‘Echar el pan a los perritos’
◼ En una ocasión una sirofenicia se acercó a Jesucristo y le pidió que le hiciera el favor de librar a su hija que estaba poseída de los demonios. Al principio se negó a hacerlo, diciendo: “No es correcto tomar el pan de los hijos y echarlo a los perritos.” (Mat. 15:26) ¿Por qué dijo eso Jesús?
Como le explicó a esta mujer que no era judía, él había sido enviado exclusivamente a “las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Mat. 15:24) Por lo general los judíos consideraban al no judío como si fuera semejante a un animal ceremonialmente inmundo, un perro. Sin embargo, al usar la expresión “perritos,” Jesucristo no se mostró indebidamente severo. Se refería a los perros que uno pudiera tener en la casa y no a los perros salvajes de la calle. Pero aun así, las palabras de Jesús evidentemente sirvieron para probar la fe de la sirofenicia. Y ella reveló que tenía el espíritu correcto y también una fe firme. Valiéndose de las palabras de Jesús, respondió: “Sí, Señor; pero en realidad los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.” (Mat. 15:27) Al oír esto, Jesucristo alabó la gran fe de ella y sanó a su hija.—Mat. 15:28.