“¿Qué hora es?”
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en la República Federal de Alemania
“¿QUÉ hora es?” “Las 8:30 en punto,” fue la respuesta. “Gracias, tengo que tomar un tren, y mi reloj se paró.”
Hoy se da por sentado que uno esté al tanto de la hora exacta. Sin embargo, durante gran parte de la historia del hombre el preocuparse por los segundos, minutos y aun horas era cosa desconocida. Pero, andando el tiempo, se hicieron esfuerzos por medir espacios de tiempo cortos.
Sin duda, el dispositivo más temprano que el hombre hizo para medir el tiempo fue el reloj de sol. Su desventaja principal se halla bien expresada en el proverbio: “Haga como el reloj de sol. Solo cuente los días de sol.” En el interés de mayor confiabilidad, hacía falta un dispositivo que funcionara aunque no hiciese buen tiempo. El reloj de agua, que más tarde recibió el nombre de clepsidra, satisfizo esta necesidad. A medida que el agua pasaba de un vaso a un cilindro por medio de una pequeña abertura, el nivel del agua que gradualmente iba subiendo en el cilindro servía de base para indicar el tiempo.
El reloj de arena funcionaba en conformidad con el mismo principio. Este todavía se usa de vez en cuando como medidor de tiempo para hervir huevos. También se usaba el reloj de aceite. El aceite le servía de combustible a la lámpara, y se medía el tiempo por la cantidad de aceite que se usaba.
Estos relojes, tanto el de arena como el de aceite, tenían sus limitaciones. En primer lugar, no funcionaban correctamente si se les movía de acá para allá. En el transcurso del tiempo, los hombres empezaron a darse cuenta de que necesitaban un reloj portátil que continuara midiendo el tiempo. Esto se hizo posible por primera vez con el descubrimiento del reloj mecánico o de ruedas dentadas, el próximo paso en el desarrollo de métodos de medir el tiempo.
El reloj de ruedas dentadas
Se mencionan relojes grandes de ruedas dentadas en la Divina Comedia de Dante, escrita en el siglo XIII. Estos relojes se usaban extensamente en el siglo XIV. Los primeros relojes portátiles se originaron con Peter Henlein, un mecánico de Nuremburgo, Alemania. Alrededor de 1500, perfeccionó el primer reloj de bolsillo. Éste funcionaba por 40 horas y daba cada hora.
Desde entonces se han hecho muchas mejoras. Se ha logrado perfeccionar la confiabilidad y exactitud, reducir el peso y se ha introducido la producción en serie. Como resultado, el reloj ha llegado a ser un dispositivo de uso universal.
Pero, ¿precisamente qué exactitud puede alcanzar un reloj mecánico? Las sacudidas, cambios de temperatura, errores de posición y los de isocronismo afectan la exactitud. Se considera que un reloj mecánico es muy exacto si no varía más de 0,6 de segundo por día con un cambio de temperatura de un grado centígrado.
Relojes más precisos
Sin embargo, el alto grado de mecanización, automatización e investigaciones científicas de la actualidad demanda un dispositivo más preciso para medir el tiempo. El primer verdadero adelanto en este campo se realizó con el perfeccionamiento del reloj de cristal de cuarzo. Este se presentó al mundo en 1934. El reloj de cristal de cuarzo superó la exactitud del reloj pendular de precisión, pues es unas diez veces más exacto.
¿Cómo funciona? Aunque hay varios sistemas, los fundamentos siempre son los mismos. Las vibraciones de un cristal de cuarzo determinan la frecuencia de una corriente alterna. Se puede amplificar y reducir esta corriente por medio de un divisor de frecuencia y, por medio de un engranaje mecánico, se puede aplicar a la esfera de un reloj. Digamos, por ejemplo, que la frecuencia de vibración de un cristal de cuarzo es de un megahertz (un millón de ciclos por segundo). Esto querría decir que vibra un millón de veces por segundo. Es posible hacer visibles estas vibraciones eléctricas de un cristal de cuarzo en un oscilógrafo.
Sin duda usted habrá visto la maquinaria de un reloj y quizás haya notado que el rápido movimiento del volante se transmite al movimiento más lento del segundero. Esta reducción se efectúa mecánicamente. Sin embargo, en un reloj de cuarzo se logra eléctricamente. Se divide la frecuencia progresivamente hasta que pueda impulsar un motor sincrónico que está conectado a un engranaje mecánico y está aplicado a la esfera de un reloj, o hasta que pueda indicar la hora por medio de un despliegue eléctrico de dígitos. Utilizando este método, teóricamente sería posible minimizar el error a 0,0001 de segundo por día... un error de solo un segundo cada 10 años. Sin embargo, a medida que los cristales de cuarzo envejecen empiezan a vibrar con más rapidez, lo cual afecta la exactitud del reloj de cristales de cuarzo.
Por eso, ciertas investigaciones científicas exigen un aparato más preciso para medir el tiempo. El reloj atómico satisface esta necesidad. Un reloj de esta clase mide la frecuencia de la luz que las moléculas o átomos emiten o absorben. Hay relojes atómicos de los cuales se espera que solo varíen un segundo en 1.000 años, o hasta un segundo en 100.000 años.
Pero, pausemos por un momento. Si uno no está trabajando en un laboratorio o en algún instituto científico, ¿se preocuparía por la millonésima parte de un segundo? A menudo, cuando uno está de vacaciones o haciendo trabajo de su agrado, tiende a olvidarse de la hora. Además, ¿quién se interesaría en saber qué hora es cuando está contemplando una puesta del Sol espectacular? Se ve, pues, que depende de las circunstancias si la pregunta: “¿Qué hora es?” es apropiada o está fuera de lugar.