¿Qué le ha pasado al Rin?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania Occidental
LA ÚLTIMA vez que nadé en el río Rin fue en 1949. Cuando salí y me lavé, me costó bastante esfuerzo el quitarme toda la mugre de esas aguas que se me quedó pegada. Durante los veintisiete años que han pasado desde entonces, me he parado frecuentemente en las riberas de este gran río y he pensado en los días de mi niñez hace muchos años, cuando en el Rin fluían aguas limpias y los niños jugueteaban en sus playas durante sus vacaciones de verano.
Pero esto ya no es cierto. Hoy día algunas personas se refieren al Rin como la “cloaca de Europa.” Según recuerdo, fue en la década de los años treinta que empezó la tendencia hacia la contaminación de este río. En ese tiempo, la industrialización en Alemania empezó a progresar rápidamente. Aunque la mayoría de los alemanes se han beneficiado hasta cierto grado de la industria, el efecto que ha tenido en el Rin y en otras extensiones de agua ha sido trágico.
Arruinando un ciclo natural
¿A qué se debe esta situación? Las causas físicas son esencialmente sencillas. En circunstancias normales un maravilloso ciclo natural debería hacer que el río se purifique a sí mismo. El ciclo empieza cuando los aerobios en el agua usan oxígeno para descomponer los desperdicios orgánicos en sustancias químicas que les sirvan de alimento a las algas. Animales pequeñísimos que se llaman zooplancton comen las algas. Peces pequeños consumen el zooplancton. Entonces los peces grandes se comen a los peces pequeños. Cuando mueren los peces grandes, los aerobios inician el ciclo de nuevo. El procedimiento es el mismo tanto para los desperdicios naturales, por ejemplo los pescados, como para gran parte de lo que el hombre arroja al río.
Pero, ¿qué pasa cuando las plantas industriales vacían en el río excesivas cantidades de desperdicios? Esto hace que los aerobios trabajen mucho más de lo usual al tratar de descomponer esos desperdicios en nutrimentos o en otras sustancias que les sean inocuas a las formas de vida que hay en las aguas. Por ser extraordinaria la carga, estas bacterias usan más oxígeno que la cantidad que regresa al río por medios naturales. Además, decenas de miles de toneladas de los desperdicios arrojados al Rin cada día son sustancias químicas que las bacterias no pueden descomponer. A causa de estos factores, empieza a fallar el ciclo de purificación propia. El agua se pone cada vez más sucia, y los animales y las plantas mueren.
Triste es decirlo, pero ésta ha sido la situación del Rin por más de cuatro decenios. Por ejemplo, la planta química más grande de Europa se halla en Ludwigshafen am Rhein. Durante 1973, esta fábrica, según su propia declaración, se deshizo de unos 240 millones de metros cúbicos de aguas inmundas. Esta cantidad ha aumentado actualmente a casi 255 millones de metros cúbicos. Además, el Rin transporta diariamente al océano tres toneladas de arsénico, 450 kilogramos de mercurio, 60.000 toneladas de sales de las minas de potasa e inmensas cantidades de otra materia venenosa.
Algunos esfuerzos para limpiar
Es grave la necesidad que existe de contrarrestar la contaminación del Rin. Casi 20 millones de personas obtienen su agua potable de este río (después que el agua es filtrada), y cada año la industria saca unos 15 mil millones de metros cúbicos de agua directamente del Rin. ¿Hay algún modo de hacer más pura esta agua?
Se han obtenido unos buenos resultados de las plantas de depuración de aguas inmundas. En éstas, someten los desperdicios a un tratamiento de depuración antes de soltarlos al río. En un procedimiento se dirigen los desperdicios por “canales de cascajos” que permiten que se sedimenten las materias inorgánicas pesadas, tales como la arena y guijo.
Entonces las aguas inmundas entran en un tanque grande y se les añade aire. Esto hace florecer los aerobios. De allí la mezcla pasa a un tanque de aeración, donde se le inyecta más aire comprimido. En este punto se le agrega el residuo lodoso de desperdicios tratados anteriormente. Esta sustancia contiene grandes cantidades de los aerobios que “digieren” los sólidos en suspensión en el agua inmunda.
En el paso siguiente, la mezcla entra en un tanque de clarificación donde los sólidos digeridos se hunden al fondo. Estos sólidos, que están cargados de aerobios, constituyen el residuo lodoso de la aeración. Se quita esto del fondo del tanque de clarificación. Entonces se somete el líquido que sale fluyendo de este tanque a un tratamiento químico que destruye toda bacteria peligrosa. Después de esto el agua puede volver al río sin causar contaminación. Como ya se explicó, se agrega parte del residuo lodoso recogido del tanque de clarificación al tanque de aeración para acelerar la descomposición de la siguiente acumulación de aguas inmundas.
Hay otro procedimiento para tratar las aguas inmundas en el cual se emplea lo que algunos llaman ‘filtración por goteo.’ En este procedimiento, se hace que los desperdicios líquidos contenidos en un tanque pasen en hilillo sobre un filtro compuesto de piedra o escoria de metales. Este filtro no funciona como colador para eliminar los sólidos en suspensión. Más bien, provee una superficie en la cual pueden abundar los aerobios. A medida que las aguas inmundas pasan sobre el filtro, las bacterias causan la descomposición de los desperdicios orgánicos.
Obstáculos al progreso
Nadie espera que por estos métodos se le pueda restaurar al Rin su pureza original. El purificar los desperdicios al cien por ciento sería tan excesivamente costoso que no merece consideración. Por eso, en una planta de depuración de aguas inmundas situada en la fábrica química de Ludwigshafen solo se efectúa una limpieza parcial de las aguas. No obstante, la construcción de esas facilidades costó 450 millones de marcos.a Su mantenimiento requiere un desembolso de otros 70 millones de marcos anuales, con un consumo de energía equivalente al de una ciudad de 50.000 habitantes.
Aunque es cierto que el sobrante del residuo lodoso de la aeración puede utilizarse como abono, el deshacerse de él exige más gastos. No es probable que muchos favorezcan los gastos necesarios para un extenso tratamiento de las aguas inmundas.
Y ¿qué hay de las decenas de miles de toneladas de desperdicios químicos desechados diariamente que no se pueden descomponer biológicamente? Algunos detergentes son especialmente dificultosos. Causan montañas de espuma que se quedan por largos períodos sobre las aguas. Y aunque con el tiempo la espuma desaparece, los detergentes se quedan como tóxicos contaminadores. El petróleo, también, es un ofensor. Una vez que entra en el agua, es muy difícil eliminarlo. A veces logra colarse en el agua potable, y la hace imposible de usar.
Debido a los elevados costos y otras dificultades, muchos creen que la mejor manera de reducir la contaminación del Rin es reduciendo la cantidad de sustancias contaminadoras que le arrojan. Pero hay poca esperanza de que se logre progreso significativo en esta dirección. ¿Por qué? Porque exigiría que muchos aceptaran una norma de vida inferior a la actual. Desgraciadamente, la mayoría de los individuos preferirían soportar el agua contaminada más bien que renunciar a las conveniencias modernas provistas por la industria. Además, es cosa segura que los comerciantes, para quienes la ganancia es meta de toda importancia en la vida, se opondrán a todo esfuerzo que tiene por objeto reducir la producción industrial.
La contaminación del Rin solo es otra evidencia del egoísmo y codicia de las criaturas humanas. La solución de este problema y de los otros que afligen al mundo solo puede venir por la mano del Dios Todopoderoso, cuando ‘arruine a los que están arruinando la tierra.’—Rev. 11:18.
[Nota]
a El valor actual del marco de Alemania Occidental es equivalente a unos 39 centavos de dólar.
[Mapa de la página 21]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
PAÍSES BAJOS
BÉLGICA
Río Rin
ALEMANIA OCCIDENTAL
FRANCIA
SUIZA
ITALIA