Rehabilitación de presos... ¿cómo puede tener éxito?
¿PUEDEN servir solo como lugar de castigo las prisiones, o pueden también ser centros de rehabilitación con buenos resultados?
Un subcomité legislativo de los Estados Unidos que recientemente estudió este asunto llegó a la conclusión de que las prisiones han fracasado totalmente como medios de rehabilitación de los delincuentes. Algunos expertos calculan que cuatro de cada cinco reclusos vuelven al crimen cuando abandonan la prisión. De modo que no es sorprendente que funcionarios carcelarios como Raymond K. Procunier, jefe del sistema carcelario de California, digan que las prisiones o penales en su forma actual debieran ser eliminados. Procunier explicó recientemente:
“Los conceptos de la sociedad acerca de las prisiones no tienen ningún sentido en absoluto. Se nos imponen responsabilidades en conflicto... apartar a los reos convictos de las ‘personas buenas’ y, al mismo tiempo, rehabilitarlos en la sociedad increíblemente artificial que prevalece en la prisión.” Y esto, sencillamente, no se puede llevar a cabo, enfatiza Procunier.
Lo que se necesita
C. Murray Henderson, alcaide de la inmensa Penitenciaría Estatal de Angola, es uno de esos funcionarios carcelarios que cree que un ambiente más natural es vital para obtener buenos resultados en la rehabilitación de reclusos. “Creo que las prisiones han funcionado durante demasiado tiempo en un ambiente de secreto,” le explicó recientemente a un representante de ¡Despertad! “No les hemos hecho saber a los contribuyentes cuáles son nuestros verdaderos problemas y necesidades. Claro, siempre necesitamos dinero, pero creo que más que eso necesitamos gente que trabaje con los reclusos, alguien con quien ellos puedan identificarse.”
Por lo tanto, el alcaide Henderson explicó: “Siempre hemos tratado de mantener nuestra prisión tan abierta como sea posible. Hemos tratado de alentar a la gente a que entre, porque pensamos que uno de los problemas principales en las cárceles es que aislamos al hombre de los mismos valores que queremos incorporar en él. No queremos que esto suceda. Deseamos tener comunicación con la gente de afuera, particularmente con personas que, creemos, tendrán un efecto saludable y provechoso en los presos.”
Elayn Hunt, directora del Departamento Estatal de Correcciones de Luisiana, expresó puntos de vista similares. De hecho, hizo notar que desde la época en que sus hijos eran chicos los llevaba a las cárceles donde trabajaba. Y los presos veían eso, dijo ella, como uno de los dones más grandes que ella les podía ofrecer puesto que era una evidencia de su confianza en ellos.
De este modo, en armonía con la política de exponer a los presos a influencias públicas saludables, los funcionarios de Angola dieron la bienvenida a los testigos de Jehová para trabajar con los reclusos. Los Testigos son notorios por su buen éxito en ayudar a las personas a reformar su vida. De hecho, el ministro de la Iglesia Metodista Unida Dean M. Kelly declaró que, si bien las iglesias tradicionales no han podido lograr esto, los testigos de Jehová están “redimiendo criminales y aficionados a las drogas en nuestra sociedad.” Lo que ocurrió en Angola demuestra una vez más el buen éxito de su obra.
Cómo empezó el programa
En 1973 había dos reclusos de Angola, que no se conocían el uno al otro, que estaban estudiando la Biblia por correo con los testigos de Jehová. Coincidentalmente, ambos le escribieron casi al mismo tiempo a la Sociedad Watchtower en su central de Brooklyn, Nueva York, pidiendo que alguien los visitara en prisión. La Sociedad Watchtower, a su vez, notificó a un Testigo de la Congregación cercana de los Testigos de Jehová en New Roads.
Mientras tanto, estos presos empezaron a hablarles a otros reclusos acerca de las verdades bíblicas que estaban aprendiendo. Al mismo tiempo, otros hombres en el inmenso penal estaban empezando a reconocer su necesidad espiritual. Por ejemplo, había un joven recluso cuya madre, hermanos y hermanas en Wichita, Kansas, eran Testigos. Explica él:
“Toda mi vida se estaba desmoronando, y al fin fui atrapado y sentenciado a tres años de cárcel. El tercer día de estar en ella me atacaron dos hombres que trataban de convertirme en homosexual. Me golpearon tan malamente que fui hospitalizado por más de un mes. Me sentí muy deprimido debido a que sabía que había cometido mucho mal en mi vida y todo parecía recaer sobre mí. Oré y finalmente le escribí a mi madre pidiendo ayuda.
“Ella viajó toda esa gran distancia para visitarme. Después me dijo que le había orado a Jehová para que pudiera hallar un Testigo que viniera a la cárcel a ayudarme. Mientras estaba parada a la puerta del penal su bolso estaba abierto y el libro La verdad que lleva a vida eterna estaba dentro. Un hombre que estaba cerca echó un vistazo y dijo: ‘¿Es usted Testigo?’ La oración de mamá había sido contestada, porque el hombre era un Testigo que iba a la cárcel a ponerse en comunicación con presos y hacer arreglos para reuniones de estudio bíblico.”
Con el tiempo se hicieron arreglos para congregar en un lugar central del penal a los varios reclusos interesados en tener reuniones regulares. Esto requirió considerable esfuerzo puesto que Angola es un vasto complejo de más de 7.000 hectáreas compuesto de varios terrenos diferentes. Pero al fin se hicieron arreglos para dos reuniones regulares a la semana, y el número de reclusos que asistían siguió aumentando de aproximadamente media docena al principio a cincuenta y más.
Transformaciones notables
Al crecer el aprecio de los presos hacia el propósito de Dios para dar principio a Su justo nuevo sistema de cosas, muchos efectuaron cambios radicales en su vida. (2 Ped. 3:13, 14) No solo implicó esto una reforma en su conducta moral, sino que los hombres también se dedicaron a ayudar a compañeros presos a aprender los propósitos de Dios. Por ejemplo, conducían estudios bíblicos con ellos durante sus descansos, en vez de tomar parte en actividades recreativas. Los funcionarios carcelarios estaban impresionados por estos cambios notables en el estilo de vida, lo cual condujo a un desenvolvimiento insólito.
Una de las sesenta y nueve Asambleas de Distrito “Propósito Divino” de los Testigos de Jehová del verano pasado en los Estados Unidos estaba programada para Baton Rouge, a unos ciento diez kilómetros de Angola. El punto culminante de cada una de estas asambleas es el bautismo, cuando los individuos simbolizan por medio de la inmersión en agua la dedicación de su vida a servir a Jehová Dios. Se solicitó autorización para que ocho de los presos asistieran a la asamblea de Baton Rouge para ser bautizados.
Después de muchas deliberaciones, los funcionarios carcelarios concedieron el permiso. Un funcionario de distrito local bondadosamente concedió efectuar arreglos para llevar a los hombres al Centro de la Asamblea en la Universidad Estatal de Luisiana, donde estaban concurriendo unas 14.000 personas. ¡Qué ocasión tan conmovedora fue ésa! Al entrar los presos en el auditorio, con las cadenas en los tobillos y las esposas, la vasta concurrencia se puso de pie y aplaudió. Sencillamente estaban sobrecogidos de gozo de que estos hombres hubieran amoldado ahora su vida a los justos requisitos de Dios.
Como lo describe el artículo anterior, otros ocho reclusos fueron bautizados en una asamblea celebrada dentro del penal de Angola este pasado 5 de octubre. ¡Y ahora esta primavera más reclusos, que también han cumplido con los requisitos bíblicos, están haciendo planes para bautizarse en una asamblea aun mayor en el penal!
Los funcionarios carcelarios hasta han dado permiso para celebrar estudios bíblicos con hombres en la antesala de la muerte. Y al menos uno de estos hombres ha progresado también hasta el punto de que espera ser bautizado en la próxima asamblea. ¿Cómo se siente uno al acompañar a un Testigo en una de sus visitas regulares a Angola? A continuación damos el informe de algunas personas que lo hicieron:
Antesala de la muerte en Angola
“Recogimos a Gary Janney, un testigo de Jehová, en su casa en Baton Rouge a las 2:30 de la tarde, e iniciamos el viaje a Angola de una hora y media de duración. Al llegar al cuartel de la guardia fuimos admitidos por los guardias de seguridad. Entonces atravesamos la puerta, y levantamos la vista al edificio rectangular de color verde que alberga la antesala de la muerte.
“Dentro, se nos permite pasar por las diferentes puertas de hierro. Ya no hay en nuestra mente ninguna duda de que estamos en la cárcel. Por fin llegamos al último pasadizo y, mientras la puerta final se cierra ruidosamente detrás de nosotros, vemos la hilera de celdas... la hilera o antesala de la muerte. Se nos lleva a una sala para visitas.
“La sala es lo suficientemente grande como para contener de veinte a veinticinco personas, y tiene unas pocas sillas de metal. Una pesada pantalla de metal corre a través del centro de la sala, la cual separa a los visitantes de los presos. Ahora se permite que los hombres entren del otro lado. De los trece hombres en la antesala de la muerte, ocho entran para el estudio bíblico. Varios de ellos hace casi un año que están estudiando. Por eso Gary Janney los conoce muy bien a todos, y nos presenta a cada uno por su nombre.
“Cada hombre tiene una Biblia y el librito azul La verdad que lleva a vida eterna. Por ser nosotros extraños al principio están un poco callados, evidentemente preguntándose cómo somos nosotros. Pero pronto cada uno de ellos está tratando temas bíblicos y gozando muy francamente de la conversación. Les preguntamos qué piensan del programa de estudio bíblico. Todos dicen que les gusta y que han aprendido mucho.
“Les preguntamos: ‘¿Por qué confían en los testigos de Jehová para estudiar con ustedes?’ Uno de ellos contesta rápidamente: ‘Es muy simple. Todo lo que dicen los testigos de Jehová lo podemos leer en la Biblia.’ Cuando se les preguntó si habían sido religiosos antes de entrar en la cárcel, todos los ocho contestaron que ‘No.’ Sin embargo, todos añadieron que habían sido miembros de las iglesias católica o bautista.
“De modo que les preguntamos por qué no se dirigieron a su religión anterior en busca de ayuda. Uno de ellos contestó en tono sonriente: ‘Los testigos de Jehová nos mostraron que no hay infierno ardiente. Ya tenemos suficiente infierno aquí. Queremos oír algo diferente que suene un poco mejor.’
“Nuestra hora se ha terminado y tenemos que marcharnos. Al levantarnos para hacerlo, nos piden que volvamos otra vez. Luego un hombre se dirige a Gary Janney y le hace una pregunta de un modo sincero, de corazón: ‘¿No podría estudiar con nosotros dos veces a la semana como lo hace con el otro grupo en el penal?’ Gary promete tratar de hacer arreglos para ello.
Más visitas en la cárcel
“Al dirigirnos a nuestro automóvil muchos pensamientos nos pasan por la mente, pero tenemos poco tiempo para pensar en ellos ahora. Subimos al automóvil, atravesando otra puerta del penal y andamos unos tres kilómetros hacia una estructura rectangular de la prisión llamada el Edificio de Educación. Aquí pasamos a través de un cuartel de la guardia y se nos introduce a una sala de espera.
“Los presos se mueven en grupos esperando aquí lo que se llama el ‘aviso’... para ser inspeccionados antes de atender a diversas funciones educativas. La mayoría de los hombres no hablan. Los reclusos Testigos y sus asociados, sin embargo, están todos hablando entre sí y son muy amigables y agradables. Están esperando a Gary Janney y Ed Journee, que estarán a cargo de las reuniones. Cada recluso lleva una Biblia y libros de estudio.
“Puesto que parece haber algún problema con el ‘aviso,’ nos marchamos y hacemos otra visita a un preso que todavía no está asistiendo a nuestras reuniones. Es periodista para una cadena de diarios de afuera del penal. Está intrigado por los testigos de Jehová debido a la forma que muestran interés uno por el otro. Le parece que la esperanza del reino de Dios y las bendiciones terrestres resultantes suenan buenas pero son un poco difíciles de creer. (Rev. 21:3, 4) Es típico de muchos hombres en la cárcel que, a causa de las injusticias y prejuicios del mundo, hayan perdido las esperanzas. Después de invitarlo a las reuniones, nos marchamos.
“A causa de algún embrollo en el ‘aviso’ a unos veinte reclusos no se les permite venir a las reuniones esa noche. De modo que solo están presentes treinta presos. La sala en que nos reunimos es muy parecida a un aula de escuela, con todos los hombres sentados ante pupitres. Nos presentan y los reclusos nos dan una cordial bienvenida. El ambiente que hallamos no es diferente de nuestras reuniones regulares en el Salón del Reino local.
“A eso de las 9 de la noche se termina la reunión, y nos dirigimos a casa. Hemos estado en camino desde las 2:30 de la tarde, pero nuestra actividad ha sido tan espiritualmente edificante que al parecer estamos más bien excitados que cansados. En nuestro camino de regreso hablamos de nuestro día. El que estos presos hayan llegado a conocer los propósitos de Jehová, y, como resultado, tengan una paz mental y sensación de libertad que muchos de los llamados hombres libres no tienen nos sobrecoge de emoción.”
No es la única cárcel
En otras cárceles los testigos de Jehová también han gozado de buen éxito en la rehabilitación de reclusos. Los estudios bíblicos, por ejemplo, han sido conducidos en la Unidad Carcelaria Estatal de Burgaw en Carolina del Norte.
En la Prisión de Norfolk, Norfolk, Massachusetts, hace años que está funcionando un programa de estudio bíblico dentro del penal. Los funcionarios carcelarios suministraron una sala en una escuela para que los reclusos la usen para sus reuniones. Un recluso, que recientemente fue puesto en libertad explica:
“Los Testigos de la localidad, miembros de la congregación de Franklin, Massachusetts, venían cada dos sábados en la tarde, para conducir reuniones en nuestra aula. Daban una conferencia bíblica y tenían compañerismo con nosotros durante unas dos horas. Los sábados a la mañana nosotros los reclusos interesados íbamos de unidad en unidad con literatura bíblica, hablándoles a compañeros reclusos lo mismo que a guardias. Cuando recibimos un tratado bíblico colocamos casi 700 de ellos.”
Con respecto al efecto de esta obra, este ex-recluso declara: “Un joven había estado internado en instituciones durante toda su vida, desde los orfanatos hasta la prisión estatal. Tenía el cabello largo, fumaba cigarrillos, las paredes de su celda estaban llenas de figuras pornográficas, empleaba lenguaje obsceno y estaba profundamente envuelto en el ocultismo.
“Empezamos un estudio bíblico con este hombre. En dos semanas había dejado de fumar y blasfemar, había quitado las figuras de la pared, se había cortado el cabello y corregido su lenguaje. ¡Ahora está bautizado y está conduciendo estudios bíblicos con otros dentro del penal! Tan solo desde septiembre de 1972, se han bautizado seis reclusos, dos de ellos dentro de la prisión y cuatro mientras estaban con licencia de la prisión.”
Un modo con buenos resultados
Experiencias como éstas se han hecho cada vez más comunes, como pueden testificar ciertos funcionarios carcelarios. Es cierto como dijo el ministro de la Iglesia Metodista Unida Dean M. Kelly, que los testigos de Jehová están “redimiendo criminales y aficionados a las drogas en nuestra sociedad.” Y más bien que volver al crimen, estas personas han sido instrumentos para ayudar aún a otros a conformar su vida a los requisitos de Dios.
Es comprensible que los funcionarios carcelarios se enfrenten a graves problemas; ha habido motines carcelarios, toma de rehenes y tráfico de contrabando pasado a los reclusos. La rehabilitación de los presos no ha sido en general un éxito. Pero es evidente que la solución al problema no es, como reconoció el director carcelario de California Procunier, “apartar a los reos convictos de las ‘personas buenas.’”
Sobre este mismo tema Elayn Hunt dijo acerca de la situación en Angola: “No hemos tenido los grandes problemas que han tenido en otros lugares. Y creemos que parte de la razón es que nosotros permitimos a nuestros reclusos mucha comunicación con personas del público, y las influencias positivas de parte de fuentes religiosas.”
Los testigos de Jehová por todas partes están dispuestos a ir a las cárceles y dar libremente de su tiempo para ayudar a los presos a aprender los justos principios de la Palabra de Dios. Este ha resultado ser un modo excelente de rehabilitar a muchos. Con respecto a su experiencia de trabajar con los testigos, el alcaide del Penal de Angola, Henderson, dijo: “No hemos hallado a ningún farsante entre los Testigos de Jehová, al menos ésta ha sido mi experiencia. Son sinceros y desean trabajar con los presos. Sencillamente no hemos tenido ningún problema.”
Si usted es un funcionario carcelario, comuníquese con los testigos de Jehová de su localidad en busca de ayuda. O si ellos lo visitan, déle cuidadosa atención a su oferta para ayudar a los presos a efectuar cambios en su vida que beneficiarán tanto a ellos mismos como a la sociedad en general.