Haciendo todo lo posible para mostrar amor
ES MUY agradable hallar a personas que verdaderamente aman al prójimo y están dispuestas a hacer todo lo posible para ayudarlo. ¡Hoy en día se hace tan poco! ¿Pero cuál es el mejor modo de ayudar a otros?
Es probable que el lector haya notado que, a medida que empeoran las condiciones mundiales, cada vez más personas parecen carecer de dirección en la vida. Se preguntan: “¿Qué significan todas estas cosas que suceden hoy?” “¿A dónde va este mundo?” “¿Cuál es el propósito de la vida?” Si pudieran obtener respuestas satisfactorias a estas preguntas su vida mejoraría.
Los testigos de Jehová han aprendido de la Biblia que las condiciones mundiales actuales están llenas de significado y anuncian algo maravilloso para el futuro cercano. Se aprovechan de toda oportunidad para visitar los hogares del prójimo con el fin de explicar la base de esas conclusiones. Recientes esfuerzos para ponerse en comunicación con personas en lo más remoto del hemisferio septentrional muestran que los Testigos no evaden las penalidades para llevar a cabo su obra bíblica.
¿Por qué hacen todo lo posible?
Uno de los principales problemas para llegar al hogar de la gente en el lejano norte es el intenso frío. La temperatura puede descender a más de 45 grados centígrados bajo cero. Pero el tiempo helado no impide que los testigos de Jehová muestren amor a otros. Robert L. Hartman, un ministro viajero que sirve a varias congregaciones en Alaska, habla del día más frío que ha pasado en su ministerio de casa en casa:
“Nos reunimos doce o trece de nosotros ese día en el Salón del Reino. Hacía 42 grados bajo cero. Algunos dijeron que preferían quedarse en casa para escribir cartas a las aldeas. Pensando que eso era lo que todos deseaban hacer, me estaba preparando para una sesión de escribir cartas. Después se me acercaron dos hermanos y me dijeron: ‘No tenemos mucho éxito con esto de escribir, cartas. Después que hemos pasado por todo el trabajo de hacer arrancar los automóviles y viajar la distancia al Salón (uno había viajado 25 km.), nos gustaría hacer algunas visitas de casa en casa. ¿Quiere acompañarnos?’ No pude resistir una súplica tan sincera. De modo que salimos con 42 grados centígrados bajo cero.”
Hartman también sirve en congregaciones en el noroeste del Canadá. Relata cómo Rose Hamilton de Whitehorse, Yukon, hizo todo lo posible para conducir un estudio bíblico todas las semanas con una Sra. Henry, que vivía a una distancia de 137 kilómetros:
“Hasta en el invierno Rose viajaba todas las semanas los 137 kilómetros. Algunas veces tenía que dejar el automóvil hasta a más de un kilómetro de la casa. Una vez la hermana Hamilton hizo ese viaje con una temperatura de 40 grados bajo cero. A su regreso al automóvil, mientras trepaba por un cerro escarpado, tragó una gran cantidad de aire helado y se ‘quemó’ sus conductos bronquiales. En otra ocasión esta hermana caminó tres kilómetros, de ida y vuelta al coche con 23 grados bajo cero.”
Además, las tempestades de invierno pueden complicar los asuntos, especialmente para los viajes aéreos. Ray Baker y Lyle Nelson, de Fairbanks, Alaska, explican:
“La zona cercana a Nome y junto al mar de Bering es famosa por sus intensas heladas y ‘emblanquecimientos.’ El ‘emblanquecimiento’ es un temido enemigo porque puede venir con poco aviso, comenzando frecuentemente con un nublado ligero y luego nieve. Pero pronto todo se pone blanco. El piloto tiene que esforzar sus ojos, para mirar en la nieve. Puede perder su orientación, sin saber adónde es arriba o abajo. Entonces el vértigo hace que uno fácilmente vuele contra una montaña o el suelo. En esta zona se pierden más pilotos que en ninguna otra de Alaska.”
A pesar de estos peligros, once testigos de Jehová entraron en esa zona en tres aviones pequeños en 1973. Informan ellos: “Abarcamos una zona de unos 250.000 kilómetros cuadrados. Para llegar a las 24 aldeas de este territorio, cada uno de los tres aviones voló unos 4.200 kilómetros aéreos y les hablamos a unas 6.000 personas.”
¿Por qué están dispuestos los testigos de Jehová a hacer todo lo posible para hablarles a otros acerca de la Palabra de Dios? Porque la cronología y la profecía bíblicas indican que estamos en los “últimos días” del presente sistema de cosas. Pronto será una realidad un nuevo sistema de justicia y paz en un paraíso terrestre restaurado. (2 Tim. 3:1-5; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-5) Jesús predijo que las “buenas nuevas” acerca de esto serían proclamadas por todo el mundo durante la “conclusión del sistema de cosas.” (Mat. 24:3, 14) Gustosamente los testigos de Jehová hacen todo lo posible para participar en esta proclamación de las buenas nuevas.
La oposición no es barrera para mostrar amor
La mayoría de las personas visitadas en el lejano norte son hospitalarias y se complacen en tener a alguien con quien hablar acerca de la Biblia. Pero algunos se oponen y tratan de ocasionarles dificultades a los testigos de Jehová.
Un Testigo del Canadá que realizó, junto con un compañero, un viaje de dos meses para visitar a los residentes de la margen norte del río San Lorenzo habla de una experiencia que tuvo en un pueblo minero:
“Comencé a dar el testimonio a un grupo de unos seis hombres en una casa de hospedaje para obreros. Dos de ellos se mostraron muy opuestos y empezaron a influir en los otros. De modo que los dejé y empecé a hablar a otras personas en el mismo edificio. Como los opositores hablaban cada vez más alto decidí finalmente abandonar completamente el edificio.
“Para cuando salí del edificio los dos opositores se habían puesto tan frenéticos que me siguieron. Altos bancos de nieve y un edificio cortaban toda esperanza de retirada.”
¿Qué haría el Testigo? ¿Transigiría, concordando en dejar de predicar si lo dejaban irse? ¿Qué haría usted si se enfrentara a esa situación? Él continúa:
“Le oré a Jehová pidiéndole ayuda y protección.
“Cuando los hombres llegaron a unos seis metros de mí, uno de ellos se detuvo repentinamente y llamó al otro. Hablaron entre sí por varios minutos, mientras me observaban. Luego, tal como si hubieran cambiado de pensar, se volvieron, alejándose. Estaba feliz y agradecido de saber que Jehová había estado conmigo.”
Surgieron problemas adicionales para estos dos Testigos cuando trataron de conseguir alojamiento nocturno. En estas zonas es necesario pasar las noches en hogares particulares, puesto que no hay hoteles u otras comodidades públicas. A veces, a causa de prejuicios religiosos, la gente rehusaba alojarlos. Pero a pesar de las dificultades, continuaron con la obra de predicación, informando: “En nuestro viaje de dos meses siempre se nos proveyó de lo necesario. Solamente una vez acabamos permaneciendo una noche en un cobertizo en un muelle.”
“Como ovejas sin pastor”
Mateo 9:36 nos dice con respecto a Jesús: “Al ver las muchedumbres se compadeció de ellas, porque estaban desolladas y desparramadas como ovejas sin pastor.” Los líderes religiosos judíos del día de Jesús habían descuidado las necesidades espirituales de la gente común y habían atado “cargas pesadas” de tradiciones humanas sobre ellos. (Mat. 23:4) ¿Son diferentes las cosas en la cristiandad hoy?
Larry Lees, un testigo de Jehová que viajó recientemente a varias aldeas esquimales en el remoto norte de Quebec, Canadá, relata: “Una familia me dijo que nadie jamás había venido a su hogar para hablarles acerca de la Biblia, aunque un clérigo anglicano vivía en esa colonia de unas setenta personas.”
Además del descuido de parte de sus clérigos, enseñanzas no bíblicas y supersticiones mantienen en oscuridad espiritual a mucha gente humilde. Por ejemplo, entre los lapones del norte de Finlandia se encuentran seguidores de Lars Levi Laestadius, un clérigo del siglo diecinueve. A esta gente se le ha enseñado que para ganar la aprobación de Dios no es necesario estudiar la Biblia y aplicar sus principios en la vida de uno. Todo lo necesario, dicen, es que uno confiese sus pecados al clérigo, quien entonces los perdona. Referente a esas personas en la zona de Kusaamo un Testigo de Finlandia dice lo siguiente:
“Aun ahora a un seguidor ortodoxo de Laestadius no se le permite comprar un aparato de televisión, al cual los predicadores llaman ‘la máquina del infierno,’ ‘ventana a Sodoma,’ etc. Estos clérigos llaman a la antena de televisión la bestia de siete cabezas de Revelación, porque las primeras antenas que fueron instaladas en Kusaamo tenían siete brazos proyectados. También se han referido a las puertas de las escuelas como a ‘las puertas del infierno’ y predicado que ‘nadie que entre en una escuela pública obtendrá la salvación.’”
No hay duda, la gente tiene una gran necesidad de que los testigos de Jehová vayan a estos remotos lugares para ayudarlos espiritualmente. Muchas de estas personas aprecian mucho la oportunidad de obtener conocimiento de la Biblia.
Mostrando aprecio por la verdad bíblica
Ray Baker relata una experiencia que tuvo su grupo al aterrizar su avión en la aldea de Buckland, Alaska, cerca del círculo polar ártico:
“En cuanto apagamos el motor fuimos rodeados por cuarenta o cincuenta padres y madres e hijos curiosos. Les dijimos que pronto visitaríamos sus hogares para hablarles acerca de la Biblia. Cuando llamamos a sus casas a menudo encontramos familias enteras reunidas esperándonos, con la Biblia en la mano.”
Un grupo que visitó recientemente aldeas indias aisladas al norte de Manitoba recibió la siguiente carta del Sr. Maxwell Bee, jefe de la reserva que habían visitado:
“Solo una corta nota para agradecerles por la ayuda que recibimos de parte de los dos hombres que visitaron nuestra reserva para hablarnos acerca de la Biblia y como podemos vivir en paz. Esperamos que pronto regresen. Cuanto más tiempo se queden, mejor. Nuevamente, gracias.”
El compartir con otros la verdad bíblica es el modo más excelente de mostrarles amor. Les da significado a su vida y una esperanza segura para el futuro. Los testigos de Jehová se complacen en hacer todo lo posible para compartir esas buenas nuevas con el prójimo.