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¡Despertad! 1976
g76 22/6 págs. 21-24

La conspiración que se desbarató en Australia

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Australia

LA GENTE de Australia estima sus derechos individuales como ciudadanos. Se les conoce bien por su insistencia en un proceder leal o juego limpio.

Por lo general la gente justa favorece la libertad de adoración. La Sección 116 de la Constitución de Australia estipula esto al decir: “El Estado no dictará ninguna ley para establecer religión alguna, ni para imponer ninguna observancia religiosa, ni para prohibir el libre ejercicio de cualquier religión.”

Muchos habitantes de Australia tienen buen apetito espiritual y disfrutan cuando los testigos de Jehová visitan su hogar para estudiar la Biblia con ellos. Durante 1975, se celebraron más de 11.000 de esos estudios bíblicos gratis todas las semanas con los australianos.

Sin embargo, ¿sabía usted que en un tiempo los Testigos estuvieron bajo proscripción en Australia? ¿Cómo sucedió eso?

Declarados ilegales... pero, ¿por qué?

El 17 de enero de 1941, el gobernador general de Australia publicó una orden real que declaraba ilegales a los testigos de Jehová y a varias corporaciones legales que usaban ellos.

Evidentemente la proscripción estaba relacionada con el cierre de cuatro estaciones de radio operadas por los testigos de Jehová. La suspensión ocurrió porque ciertas personas militares decían que los medios de comunicación habían pregonado emisiones sediciosas que suministraban información al enemigo durante la II Guerra Mundial.

¿Realmente patrocinaban los testigos de Jehová emisiones de radio sediciosas? Considere la razón que dio el Gabinete Federal de Sidney cuando demandó que el fiscal de la corona de Australia no permitiera que las estaciones de radio se reabrieran durante un espacio de tiempo: “A fin de permitir que se examine y aclare la posición en relación con estas estaciones inalámbricas.”

¿No le parece extraño a usted que estas estaciones de radio hubieran sido clausuradas antes que el asunto hubiera sido siquiera ‘examinado y aclarado’? Los registros hechos públicos recientemente por la Oficina de Archivos del Estado Australiano revelan que estaba en marcha una conspiración. Consideremos parte de la información contenida en estos registros.

Presión de parte del clero de la cristiandad

En julio de 1940, sir Robert Menzies, entonces primer ministro de Australia, recibió una carta de un clérigo metodista de la isla de Tasmania, parte del Estado de Australia. Había escrito en el interés de los metodistas de su distrito que habían respaldado un pedido del gobierno de Tasmania al gobierno de Australia para que los testigos de Jehová fueran declarados ilegales. “Si es necesario,” escribió, “puedo dar razones por las cuales apoyamos la clausura de la secta.”

Otro clérigo australiano, que se oponía a la celosa predicación pública de los testigos de Jehová, le escribió al Sr. W. M. Hughes, entonces fiscal de la corona de Australia: “La secta que se llama a sí misma testigos de Jehová son una partida de personas claramente desleales y en mi opinión debieran ser declaradas eso.”

Estas cartas de clérigos no contenían ninguna evidencia de hechos subversivos o ilegales de parte de los testigos de Jehová. Eran meramente aseveraciones que incluían el débil comentario: “Si es necesario, puedo dar razones.”

Los Archivos del Estado muestran que el fiscal de la corona también había sido presionado por el clero católico para que suprimiera la libertad religiosa de que gozaban los testigos de Jehová. Sin embargo, el fiscal de la corona confirmó, en una contestación directa al entonces arzobispo católico de Sydney, N. T. Gilroy (ascendido más tarde al puesto de cardenal) que el gobierno no tenía fundamentos legales para restringir la actividad cristiana de los testigos de Jehová. Él escribió:

“Si no fuera por el hecho de que los testigos de Jehová afirman que están proclamando las doctrinas del cristianismo, no vacilaría en cuanto a recomendar que la organización fuera declarada una asociación ilegal. Como usted sabe, se le prohíbe al Estado, de acuerdo con la Constitución, estorbar el libre ejercicio de cualquier religión y, aunque yo personalmente tengo algunas dudas en cuanto a si esta ‘curiosidad eclesiástica’ es una religión, la Alta Corte puede pensar de otro modo.”

En su respuesta, el arzobispo trató de evadir las garantías constitucionales de libertad religiosa diciendo que los testigos de Jehová no estaban proclamando enseñanzas cristianas. Sin embargo, ni él ni sus colegas protestantes pudieron presentar pruebas positivas de conducta sediciosa de parte de los testigos de Jehová.

El fiscal de la corona admitió que había recibido mucha literatura publicada por los Testigos. La leyó, pero no halló declaraciones ilegales o sediciosas. Tampoco estaba convencido de que los testigos de Jehová hubieran cometido actos de cualquier naturaleza en violación de la ley. Por lo tanto, el Morning Herald de Sydney del 6 de noviembre de 1940, informó:

“El fiscal de la corona, Sr. Hughes, dijo anoche que por el momento el Estado no tomaría más acción respecto a la actividad de los ‘testigos de Jehová.’ . . . El Sr. Hughes dijo que era esencial recordar que estábamos librando esta guerra por la libertad de opinión. Al Gobierno se le pedía que luchara por ese fin por un lado y que proscribiera a ‘esta gente’ por el otro . . . ”

Cuatro días después, el Sun and Guardian de Sydney contenía un artículo similar:

“Mientras los testigos de Jehová ‘paguen a César las cosas que son de César,’ el fiscal federal, Sr. Hughes, no proscribirá la secta. ‘Yo no puedo reconciliar con mi conciencia el proscribir a gente porque no piensan como yo, o no adoran a Dios de la misma manera,’ dijo él . . . Se le señaló al Sr. Hughes que muchas personas disputaban el derecho de los testigos de Jehová de ser considerados como un cuerpo religioso. ‘Esa ha sido la marca del sectario a través de los siglos,’ replicó. ‘Yo no estoy defendiendo a los testigos de Jehová, simplemente digo que hay una Constitución. Le garantiza a todo hombre libertad de creencia religiosa. A eso debo adherirme . . . Pero la mera profesión de fe en un credo, no importa cuán desagradable o monstruosa pudiera parecernos, no es en sí misma una ofensa contra la ley.’”

Es interesante, también, el hecho de que un mes antes que aparecieran estas noticias periodísticas, el Gabinete había considerado el asunto de organizaciones subversivas. Si a los testigos de Jehová se les hubiese considerado subversivos entonces, ¿hubiera hecho la declaración anterior el fiscal de la corona? ¿Hubieran esperado los funcionarios del gobierno australiano hasta enero de 1941 para imponer la proscripción?

Alegatos sin base

El Gabinete Federal Australiano evidentemente decidió proscribir a los testigos de Jehová debido a la clausura de las estaciones de radio operadas por los Testigos, cuyas emisoras, según se alegaba, “daban ayuda [al] enemigo.” El 17 de enero de 1941, cuando entró en vigor la proscripción, el fiscal de la corona impartió instrucciones para tomar posesión de varias propiedades en toda Australia ocupadas por los testigos de Jehová. Hubo allanamientos. En todas partes se apoderaron de libros, Biblias, fonógrafos y discos que los testigos de Jehová usaban en su obra de predicación. Se arrestaron y encarcelaron a ciudadanos pacíficos, respetuosos de la ley.

Sin embargo, los alegatos contra las estaciones de radio carecían de base. No se procesó a ningún testigo de Jehová por actos de traición o de sedición. Aunque el Departamento de Marina estuvo implicado en solicitar que fueran clausuradas estas estaciones, sir Ragnor Colvin, un vicealmirante que era responsable por la seguridad de la navegación, confirmó en 1943 ante un Comité Parlamentario que no se había efectuado ninguna trasmisión subversiva por esas emisoras.

Los australianos envían cartas de protesta

Algunas personas se consternaron por la acción arbitraria emprendida contra los testigos de Jehová. El gobierno australiano recibió la siguiente carta de protesta del secretario interino del comité del Taller del Ferrocarril del Estado:

“Por resolución especial mi comité me ha instruido a protestar enérgicamente contra la proscripción de un cuerpo religioso, conocido comúnmente como los testigos de Jehová.

“Aunque este comité que representa a 3.000 trabajadores no le debe lealtad a ningún cuerpo religioso, cree que una de las razones de la presente guerra y por la cual estamos luchando es el deseo de permitir al individuo el derecho de libertad de cultos, negado por el fascismo, y cree que la acción del Gobierno de negar este derecho, huele a fascismo. El comité tendría gusto en que se le asegurara que la proscripción será revisada puesto que pensamos que la contradicción es obvia.”

Un ministro presbiteriano mostró un espíritu que contrastaba con el de muchos clérigos australianos cuando escribió la siguiente carta al fiscal de la corona:

“Escribo para protestar contra la violación de la Constitución al prohibir libertad de cultos a los testigos de Jehová . . . Como británico . . . jamás pensé que viviría en parte alguna del Imperio Británico que negara a nadie la libertad de cultos . . . ¿No se tomó la acción debido a que los testigos de Jehová criticaron a la Iglesia Católica Romana? . . . ¿Por qué no hizo una réplica pública la Iglesia Católica Romana al desafío de los testigos de Jehová?”

La conspiración... un bumerang

¿Cómo afectaría a la actividad de los testigos de Jehová esta acción arbitraria? Bueno, ¿qué hicieron Pedro y otros apóstoles de Jesucristo cuando el Sanhedrín judío les ‘ordenó positivamente que no siguieran enseñando sobre la base del nombre de Jesús?’ La Biblia nos informa: “En respuesta Pedro y los otros apóstoles dijeron: ‘Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.’” (Hech. 5:28, 29) Aunque se hallaron privados del uso de la literatura impresa, los Testigos australianos continuaron predicando a su prójimo usando solamente la Biblia. Como resultado el número de testigos de Jehová en Australia aumentó de 2.532 a comienzos de la proscripción a 4.328 inmediatamente después de ser levantada, un aumento de más del 70 por ciento durante los dos años y medio de la proscripción.

Los que conspiraron para proscribir a los testigos de Jehová se verían en un aprieto aun más molesto. ¿Por qué? Bueno, se llevó una causa de ensayo a los tribunales. La Congregación de Adelaida de los testigos de Jehová, de cuyo Salón del Reino el gobierno se había incautado, actuó como demandante. El Sr. juez Starke concedió ver esta causa del 23 al 25 de noviembre de 1942. ¿Cuál fue el resultado?

Después de escuchar los argumentos del juicio, el juez expresó su convicción de “que los testigos de Jehová no se hallan ocupados en ninguna empresa sediciosa ni en imprimir ni publicar palabras sediciosas.” Declaró que la proscripción era “arbitraria, caprichosa y opresiva.” La opinión del juez Starke fue que la orden del gobernador general para proscribir a los testigos de Jehová debiera ser revisada por la entera Alta Corte.

La Alta Corte vio la causa y decidió levantar la proscripción, restaurando a los testigos de Jehová completa libertad religiosa. Con respecto al alegato de algunas personas, como el del arzobispo Gilroy, de que los testigos de Jehová no eran verdaderamente una religión cristiana, el Sr. juez Latham declaró:

“Lo que para uno es religión para otro es superstición. A algunas religiones las consideran moralmente inicuas los adherentes de otros credos . . . La Sección 116 no solo proclama el principio de la tolerancia de todas las religiones sino también el principio de la tolerancia de la ausencia de religión . . . [esta ley] no se requiere para la protección de la religión de una mayoría. La religión de la mayoría de las personas puede cuidar de sí misma. Se requiere la Sección 116 para proteger la religión (o la ausencia de ella) de minorías, y, en particular, de minorías impopulares.”

Desde el levantamiento de la proscripción hace unos treinta y dos años, los testigos de Jehová se han mantenido ocupados en Australia compartiendo verdades bíblicas con el prójimo. Ahora hay más de 27.500 testigos de Jehová activos en Australia. En 1972, la Sociedad Watch Tower abrió en Sydney una nueva imprenta. Allí cada mes se imprimen unas 800.000 revistas educativas bíblicas, para suministrar material educativo sobre la Biblia a veinticinco países. Las personas humildes de toda Australia ciertamente se sienten felices de que la conspiración contra la libertad para adorar en su país natal fuera desbaratada.

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