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  • Unidad mundial... ¿por fin a nuestro alcance?
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¡Despertad! 1979
g79 22/7 págs. 3-4

Unidad mundial... ¿por fin a nuestro alcance?

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¡UNIDAD mundial! ¡Qué bendición sería eso para la humanidad! Pero ¿hay cosa alguna que indique que sea más que un sueño utópico? ¿O es posible que por fin esté a nuestro alcance?

Si usted ha viajado extensamente, tal vez ha experimentado la frustración que proviene de tratar de mantener en orden sus fondos. Sin duda se enfrentó al desafío de convertir sus yenes japoneses en marcos alemanes, luego en liras italianas, de nuevo en libras inglesas o tal vez en dólares norteamericanos, mientras que al mismo tiempo trataba de calcular lo que esto o aquello costaría “en dinero verdadero.” Así fácilmente puede ver la ventaja que provendría de la unidad mundial en una cosa tan pequeña como la moneda corriente.

O ¿qué hay en cuanto a los interminables controles de pasaportes y aduanas? ¡Qué inconveniencia y qué pérdida de tiempo! Estos también cesarían si la unidad mundial fuera una realidad. Ya no se oiría: “¿Me hace el favor de abrir su maleta? ¿Cuánto tiempo piensa quedarse? ¿Dónde?” y a veces hasta “¿Por qué?”... casi haciéndole pensar que no se le desea.

Por supuesto, estas inconveniencias son pequeñas cuando se comparan con los problemas verdaderamente GRANDES que la unidad mundial resolvería. Desaparecerían las diferencias, las críticas e insultos políticos que con demasiada frecuencia se intensifican y se convierten en prohibiciones comerciales, restricciones de moneda, el rompimiento de relaciones diplomáticas y a veces culminan en la guerra misma, con toda la innecesaria angustia y sufrimiento que vienen con ella.

Si la gente pudiera resolver sus diferencias políticas, ¡piense en la tremenda cantidad de dinero, actualmente apartada para la defensa nacional, que estaría inmediatamente disponible! Este dinero pudiera proveerle a todo el mundo alojamiento adecuado y empleo y condiciones de trabajo dignos. Pudiera usarse para hacer habitables las zonas desoladas, construir carreteras y hospitales, y para mejorar el sistema educativo. ¡Bueno, la lista de posibilidades es casi interminable!

En vista de los beneficios que la unidad produciría, es comprensible que se haya hecho un esfuerzo tras otro para lograrla. En pequeña escala algunos de estos esfuerzos han tenido buen éxito. Grupos de pueblos se han unido y formado naciones fuertes. Por ejemplo, considere el Sacro Imperio Romano Germánico, el Imperio Británico, o, más recientemente, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Otros esfuerzos, aunque no necesariamente tuvieron como meta la integración política, han resultado en mayor unidad de pensamiento y acción entre grupos de naciones. La Liga Árabe es un ejemplo, como también lo es la Organización de las Naciones Unidas.

Sin embargo, algunos consideran la idea de unidad mundial netamente utópica. Pues, señalan que hasta el mismo Sacro Imperio Romano Germánico y el Imperio Británico se desintegraron con el tiempo. Hasta gobiernos federales estables están teniendo problemas, como el gobierno del Canadá, que está preocupado por la posibilidad de que Quebec se separe del resto del país.

Por eso, aunque la unidad mundial sea una condición deseable, parece que hay fuertes corrientes ocultas opuestas a ella. Abba Eban, anterior ministro de relaciones exteriores de Israel, dijo en una ocasión: “Una paradoja de nuestros tiempos es el que la proliferación de pequeños estados-naciones guarda el paso con una búsqueda por formas más amplias de integración, de lo cual son ejemplos las Naciones Unidas, la Comunidad Económica Europea, la Organización de Estados Americanos y la Organización de la Unidad Africana.” El ínterin de 14 años desde que se pronunciaron esas palabras solo sirve para verificarlas, porque durante este período muchas naciones nuevas han llegado a existir: Angola, Bangla Desh y Botswana, para mencionar solo tres de ellas. Actualmente, 150 naciones son miembros de las Naciones Unidas, el mayor número hasta la fecha.

En vista de esta fuerte tendencia hacia el nacionalismo, ¿podemos hablar de manera realista acerca de la unidad mundial? Sí, podemos. ¡Creemos que la unidad mundial no solo es deseable y factible, sino inevitable! Y creemos que producirá beneficios que el hombre hoy ni siquiera puede imaginarse.

Pero todavía queda la pregunta: ¿Cómo se logrará? Posiblemente los europeos occidentales vean el progreso hacia los “Estados Unidos de Europa” propuestos como un paso en la dirección correcta. ¿Pudiera ser este organismo, si se logra establecerlo, el deseado avance sensacional? ¿Pondría por fin la unidad mundial a nuestro alcance? Consideremos la evidencia.

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