¿Están en buen orden todos sus asuntos?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en la República Sudafricana
FUE demasiado tarde para que ella hiciera preguntas cuando su esposo murió de repente de un ataque cardiaco. Los bienes estaban en una condición caótica. Nadie realmente sabía dónde empezar. Acreedores, anteriormente desconocidos, comenzaron a presentarse. Esta ama de casa sudafricana pasó por una experiencia que ilustra bien la importancia de tener los asuntos en buen orden.
Hay buena razón para encargarse de que a los dependientes sobrevivientes se les deje con un cuadro claro de su situación financiera y con un testamento que esté al día y que indique la distribución que se ha de hacer del haber disponible.
Aunque las leyes difieren de país en país, siempre hay alguna provisión para la distribución ordenada de los bienes a los herederos del difunto. En ciertas tribus africanas, un miembro anciano de la familia acostumbra administrar la distribución de las posesiones. Sin embargo, en los casos en que es preciso efectuar la distribución por medio de los tribunales, una declaración legal hecha por el individuo antes de morir pone de manifiesto lo que debe hacerse con su propiedad. Esta declaración llega a ser su testamento. Si muere sin dejar un testamento, la distribución de cualesquier haberes que haya dejado se hará de la manera prescrita por las leyes locales de la sucesión. Esto pudiera resultar en que los herederos sufrieran pérdida o demoras indebidas antes de recibir su porción de la herencia.
Se llama testamento estatutario el testamento que se basa en las leyes existentes del país. Al redactar esta clase de testamento, la persona designa un albacea. Si el tribunal da su aprobación, el albacea distribuirá y administrará la testamentaría según se explicó en el testamento. En caso de que las deudas pasivas excedan a los haberes disponibles, los acreedores por lo general reciben compensación a prorrata. Un testamento estatutario tiene que cumplir con todas las formalidades legales. Hasta un desvío menor pudiera perjudicar la validez de esta clase de testamento. Por eso, al hacer un testamento, es menester que la persona tenga presente exactamente qué cosas considerarían los tribunales.
La autoridad legal tiene que establecer que el documento verdaderamente es el testamento del testador de tal modo que no haya lugar a duda. Dicha verificación depende de la validez de la firma del testador. Con este fin es preciso que los testigos hayan firmado el testamento en presencia unos de otros, pues así verifican el hecho de que el documento es genuino y que, según su leal saber y entender, representa la voluntad del testador.
La legalidad misma del testamento puede ponerse en tela de juicio. ¿Se le han hecho añadiduras o tachaduras al documento original? En tal caso, sin duda la ley exigirá que las firmas del testador y los testigos estén adjuntas a las enmiendas en cada página.
Por supuesto, mientras viva el testador él puede anular su testamento. Esto no se puede hacer verbalmente, sino que, por lo general, se logra redactando un testamento nuevo.
El hacer un testamento puede ser una tarea compleja, especialmente cuando tiene que ver con varias personas o hay que ejecutar de manera específica los beneficios de inversiones o propiedad fija. Por lo tanto, lo más prudente es conseguir ayuda competente.
El ojo inexperto posiblemente no eche de ver que los términos o la fraseología pudieran hacer surgir problemas legales, o que se han pasado por alto ciertos procedimientos necesarios. El lego en asuntos legales quizás no conozca todos los factores que pudieran poner en duda la competencia del testador y de los testigos. Por ejemplo, puede que la ley limite la edad del testador e indique lo que haría que un testador fuera mentalmente incapaz de redactar un testamento. Es posible que la ley, a fin de evitar cualquier confabulación y abuso, estipule que un testigo no puede contarse entre los beneficiarios del testamento. Además de ser excluido de los beneficios, se descalifica al testigo o su cónyuge de ser ejecutor, administrador, fideicomisario o curador. Según la ley de la República Sudafricana, también queda descalificada de ser beneficiaria o legataria la persona que escribe el testamento a mano o a máquina, a no ser que el testamento lleve una garantía especial que declare lo contrario.
En vista de estos requisitos, el firmar un documento no es un servicio que se hace a la ligera. Una actitud responsable hará que uno considere muy cuidadosamente las implicaciones y consecuencias de poner su firma en un escrito.
Otro factor que merece consideración es si el testamento está al día o no. Aun los testamentos más bien redactados son de escaso valor si ya no concuerdan con los hechos. Las circunstancias cambian y un testamento debe ser enmendado o corregido para satisfacer los nuevos requisitos. Esto es especialmente cierto cuando se verifican segundas nupcias. Se debe proveer adecuadamente para los dependientes. Cuando se enmienda un testamento, es mejor destruir los anteriores.
Un testamento es un documento valioso y, por lo tanto, debe guardarse en un lugar seguro. Un testamento perdido es técnicamente inexistente y pudiera significar tragedia para los dependientes. Por eso sería ventajoso tener más que un solo ejemplar. Se pudiera dejar un ejemplar con un abogado o con el banco y se pudiera guardar el otro ejemplar con documentos importantes en otro sitio.
Además del testamento, pólizas de seguros, partidas de matrimonio, escrituras de título y otros documentos están directamente relacionados con la testamentaría. ¿No sería bueno guardar juntos todos estos documentos o por lo menos tener una lista que indique dónde están guardados?
Pudiera ser muy práctico hacer una lista de todos los haberes principales —bienes muebles e inmuebles— y también de todos los pasivos. El que los dependientes tengan conocimiento preciso de los pasivos puede protegerlos de la explotación. No se deben pasar por alto las pólizas de seguros, orfandad y ayuda médica, e igualmente los documentos de curaduría. Sin divulgar su contenido, se pudiera dejar una lista de esta clase con un amigo de confianza o dejarla en un lugar que sea accesible en tiempo de emergencia. Y para el bien del albacea debe hacerse una lista de los parientes conocidos y sus direcciones.
Ciertamente el tener uno sus asuntos en buen orden es de gran valor. Así se puede evitar el caos en un tiempo cuando las personas están menos capacitadas para enfrentarse a él.
[Ilustración de la página 7]
ÚLTIMA VOLUNTAD Y TESTAMENTO DE