¿Pueden las cárceles poner alto al crimen?
¿Entran deformados los convictos y salen reformados?
“TAL vez lo que necesitamos por sobre todas las cosas no sea un nuevo enfoque en cuanto al modo de sentenciar, sino un nuevo enfoque en cuanto a la moralidad,” fueron las palabras de Alan Huggins, el más antiguo juez de Hong Kong.
En un tiempo en el que de súbito ha habido un gran aumento en el número de crímenes y en el clamor por más leyes, o por lo menos por la revisión del código penal, el juez Huggins en realidad llegó al fondo del asunto.
¿Qué puede hacerse para poner alto al crimen, o por lo menos reducirlo? ¿Cuál es el punto débil de la guerra contra el crimen? Algunos sectores claman pidiendo penalidades más severas y una imposición más estricta de las leyes. Otros abogan por leyes menos severas y más indulgencia en las sentencias. Muchos concuerdan en que los sistemas penitenciarios no son una cura para la criminalidad. Por consiguiente, en la última década, algunos gobiernos han reexaminado sus leyes y sistemas penales. El tema que más acaloradamente se ha debatido es el de la pena capital. Aunque varios países han abolido la pena suprema, en otros actualmente hay una demanda en pro de su restablecimiento. Ciertos crímenes, como el adulterio, se han hecho tan comunes que en algunas zonas el público opina que no se les debe imponer sanción alguna.
Algunos estudiantes del problema de la intensificación del crimen dicen que lo que determina el grado de aumento no es ni la severidad ni la lenidad de las leyes. Más bien, dicen que lo que engendra la falta de respeto a la ley es la desigualdad de los fallos judiciales, que la corrupción en el proceso judicial es un gran factor contribuyente, y que, en muchos casos, las cárceles mismas son criaderos de la criminalidad.
Malas condiciones en las cárceles
El informe de un periodista sudamericano sobre una cárcel grande de su país declara: ‘Los actos de violencia sexual se convirtieron en una práctica rutinaria. Un recluso joven, a fin de eludir trato cruel, prefirió que lo pusieran en una celda de solo un metro cuadrado. ¿Qué puede uno esperar del comportamiento de hombres que viven al margen de la sociedad, separados en una cárcel en la cual el número de reclusos se ha triplicado (aproximadamente 5.200 reclusos, en cuarteles que fueron construidos con una capacidad máxima de 1.800 reclusos), apiñados por docenas en celdas en las que se lleva a cabo la más increíble promiscuidad? El delincuente no puede recobrarse si, al fin de su término en la cárcel, deja la penitenciaría más pervertido que cuando entró en ella.’
De igual modo, un hombre que pasó 20 meses en una cárcel europea hizo la siguiente declaración: “El tema diario de conversación era los crímenes que uno había cometido y los crímenes futuros que cometería al salir. Había un intercambio de experiencias, habilidad y métodos que equipaban al preso para obtener buenos resultados la próxima vez que cometiera un crimen.”
Un cristiano que, debido a su neutralidad cristiana cumplió una condena en cuatro cárceles diferentes, dijo: “La cárcel, más bien que ser una institución de reforma, es una escuela para delincuentes. Un dicho corriente allí era: ‘Uno entra para ser reformado, pero sale deformado.’ Hubo casos de personas que entraron en la cárcel por primera vez debido a algún crimen común, como robo o desfalco, y después volvieron por haber cometido un segundo delito y finalmente por cometer delitos múltiples. Conocí a un preso que tenía buen conocimiento de cinco idiomas y era autor de varias novelas. Estaba en la cárcel por haber cometido varios delitos. Explicó que la sociedad lo había rechazado, y que también lo habían hecho su familia y amigos, que no tenía trabajo, de modo que, ¿qué podía hacer? Cometer otro crimen y volver a la cárcel, donde podía trabajar, comer y dormir.” Por supuesto, su filosofía estaba equivocada, pero las frustraciones que este hombre sufrió gradualmente lo fueron convirtiendo en un criminal inveterado.
Se están haciendo algunos esfuerzos de rehabilitación
La preocupación por tales condiciones alarmantes que existen en casi todos los países, ha llevado a hacer esfuerzos por mejorar la situación por medio de programas de rehabilitación. Si éstos se llevaran a cabo concienzudamente, un buen número de criminales, especialmente los que han cometido un delito por primera vez, se reformarían, llegarían a ser miembros respetables de la sociedad, y contribuirían al bienestar general. Además, esto también reduciría mensurablemente la gran carga de gastos que el público tiene que sufragar debido a que el sistema penitenciario no ha podido lograr la rehabilitación del criminal.
Esos programas de reforma tienen un éxito limitado... determinado por el celo o por la falta de celo de parte de los administradores legales y criminales, y por el apoyo financiero que se asigna a los programas. En algunas de las cárceles más grandes de la mayor parte de los 19 países que se consideraron en un estudio reciente, se han introducido mejores condiciones. La penitenciaría está más limpia; se ha hecho una separación entre los que han cometido delitos menores, especialmente los que han cometido un delito por primera vez, y los que han cometido delitos o crímenes graves y los criminales endurecidos, habituales. Se han establecido reglamentos que les dan a los jueces más libertad al fijar las sentencias, haciéndolas más livianas en casos en los que hay circunstancias atenuantes, con el propósito de crear un ambiente que le brinde al ofensor aliciente para reformarse.
Se han formado organizaciones que proveen Biblias y reuniones religiosas para los reclusos. A los presos se les da “terapia ocupacional” a fin de que puedan mejorarse por medio de aprender un oficio lucrativo. Algunas cárceles proveen cursos escolares. Unos cuantos reclusos se aprovechan de la provisión, pero la mayoría de ellos la pasan por alto.
Así, a pesar de esfuerzos bien intencionados, el sistema penitenciario no está logrando mucho en lo relacionado con la reducción del crimen. ¿Hay alguna forma de ley o algún código penal que pueda hacerlo? ¿Pueden hacerlo leyes más estrictas o más relajadas? ¿Qué hay en cuanto a la ley religiosa? ¿Puede legislarse la justicia en la gente? ¿Hay esperanza alguna de que el crimen sea eliminado y que pueda disfrutarse del alivio que esto traería? En los artículos siguientes hallará las respuestas a estas preguntas a medida que se van considerando estos asuntos que nos afectan a todos.