Los colibríes... fascinantes acróbatas plumados
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Brasil
UNA diminuta criaturita iridiscente baja en picada, súbitamente se detiene ante una rosada flor de hibisco y se queda inmóvil, suspendida en el aire. Rápidamente se mueve hacia adelante, y, después, directamente en retroceso. De nuevo la criaturita se mueve hacia adelante y hunde su largo y delgado pico en las flores hasta que el pico se pierde de vista. Las alas son solo un borrón por lo rápido que se mueven. El sonido que producen se parece al zumbido de un insecto. De repente la criaturita se lanza a un lado. Entonces se mueve directamente hacia arriba y luego desaparece con rapidez.
Este acróbata aéreo plumado es el colibrí, otra de las fascinantes criaturas que Dios ha provisto para nuestro deleite. A los colibríes, porque pasan rápidamente de flor en flor, también se les llama “picaflores.”
Vertiginosos volatineros aéreos
Solo pasa un momento antes de que otro colibrí se lance en picada desde la nada... o al menos así parece. ¿Qué hace que estas criaturas sean tan asombrosos voladores?
Algo que es sobresaliente son los músculos de sus alas. El peso de éstos es extraordinario, pues pesan de un 25 a un 30 por ciento del peso total del cuerpo del ave. Las aves comunes aletean de arriba hacia abajo. No es así con los colibríes. Sus distintivas alitas giran hacia adelante y hacia atrás, como remos. Aunque el movimiento no es circular, el efecto es muy parecido a la operación de la pieza giratoria o rotor de un helicóptero. Por ejemplo, el rotor se inclina cuando el helicóptero se mueve hacia adelante y hacia atrás. El colibrí hace lo mismo con sus alas.
Otras aves pueden cernerse y mantener sus cuerpos inmóviles, suspendidos en el aire, pero los colibríes son expertos en esto. Además, solo el colibrí puede elevarse instantáneamente en dirección vertical. ¿Y qué hay de volar en retroceso? Ninguna otra ave puede hacer eso. El plano de las alas sencillamente se inclina hacia atrás. ¡Ahí va otro colibrí como una exhalación!
La velocidad del aleteo del colibrí es sencillamente asombrosa. Los zumbadores más rápidos pueden alcanzar una velocidad de 90 o más aletazos por segundo. Se ha observado que el diminuto Calliphlox amethystina, que pesa menos de dos gramos, puede mover sus alas 80 veces por segundo. En cambio, el colibrí gigante, Patagonagigas, registra solo de 8 a 10 aletazos por segundo. Sorprendentemente, esto es menos que la cantidad de veces que otras aves más grandes mueven sus alas en un segundo.
Los colibríes realmente son acróbatas sensacionales. Especialmente cuando cortejan, los machos presentan un espectáculo deslumbrante. Al describir el encantador “baile [nupcial] en el aire” del colibrí norteamericano gorgirrubi, de garganta de color rubí, el autor C. H. Greenewalt dice:
“La hembra . . . se posa en una ramita cerca del suelo. El macho se eleva a gran altura en el aire y se lanza en picada a toda marcha y viene a detenerse inmediatamente enfrente de su deslumbrada prometida, y entonces se eleva precipitadamente de modo que su patrón de vuelo se asemeja a una U grande que tiene a la hembra en su base.
“Durante este espectáculo ella escoge una posición, o puede que él la escoja para ella, que le permita a ella ver la luz reflejada en todas las plumas iridiscentes de él, y así ella disfruta no solo de las piruetas aéreas que él hace, sino también del hermoso despliegue de colores.”
Puros manojos de energía
Se han medido notables velocidades de 85 kilómetros por hora en vuelo normal, con velocidades máximas de más de 114 kilómetros por hora. Las especies migratorias son aún más sorprendentes, puesto que viajan largas distancias. De los tres colibríes norteamericanos, el gorgirrubi y el rubí migran unos 3.200 kilómetros hacia donde se alojan durante el invierno. El colibrí de la especie Selasphorus platycercus vuela desde el sur de México hasta las Montañas Rocosas de los estados de Colorado y Wyoming, en los Estados Unidos, una distancia de 2.400 a 3.200 kilómetros. Ahora bien, piense en el tamaño de este pajarito, 7,5 centímetros, y tendrá razón para preguntarse como una criaturita como ésa puede lograr esta hazaña.
Más impresionante aún es el hecho de que se cree que los gorgirrubis vuelan sin escala 800 kilómetros para cruzar el Golfo de México. Están equipados con la extraordinaria habilidad de almacenar energía en forma de grasa hasta la sorprendente cantidad de la mitad de su peso normal antes de empezar su vuelo sin escala.
Causa perplejidad la cantidad de energía de que están dotados los colibríes. Greenewalt estableció una comparación entre un hombre de 77 kilogramos que gasta diariamente unas 3.500 calorías y la actividad regular de un colibrí. Para igualar al pájaro, el hombre tendría que emplear unas 155.000 calorías en lo que hiciera. ¡El hombre tendría que consumir diariamente unos 129 kilogramos de carne molida!
Por supuesto, en lo que tiene que ver con el alimento, los colibríes tienen un gran apetito. Al utilizar azúcares como su principal fuente de energía, además de alimentarse de insectos y arañas pequeñas para obtener proteínas, consumen diariamente una cantidad de azúcar que equivale a la mitad de lo que pesan. Por supuesto, 50 a 60 raciones de néctar al día está lejos de ser una cantidad insignificante. Con razón se les ve pasar el día entero zumbando alrededor de las flores y deteniéndose cada 10 a 15 minutos para tomar un bocadillo.
Joyas del mundo de las aves
Todas las 319 variedades catalogadas de colibríes viven en los continentes americanos, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, y en las islas vecinas. La mayor concentración de ellos se encuentra en las regiones tropicales de Sur y Centro América. Ecuador es el país que más variedades tiene: 163. Brasil tiene por lo menos 105 variedades de colibríes.
El zumbador más pequeño, y el espécimen más diminuto del mundo de las aves, es el colibrí o sunsún de Cuba. Solo mide 5 centímetros de largo y es más o menos del tamaño de un abejorro grande. El colibrí más grande, el Patagonagigas, alcanza 12,5 ó 15 centímetros de largo.
El gorgirrubi macho luce una mancha en la garganta que resplandece a la luz solar como si fuera un rubí, y de ahí se deriva su nombre. Tales manchas brillantes en la garganta son comunes en muchas variedades de colibríes. En otros picaflores, los colores metálicos y brillantes distinguen solo a los machos adultos. Pero hay algunas hermosísimas hembras que al igual que los machos exhiben un vistoso plumaje.
Los brillantes colores de los colibríes no son pigmentos, sino que son de naturaleza estructural. Para ilustrar: Imagínese un diamante y la manera en que éste descompone un haz de luz solar en los colores del arco iris. De manera similar, para que uno pueda dar un vistazo al plumaje iridiscente, la luz tiene que venir sobre los hombros de uno y tiene que dar directamente sobre las plumas. Pero uno tiene que darse prisa, pues el pajarito solo tiene que inclinar rápidamente su cabeza unos cuantos grados y todo el color se desvanece.
Además, los picaflores están dotados de espléndidos arreglos en su plumaje. Algunas variedades despliegan largas y brillantes plumas en la cola. Estas centellean como si fueran banderas que se usaran para dar señales a medida que los picaflores se lanzan de un lado a otro entre las flores. Algunos colibríes exhiben con orgullo plumas en las patas. Otros muestran una figura elegante con plumas semejantes a bigotes en las comisuras de la boca.
¡Y qué admirable variedad de picos hay en la familia del colibrí! Por ejemplo, se ha descrito al colibrí pico de espada de los Andes como un pico con un pájaro adherido a él. Por el contrario, el Ramphomicron microrhynchum tiene una espalda rara de color púrpura, pero el más pequeño de los picos, diseñado para flores poco profundas. Por otro lado, el colibrí pico de hoz frecuenta las flores curvas, por razones que son obvias.
En 1962, el naturalista brasileño Augusto Ruschi redescubrió y capturó el hermosísimo colibrí de la especie Loddigesia mirabilis en los Andes peruanos. Esta fascinante ave es tan rara que se consideraba extinta. Al cortejar, el elegante macho encorva sus delicadas colas gemelas debajo de sí, y enmarca su rostro entre las “raquetas” de la cola, todo mientras revolotea enfrente de su fascinada novia.
Comportamiento y otros detalles generales
Si alguna vez usted ha tenido la oportunidad de observar a los colibríes, enseguida concordará en que son hermosos, pugnaces, curiosos e intrépidos, todo a la misma vez. Se acercan a los alimentadores que contienen agua azucarada, y hasta vienen a la mano de uno para tomar alimento.
Estas criaturas defienden su territorio contra cualquier ave, sin exceptuar su propia clase. El colibrí puede zumbar alrededor de la cabeza de un cuervo, arremeter con intrepidez contra éste, y finalmente obligarlo a huir. Se ha visto a colibríes en escaramuzas con halcones. Aunque el halcón es 100 veces más grande, emprende la humillante retirada. Y si alguna vez ocurre que dos colibríes se encuentran en el mismo arbusto de flores, pelean, y uno persigue al otro.
Los picaflores pasan su vida en el aire o sobre alguna rama, pero nunca en el suelo. Hasta se bañan mientras vuelan. Se lanzan a los charcos, revolotean a través de cataratas o vuelan por donde hay follaje cubierto de rocío.
A pesar de su exquisita belleza, hay un “defecto” que no pueden ocultar. Con la excepción del Schistes geoffroyi, los colibríes no tienen voz para cantar. El gorrión que se metiera dentro del grupo de unos colibríes que estuvieran tratando de cantar se llevaría el primer premio. Algunos picaflores emiten un chirrido no musical. Pero, ¡ay, eso es todo!
Los colibríes son en realidad criaturitas impresionantes... vivaces e intrépidas, y, ¡oh, tan pugnaces! Ciertamente vale la pena sacar tiempo para contemplar su inigualada variedad de color y forma. Después de observarlos en su hábitat natural, sin duda usted concordará en que los colibríes realmente son fascinantes acróbatas plumados.