostró cuán vital es proteger nuestro corazón cuando dijo: “Las cosas que proceden de la boca, del corazón salen, y esas cosas contaminan al hombre. Por ejemplo, del corazón salen razonamientos inicuos, asesinatos, adulterios, fornicaciones, hurtos, testimonios falsos, blasfemias.” (Mat. 15:18, 19) Si nos contaminamos a nosotros mismos o contaminamos a otros por medio de prácticas inmorales, aunque sea por consentimiento mutuo, mostramos o una gran ignorancia o una gran falta de amor e interés por el prójimo, así como una falta de amor por Dios.—Rom. 13:8-10.

Todos nosotros somos criaturas imperfectas, inclinados a obrar mal. Pero no nos ayudamos cediendo a nuestras debilidades humanas o instando a otros a ceder a las suyas. Los gobiernos humanos nunca pueden legislar justicia dentro de los corazones de su pueblo, es cierto, pero el ceder a la tolerancia puede conducir a la anarquía moral.

Uno no puede detener la tendencia hacia la tolerancia que está aumentando en el mundo. Pero hay algo que uno puede hacer. Puede ayudarse a uno mismo y a otros por medio de guardar su corazón contra el que “se deje endurecer por el poder engañoso del pecado.” (Heb. 3:13) El endurecimiento que lleva a la corrupción no ocurre de la noche a la mañana. Es un proceso gradualmente engañoso que a menudo tiene comienzos pequeños. El único modo de evitar deslizarse dentro de su poderoso agarro es apegarse a las normas de conducta que se hallan en la Palabra de Dios, permitiendo que su sabiduría nos discipline en justicia.

En vez de sentirse encadenado y limitado en cuanto a lo que uno puede hacer, el apegarse así a la disciplina divina le dará a uno una grandiosa sensación de libertad, libertad para hacer las cosas que traen verdadera felicidad en la vida. Sí, hará que uno, ‘pise en los senderos trillados de la rectitud. Cuando ande no será estrecho su paso; y si corre, no tropezará. Se asirá de la disciplina; no la soltará. La salvaguardará, pues ella misma es su vida.’—Pro. 4:11-13.

Los testigos de Jehová han hallado que esto es verdad. Visite uno de sus Salones del Reino y conozca el saludable ambiente moral que pueden producir los principios edificantes de la Palabra de Dios.

[Ilustración de la página 3]

La generación moderna pregunta: “¿Por qué debería alguien tratar de imponer un código moral a los demás?”

[Recuadro de la página 4]

UN MOTIVO PRINCIPAL

Según el “U.S. News & World Report” el senador John L. McClellan, que ha pasado muchos años investigando el crimen y la corrupción dijo que: “Parece haber una falta de respeto y disciplina apropiados en el hogar. Y en las escuelas de hoy día ciertamente hay una gran falta de disciplina. Y pienso que esto también es cierto en las iglesias. Me parece que en la actualidad algunas iglesias ya no exigen una norma verdaderamente alta de integridad y buena moral. No tienen los mismos ideales del vivir cristiano que se observaban y practicaban en el pasado.”

[Recuadro de la página 5]

TOLERANCIA... ¿SOLO EN OCCIDENTE?

En un artículo que en su mayor parte es favorable a las habilidades comerciales de la Unión Soviética, “The Atlantic” de diciembre de 1974 también comenta: “Los administradores soviéticos reconocen privadamente los problemas con su generación más joven. Un administrador soviético dijo que tuvo que sacar de la escuela a una hija de catorce años de edad para casarla porque estaba encinta. Otros expresan privadamente su exasperación con la manía de sus jóvenes por el ‘rock,’ los pantalones de dril, y el cabello al estilo occidental, aunque las drogas en general no son un problema. . . . Pero muchos administradores ceden a estos antojos de sus jóvenes.”

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