¿Tienen los psiquíatras la solución?
LA PSICOTERAPIA es el arte de tratar de ayudar a las personas mental o emocionalmente perturbadas por medio de escuchar sus problemas, y tratar de ofrecerles el discernimiento para hacer frente a estos problemas. En los Estados Unidos el número de psiquíatras —personas que emplean esta forma de tratamiento— se ha septuplicado durante los últimos veinticinco años.
El enfoque psiquiátrico más popular ha sido la teoría psicoanalítica del “diván” de Sigmund Freud. Sin embargo, se ha empleado principalmente en los Estados Unidos. Así, la ciudad de Nueva York, con nueve millones de habitantes, tiene casi mil psicoanalistas, mientras que Tokio, con once millones de personas, ¡no tiene más que tres!
El valor del tratamiento psiquiátrico no está reconocido universalmente. En realidad, hasta el director del Instituto Nacional de los Estados Unidos para la Psicoterapia habló recientemente acerca de “la controversia y frecuente desilusión que corrientemente caracterizan el campo de la psicoterapia.” El psiquíatra Karl Menninger declaró, también: “¡Nueve de cada diez personas con la llamada esquizofrenia se ponen bien sin acercarse a un hospital!”
En una denuncia especialmente fuerte el Dr. H. J. Eysenck del Instituto de Psiquiatría de la Universidad de Londres, escribió en el Medical Tribune del 4 de abril de 1973, que el resultado “alegado para los diferentes métodos de psicoterapia y psicoanálisis fue casi igual al hallado para la remisión espontánea.” En otras palabras, según Eysenck, ¡las personas que recibieron ayuda psiquiátrica tuvieron más o menos el mismo promedio de recuperación que las que no recibieron ningún tratamiento psiquiátrico!
Ayuda suministrada
Sin embargo, no se puede negar que algunas personas han recibido ayuda genuina de parte de los psiquíatras. Un californiano escribe: “La ayuda que recibí de parte de ese hombre bondadoso fue extremadamente beneficiosa, y mi problema fue resuelto rápidamente.” Proponiendo la pregunta, “¿Qué hizo este psiquíatra por mí?” contestó: “Escuchó. Realmente me escuchó. . . . me ayudó a darme cuenta de que en mi interior tenía la habilidad de desarrollar gobierno de mí mismo.”
Este hombre perturbado tenía un problema de conducta, uno que evidenciaba una seria aberración sexual. Pero con bondad y estímulo, el psiquíatra le ayudó a corregir su debilidad. Hasta casos extremos han respondido a ese tratamiento psiquiátrico. Da un testimonio pertinente en este sentido el relato de un caso descrito en The Vital Balance, redactado por un equipo encabezado por Karl Menninger.
Este caso es el de “Mary Smith,” que, a la edad de sesenta y tres años, fue admitida a un hospital estatal. De algún modo había alimentado la idea de que su marido, un granjero típico, bondadoso y apacible, estaba implicado en el tráfico ilegal de bebidas y que repetidamente había tratado de envenenarla. Por eso ella lo había atacado con un martillo mientras él estaba durmiendo.
Fue diagnosticada como “perturbada, inquieta y confusa.” Seis años después de su admisión en el hospital fue declarada incurablemente demente. Pasaron otros siete años, y vino un nuevo médico que se interesó en ella. Pacientemente escuchó sus estridentes quejas, se compadeció de ella y concordó con ella siempre que podía. Emprendió paseos con ella, ayudándola con buen tacto a aclarar algunas de sus ilusiones. Se encargó de que se le hicieran espejuelos, y que la enfermera le diera cosas para leer, y también que conversara con ella.
Gradualmente cambió el tono de su voz, comenzó a ayudar tendiendo las camas y se le permitió caminar sola por el patio. Pronto se le permitió que se ausentara por unos pocos días. Después, a la edad de setenta y seis años obtuvo un cargo como enfermera practicante, cuidando a una mujer anciana. Años después su hija informó con respecto a ella: “Es una trabajadora excelente, útil y cooperativa . . . una de las mujeres mejor organizadas que jamás conocí a cualquier edad.”
Ese buen éxito en ayudar a los perturbados mentales señala el tipo de tratamiento que ellos necesitan especialmente. Sir Geoffrey Vickers, como presidente del Fondo de Investigaciones de la Salud Mental, explicó hace años: “El descubrimiento más significativo sobre la ciencia mental es, por mucho, el poder del amor para proteger y restaurar la mente.”
Sí, ahora se reconoce que el amor, la bondad, la paciencia y la comprensión son vitales para el tratamiento con buen éxito de los pacientes mentales. No obstante, como se hizo notar anteriormente, los psiquíatras a menudo fracasan en ayudar a los pacientes a recuperarse. ¿Hay alguna razón fundamental que explique el porqué?
Fracaso básico en el enfoque
Se ha observado bien que las personas necesitan saber la razón de su existencia, qué propósito tiene la vida, a fin de tener fuerzas para resistir al enfrentarse a la tragedia. Pero, ¿están mejor capacitados los psiquíatras para suministrar esto? ¿Pueden ellos ayudar a las personas a responder las preguntas básicas que ellas se hacen? Preguntas como: “¿Por qué estoy aquí?” “¿Cuál es el significado de la vida?” “¿Qué me depara el destino?”
La verdad es que ningún hombre, sino solamente el Creador de la humanidad, el Dios Todopoderoso, puede suministrar respuestas sólidas y satisfactorias a estas preguntas. Y Él lo ha hecho así en su Palabra la Biblia para nuestra esperanza y consuelo. Pero, ¿qué piensan en general los psiquíatras acerca de Dios?
Un estudio realizado en 1970 lo indica. De los psiquíatras entrevistados, el 55 por ciento dijo que ellos consideraban que la creencia en Dios era “infantil,” e “incongruente con la realidad.”
¡Qué conclusión tan irrazonable e ilógica! Porque piense: ¿De qué otro modo podemos explicar el origen de la vida si dejamos fuera del cuadro la existencia de un Dios supremo? O, ¿qué hay del amor?... ¿de dónde proviene esta maravillosa cualidad que es tan vital para la salud mental? Solamente la explicación bíblica es tanto razonable como lógica. Y ésta explica que un Creador supremo y amoroso es responsable. (Sal. 36:9; 1 Juan 4:8-11) Prominentes hombres de ciencia, que no eran en absoluto “infantiles,” han expresado creencia en ese Dios.
Science Digest dice de uno de éstos: “La mayoría de los historiadores de la ciencia declararían enseguida que Isaac Newton fue la mente científica más grande que el mundo jamás ha visto.” Y en su obra maestra Principia, dijo Newton: “De su dominio verdadero se concluye que el Dios verdadero es un Ser vivo, inteligente y poderoso; y, de sus otras perfecciones, que es supremo, o perfectísimo. Es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente.”
El fracaso básico de los psiquíatras mundanos es que por lo general no se dirigen a este Dios verdadero en busca de guía y sabiduría para el tratamiento de los perturbados emocional y mentalmente. ¡Y sin duda una de las consecuencias de su actitud es que ellos mismos tienen la más alta proporción de suicidios entre todas las especialidades médicas! Con respecto a esto, uno de ellos dice: ‘Hasta que los psiquiatras tengan la más baja proporción, todas sus enseñanzas están bajo sospecha.’—Journal of the American Medical Association.
Otros efectos del fracaso básico
Al no reconocer la sana instrucción de la Palabra de Dios, los psiquíatras raras veces aplican el amor de un modo equilibrado. Por ejemplo, en un caso un padre que no podía apartar de las drogas a su hijo adolescente lo envió a un psiquíatra. ¿Con qué resultados? El padre acabó 2.000 dólares más pobre y el hijo no había cambiado en lo más mínimo.
El padre quería ayudar a su hijo. Sin embargo, ni él ni el psiquíatra apreciaban la enseñanza de la Palabra de Dios, a saber, que la disciplina firme, aunque bondadosa, es una parte vital del ejercicio del amor. (Heb. 12:6-9; Pro. 23:13, 14) Al fin, el padre, prestando atención al consejo sano, le ordenó al hijo que se marchara del hogar hasta que estuviera dispuesto a ir a un centro de rehabilitación para aficionados a las drogas. Después el hijo le dijo a su padre: “Sabes, cuando tú y mamá me echaron, fue cuando supe que ustedes realmente querían ayudarme.” El hijo está curado ahora.
El que los psiquíatras no aprecien a Dios ni a sus enseñanzas sobre moralidad ha resultado en que se haga gran daño. Como ejemplo, el Press de Long Island llevaba el título en primera plana: “Círculo de sodomía desbaratado. Grupo acusado de abusos sexuales con jovencitos.” El artículo decía: “Cuatro hombres... incluso un psiquíatra de niños internacionalmente conocido . . . fueron acusados de sodomía, abusos sexuales y cargos de conspiración que implicaban a adolescentes.”
Si bien este puede ser un caso aislado, los incidentes de psiquíatras hombres que tienen relaciones sexuales con pacientes mujeres no lo son. De este modo una mujer cristiana fue a un psiquíatra en busca de ayuda a causa de su frustración en las relaciones maritales con su esposo. El psiquíatra le dijo que tenía tres caminos: Que tratara de que su marido viera a un psiquíatra; que se divorciara; o que tuviera un amorío extraconyugal con un “amigo,” y él se ofreció para servir de “amigo.”
También estaba el psiquíatra al que se le entabló juicio porque, como se informó en el Daily News de Nueva York, “Prescribía relaciones sexuales con él mismo como terapia y luego cobraba por los ‘tratamientos.’” Otro psiquíatra fue demandado por un total de 1.250.000 dólares por daños, ante el Tribunal Supremo del Estado de Nueva York debido a que obligó a su paciente a tener relaciones sexuales con él bajo el disfraz de tratamiento psiquiátrico. De hecho, un psiquíatra escribió un libro en el que recomendaba que los psiquíatras fueran “sexualmente disponibles al paciente, pero que no ‘insistieran.’” Llamó al libro The Love Treatment (El tratamiento del amor).
Dos expertos en medicina clínica que administran la principal clínica sexual norteamericana dijeron que una gran proporción de ochocientas pacientes que ellos trataron admitieron haber tenido relaciones sexuales con sus psiquíatras o consejeros. Si bien algunos de estos informes pueden ser meras fantasías, expresión de deseos o jactancias, uno de los médicos declaró: “Si tan solo el 25% de estos informes específicos son correctos, los profesionales en este campo todavía se enfrentan a una cuestión abrumadora.”
Claramente, hay razones para ejercer cuidado con respecto a los psiquíatras mundanos. Porque, si bien uno quizás reciba ayuda, hay también una verdadera posibilidad de que se le estimule a seguir un derrotero de conducta contrario a los principios justos de Dios. Pero aun si esto no sucediera, el que los psiquíatras por lo general no sepan cómo aplicar apropiadamente la mejor medicina para las enfermedades mentales —la divina cualidad del amor— probablemente hace ineficaz su tratamiento.
¿Significa esto que no hay ninguna parte en que la gente pueda recibir psicoterapia confiable en el sentido de recibir ayuda para examinar sus problemas y resolverlos? Felizmente esa ayuda está disponible, y por medio de ella muchas personas han obtenido salud mental en este mundo turbulento.