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  • ¿Cuán “seguro” es?
  • ¡Despertad! 1976
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¡Despertad! 1976
g76 22/5 págs. 17-19

¿Cuán “seguro” es?

POR supuesto, los beneficios que provienen de los programas de seguro social varían de país en país. Parece que en unos cuantos lugares lo que reciben es suficiente para proveer condiciones de vida decentes.

Por ejemplo, en Suecia un observador de los grandes beneficios de ese país dijo: “Muchos de los que tienen pensiones dicen que nunca antes les ha ido tan bien económicamente como ahora.”

Pero los países en que se pueda decir eso son la excepción. La condición general aun en los países acaudalados de Occidente es que las personas que tratan de vivir principalmente de los pagos del seguro social se hallan en serias dificultades.

Una baja en las normas de vida

La mayoría de los ancianos que se retiran con pocos ingresos fuera del seguro social experimentan una significativa baja en sus normas de vida.

Durante 1975 en el Canadá, un elemental plan gubernamental de pensión a la vejez le pagaba a una persona soltera sin otros ingresos unos 210 dólares al mes, y una pareja retirada recibía unos 400 dólares al mes, ajustados a la inflación. Pero estos pagos hacen patente que las personas que habían estado ganando varias veces eso mientras trabajaban sufrirían una brusca caída en su norma de vida si no tenían otra fuente substancial de ingreso de retiro.

Eso es lo que sucede a menudo en la mayoría de los países industriales de Occidente. Una persona retirada por lo general recibe en pagos mensuales mucho menos de lo que estaba ganando cuando trabajaba. Por ejemplo, en Australia, durante 1975, el jornal medio era de más de 150 dólares por semana. Pero el pago básico para una persona soltera retirada fue de 36 dólares por semana y para las parejas retiradas, 60 dólares por semana. En los Estados Unidos, el trabajador especializado de término medio ganaba más en una semana que lo que recibía en un mes bajo el seguro social la persona retirada de término medio.

Se perjudica a los ancianos

En estos países industriales de Occidente, el mayor grupo de personas que viven en la pobreza por lo general es el de los ancianos. Y su situación ha empeorado debido a la desenfrenada inflación.

El Star de Toronto, Canadá, informó que “aproximadamente el 50 por ciento de los ancianos del Canadá viven en la pobreza,” según una investigación gubernamental. No tienen suficientes ingresos “para vivir con dignidad y libres de necesidad.” Señaló que la “pobreza entre los ancianos es de dos a tres veces mayor que la de otros grupos clasificados por edad.” El Star también dijo: “Lo que pasa es que la mayoría de los ciudadanos mayores no reciben una pensión de la compañía independiente de la ayuda pública.”

El problema es grave cuando los ancianos no pueden vivir con sus propias familias, como, por ejemplo, sus hijos, o no poseen una casa pagada. Un observador australiano dice de esos pensionados: “Cuando las personas tienen que pagar un alquiler alto por sus alojamientos, están en una situación económica muy difícil.” Los que tienen que pagar los alquileres altos de hoy día o que todavía tienen que hacer pagos sustanciales sobre la hipoteca de una casa, hallan que estos costes son una carga abrumadora.

Es por eso que a muchos “ciudadanos ancianos” les parece que después de haber trabajado duro toda su vida los han arrojado al montón de desechos de la sociedad. Un canadiense que encabezaba un equipo oficial de investigación dijo: “Vez tras vez hallé que la pérdida de ingresos al tiempo de jubilarse, aun de los que apenas les bastaban, roba a la gente una norma de vida decente y reduce la calidad de la vida que llevaban antes del retiro.” Agregó: “Son la gente olvidada de la sociedad canadiense.”

El alcalde de una ciudad allí declaró: “Me visitó un anciano que representaba a 140 pensionados. Prorrumpió en lágrimas y me suplicó por ayuda. Fue terrible ver a un hombre que había pasado toda su vida trabajando atrapado en una situación en que temía no poder pagar su alquiler.” En otra ciudad un funcionario dijo que lo había visitado en su oficina una anciana que “lloró sin poder contenerse” al confesar que estaba tan escasa de dinero que “tenía que comer el alimento envasado para animales.”

“Los problemas nunca cesan”

Un anciano en esta situación declaró: “Estoy muy cansado de luchar, muy frustrado, muy perturbado. Siempre nos quedamos en la casa para no gastar, comemos económicamente, y mi esposa, que llora mucho, trata de comprender. Yo solía pensar que los ancianos no tenían problemas. Ahora soy un viejo y los problemas nunca cesan.”

El Star de Toronto informó lo siguiente acerca de los ancianos del Canadá: “Muchos de ellos mueren solos en una habitación. Muchas de las habitaciones son de aspecto triste, desaliñadas. No es extraño hallar que alguien haya muerto en una vereda trasera.”

Concerniente a los Estados Unidos, el columnista Jack Anderson escribió: “La sociedad aleja a sus ancianos indeseables a los rincones, para que esperen la muerte solitarios y descuidados. Parece que a los Estados Unidos sencillamente no les importa. Y ahora hay un nuevo fenómeno siniestro: los ancianos comienzan a salir de sus rincones y a amontonarse en sórdidos ‘barrios geriátricos.’ Hoteles y casas de apartamentos que tambaleaban de vetustez han sido reedificados con malos materiales en casas donde los viejos viven en confusión.” Él también declaró: “Según los mejores cálculos seis millones de ancianos viven en la pobreza: sin alimentos adecuados, estafados por drogas recetadas de alto costo, mal alojados y sin cariño.”

Un artículo del Post de Nueva York escrito por Harriet Van Horne dio una cifra más elevada de los ancianos que viven en la pobreza. Ella declaró: “De hecho, el 30 por ciento de los ancianos viven en una condición inferior al nivel de la pobreza. Eso quiere decir por lo menos ocho millones de personas.” Además, hay millones de otras que apenas están más arriba del nivel de la pobreza. Esta escritora también dijo lo siguiente:

“Los esquimales eran más bondadosos. Cuando sus parientes envejecidos ya no podían producir, los ponían afuera sobre una masa de hielo flotante, donde condescendientemente morían helados durante la noche.

“En contraste, nosotros somos un grupo abominable. Ponemos a nuestros ancianos en casas donde se les cuida. Allí el 27 por ciento muere en su primer mes de estadía. Cuando entran son cuerdos, pero rápidamente caen en la senilidad y la confusión.

“A los que sobreviven a menudo los hacen pasar hambre, los maltratan, los drogan, los desatienden y los reducen a temblorosas bolsas de huesos.”

Por eso, el Dr. Robert N. Butler, autor del libro Why Survive?, declaró: “En verdad, es más fácil tratar el problema de la muerte que el problema de vivir como un anciano” con una pensión baja en una sociedad cara. Señaló que “un 30 por ciento de las viviendas en que se alojan los ancianos no tienen inodoros interiores con aparato lavador, un 40 por ciento no tienen bañadera o ducha con agua caliente, y un 54 por ciento tienen calefacción mínima en invierno.”

Es obvio, pues, que para una gran cantidad de ancianos, el “seguro social” suministra muy poca seguridad verdadera. A menos que tenga otro ingreso, o lo atienda su familia, el anciano o anciana estará en una condición desesperada aunque viva en un país relativamente rico.

Pero, ¿siempre tendrá que ser así? ¿Hay alguna esperanza de que esta condición termine antes que pase mucho tiempo?

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