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  • Enseñando a los hijos a ser altruistas
  • ¡Despertad! 1975
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¡Despertad! 1975
g75 8/9 págs. 14-16

Enseñando a los hijos a ser altruistas

“JAVIER, ¿quieres ayudarme a componer el juguete de tu hermanita?” preguntó una madre a su hijo. ¿Invita usted, también, a sus hijos a hacer cosas que beneficiarán a otros miembros de la familia?

Reconocidamente, no es fácil apartar a los niños de un proceder egoísta. La realidad es que nacemos egoístas. Un bebé recién nacido quiere lo que quiere cuándo lo quiere. Y no tolera las demoras, como a veces se hace claro por el chillido incesante en demanda de atención.

Sin embargo, cuando los padres proveen cuidado y guía amorosos, el niño comienza a notar a los demás. Gradualmente disminuyen sus tendencias egoístas. Inútil es decir que esto exige mucho tiempo y esfuerzo de parte de los padres. Sin embargo, con el tiempo, los que persisten en sus esfuerzos ven los resultados.

El papel del ejemplo paternal y maternal

Sea que a los padres les guste o no, sus hijos van a imitarlos. De ahí la importancia de dar un buen ejemplo en cuanto a ser altruista. Un padre mencionó: “Desde que era pequeñito nuestro hijo de diez años de edad nos ha visto dar a los demás. Ahora cuando damos a los que lo necesitan, él también quiere dar. Lo hemos visto hacer cosas pequeñas para otros sin ser instado, lo que nos indica que no lo hace tan solo para complacernos.”

Su esposa agrega: “Si los esposos son generosos con sus esposas, el hijo observa esto y hará cosas por su madre del mismo modo que lo hace su padre. Sé que eso es cierto en cuanto a nuestro hijo.”

Esta madre también hizo algunos comentarios interesantes sobre el efecto que tiene en los hijos la actitud de sus padres para con las posesiones materiales. “Nuestro hijo,” explicó, “nunca nos oye discutir acerca de dinero o decir: ‘No tenemos con que comprar esto o aquello.’ No es que estemos económicamente en buena posición, al contrario. Pero no estamos ansiosos por ello, y debido a esto él se siente seguro. Hemos observado que en los hogares donde los padres discuten constantemente acerca del dinero, los hijos tienden a ser más egoístas, y, a su vez, pelean entre sí por cosas triviales.”

A menudo se observa que el niño egoísta no es el que obtiene demasiada atención de sus padres, sino, por lo general, muy poca. Cuando un hijo puede depender de sus padres por ayuda cuando la necesita, por lo general se demuestra dispuesto a ayudar. Cuando el hijo es amado por sus padres, él se hace amoroso. Sí, la manera en que se trate a un niño cuando joven, será, de modo significativo, la base de cómo él tratará a otros en el futuro.

Modos en que se puede impartir la enseñanza

Difícilmente se puede exagerar la importancia de la enseñanza temprana. Por eso, si a un niño se le adiestra apropiadamente en sus primeros años a pensar en otros, por lo general el dar y ayudar a otros será algo espontáneo en él.

Recientemente se observó a una madre poner en práctica este principio. Se le oyó decir a su hijito: “Ahora que has hallado esas dos monedas, ¿no te gustaría poner una en tu alcancía y la otra en la alcancía de tu hermanita?”

“Sí, mamá,” fue la respuesta alegre.

Así se plantó la semilla y, al regarla apropiadamente, puede ser la base para acciones amorosas en el futuro.

Otros padres revelaron que ellos incluyen a sus hijos en la consideración de los asuntos de familia. El padre toma la decisión final, pero los hijos tienen libertad para expresar sus deseos, y éstos se toman en cuenta. El padre de una hija de trece años de edad dijo que el hacer que sus hijos sientan que son parte de las actividades y decisiones de la familia cultiva en ellos un espíritu amoroso y altruista. Al dar un ejemplo, dijo: “Recientemente fui con mi hija a comprar zapatos. Vio un par que le gustaba, pero cuando se le dijo el precio, dijo: ‘Oh, papito, yo no necesito un par tan caro. Ese par más barato está bien.’ ¿Ha de extrañar el que yo la considere como algo especial?”

Otro padre también explicó cómo él y su esposa tratan de ayudar a sus hijos a tomar decisiones prudentes. “Mientras aún están con nosotros,” señaló, “podemos percibir cualquier defecto en su modo de pensar, y ayudarlos.” Para ilustrar el asunto, describió una reciente conversación a la hora de comer.

“Surgió el tema de los automóviles,” recordó el padre, “y nuestro hijo mayor, que en estos días está loco por los autos, dijo que si tuviera el dinero se compraría un automóvil deportivo pequeño, mencionando la marca. Recuerdo que dije: ‘Está bien tener un auto, Alberto, pero piensa, un automóvil deportivo de tamaño pequeño no deja mucho lugar para la esposa y los hijos, ¿no es cierto?’

“Él contestó: ‘¿Qué es eso de, “esposa e hijos,” papá? Si ni siquiera estoy casado.’

“‘Lo sé, hijo, pero algún día lo estarás y tendrás que considerarlos, ¿verdad? Sabes que está muy bien hacer planes para el futuro, pero ¿no crees que deberías considerar cómo tus planes beneficiarán o perjudicarán a otros?’

“‘Bueno, sí, supongo que tienes razón. Un auto deportivo no tiene mucho lugar, pero sería lindo tenerlo.’

“‘Además, hijo, ese auto que quieres es muy caro. Podrías estar guiando ese auto llamativo, pasando un buen rato, mientras que tu familia pasara hambre. Estoy seguro de que no querrías eso.’

“‘Por supuesto que no, papá. Nunca haría eso.’

“‘Sé que no lo harías adrede. Pero sé que has visto a muchos hombres en este mismísimo vecindario hacer precisamente eso... obtener lo que quieren a expensas de las necesidades de su familia.’

“Bueno, pensó por un instante o dos y luego dijo: ‘Creo que tienes razón, papá. Está bien, conseguiré un auto familiar... es decir, cuando consiga uno. Pero para eso todavía falta mucho tiempo, ¿verdad?’

“‘Sí, hijo, pero lo que pienses ahora servirá para modelar tus planes futuros. Así que es mejor pensar del modo correcto aun ahora.’”

¿Guía usted a sus hijos de esta manera para que piensen en otros? ¿Lo hace en condiciones libres de tensión, de un modo natural y amoroso? Habrá mucha más probabilidad de que tenga éxito si lo hace así y no de un modo severo y sermoneador. Además, si usa empatía en su enfoque, sus hijos apreciarán el hecho de que usted tome en cuenta sus sentimientos y se sentirán más inclinados a aceptar el consejo.

Altruismo hacia viejos y jóvenes

Hay mucho que se puede enseñar a los hijos a hacer por sus abuelos y otras personas de edad avanzada. Pueden leerles a los que padezcan de mala vista. Pueden incluirlos en los juegos o actividades familiares. Solo porque sean más lentos físicamente no significa que también lo sean mentalmente.

Aun fuera de la casa, en público, se puede animar a los hijos a fijarse en las personas de más edad y ayudarlas. Se les puede estimular a ceder sus asientos a ellas en los autobuses y trenes. Pueden mostrar respeto por medio de no interrumpirlas cuando están conversando, y por medio de no monopolizar la conversación. Sí, en vez de meramente tolerar a los ancianos, como se acostumbra hacer en algunas partes del mundo hoy día, a los niños se les puede enseñar a sacar provecho de la sabiduría y experiencia que éstos a menudo tienen.

Los padres también deben estimular a sus hijos a mostrar atención amorosa a sus hermanos y hermanas más jóvenes. De otro modo, quizás se resientan ante la intrusión en el tiempo de su madre por un recién llegado. Una madre, que tenía un hijo de seis años de edad, explicó:

“Desde el tiempo en que quedé embarazada de mi hija nos referíamos a ella por nombre, y ella llegó a ser muy real para mi hijo. Cuando llegó, estaba ansioso de ayudarme con ella. Años más tarde, él nos dijo lo feliz que se sintió cuando ella nació.”

Los padres que hábilmente preparan a sus hijos para la llegada de un bebé hallan que tienen poco de que preocuparse, como lo ilustra este caso de una niña de siete años de edad. Cuando se le preguntó qué le parecía tener a una hermanita, contestó: “Oh, la quiero. Me gusta ayudar a mamita a prepararla. Pero no me gusta cuando llora. Creo que se está malcriando.” Al preguntársele qué pensaba hacer acerca de ello, dijo: “Bueno, tan pronto como pueda entender, tendré que hablarle acerca de ello.”

A menudo es típico que los hermanos y hermanas se pongan celosos uno del otro, o que se resientan. Pero si los padres evitan mostrar favoritismo y explican sus acciones, pueden hacer mucho para contrarrestar este problema. Una madre de tres hijos informó:

“A medida que crecían nuestros hijos, los dos más jóvenes mostraron cierto resentimiento cuando su hermano mayor recibía alguna ropa extra o algún regalo. Pero les explicamos que a su edad él necesitaba más de lo que necesitaban ellos. Les aseguramos que ellos, también, recibirían el mismo trato cuando les llegara el tiempo. Ahora que nuestra hija ha llegado a esa edad, aprecia la veracidad de esto.”

El servir a otros produce beneficios

Una de las dádivas más grandes que uno puede impartir a sus hijos es el deseo de querer servir a otros: de dar de su tiempo, de ser compasivos y atentos en provecho de los que lo necesitan. Considere la siguiente declaración de un niño de doce años de edad que aprendió esta lección:

“Un muchacho que vive en nuestra manzana recientemente perdió a su padre, y me sentí muy apenado por él. Quería hacer algo para ayudarlo así es que hablé acerca de ello con mi papá, y me dijo que podíamos incluirlo en algunas de nuestras actividades familiares. Lo invité a nuestra casa, pero parece que por ahora no quiere estar con nadie. No obstante, me propongo seguir invitándolo.”

¿Se interesan así sus hijos? ¿Se preocupan por otros? Lo harán, con el estímulo que reciban de usted.

Verdaderamente, los hijos a quienes se estimula a ser altruistas reciben muchos beneficios. Tienen un sentimiento de bienestar y seguridad. Disfrutan de mayor serenidad y equilibrio. Están mejor preparados para desempeñar sus papeles futuros de esposos, esposas y, con el tiempo, padres. Y llegan a apreciar que las palabras del Señor Jesucristo realmente son ciertas: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.

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