Enfrentándose a los trastornos cardiacos
CON demasiada frecuencia oímos de parientes, amigos y conocidos que han sufrido un ataque cardiaco. Tan solo en los Estados Unidos, unas 650.000 personas mueren cada año de ataques cardiacos, más de una persona cada minuto. Unos 350.000 mueren antes de llegar al hospital. Pero también las personas de otros países sufren de este mal. Casi la mitad de los hombres en los países occidentales, así como muchas mujeres, mueren de esta sola dolencia... ¡ataque cardiaco!
Lo que hace especialmente alarmante la situación es el hecho de que tantas víctimas son jóvenes... de entre 30 y 60 años de edad. A menudo tienen corazones esencialmente sanos. ¿Por qué mueren? ¿Cuál es la dificultad?
Fuente del problema
La fuente del problema es la falta de suministro sanguíneo al músculo cardiaco. ‘¿Pero cómo es posible eso?’ quizás pregunte usted. ‘¿No está el corazón literalmente bañado de sangre? ¿No pasan toneladas de ella diariamente por el corazón?’
Esto es cierto. Por eso, para entender la naturaleza del problema, tenemos que saber un poco acerca del funcionamiento del corazón. Es un músculo hueco, con cuatro cámaras o cavidades: la aurícula derecha y el ventrículo derecho, y la aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo. La sangre oxigenada fluye de los pulmones al atrio izquierdo mientras que el atrio derecho está llenándose de sangre cargada del anhídrido carbónico que recogió del cuerpo. Al contraerse los atrios, se obliga la sangre a pasar por las válvulas y entrar en los ventrículos. Entonces ocurre la principal acción de bombeo del corazón. Los ventrículos se contraen a la fuerza, y envían simultáneamente la sangre oxigenada a las diferentes partes del cuerpo por vía de la aorta y la sangre carente de oxígeno a los pulmones por vía de la arteria pulmonar.
Mientras la sangre viaja por estas cavidades, el músculo cardiaco mismo no se beneficia de este fluido sustentador de la vida. Esto pudiera compararse con un camión que entrega gasolina. El camión no obtiene su fuerza de la gasolina que lleva para entregarla a un cliente. Más bien, su fuerza motriz proviene del combustible que obtiene cuando se detiene en las estaciones de servicio. Se conduce este combustible por la tubería del combustible hasta el motor del camión.
De modo parecido, la sangre que pasa por las cavidades cardiacas no es la que entrega las sustancias nutritivas al corazón. No; sino, más bien, la sangre que el corazón bombea y que vuelve a él por otra ruta es la que alimenta al corazón. La clave al problema de los ataques cardiacos yace en estas ‘tuberías del combustible,’ o rutas para la entrega de sangre al corazón.
La sangre en el corazón que está por salir es expulsada a la aorta, la mayor arteria del cuerpo. Sin embargo, gran parte de esta sangre se conduce casi inmediatamente a las dos arterias coronarias. De este modo se lleva el oxígeno y los nutrientes químicos a todas las partes de este músculo, el más importante de todo el cuerpo. Pero, ¿qué pasa si algo obstruye el flujo de la sangre a través de las arterias coronarias?
Obstrucción de las arterias coronarias
Se pudiera ilustrar esto por lo que sucede cuando se acumula una gran cantidad de herrumbre en el interior de un tubo de agua. Cuando se bombea agua por ese tubo, el flujo está limitado. ¿Qué pasa, pues, si se necesita una cantidad grande de agua en un espacio breve de tiempo? La bomba que empuja el agua pudiera empezar a funcionar mal debido a la fuerza adicional, y averiarse.
Esto le da una idea de lo que ocurre en los corazones de millones de personas hoy día. Las arterias coronarias van estrechándose a medida que se acumulan en ellas depósitos grasos. Esta condición se llama aterosclerosis. Entonces, ¿qué sucede cuando el corazón necesita más sangre para hacerle frente a alguna emergencia física o emocional?
Aun cuando una parte pequeña del corazón está desprovista temporalmente de sangre, los patronos eléctricos pueden alterarse de algún modo y trastornar el ritmo de los latidos. Entonces le ocurre al corazón lo que se llama fibrilación ventricular... una complicación poco usual y grave en la cual el corazón se contuerce caótica e ineficazmente, y se para por falta de fuerza motriz. La muerte sigue en cosa de minutos a menos que se restaure la debida acción de bombear.
Similarmente, muchas veces los ataques cardiacos son provocados por un coágulo, o trombo, en una arteria coronaria. La aterosclerosis no causa un estrechamiento uniforme de los vasos. Más bien, las acumulaciones de depósitos ocurren intermitentemente a lo largo del vaso sanguíneo, mientras que el diámetro del resto del vaso puede permanecer normal. De modo que el coágulo ocurre en una parte del vaso que se ha hecho estrecho y obstruye el flujo de la sangre a una porción del músculo cardiaco. A este bloqueo de un vaso sanguíneo del corazón se le llama trombosis coronaria, u oclusión coronaria. Se hace referencia a lo que resulta de este bloqueo como un infarto de miocardioa... un ataque cardiaco.
¿Cómo se puede saber que una persona está sufriendo un ataque cardiaco?
Síntomas
Muchas veces los ataques cardiacos son difíciles de reconocer. De hecho, los especialistas cardiacos calculan que tal vez el 20 por ciento de los ataques iniciales ocurren sin que las víctimas siquiera se den cuenta. Esto puede suceder cuando la obstrucción del vaso sanguíneo en el corazón ocurre gradualmente durante un período de varias semanas o meses, en vez de abruptamente.
Además, a veces los síntomas simplemente no se reconocen como los de un ataque cardiaco. Por ejemplo, puede que los confundan con un ataque severo de indigestión. También pueden ocurrir vómitos junto con fatiga y una apariencia pálida. Otras señales pueden ser sudor y falta de aliento. Sin embargo, el síntoma más común de un ataque cardiaco es un sentimiento incómodo de presión, apretadura o llenura en el centro del pecho. O puede ser un dolor aplastante del pecho, lo cual es una señal casi segura de un ataque cardiaco.
En muchos casos las personas viven vidas largas y activas después de un ataque cardiaco, tal vez sin nunca darse cuenta de que tuvieron un ataque. Por otra parte, hasta un ataque liviano que le cause daño mínimo al corazón puede provocar una fibrilación ventricular, y la víctima puede perder el sentido y morir dentro de minutos. Pero usted pudiera salvar la víctima, si supiera cómo hacerlo.
Salvando a víctimas de ataques cardiacos
Muchas personas cuyos corazones se han detenido por hasta cinco minutos actualmente están en buen estado físico y pueden hacer todas las cosas que hacían antes del ataque cardiaco. La acción rápida de personas que estaban cerca de ellas las salvaron. Esas personas sabían qué hacer. ¿Sabría usted qué hacer? ¿Pudiera usted salvar una vida?
No es tan difícil como posiblemente piense. En muchos lugares se le está enseñando al público en general un procedimiento de salvamento muy eficaz que se llama resucitación cardiopulmonar, o por las siglas RCP. Es una combinación del masaje externo del corazón y la respiración artificial. Si se le presenta la oportunidad de recibir instrucción en este procedimiento, sería excelente aprovecharla. Sin embargo, por medio de seguir cuidadosamente las instrucciones provistas aquí, posiblemente pueda salvar la vida de una víctima de un ataque cardiaco... tal vez de alguien a quien usted ama mucho.
Si halla una persona postrada, hay ciertos pasos preliminares que debe dar antes de empezar la RCP. Pero debe actuar rápidamente, porque una persona inconsciente solo puede vivir de cuatro a seis minutos sin respirar.
Primero, debe determinar si la persona realmente está inconsciente. ¡Pudiera ser un poco vergonzoso empezar a administrar el procedimiento de salvamento a alguien que solo está dormido! Por eso, sacúdale suavemente del hombro y pregunte: “¿Está usted bien?” Si no responde, vea si está respirando, puesto que tal vez solo se hay desmayado. Para hacer esto, ponga su oído cerca de la boca de él, con su rostro vuelto hacia el pecho de él. Si está respirando, podrá sentir su aliento en el oído, y tal vez observar movimientos del pecho.
Si no hay indicio de respiración, es importante abrirle las vías respiratorias. A veces la lengua de una persona inconsciente se le encorva en la garganta e impide el paso de aire a los pulmones por este pasaje vital. A veces el despejar esta vía para el pase de aire a los pulmones es todo lo que hay que hacer para restaurar la respiración, y por lo general esto no es difícil.
Con la persona inconsciente acostada de espaldas, levante suavemente la parte trasera de su cuello con una mano. Esto hará que la cabeza cuelgue hacia atrás y extenderá el cuello. Póngale la otra mano sobre la frente y eche su cabeza completamente hacia atrás. Quizás le sorprenda ver hasta dónde llega la cabeza. Habiendo hecho esto, el mentón estará apuntando casi directamente hacia arriba, con la coronilla descansando en el suelo. En esta postura la mandíbula y la lengua tienen que moverse hacia adelante y la vía respiratoria en la garganta queda libre.
Si este rápido despejamiento de la vía respiratoria no restaura la respiración, empiece inmediatamente a administrar la respiración artificial. Usando la mano que tiene sobre la frente de la víctima, oprímale la nariz para cerrarla mientras que, a la vez, mantiene la parte posterior de la mano en lugar para ayudar a mantener inclinada la cabeza. Mantenga la otra mano debajo del cuello de la víctima (o debajo de su mentón), a fin de no dejar caer la cabeza. Entonces abra bien su boca y colóquela directamente sobre la boca de la víctima, y dé cuatro soplos rápidos y plenos en sucesión veloz. Verá que el pecho de la víctima sube al extenderse los pulmones.
En seguida, examine rápidamente el pulso de la víctima, para saber si el corazón está latiendo. El mejor lugar donde hallar el pulso es en la arteria carótida, la principal arteria del cuello. Para hallarla, deje que los dedos índice y cordial de la mano que tiene bajo el cuello de la víctima se deslicen en el hueco o ranura al lado de la laringe. Si no hay pulso, se ha parado el corazón y, además de la respiración artificial, también tendrá que proveer circulación artificial para salvar a la víctima.
La circulación artificial se logra por medio de un masaje externo del corazón. Este es un procedimiento relativamente sencillo de comprimir el pecho. Estas compresiones realmente obligan el corazón a bombear la sangre. Muchas veces esto logra que el corazón vuelva a latir por su propia cuenta. Pero, por supuesto, también hay que continuar suministrando oxígeno, puesto que de nada vale que la sangre circule si no está recogiendo oxígeno de los pulmones.
Por eso, lo que el rescatador tiene que hacer es realizar las funciones vitales de respirar por la víctima y al mismo tiempo obligar el corazón de ésta a bombear la sangre. Aunque el corazón no empiece a latir por su propia cuenta, si puede seguir con la RCP hasta que llegue ayuda médica, quizás se salve a la víctima. En algunos casos ha sido necesario seguir por horas con la respiración artificial y la propulsión artificial de la sangre antes de lograr que el propio sistema de la víctima asuma estas funciones.
Cuidado preventivo
Aparte de estar preparados para ayudar a las víctimas de ataques cardiacos, ¿qué más podemos hacer? ¿Es posible evitar, o por lo menos retardar, la acumulación de depósitos en las arterias, la principal causa de los ataques cardiacos?
Por lo general se concuerda en que el colesterol y las grasas (glicéridos) están envueltos de alguna manera en la acumulación de estos depósitos. Por eso, sería cosa de sentido común el que uno cuide de su dieta y evite engordar y pesar más de lo debido, puesto que es probable que la gordura visible signifique que dentro del cuerpo se están acumulando depósitos grasos en las arterias, estrechándolas peligrosamente. También puede ser aconsejable limitar o eliminar por completo de su dieta los alimentos fritos en mucha grasa animal. Al mismo tiempo coma una cantidad generosa de vegetales, frutas, melones y cereales nutritivos.
Parece que también el modo de vivir actual de paso veloz y productor de tensión es otro factor que intensifica la acumulación de depósitos grasos en las arterias. Por eso, puesto que los que luchan con demasiada insistencia para lograr demasiadas cosas en un espacio de tiempo demasiado corto son propensos a ataques cardiacos, usted querrá evitar este continuo sentido de urgencia.
El que consigamos suficiente ejercicio también es un modo importante de neutralizar los posibles efectos desastrosos de la acumulación de depósitos grasos en las arterias. De hecho, el Dr. Wilhelm Raab, en calidad de director de la Investigación Cardiovascular en la Universidad de Vermont, dijo: “La falta de ejercicio es la principal causa de las enfermedades de las coronarias del corazón.” ¿Por qué?
Como sabemos, el corazón es un músculo, y cuando los músculos no reciben suficiente ejercicio se debilitan. De hecho, la falta de ejercicio produce un efecto adverso en todo el sistema circulatorio. Las arterias que suministran sangre a los músculos van haciéndose de tamaño más angosto, y muchos vasos pequeños hasta desaparecen. Por otra parte, el hacer ejercicios con regularidad aumenta el tamaño de las arterias para que puedan llevar más sangre. Además, se abren más vasos sanguíneos en el tejido muscular, lo cual provee nuevas rutas para la entrega de más oxígeno, y esto reduce la posibilidad de un ataque cardiaco.
La actividad física regular también fortalece la acción de bombeo del corazón. Como resultado, se requieren menos pulsaciones para lograr la misma cantidad de trabajo. Por eso, el corazón que está en buen estado físico no tiene que esforzarse ante una emergencia como el corazón que no está acondicionado. Por eso, para proteger su corazón, tenga por hábito hacer ejercicios con regularidad. Un médico dijo: “El andar vigorosamente, si se practica desde la juventud en adelante, bastaría en sí mismo para reducir drásticamente la incapacidad y las muertes prematuras que se deben a las enfermedades de las coronarias.”
Pero no todos los trastornos cardiacos son provocados por una acumulación de depósitos grasos que reducen el interior de las arterias coronarias. Un defecto en el funcionamiento del sistema eléctrico del corazón es la fuente de algunos trastornos cardiacos.
Bloqueo del corazón
Como ya se hizo notar, el corazón tiene un complejo sistema de células especializadas que inician y conducen los impulsos eléctricos por todo el corazón para empezar su latido rítmico. Un bloqueo del corazón es una anormalidad en la transmisión de estos impulsos eléctricos. Son interrumpidos de algún modo y esto tiene un efecto adverso en la acción de bombeo del corazón.
Hay diferentes grados de bloqueo del corazón. Puede que un bloqueo parcial solo cause un retardo en la transmisión de los impulsos, y no resulte en una anormalidad significativa en el funcionamiento del corazón. Pero el trastorno puede ser grave. Es posible que los impulsos de los atrios a los ventrículos estén bloqueados por completo de modo que las cavidades cardiacas latan independientemente una de la otra. Esto resulta en latidos ineficaces que no pueden proveer el debido flujo de sangre. Si persiste el bloqueo del corazón, y la insuficiencia del flujo sanguíneo es demasiado grande, la persona puede morir.
Sin embargo, miles de personas que hace unos cuantos años probablemente hubieran muerto, todavía están vivas, y llevan vidas casi normales. Esto se debe al perfeccionamiento de los marcapasos, un aparato capaz de proporcionar al corazón la excitación eléctrica que precisa. Fue alrededor de 1960 que se implantaron los primeros de estos aparatos en los pacientes. Han tenido tan grande éxito que literalmente centenares de miles de personas actualmente cumplen sus rutinas diarias con estos marcapasos en el cuerpo. Hallará el siguiente relato acerca de los tremendos cambios que un marcapaso efectuó en la vida de un hombre tanto informativo como animador.
[Nota]
a “Mio” se refiere a músculo, “cardio” a corazón, e “infarto” quiere decir la zona de tejido que ha muerto debido a la interrupción del flujo sanguíneo.
[Ilustración y recuadro de la página 9]
¿Precisamente cómo debe administrarse la RCP? Un folleto de la American Heart Association, publicado en inglés, da las siguientes direcciones:
“Arrodíllese al lado de la víctima, junto a su pecho. Tantéele el pecho para encontrar el extremo inferior del esternón. . . . Coloque la parte posterior de una mano de 2,5 a 4 centímetros de ese punto [es decir, hacia arriba de él]. Ponga la otra mano encima de la que está en la posición descrita. Guárdese de poner los dedos en la pared del pecho. Hallará que es más fácil hacer esto si entrelaza los dedos.
“Ponga sus hombros directamente sobre el esternón de la víctima a medida que oprime hacia abajo, y mantenga rectos los brazos. Para una víctima adulta, empuje el esternón hacia abajo entre 4 y 5 centímetros. La relajación tiene que seguir inmediatamente después de la compresión y ser de igual duración. Una moción rítmica, mecedora, ayuda a asegurar que el ciclo de relajación sea de la debida duración. Recuerde que entre las compresiones no debe quitar las manos del esternón de la víctima mientras permite que el pecho vuelva a su posición normal.
“Si usted es el único rescatador, tendrá que suministrar la respiración artificial y la compresión cardiaca. La proporción correcta es de 15 compresiones del pecho a 2 soplos rápidos. Si está trabajando solo, tendrá que comprimir a razón de 80 veces por minuto porque perderá compresiones cuando las interrumpa para dar estos soplos.
“Cuando hay otro rescatador que pueda ayudarle, pónganse en lados opuestos de la víctima. Uno de ustedes debe ser responsable de interponer un soplo después de cada quinta compresión del pecho. El otro rescatador, que se encarga de comprimir el pecho, debe apegarse a un ritmo de 60 compresiones por minuto.”