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¡Despertad! 1977
g77 22/9 págs. 13-15

De gusano de seda a kimono

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en el Japón

MIME a un gusano, y ¿qué sucede? Bueno, eso depende de la clase de gusano que sea. Si es un gusano de seda, exigirá tratamiento de primera clase desde el día en que nace. Pero los resultados son tales que realmente vale la pena.

El gusano de seda es la etapa intermediaria de desarrollo, o sea, la de oruga, de una polilla que se llama Bombyx mori, o sea, el bómbice de la morera. Su vida empieza cuando una polilla plenamente crecida pone entre 300 y 500 huevos. Sin embargo, éstos no se desarrollarán más allá de este punto hasta que la temperatura sea precisamente la correcta.

En el Japón, los sericultores ponen los huevos en frigoríficos hasta el mayo siguiente. Entonces se escalona la incubación. Durante los siguientes cinco meses, en tres o cuatro ocasiones se traen los huevos a un cuarto donde la temperatura es de aproximadamente 18 grados Celsius. Entonces se aumenta la temperatura gradualmente un poco cada día hasta que llegue a 25 grados Celsius. A estas alturas aparece el gusano de seda.

Semanas de banquetear

Entonces los obreros transportan los recién nacidos gusanos de seda a una cámara especial de alimentación. Aquí varias vasijas de bordes bajos, cada una de las cuales contiene muchos gusanos de seda, caben una encima de la otra en armazones, con poco más de medio metro entre ellas. Un sirviente coloca una capa de gasa limpia a través de cada vasija y dos veces al día tiende sobre ella hojas de morera. Los gusanos de seda perciben esto y se menean y empujan hasta que logran pasar por la cubierta y se ponen a comer vorazmente.

Este banquete dura por unos veinte días. ¡Y qué transformación ocurre! Al tiempo de nacer los bebés solo tienen 2,1 milímetros de largo. Pero después de banquetear por semanas, alcanzan una longitud de 89 milímetros, habiendo consumido una cantidad veinte veces mayor que su propio peso. Para cuando el gusano de seda deja de crecer, su cuerpo puede tener un poco más de 25 milímetros de grueso, y está lleno de seda líquida.

Habiendo acabado de hartarse, los gusanos de seda levantan al aire la parte delantera de su cuerpo y se ponen a agitarla de un lado a otro. Los obreros saben que cuando los gusanos hacen eso es tiempo para que empiecen a hilar su capullo de seda.

Palacio de seda

Para esta actividad, los carpinteros han construido un mueble especial que tiene pequeñas casillas de 63 milímetros de largo y 51 milímetros de alto que están abiertas por ambos lados. Se pone un gusano de seda en cada compartimiento.

Establecida en su propia casilla, esta oruga singular empieza a hilar un palacio de seda. The World Book Encyclopedia explica: “Para hacer esto, mueve la cabeza de un lado a otro en una serie de movimientos en forma de ocho. Dos glándulas cerca de la mandíbula inferior del gusano de seda segregan un fluido que se endurece al dar con el aire, y se convierte en hilos finos de seda. Al mismo tiempo el gusano segrega una goma que se llama sericina. La sericina suelda firmemente los dos hilos de seda.” Esto sigue por unos tres días, hasta que se haya usado toda la seda líquida. En un capullo completo, está envuelta una hebra de hilo de seda de unos 1.300 metros de longitud.

Dentro del capullo completado la oruga cambia en una crisálida. Con esto se inicia la etapa tercera, o de polilla, de la existencia del Bombyx mori. Si no se toca, la crisálida llegará a ser una polilla y forzará a empujones su salida del capullo, rompiendo el hilo de seda en centenares de lugares. Para evitar esto, se pasan los capullos por tubos de aire caliente, matando así las polillas que están desarrollándose adentro.

El devanado de la seda

El próximo paso que dan los obreros es recoger los capullos para hervirlos. Este procedimiento ablanda la goma de la sericina y así facilita el poder agarrar el hilo de seda del capullo para desenrollarlo. Cada hebra es tan fina como una telaraña, y no se puede usar individualmente. Por eso, según el grosor que se desea, se devanan los hilos de entre cuatro y veinte capullos para formar una sola hebra de hilado.

Más tarde, quitan la seda de las aspas y la tuercen en pequeños bultos enrollados que llaman “madejas.” Ahora está lista para el “torcido.” El Diccionario Enciclopédico de Quillet explica este procedimiento así: “Con el torcido se transforma la seda cruda en seda trabajada. Los hilos se tuercen sobre sí mismos, luego se doblan, y luego, los hilos doblados se tuercen juntos en una dirección inversa a la anterior. Según la intensidad de la torsión, el número de hilos y la forma del doblado, se obtienen hilos de distinta apariencia, que luego de tejidos dan telas de diferente aspecto.” Después del torcido, se enrolla el hilo en bobinas, conos o tubos que se usan en el tejido. Es importante que esto se haga con gran cuidado. Un hilo liso, sin nudos, es el deleite del tejedor.

Tejido y teñido

El primer paso en tejer se llama “urdidura.” Esta es la preparación del hilado que se extiende a lo largo de un género. La urdidura es una operación que exige gran exactitud porque cada hilo tiene que estar a la misma distancia de los hilos a ambos lados de él. De otro modo, los lizos o hilos de la urdimbre se unen y pasan el uno sobre el otro, resultando en un tejido desigual.

El tejedor hace que el hilo transversal pase por arriba de un hilo de la urdimbre y por debajo del siguiente, y así sucesivamente. Se separan los hilos de la urdimbre en dos juegos en el telar, de modo que un hilo transversal pasa por arriba de un juego cuando se le hace pasar a través de la urdimbre en una dirección y por debajo del mismo juego cuando se le mueve en la dirección opuesta. Esta seda tejida es dura y carece de lustre. Pero después de una fregadura ejecutada con gran cuidado, tiene una apariencia suave y de color blanco perlino.

Entonces es tiempo de añadir el color. Una manera de hacerlo es pintando en la tela a mano. En el Japón, para esta operación primero cosen la tela blanca temporáneamente en un kimono. Entonces una mano diestra, usando una brocha que moja en la savia de cierta flor, le pinta un dibujo. Luego se exprime almidón de un embudo de papel y se aplica a las orillas del dibujo. Se pintan los colores dentro de estos límites y se deja hasta que se sequen. Entonces se le da al diseño una capa de pasta hecha de arroz, salvado de arroz, sal y lejía para que no pueda absorber el tinte que se usa para el color de fondo.

Otro método que se emplea es el de estarcir. Este procedimiento exige un estarcido para cada color del diseño. Después de colocar los estarcidos sobre la seda, se aplican los colores a mano.

Prescindiendo del método que se emplee, hay que someter los kimonos a un tratamiento de vapor por más de media hora para asegurar que los colores se sequen. Una enjuagadura con agua corriente elimina el tinte sobrante. Puesto que conoce que el ojo femenino aprecia lo hermoso, el bordador agrega hilo de oro o plata al primoroso diseño. Entonces se plancha a vapor y el hermoso kimono está completo.

A las japonesas jóvenes les gustan los fondos de colores al pastel con diseños de colores subidos. Para las ocasiones especiales, las solteras usan kimonos de colores subidos que tienen largas mangas colgantes. Los kimonos que las casadas usan no son de colores tan subidos; y las mujeres de más edad, especialmente las que viven en zonas rurales, prefieren los kimonos sencillos de color gris o pardo. ¿Sabía usted que los hombres japoneses también usan kimonos? Por lo general escogen los colores lisos y oscuros.

Hace miles de años que el lustre perlino y los dobleces naturales de la seda han atraído al hombre. Además, uno puede usar ropa de seda con comodidad porque es una proteína y permite que el cuerpo respire. No se enciende fácilmente. ¡Qué agradecidos nos podemos sentir por la sabiduría del Creador al proveer el asombroso gusano de seda!—Sal. 104:24.

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