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¡Despertad! 1975
g75 22/5 págs. 5-8

Cómo la diferencia está sacudiendo al mundo

“EL SUELO sobre el cual estamos parados está temblando. Han desaparecido las señales familiares,” se quejó el funcionario gubernamental Walter Scheel de Alemania Occidental en la sesión especial de la O.N.U. Anteriormente, las naciones individuales parecían poder tratar con sus propios problemas. “Pero las cosas han cambiado,” declaró el secretario de estado Kissinger de los Estados Unidos en una conferencia reciente a la Asamblea General de la O.N.U.

Un mundo que ahora funciona al mismísimo límite de su capacidad ha resultado en equilibrios nuevos y frágiles entre las naciones. Los golpes económicos y políticos que afectaban al mundo tanto como afecta una pulga a un elefante ahora parecen azotar con la fuerza con la que un león ataca a un ratón.

“Si no obtenemos un reconocimiento de nuestra interdependencia,” advierte Kissinger, “es casi seguro que la Civilización Occidental que conocemos se desintegrará” como resultado de las rivalidades nacionalistas egoístas.

¿Por qué? Unos pocos detalles ilustrarán cómo las diferencias fundamentales en el modo en que funciona nuestro mundo ahora intensifican los problemas hasta convertirlos en crisis aparentemente insolubles. Comencemos con . . .

Los recursos

El que los precios del petróleo se cuadruplicaran repentinamente, más que ningún otro factor singular, conmocionó al mundo haciéndolo reconocer su nueva condición precaria. El Instituto Internacional para los Estudios Estratégicos con su sede en Londres declaró que los aumentos de precios son “de todos los acontecimientos de los últimos años la más grande sacudida, la más potente impresión de una era nueva.” Esta acción de por sí ha producido una reacción en cadena en la estructura económica del mundo industrial que amenaza con hacerla añicos.

Pero el petróleo solo es un síntoma de las diferencias subyacentes en el mercado mundial para recursos naturales. Lo que en un tiempo, antes del punto crucial, era “mercado para el comprador,” súbitamente se ha convertido en un “mercado para el vendedor” en el cual los que suministran las materias primas pueden cobrar casi todo lo que quieren.

Puesto que gran parte de la prosperidad de estas naciones se ha edificado sobre una abundante existencia de materias primas baratas de ciertas naciones en desarrollo, este solo cambio amenaza su entero modo de vivir. “La Europa que ahora tenemos que construir es una Europa de penuria [pobreza extrema],” se lamenta el presidente de Francia Giscard d’Estaing.

Economía

Estrechamente relacionada con la crisis de los recursos está la crisis económica. De súbito, la peor inflación mundial de la historia nos afecta a todos. Uno siente los efectos cada vez que sale de compras. ¡La inflación entre las naciones industriales como un todo recientemente aumentó de súbito al cuádruplo del paso de la inflación de los años 1960! Al mismo tiempo esas naciones “acaban de pasar la desaceleración del crecimiento [económico] más excepcional que se haya experimentado jamás,” señala un informe reciente de la Organización Internacional para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

La lucha para tan solo mantenerse al paso con los precios y las demandas rápidamente en ascenso de súbito ha endeudado profundamente a muchas naciones. “Nosotros los bancos hemos llegado al límite en lo que respecta a financiar a Italia, Francia, Gran Bretaña y otras naciones,” advierte el anterior director gerente del Fondo Monetario Internacional (IMF) Pierre-Paul Schweitzer.

La economía de los Estados Unidos no es inmune. La deuda total pública y privada de los Estados Unidos es ahora seis veces mayor de lo que lo fue al finalizar la II Guerra Mundial, “y las ganancias más elevadas han ocurrido desde 1960,” hace notar Business Week.

La economía mundial ahora funciona tan diferentemente que la mayoría de los economistas reconocen prontamente que sus muy alardeadas fórmulas para “afinar” las economías nacionales súbitamente se han hecho obsoletas. Así es que Business Week predice que aunque el mundo escape del “desastre [económico], . . . no hay modo de que se escape del cambio.” ¿Qué clase de “cambio”?

Muchas autoridades predicen que las economías que se desmoronan del “mundo libre” aumentan las probabilidades de las soluciones dictatoriales o comunistas, y la pérdida de las libertades personales.

Alimentos

Algo más que también está relacionado con la explosión de los problemas de los recursos y los problemas económicos es la crisis de alimentos. “La historia registra peores escaseces [de alimentos] en países individuales,” dice un informe preparado por la Conferencia Mundial de Alimentos de la O.N.U., “pero es dudoso el que una situación tan crítica de alimentos jamás haya sido tan global.” Y el economista del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) Don Paarlberg asegura que “es evidente que estamos en alguna clase de punto de viraje” para la agricultura. ¿Por qué ahora?

Diferentes métodos agrícolas. La agricultura moderna depende de la energía... para abonos, tractores, bombas de agua, insecticidas, transporte, y así por el estilo. En muchas zonas una tonelada de abono puede producir hasta diez toneladas de cereales. La repentina escasez de energía y los precios que se han puesto por las nubes han azotado con más fuerza a los lugares donde estos métodos son más necesarios y donde están menos al alcance de los granjeros. Por ejemplo, las recientes pérdidas colosales de las cosechas en el norte de la India, se podrían haber reducido si hubiera habido un constante suministro de energía para las bombas de riego.

Diferente nivel de reservas de cereales. La súbita desaparición de las anteriormente colosales reservas ha elevado los precios de los productos agrícolas a varias veces sus niveles anteriores. Ahora el pronóstico mundial de USDA para los cereales es una reducción en la producción mundial que “probablemente resultará en más disminución de los niveles mundiales de trigo” en 1975. Muchos expertos creen que sencillamente no hay suficiente margen para el error. “Por primera vez en 50 años, no hay ni un solo país en el mundo con suficientes alimentos para salvar a las hordas hambrientas,” si una sequía llegara a azotar, dice preocupado un funcionario del gabinete de los Estados Unidos. ¡Y ahora por lo menos hay dos mil millones más bocas que alimentar, el doble de las que había hace cincuenta años!

Cambios atmosféricos. Los reveses climáticos han sido un factor clave de las recientes menguas en las reservas de alimentos. ¿Qué esperanza hay de un retorno a un tiempo agrícolamente más favorable? “Hay que recordar que el tiempo para producir cosechas durante los 15 años o más que precedieron a 1972 fue el mejor en el pasado siglo y medio,” menciona el meteorólogo Reid A. Bryson. “La probabilidad de que se repita es de una en 10.000.”

Después de considerar lo anterior, surge la siguiente pregunta: ¿Cómo puede un mundo que ha tenido miles de años para alimentar y cuidar de su población y no lo ha hecho —salvo para unos pocos privilegiados— esperar hacer eso cuando, según sus propios cálculos, solo cuenta con treinta y cinco años para proveer para el doble de su población actual?

Aun ahora por primera vez las autoridades están considerando una solución escalofriante —tría nacional— la política de brindar ayuda primero a las naciones con las mayores probabilidades de sobrevivir. Así es que si llegara a azotar un hambre mundial, los proveedores de alimentos ‘dejarían a la deriva’ a naciones enteras a favor de las que consideren mejor capacitadas para sobrevivir. Muchos expertos advierten que las naciones productoras quizás se enfrenten a esta difícil decisión moral dentro de un año.

Reaccionan los líderes mundiales

Estas crisis, junto con la pobreza, la contaminación y otras cosas sin precedentes, están sacudiendo a la mayoría de los líderes nacionales, haciéndolos reconocer que se enfrentan a algo diferente de lo que se enfrentaban hace pocos años. Sus propias reacciones son la evidencia más notable del cambio. Por primera vez, los cabezas de estado nacionales están haciendo propuestas para una cooperación internacional sin paralelos en un intento desesperado por salvarse.

Enfatizando este punto, el presidente Ford de los Estados Unidos dijo recientemente en una Asamblea General de la O.N.U. que las “naciones están obligadas a escoger entre conflicto o cooperación” y que ahora, “más que en cualquier otro tiempo de la historia, las naciones . . . deben dirigirse a la cooperación internacional” para administrar sus recursos.

Pero, ¿están motivados estos movimientos por un nuevo amor que las naciones se tienen una por otra? No. Solo es “la mismísima gravedad de la situación,” contesta el secretario general de la O.N.U. Waldheim, lo que “quizás logre esos desarrollos en las relaciones internacionales que hasta ahora no han podido lograr los llamados a la razón y a la buena voluntad.”

Se reconoce, pues, que cualquier acción unificada entre las naciones se funda sobre un cimiento inestable de interés propio y autopreservación, no en un interés genuino en el prójimo y en los principios justos. ¿Tendrán buen éxito los esfuerzos fundados sobre esta base?

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