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  • ¿Alcanzan sus metas las prisiones?
  • ¡Despertad! 1972
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¡Despertad! 1972
g72 8/4 págs. 7-10

¿Alcanzan sus metas las prisiones?

NO, EL concepto de una prisión como castigo para impedir que la gente cometa crímenes realmente no tuvo éxito. De hecho, el crimen aumentó.

Tampoco se beneficiaron los que habían cumplido condenas de encarcelamiento. Por lo general, la prisión tenía un efecto negativo. Esto era algo irónico, pues la sociedad encarcelaba al delincuente a causa de que era malo para esa sociedad, y sin embargo debido al lastimoso ambiente de las prisiones generalmente el delincuente empeoraba. Entonces se le ponía en libertad, ¡a menudo para ir a dar de nuevo a la cárcel por un término más largo!

En tiempos más recientes, la idea básica de las prisiones pasó por otro cambio considerable. La nueva idea promovida por reformadores sinceros era hacer de la rehabilitación, la reforma de los presos, la meta principal en la vida de la prisión. Se consideraba que el encierro era suficiente castigo en sí. No había de imponerse maltrato físico a un preso.

James Bennett, ex-director de prisiones federales de los Estados Unidos durante veintisiete años, dijo con respecto al abandono del castigo físico en este nuevo concepto: “A los oficiales del sistema federal se les prohíbe estrictamente que usen cualquier cosa que se asemeje a acción directa o que de modo alguno pudiera interpretarse como castigo corporal. No lo hacen, en parte porque esto es indeseable y también porque es menos eficaz que el quitar privilegios, un cambio de trabajo o cancelar las atesoradas visitas.”

Los presos que no cooperan también podrían perder ‘créditos de buena conducta,’ los cuales los habrían hecho elegibles para libertad bajo palabra más pronto, lo cual a su vez resultaría en una estancia más larga en la prisión. Se creía que el temor de perder esto sería un aliciente para buena conducta.

Pero aparte del abandono de la brutalidad, y del mejoramiento de las condiciones de vida, ¿sobre qué se basaba esta rehabilitación? Supuestamente era enseñarle a un preso el apartarse de su derrotero descarriado mediante educación apropiada. Eso incluiría el entrenarlo en nuevas habilidades de trabajo para que al ser puesto en libertad fuera un miembro más útil a la sociedad.

¿Es esto lo que realmente ha sucedido? ¿Están realizando estas metas las prisiones modernas?

No puede haber duda de que por lo general las condiciones en las prisiones han mejorado mucho en comparación con los horrores de hace un siglo o dos. Sin embargo, ¿están las condiciones de tal manera que tienen un buen efecto en la gente?

El senador Edward Brooke de Massachusetts declaró que ‘las condiciones de las prisiones casi universalmente son deplorables y tienen un efecto deshumanizador.’ El diputado al Congreso William Anderson de Tennessee declaró: “El sistema de correcciones de los EE. UU. es una total ignominia nacional.”

Autoridades federales que hicieron una gira en una penitenciaría estatal de Virginia Occidental la llamaron “un completo desastre,” y “una pesadilla de la custodia.” La violencia estaba fuera de control. Imperaban las drogas y el alcohol. Dijo acerca de la prisión un fiscal: “Es absolutamente absurdo enviar un hombre a esa prisión, porque va a salir peor.”

El Chronicle de San Francisco informó el caso de un testigo de Jehová que estaba en la prisión debido a su objeción por conciencia a la guerra. Un día este hombre amador de la paz observó un alboroto en otra celda. ¡Más tarde, vinieron los guardas y golpearon a los presos, incluso al Testigo! El periódico dijo: “Le oprimieron y le golpearon la garganta y luego lo llevaron al extremo del corredor, donde ‘la golpiza brutal e inhumana descargada sobre los otros presos fue tal que no pudo aguantar el verla’ y volteó la cabeza.” Él presentó la acusación de que un guarda también le golpeó en el ojo y la sien con un garrote. Entonces se le puso en prisión incomunicada sin atención médica. Y ni siquiera había estado envuelto en el alboroto.

También, debido a la falta de miembros del sexo opuesto, la homosexualidad cunde en las prisiones de los hombres, tal como cunde el lesbianismo en las prisiones de las mujeres. Violaciones homosexuales en masa son comunes. En el libro I Chose Prison, un ex-oficial de prisión federal dice: “Nadie ha dado con una solución al problema.”

En el Canadá, el Star de Windsor informa que después de una investigación de este problema veintitrés jueces quedaron “consternados” con lo que descubrieron. El periódico declaró: “Ex-reclusos han informado a las comisiones oficiales que en la mayoría de las cárceles a través del país casi es imposible el que un joven evite ni siquiera por corto tiempo el ser atacado sexualmente. ‘Sucede todo el tiempo,’ dice John Tennant, que ha pasado 13 años tras las rejas. ‘He visto a jóvenes atacados por tres o cuatro reclusos noche tras noche.’”

Para las mujeres, la vida en la prisión también puede ser desmoralizadora. La limitación de movimiento, los detalles mezquinos de la vida en la prisión, la estricta regulación del horario, el infrecuente contacto con los amados y la amenaza de la inmoralidad sexual son muy deprimentes.

Krishna Nehru Hutheesing, hermana del ex-primer ministro de la India, dijo acerca de su estancia en una prisión de la India por cargos políticos hace algunos años: “Descubrí que la falta de contacto humano, la manera insolente en que se nos hablaba y el ambiente opresivo del lugar, a veces llegaban a ser insoportables.” Habló de una vida “llena de amenaza, violencia, vileza y extorsión y de que siempre había maldecir de un lado y temblar del otro. La persona que era sensible se hallaba en una condición de continua tensión, con los nervios de punta.”

Concerniente a los niños que los tribunales familiares envían a centros de detención, el Times de Nueva York del 27 de julio de 1971 informó: “En el centro de detención se le encarcela con niños que han cometido homicidios, robos, asaltos y otros delitos. Impera la homosexualidad. Al tratar de resolver un problema, el tribunal lo ha colocado en una situación que solo puede conducir a más problemas.”

¿Qué hay de la reforma?

Claramente ninguna de estas condiciones son conducentes a la reformación de la persona. Pero, ¿qué hay de los programas de rehabilitación, como el adquirir nuevas habilidades de trabajo? ¿Pueden éstas contrarrestar las otras influencias negativas?

La opinión general entre los oficiales de las prisiones es: No. Cándidamente admiten que se aprenden pocas habilidades útiles, que el trabajo es soso y monótono, y que realmente no hay programa sólido para mejorar la condición mental del preso, lo cual es la clave para la reforma.

El presidente del Tribunal Supremo de los EE. UU., el juez Burger, dijo, según se le citó en el Post de Nueva York del 18 de septiembre de 1971: “Hoy pocas prisiones tienen siquiera una educación mínima o programa de entrenamiento vocacional para acondicionar al preso para su retorno a la sociedad como ser humano útil y capaz de ganarse la vida.”

El Guardian Weekly de Inglaterra publicó una carta de un preso que recientemente fue puesto en libertad de un término de encarcelamiento en ese país. Dijo: “El apiñamiento era insalubre y las instalaciones sanitarias eran tan pocas que la única palabra para describirla es ‘suciedad’ en el peor sentido posible. . . . Una condena de encarcelamiento puede ser una humillación, una degradación, y un desdoro al orgullo y carácter de uno . . . Lo que no es de ninguna manera, modo o forma es un período reformativo para el criminal o una medida preventiva contra más crimen.”

Ese avalúo está respaldado por evidencia en todas partes. Las prisiones modernas no están disuadiendo del crimen, pues éste está ‘explotando’ en casi todo país de la Tierra. Y las prisiones no están efectuando lo que habían esperado los reformadores, no están rehabilitando a los criminales para una vida más útil después de regresar a la sociedad. Como dijo el U.S. News & World Report del 27 de septiembre de 1971: “El fracaso de las prisiones para reformar a los delincuentes se patentiza por estadísticas que muestran que aproximadamente el 80 por ciento de todos los delitos graves los cometen ‘repetidores.’”

[Comentario de la página 9]

Dice un ex-preso en Inglaterra: ‘Una condena de encarcelamiento no es de ninguna manera, modo o forma un período reformativo o una medida preventiva contra más crimen.’

Una revista noticiera dice: “Aproximadamente el 80 por ciento de todos los delitos graves los cometen ‘repetidores.’”

[Ilustración de la página 8]

Niños enviados a centros de detención a menudo son colocados en una situación que solo puede conducir a más problemas

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