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  • ¿Se destruirá a sí misma la humanidad?

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  • ¿Se destruirá a sí misma la humanidad?
  • ¡Despertad! 1980
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¡Despertad! 1980
g80 22/10 págs. 5-7

¿Se destruirá a sí misma la humanidad?

ESTABA despejado y soleado el cielo sobre la ciudad japonesa de Hiroshima aquel día fatal... el 6 de agosto de 1945. A medida que la ciudad se despertaba, nadie allí, por fantástica que fuera su imaginación, pudiera haber previsto la devastación que ocurrió a las 8:15 de aquella mañana.

Lo que sucedió fue descrito como “una lluvia de ruina desde el aire, sin paralelo en lo que se ha visto en la Tierra.” La humanidad había entrado en una nueva era bélica; había abierto el camino para espantosos e impresionantes métodos de destrucción en masa.

¿Tenía este acontecimiento algo que ver con provocar algún día lo que la Biblia llama “el fin del mundo”? Antes de responder, consideremos precisamente por qué fue un acontecimiento tan espantoso y de tanta importancia lo que ocurrió aquel día de agosto.

Relato por un testigo ocular

“Alguien gritó: ‘¡Un paracaídas está bajando!’ Respondí volviendo la vista hacia donde aquella persona estaba señalando,” comenzó a relatar una mujer que se hallaba entonces en Hiroshima. Continuó: “En aquel preciso instante el cielo enfrente de mí estalló en luz. No sé cómo describir aquel resplandor. Me pregunté si algo me había prendido un fuego en los ojos.

“No recuerdo qué vino primero... si el súbito resplandor o el sonido de una explosión cuyas vibraciones me llegaron hasta el vientre. Sea como sea, un momento después me hallé aplastada contra el suelo.

“Pronto noté que el aire tenía un olor terrible. Entonces me horroricé al sentir que se me había desprendido la piel de la cara. Entonces, la piel de las manos y de los brazos también. . . . toda la piel de la mano derecha se me desprendió y quedó colgando grotescamente. . . . Lo que vi debajo del puente era horrible: Centenares de personas estaban retorciéndose en la corriente. No podía distinguir si eran hombres o mujeres. Todos presentaban la misma apariencia. Tenían las caras hinchadas y grises, y los cabellos de punta. La gente, con las manos en alto y lanzando quejidos, se precipitaba hacia el río.”

Esta mujer vio el primer uso bélico de lo que los periódicos llamaron “la más terrorífica máquina de destrucción que ha diseñado el hombre”... la bomba atómica. Aunque decenas de millares de personas murieron instantáneamente, muchas de ellas completamente vaporizadas, las que sobrevivieron a la explosión inicial pudieron comprender el verdadero horror de una guerra nuclear. Por haber estado expuestas a cantidades mortíferas de radiación atómica, estas personas pronto quedaron incapacitadas por las náuseas. Tras esto vinieron vómitos de sangre, una fiebre alta, un ataque extremado de diarrea, hemorragia de los intestinos y una muerte agonizante dentro de 10 días. Al final se calculó que hubo una cantidad total de casi 140.000 muertes... ¡todas causadas por una sola bomba!

Han pasado 35 años desde que amaneció aquella nueva era. En aquel tiempo solamente una nación poseía la bomba. Pero, ¿qué ha sucedido desde entonces?

La era del “overkill”

Pronto otras naciones desarrollaron armas atómicas, y, a medida que aumentaban las tensiones internacionales, se emprendió la carrera de armamentos nucleares. Se desarrollaron bombas mayores, y en mayores cantidades. La que se dejó caer sobre Hiroshima recibió el apodo de “Muchachito” y tenía el impacto de 13 mil toneladas de T.N.T. Sin embargo realmente era como un “muchachito” cuando se le compara con las bombas de hoy. ¡Algunas de éstas, ya sometidas a prueba, son equivalentes a 60 millones de toneladas de T.N.T.!

Hay decenas de miles de estas bombas de varios tamaños almacenadas en muchos arsenales. Tan solo la nación estadounidense tiene suficientes ojivas atómicas como para matar 12 veces a cada hombre, mujer y niño sobre la Tierra. Pero el desarrollo de esa potencia de fuego es solamente uno de los acontecimientos alarmantes.

Tal vez usted todavía se sienta algo seguro al saber que se encuentra a miles de kilómetros de un país hostil. Sin embargo, hoy en día hay sistemas que están equipados para disparar ojivas atómicas o nucleares con precisión inimaginable. Proyectiles o mísiles que llevan hasta ocho diferentes ojivas atómicas ahora pueden atravesar 9.656 kilómetros y dar dentro de un radio de 450 metros del blanco. ¡Pronto podrán caer a unos cuantos metros del blanco! Evidentemente, nadie sobre la Tierra realmente puede sentirse en seguridad o “fuera de alcance.”

Para aumentar su “overkill,” o potencia que sobrepasa a la necesaria para destruir a su enemigo, algunas naciones se han armado con armamentos químicos y biológicos (bacteriológicos). Una autoridad informa que “se están manufacturando nuevos vaporizadores mortíferos, de los cuales la más minúscula gota puede provocar ataques cardíacos.” Un prominente científico que ha dedicado mucho tiempo al estudio de este asunto advirtió: “La guerra biológica todavía es una enorme amenaza para el mundo.”

“Un arma más espantosa aún que la nuclear,” es como describió el presidente soviético Leonid Brezhnev los recientes adelantos en los armamentos. Instó a “proscribir la creación de nuevos tipos de armas para la destrucción en masa.” A muchos les parece que él estaba refiriéndose a la guerra por medio del control de las condiciones del tiempo, en la cual se provocan cambios atmosféricos para destruir al enemigo. La revista soviética Red Star advirtió sobre “el peligro extraordinario en el cual se encuentra todo el mundo” como resultado de que se manipule indebidamente el ambiente “para lograr destructivos fines militares.” Se teme que un país pudiera provocar inundaciones, sequías, terremotos, tornados y hasta huracanes en territorio enemigo. Cuando se considera que un huracán tiene la fuerza de mil millones de toneladas de T.N.T., 16 veces más potencia que la más grande bomba nuclear, se ve que una guerra que se llevara a cabo por medio de controlar las condiciones atmosféricas pudiera ser enormemente destructiva.

Obviamente el hombre ya tiene a su disposición los medios de destruirse a sí mismo y de dejar la Tierra en un estado de desolación radiactiva. Sin embargo, desde 1945 no se han usado armas nucleares en la guerra. Por esa razón muchas personas se sienten seguras y piensan que el mundo jamás verá una guerra atómica total, la cual, según lo que dijo uno que ayudó a desarrollar la bomba, Albert Einstein, significaría “la destrucción total de toda forma de vida sobre la Tierra.”

[Ilustración en la página 6]

Los Estados Unidos por sí solos tienen suficientes ojivas nucleares como para destruir 12 veces a cada hombre, mujer y niño de la Tierra

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