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¡Despertad! 1979
g79 8/11 págs. 12-17

Cómo se recobrará la juventud

ES REVELADOR el hecho de que en realidad no queremos envejecer y morir. Mientras nos sea posible queremos adherirnos a la vitalidad que viene con la juventud.

Este anhelo fundamental armoniza con otro hecho básico: No fuimos hechos para envejecer y morir. La vejez y la muerte no solo son indeseables, sino también anormales.

Pero, ¿no es éste el modo en que Dios nos creó, es decir, para vivir por un período breve, y entonces envejecer y morir? ¿No hizo él arreglos para el proceso de envejecimiento, y la muerte subsiguiente, como el estado de cosas normal para los seres humanos?

La respuesta que viene de la propia Palabra inspirada de Dios es: ¡NO! Los seres humanos no fueron creados para morir. No se les creó ni siquiera para envejecer en el sentido en que ahora experimentamos la vejez. La vejez y la muerte eran completamente ajenas a la familia humana cuando ésta comenzó.

Sírvase leer el relato de la creación del hombre y la mujer por Dios, que se encuentra en los primeros tres capítulos de la Biblia en Génesis. En ninguna parte dice que los seres humanos fueran creados para envejecer y morir como si esto fuera una secuencia natural de la vida.

En vez de eso la Biblia claramente revela que la vejez y la muerte fueron las consecuencias de quebrantar la ley de Dios, de rebelarse contra Dios. (Gén. 2:15-17; 3:1-5, 17-19) Si nuestros primeros padres hubieran continuado siendo obedientes a las leyes de Dios, si hubieran permanecido en sujeción a Él, todavía estarían vivos hoy. Serían seres humanos perfectos que no hubieran envejecido y muerto, aunque hubieran vivido por miles de años.

Cambio cercano

El propósito de Dios al crear seres humanos en la Tierra era que una raza de personas perfectas la habitara, y viviera para siempre rodeada de condiciones paradisíacas. Ese sigue siendo el propósito de Dios, por lo cual Jesús le prometió lo siguiente a un moribundo que expresó fe: “Estarás conmigo en el Paraíso.” (Luc. 23:43) Jesús tenía presente el tiempo venidero en el que la vejez y la muerte de nuevo serían ajenas a la humanidad. Él sabía que finalmente cada persona que viviera en la Tierra sería perfecta, disfrutaría de vibrante salud y nunca sería atormentada con los problemas de la vejez y la muerte.

Da gusto saber que nos acercamos velozmente al tiempo en que ocurrirá un dramático cambio que marcará el principio del fin para la vejez y la muerte. Ese cambio preparará el camino para que estas plagas sean nulificadas de una vez por todas. Entonces, aun sin la “Fuente de la juventud,” de Ponce de León, todos los que vivan podrán disfrutar de la buena salud y vitalidad que vendrán con un cuerpo perfecto, y la combinarán con la experiencia y sabiduría que vienen con vivir muchos años, sí, un número interminable de años.

Además, se disfrutará de todo esto en un mundo en el que no prevalecerán las condiciones desagradables de hoy día. Habrán sido eliminadas. En su lugar, habrá tal paz y seguridad que “no habrá nadie que los haga temblar.” (Miq. 4:4) “Verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz.” (Sal. 37:11) ¿Por cuánto tiempo? “Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.”—Sal. 37:29.

¿Estamos considerando algún cambio o adelanto científico fantástico que está a punto de ocurrir? No, esto es algo mucho más profundo y duradero. Los adelantos científicos pueden ayudar de algunas maneras, pero ocasionan muchos problemas de otras maneras. Y ningún científico hallará jamás la fórmula para poner fin a la vejez y la muerte. Tampoco puede algún científico unir personas de todas las nacionalidades en un lazo mundial de paz, felicidad y amor genuino.

El cambio venidero de la presente condición lastimera de la humanidad no vendrá a manos de meros mortales. (Dan. 2:44) Los seres humanos han tenido mucho tiempo para mostrar lo que pueden hacer por su propia cuenta. Cuando repasamos el registro pasado de los odios, guerras, egoísmos, crímenes, hipocresías y prejuicios del hombre, tenemos que reconocer que ese registro difícilmente inspira confianza. En verdad, el registro es del todo miserable. No, no podemos acudir a los seres humanos en busca de un cambio significativo en lo que tiene que ver con la vejez y la muerte.

Solo Una Persona puede producir un cambio de esta índole. Es Aquel que conoce el mecanismo humano, el cuerpo y la mente, más íntimamente que ninguna otra persona. Es el Creador de la humanidad, el Todopoderoso, Jehová. Es él quien está en posición de hacer los cambios necesarios. Él tiene la sabiduría, el poder, el amor, para poner fin a la vejez y la muerte y también desea hacerlo.

¿Se ha acercado el tiempo de Dios para hacer esto? ¡Sí! Los que están al tanto de la profecía bíblica y su cumplimiento en tiempos modernos saben que vivimos en la última generación de la historia humana en la que prevalecerían la vejez y la muerte. Pronto, llegará el límite que Dios ha fijado para tolerar este presente mundo insatisfactorio y él lo destruirá. El hecho de que esto ocurriría en “esta generación,” durante nuestra vida, lo hizo notar Jesús en su profecía acerca de “la conclusión del sistema de cosas.” Por lo tanto, cuando el presente sistema mundano de cosas termine, la vejez y la muerte comenzarán a desaparecer también.—Mat. 24:3, 34.

El fin de este sistema preparará el terreno para “una nueva tierra.” Esto se predijo en los escritos inspirados del apóstol Pedro. (2 Ped. 3:13) La “nueva tierra” significará una nueva sociedad humana bajo el gobierno de Dios. Los beneficios que entonces recibirán las personas que vivan en la Tierra serán semejantes a los que recibieron el primer hombre y la primera mujer en el paraíso de Edén.—Gén. 2:8.

Bendiciones terrestres

Muchas profecías bíblicas, directa o indirectamente, revelan las emocionantes mejoras que están reservadas para la humanidad en la “nueva tierra” de Dios. Note unas cuantas de ellas:

“En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría.”—Isa. 35:5, 6.

“Y ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo.’ El pueblo que está morando en la tierra será el perdonado por su error.”—Isa. 33:24.

“Que su carne se haga más fresca que en la juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.”—Job 33:25.

¿Es la expectativa de volver a la juventud y disfrutar de buena salud demasiado buena para ser cierta? De ningún modo. No olvide lo que ocurrió en el primer siglo de nuestra era común. En ese entonces Jesús, por medio del poder de Dios, demostró que esas curaciones y esa restauración son parte del propósito de Dios para la humanidad.

De las cosas que Jesús hizo la Biblia dice: “Entonces se le acercaron grandes muchedumbres [a Jesús], teniendo consigo personas que eran cojas, mancas, ciegas, mudas y muchas en otras condiciones, y casi se las tiraron a los pies, y él las curó; de modo que la muchedumbre se asombró al ver que los mudos hablaban y los cojos andaban y los ciegos veían.”—Mat. 15:30, 31.

Jesús hizo aún más que eso. No solo efectuó curas maravillosas para los que estaban enfermos y débiles, sino que también mostró que en la “nueva tierra” de Dios se daría consideración a los muertos. La Biblia relata varias ocasiones en que Jesús levantó a los muertos a la vida de nuevo en la Tierra. Lázaro fue uno de éstos. Había estado muerto por cuatro días, pero Jesús lo resucitó.—Juan 11:38-44.

En otra ocasión, Jesús dijo: “Todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio.” (Juan 5:28, 29) Más tarde, el apóstol Pablo hizo una declaración similar: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos.”—Hech. 24:15.

La restauración de los muertos a la vida no presenta problema alguno para el Creador, puesto que él fue quien en primer lugar creó al hombre y la mujer. El recrear a la gente usando su memoria divina será cosa sencilla para Dios. De seguro, puesto que en la actualidad los simples seres humanos pueden recrear hasta cierto grado la apariencia de una persona, sus acciones, voz y personalidad por medio de películas cinematográficas y grabaciones de la voz, ¿no puede hacer aún más el Creador del hombre, quien tiene infinitamente más poder y sabiduría?

De manera hermosa, la Palabra de Dios describe la conquista de la muerte y la vejez. Note algunos de los textos bíblicos que están relacionados con esto:

“Él realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro.”—Isa. 25:8.

“Y él [Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado.”—Rev. 21:4.

“Como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a la nada.”—1 Cor. 15:26.

“‘La muerte es tragada para siempre.’ ‘Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón?’”—1 Cor. 15:54, 55.

¡Qué maravilloso será el día cuando se les dé la bienvenida a los amados que han muerto, a fin de que ellos, también, puedan beneficiarse del magnífico programa de curación y restauración de Dios!

Esta gran esperanza de liberación del agarre de la vejez y la muerte da gran estímulo a las personas de edad avanzada que viven en estos tiempos difíciles. Por ejemplo, una señora de Florida que comenzó a examinar las promesas de la Biblia después de la muerte de su esposo dijo que la esperanza de la resurrección de su esposo era lo que en realidad le interesaba del nuevo orden de Dios. Esa esperanza consoladora la sustentó en su dolor, y le dio mejor razón para vivir.

¡Piense en ello! Estamos en los albores del día en el que las personas de edad avanzada comenzarán a recuperar la juventud, y las arrugas irán desapareciendo a medida que pasa el tiempo. La vista será restaurada de modo que puedan desechar sus espejuelos. El oído también mejorará, de modo que puedan desechar cualesquier audífonos que tengan. Las debilidades serán eliminadas, de modo que puedan andar sin la ayuda de un bastón. Y además de todo eso, podrán dar la bienvenida a sus amados muertos que vuelvan a vivir.

Tan emocionante y satisfactorio será ese tiempo que la Palabra de Dios dice: “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón.” (Isa. 65:17) En el nuevo orden de Dios, habrá tal abundancia de cosas buenas que la vida entristecedora, dolorosa y desalentadora que llevamos ahora solo será una memoria borrosa, y de ningún modo interferirá con los deleites que cada nuevo día de vida traerá.

Confiando en Dios

¿Se puede confiar en tales promesas? Pues bien, ¿en quién preferiría usted confiar... en los seres humanos que ya se han demostrado indignos de confianza, o en Dios, quien, como dice la Biblia, “no puede mentir”?—Tito 1:2.

La respuesta del líder israelita Josué, quien vio algunas de las obras maravillosas de Dios, fue: “Ustedes bien saben con todo su corazón y con toda su alma que ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado. Todas se han realizado para ustedes. Ni una sola palabra de ellas ha fallado.”—Jos. 23:14.

Si usted conociera a un médico que pudiera curar las enfermedades cardiacas, el cáncer, y todas las otras enfermedades, ¿iría a él en busca de tratamiento? Si él también pudiera hacerle recobrar la juventud y eliminar la muerte, ¿se dirigiría usted a él? Y si al mismo tiempo tuviera el poder para crear un paraíso deleitable en el cual usted pudiera vivir, ¿cuánto daría usted por los servicios de él? ¿Diría usted: “No tengo tiempo, estoy demasiado ocupado”? ¿u objetaría usted, diciendo: “No estoy interesado”?

Jehová Dios tiene poderes de curación y restauración más grandes que los de cualquier médico. Y se puede confiar en que él hará bien el trabajo. ¿Qué pide él a cambio? Que acudamos a él en fe, y trabajemos a favor de sus intereses, pues “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”—1 Juan 2:17.

Una vida mejor ahora

Esta esperanza sólida ha resultado ser un ‘peñón de Gibraltar’ en la vida de muchas personas de edad avanzada de hoy día. Les provee motivación, aliento y propósito para el presente, así como esperanza para el futuro, y, además, las pone en asociación consoladora con muchas otras personas que tienen esperanzas similares.

La esperanza del nuevo orden de Dios “no conduce a la desilusión.” (Rom. 5:5) Contribuye mucho a disipar la depresión y la inseguridad. Y el llegar a estar en asociación con otros que tienen la misma esperanza forma un lazo de amor que disipa la soledad y el sentimiento de indignidad. Además, le da a la persona la oportunidad de efectuar actividad muy valiosa, puesto que esta esperanza de un nuevo orden se puede compartir con otras personas.

Una ancianita de un país del Caribe se jubiló de enseñar en la escuela principalmente debido a la edad avanzada, pero también tenía dificultades con la voz. Al aprender las verdades bíblicas acerca del nuevo orden, y el programa de restauración de Dios, comenzó a enseñar a otras personas. Por muchos años después de eso continuó ‘sin jubilarse’ pasando diariamente tanto tiempo, y a menudo más tiempo, enseñando las verdades de Dios a otros que el tiempo que anteriormente pasaba enseñando en la escuela.

En España un hombre de 74 años de edad deseaba pasar todo su tiempo hablando a otros acerca del nuevo orden de Dios. Cuando comenzó, dijo que deseaba servir en esa obra edificante por tanto tiempo como sus facultades físicas se lo permitieran. Siete años más tarde, a los 81 años de edad, todavía no había aflojado el paso. Halló que no puede haber obra más edificante y satisfactoria que compartir las buenas nuevas de la venidera “nueva tierra” de Dios con otros. No, no había inactividad aburrida, soledad, ni ningún sentimiento de inutilidad que estropeara su vejez.

A una señora de 96 años de edad, que vive en Sudáfrica, cuando se le preguntó si se proponía jubilarse como maestra de la Biblia, contestó que nunca podría hacer eso. Declaró: “Mientras tenga fuerzas para hablar y una mano firme, continuaré predicando las ‘buenas nuevas.’ Con la ayuda de Jehová continuaré hablándole a la gente acerca de las maravillosas bendiciones que se experimentarán bajo su reino.” Aunque sufría de constante dolor causado por la artritis, y no podía salir muy a menudo, escribía muchas cartas para consolar a otras personas, considerando un edificante tema bíblico y adjuntando información adicional en forma impresa. Pasaba mucho tiempo de manera provechosa en preparar temas interesantes para considerar en sus cartas, lo cual contribuyó a fortificar su mente en contra de la depresión. Además, con regularidad asistía a reuniones con personas que tenían la misma esperanza. Allí recibía mucho estímulo al escuchar las expresiones de fe de otras personas, y asociarse con tantos “hermanos” y “hermanas” de igual fe. A su vez, la presencia de ella en aquellas reuniones era un ejemplo estimulador para todos.

Algo que también sirve de estímulo a las personas de edad avanzada es la cooperación que obtienen de los más jóvenes que han sido entrenados en las leyes y principios de Dios. Después de una asamblea de los testigos de Jehová en Fresno, California, una señora de edad avanzada escribió lo siguiente:

“Me parece que son los jóvenes y la cooperación de la organización en conjunto lo que me ayuda a continuar sirviendo y aguantando.

“Tuve una experiencia con dos jóvenes Testigos en esta asamblea. Me es difícil subir y bajar las escaleras, y estaba tratando de bajar las escaleras cuando dos muchachitos en dos ocasiones diferentes vinieron a donde mí. No los conocía, pero dijeron: ‘Hermana, ¿podemos ayudarle a bajar las escaleras?’ Es maravilloso que los jóvenes cuiden de las personas de más edad.”

La esperanza viva del nuevo orden de Dios, la asociación con otros que tienen la misma esperanza, el amor y unidad que comparten con varios millones de “hermanos” y “hermanas” por todo el mundo son testimonio del hecho de que la vida puede valer, de hecho, vale la pena para personas de más edad.

Sí, el conocer los propósitos de Dios puede hacer que los años postrimeros en realidad sean años “dorados.” Y aun si la muerte temporeramente parece triunfar, la vida en el nuevo orden de Dios todavía se asegura por medio de la resurrección. Allí, en ese nuevo sistema, todos estarán completa y permanentemente libres de las calamidades de hoy día, incluso la vejez y la muerte.

[Ilustración de la página 13]

“Que su carne se haga más fresca que en su juventud; que vuelva a los días de su vigor juvenil.”—Job 33:25.

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